Claves para entender a los Maestros

26 diciembre 2018

El espíritu masónico (y VI)


El espíritu masónico (y VI)
FARO ORIENTAL
Año I Núm. 8.
Agosto de 1912.
Montevideo.



Contestando a Monseñor Dupanloup, que había atacado violentamente a la Franc-Masonería (se comprende por qué), el Hermano Baudoin, decía: “En su trasformación a través de los siglos, la Masonería ha modificado sin cesar sus ideas: por esto solamente representa el progreso. Comprendiendo que ha sido obra vana en todas las épocas querer destruir la historia, ha respetado siempre las viejas costumbres. Sus rituales sembrados de palabras Egipcias, Sirias, Hebras, Griegas y Latinas, han tomado alguna cosa de todas las religiones, que, sucesivamente, le han proporcionado adeptos. Esos restos de los días pretéritos son jalones sobre la vía del pasado que indican el camino recorrido por la humanidad. Hoy, como antes, buscan los Masones la verdad; discípulos del progreso, impelen a la humanidad en el sentido de un incesante mejoramiento; los recuerdos del pasado los hacen tolerantes, porque saben cuánto han permanecido los antepasados en el error. Buscan la verdad como la buscaban sus predecesores, sin dejar de saber que no deben esperar hallar más que una verdad relativa, destinada a ser reformada o completada por los que vengan a sucederlos o relevarlos a ellos”.
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III. — El espíritu masónico, es, en fin, y sobre todo, un espíritu de amor y de justicia. El masón verdadero es pacifista, vale decir, reconoce con la Economía Política, la falsedad de la opinión que proclama que un pueblo comerciante puede enriquecerse mediante la ruina de sus vecinos. Cree, por el Contrario, que todo pueblo tiene interés directo en la prosperidad de aquellos otros con los cuales lo ligan relaciones comerciales, lo mismo que un vendedor tiene interés en que sus clientes vivan en la holgura. El Masón cree con el Economista, que los diversos mercados del mundo están tan íntimamente ligados entre sí, que no puede sobrevenirle una perturbación a uno de ellos sin que se resienta inmediatamente el otro, y que en el estado actual de Europa, las relaciones comerciales son tan numerosas, y las relaciones de los pueblos tan estrechas, que una guerra es un mal, hasta para el vencedor.

La aversión por la guerra, debe, pues, aumentar, porque cuanto más un pueblo avanza en la vía de su desenvolvimiento comercial e industrial, más su propio interés lo dispone en pro de la paz. Estas verdades económicas son actualmente tan elementales, que cuanto más persuadido esté un verdadero masón de las ventajas de la fraternidad humana, con tanto más ardimiento se declarará pacifista.

Finalmente, las Constituciones masónicas de 1723, hacen resaltar que la Masonería fue siempre denostada por la guerra, por la muerte y por la confusión.

El Hermano Benjamín Franklin, inspirado por la idea masónica, decía: “cuando la humanidad esté convencida de que todas las guerras son locuras, asaz costosas y demasiado nocivas, entonces es cuando se decidirá a arreglar sus diferencias por el arbitraje”.

El masón verdadero no ama la guerra ni entre los individuos ni entre los pueblos. Se inspira en un perpetuo anhelo de concordia, de inteligencia y de buena armonía. Supera todos los obstáculos para frustrar los desacuerdos; no conoce ni el empecinamiento ni el rencor; sabe perdonar, sabe olvidar y sabe tender la mano sin intenciones ocultas.

Todas las injurias profanas, públicas o secretas, las responde con la dignidad de su vida, con la generosidad de sus sentimientos.

No hablamos de las discusiones con sus Hermanos, porque estos conflictos son los que primero deben atenderse, por medio de la práctica de las virtudes masónicas que se llaman lealtad, franqueza y probidad. Todo hombre, y, por consiguiente, todo masón, está expuesto a la enemistad y a la envidia; todos tenemos enemigos, aun aquellos que se figuran que no los tienen. Más, si es difícil, o más bien, si es imposible estar al abrigo de los ataques de la calumnia y de la maledicencia humanas, el masón no puede admitir que sus Hermanos tengan, a tal respecto, actitudes hostiles o procederes incorrectos. La confianza y el afecto de los Hermanos debe ganarse por la actividad y por el esfuerzo, tendientes a hacer desaparecer todas las nubes que pudieran obscurecer sus relaciones fraternales.

El masón, es, naturalmente, generoso de corazón, filántropo, caritativo, sin pretensión ni vanidad. Su amor se manifiesta por todos los sufrimientos, sin preocuparse de las opiniones políticas o religiosas de sus protegidos. Hace el bien por el bien, sin preocuparse de su amor propio. Sobre esto es innecesario insistir, desde que es notoria la sana filantropía masónica.

Hay, finalmente, otra disposición natural en el masón animado del verdadero espíritu masónico: Las afecciones no se limitan a las fronteras de su país. Es patriota consagrado a su patria, lo que no le impide el ser humanitario.

En ciertos medios se hace burla de este humanismo, y se toma en ridículo. Esto no debe impresionar al masón. Creemos en la penetración mutua de los intereses humanos, desde que afirmamos los principios de fraternidad y de solidaridad, y esto nos releva de contestar a los que no pueden o no quieren interpretarnos.

Bastante tiene la Masonería que hacer con sus ideas, sus símbolos, sus rituales, sus usos y su historia, guiando, además, a sus afiliados a ensanchar el círculo de sus afectos y de sus sentimientos, enseñándoles que todos los seres humanos, sin distinción de raza, de pueblo y de historia, merecen nuestro interés, nuestra estima y nuestra simpatía, para que se pueda detener a contestar ciertos ataques, hijos de la ignorancia o de la mala fe.

La fraternidad masónica existe; ella es inherente a las instrucciones de la Alianza. Es la fraternidad tan incontestablemente de esencia masónica, que toda la actividad de la Orden la proclama de una manera irrefutable.

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El Hermano Blatin, en la interesante biografía del Hermano Ch. Limousin, redactor de La Acacia — se expresa de esta manera: “El espíritu masónico está formado del sentimiento profundo de afectos y de solidaridad que debe unir a todos los Masones; del menosprecio de los prejuicios que gobiernan a las generalidades de los hombres; del amor hacia nuestra Orden y del respeto de las tradiciones que hacen su fuerza; de la sumisión a nuestras formas rituálicas, que constituyen nuestra disciplina; de la comprensión de nuestros símbolos, de donde derivan nuestras más altas » enseñanzas de filosofía y de moral”.

Una de las cosas que los Masones no deben jamás olvidar, es que por las enseñanzas extraídas de sus rituales y por la interpretación de los símbolos, están sólidamente unidos los unos a los otros, sobre toda la superficie del globo. Las cuestiones de orden profano, sobre las cuales se tiene el derecho de disentir de opinión, pueden dividirlos— cuando no sean ellas prudentemente abordadas, siguiendo las prescripciones rituálicas de la Orden, — pero, no contribuirán jamás a asegurar su unión. La Historia y la Ciencia demuestran que el solo lazo suficientemente poderoso para mantener una estrecha unión fraternal entre los hombres que disienten los unos con los otros de una manera absolutamente contraria, por la educación, los conocimientos, las costumbres, la nacionalidad, la raza y el lenguaje, se encuentran en la práctica de las enseñanzas que les son comunes.

La larga existencia de nuestra Orden, su influencia en el mundo, y su afán por llegar al perfeccionamiento de los hombres, y mediante ello a la aproximación de las naciones, depende ante todo del respeto que sus afiliados han guardado y guardan por costumbres que les son comunes, costumbres y enseñanzas comunes, que, sólo faltando a los juramentos libremente prestados, puede el Franc-masón dejar que se debiliten, ni menos echar en el olvido.

Se comprenderá ahora con cuántos escrúpulos y cuánta perseverancia deben nuestros Talleres masónicos, estudiar nuestros rituales y nuestros símbolos, y aprender a sacar partido de las enseñanzas que de ellos derivan.

ALLÍ DONDE ESTE ESTUDIO ES DESCUIDADO, NO HAY INICIADOS, EN LA VERDADERA ACEPCION DE LA PALABRA. — NO HAY MAS QUE PROFANOS DISFRAZ/VDOS DE MASONES.

Es, pues, penetrado del espíritu masónico que el Hermano se deja inspirar por los principios de justicia, de solidaridad, de igualdad, de fraternidad, de moralidad, de educación, de internacionalidad, conservan do, no obstante, el amor a la patria de nacimiento.

Por la posesión del espíritu masónico es que todo Hermano comprende y practica los deberes de rectitud, de tolerancia, de averiguación de la verdad, de amor al prójimo v al progreso.

Es ese espíritu el que debe poseer todo Hermano para comprender y sentir el beneficio que resulta del bienestar de nuestros semejantes; para comprender que el desiderátum perseguido por la Masonería es la armonía social, tomada del punto de vista humano, y como constitutiva de un todo más amplio y perfecto, nivelador de condiciones, de razas, de sentimientos, de aspiraciones.

Aquel que comprende bien el Arte Masónico, sabe muy bien en que punto el martillo, la cuchara, la plomada, el compás, la escuadra, el nivel le fueron confiados; sabe que ese Arte sublime no solamente liga al individuo, sino que lo aproxima al objeto; que no debe ejercitarse hacia lo íntimo, sino que debe exteriorizarse; que la Alianza está ahí, no para la organización aparente de las Logias, sino para la humanidad, y que los principios y los deberes no tienen en vista un simple juego, sino una obra formal.

El espíritu masónico es, pues, la necesidad de mejoramiento moral, de tolerancia, de respeto y de estima para todos; de amor al progreso y a la paz; de trabajo y de desvelo en beneficio de toda la humanidad; de generosidad y de espíritu de sacrificio hacia nuestros semejantes.

El espíritu masónico sugiere las grandes y nobles ideas de educación moral e intelectual de la juventud, y el desenvolvimiento, cada día más acentuado, de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Por la afirmación del libre examen, por el reconocimiento de que aquel no constituye simplemente un derecho, sino también un deber,—puesto que sólo el libre uso del pensamiento permite descubrir la verdad-la Masonería conduce al estudio de todos los problemas de filosofía, de moral y de política, aguijoneando la curiosidad del espíritu, con tanta fuerza, que ha llegado a ser una de las causas primordiales de la rapidez con que el progreso se realiza en el mundo moderno.

Ed. Quartier-l a-Tente
Ex-Gran Maestro de Ja Gran Logia «Suiza Alpina»

(Traducción de la Logia «Fénix», de Montevideo.)

21 diciembre 2018

Los desafíos de la Gran Logia de la Masonería del Uruguay


La institución prevé aumentar la exigencia en el juicio y la selección de sus candidatos

La Masonería reclama asumir una actitud militante ante la sustitución de “las grandes causas por las agendas de colectivos

BUSQUEDA
Nº1999 - 13 AL 19 DE DICIEMBRE DE 2018

A diferencia de las logias masónicas de otros países que en los últimos años vieron cómo disminuía su membresía, la Gran Logia de la Masonería del Uruguay tuvo en las últimas décadas un aumento sostenido que le permite contar al día de hoy con alrededor de 7.000 miembros activos. El crecimiento, sin embargo, no impide que los líderes de la hermandad estén preocupados por la actuación de sus integrantes y la formación de los nuevos, especialmente ante un panorama político, económico, social y cultural que consideran obligará a mejorar la militancia y el proceso de selección de la institución.



En tiempos en que la razón cede espacio a las emociones y a los instintos a la hora de opinar y actuar, en que las grandes causas han sido sustituidas por las agendas de colectivos o individuos y en que las personas parecemos empeñarnos en resaltar lo que nos distingue en lugar de lo que nos une, es necesario asumir una actitud militante en pos de los principios, valores e ideales humanistas”, afirmó José Garchitorena, líder de la Masonería uruguaya, en el editorial de la edición de noviembre de la revista de la institución. “Sobre estos temas deberemos hacer énfasis en los tiempos por venir. A ellos deberemos abocarnos si queremos un futuro de libertad y de progreso para la humanidad. Esta es la tarea de nuestro tiempo. Y los masones debemos estar en la primera línea. Desde ahora”, reclamó.

Garchitorena, electo como venerable gran maestro en 2017 y actual ministro de la Corte Electoral en representación del Partido Colorado, muestra en la editorial su inquietud por una encuesta de Latinobarómetro publicada en noviembre según la cual el 61% de los uruguayos prefiere la democracia como forma de gobierno, el nivel más bajo desde 1995. “El porcentaje que en 1995 estaba por encima del 80% viene bajando año a año, lo que debe llamar más que a la reflexión a la acción”, sostiene.

En esa línea agrega que, para cumplir sus objetivos, a la hermandad ya no le es suficiente con aumentar el número de miembros, sino que también debe “incorporar personas que busquen profundizar los conocimientos iniciáticos para el desarrollo intelectual y espiritual pleno de su personalidad”, para lo cual se decidió aprobar un manual de captación de profanos.

La posición de Garchitorena es compartida por otros altos grados de la institución. En un discurso brindado en ocasión del 33er aniversario de la Respetable Logia Simbólica Luz de Oriente Nº 144, el Gran Secretario de Trabajo y Beneficencia de esa organización consideró que se debe aumentar la exigencia en el juicio y selección de los candidatos. “Hay que iniciar adultos jóvenes, energéticos, líderes, profesionales, educadores, y que sean hombres honestos y rectos. No importa el número sino la calidad”, dijo durante la oratoria, reproducida en el último número de la revista de la Masonería.

Su propuesta de selección de aspirantes se fundamenta en una crítica a un proceso social complejo. En su discurso, la autoridad masónica, que no está identificada en el artículo, llamó a estudiar “en forma científica” el crecimiento demográfico descontrolado y a “encarar” las olas migratorias de origen económico y político. “La sociedad actual está presidida por la dictadura del ‘yo y mi derecho’ que desprecia el respeto por ‘mi deber y el otro’. La perversión del derecho a participar para ejercer poder y dominar. El ciudadano está amenazado bajo las distintas formas de manipulación del mecanismo democrático y la información”, afirmó.

Debemos ejercer nuestra acción en el mundo profano. Actuar para evitar que la democracia y la República caigan frente al autoritarismo moderno político o religioso”, concluyó.

Imagen pública

En 2018, la Masonería buscó fortalecer y profesionalizar su imagen institucional a través de una unidad de comunicación. Dirigida por el asesor en comunicación José María Goicoechea, las tareas implicaron renovar el sitio web oficial y los contenidos de la revista, y activar el relacionamiento de la hermandad con la población.

Entre esos cometidos, para Garchitorena mereció un “especial destaque” la aprobación de la ley que declara el 19 de marzo como Día de la Laicidad, promovida por la institución. También mencionó la charla sobre violencia en la sociedad que el presidente Tabaré Vázquez dio en agosto durante la reunión del consejo ejecutivo de la Confederación Masónica Interamericana en Montevideo.

http://www.masoneriadeluruguay.org/?q=node/398

Un discurso fácil


Un discurso fácil

En estos días una nueva mentira se trata de poner en práctica, por aquellos que no son capaces de comprender que uno es responsable de su propio accionar.

En el imaginario de la gente predomina una mirada de recelo hacia la Masonería, y ahora se suma una opinión muy pobre, insultando la inteligencia del pueblo uruguayo al aprovecharse de esas tergiversaciones novelescas que son fáciles de tirar sobre dicha Institución y otras, de quien fuera el vicepresidente del Uruguay, después de pasar unos cuantos años de estar en la esfera estatal desde el cargo que desempeño en un ente público, y ocupar la presidencia del Poder Legislativo.

Acusando y diría hasta infantilmente en una carencia de autocrítica que lastima aún más en lo ético a su propio grupo político que su salida del gobierno y su lamentable presente se debió a no pertenecer como lo dice en la entrevista del semanario BUSQUEDA:

"… porque no nos acomodamos con ningún grupo de poder: ni con los económicos ni con los religiosos, ni las sectas. No somos del Opus Dei, ni de la masonería, no vamos al Piso 40 (club de empresarios y gente influyente que se reúne en el World Trade Center) ni a las iglesias evangélicas".

La pregunta que inmediatamente deberíamos hacer es: ¿por qué recién denuncia esto?

Por lo que corresponde a la Masonería, la cual estudio desde hace un largo tiempo, es carente del mínimo estudio y desconocimiento sobre el tema: decir que la pertenencia es tener el poder del Estado en sus manos. Una mínima mirada a sus declaraciones de principios en sus estatutos civiles registrados largamente más de un siglo atrás mostrará que cada ciudadano que la integra solo no busca poder desde su esfera sino trabaja por una sociedad más justa e igualitaria, llevando adelante sus principios. Lo ha hecho así en cada localidad del país donde ha sentado las bases de la fraternidad para una plena vigencia de los derechos civiles en un sistema democrático, republicano, constitucional, que nos enorgullece. Sistema que se basó muchas veces en la discreta participación de integrantes de esa tan criticada hermandad y que sabiamente solo actúa y respeta con discreción.

Los invitos hacer un recorrido que venimos realizando en el blog sobre El Espíritu Masónico, publicación de una revista uruguaya, El Faro Oriental de 1912, que sin duda ese es el verdadero espíritu de un masón. Claro que, si la idea que tiene la persona para ingresar a la Masonería es para acomodarse, probablemente ese confundido, en un corto plazo abandone la Hermandad cuando vea que la esencia es ayudar a otros, a llevar sus potencialidades al máximo para construir en forma conjunta, en base al respeto que profesan en mantener una identidad libre y laica en la mayor tolerancia de todas las diferencias que no se basen en un fundamentalismo del tipo que sea.

19 diciembre 2018

El espíritu masónico (V)




El espíritu masónico (V)
FARO ORIENTAL
Año I Núm. 7.
Julio de 1912.
Montevideo.


Si el Arte Real es una potencia determinante; si la profesión humanitaria de la Logia tiene un campo de aplicación y de actividad, si extraemos de la Logia sentimientos humanitarios, como ciudadanos estaremos inspirados en la vida por ideas masónicas v guiados en nuestros actos por principios masónicos. Vale decir, el masón será reconocido por sus acciones allí donde resida el bienestar o el sufrimiento de sus semejantes, o haya un interés público a ventilar; y esto no por signos exteriores, pero sí por las manifestaciones íntimas del espíritu masónico, por su concepción elevada de la vida, de la justicia, del amor, de la libertad, de la fraternidad, por su actitud tranquila y por su pensamiento exento de prejuicios. La neutralidad de la Logia con respecto a todas las arterías políticas o religiosas de los partidos, está impuesta y se justifica por el espíritu ideal que la domina, espíritu que sólo tiende al conocimiento de lo que es eterno e inmutable en la vida de la humanidad, y no abraza sino aquello que es común a todos los hombres. El ideal está sobre los partidos.

En la vida, donde se persigue la realización del ideal, malgrado lo maleable del carácter humano, y malgrado también la diversidad de intereses, sólo el hombre perverso o el individuo sin conciencia pueden permanecer indiferentes a ese influjo. Es preciso decidirse por el derecho contra la injusticia, poseer el sentimiento de que se forma parte de un todo armónico, para cumplir — recíprocamente los hombres entre sí, y dentro de sus respectivas esferas- con los deberes y obligaciones que les correspondan.

El hombre es hijo del combate, y su historia es la relación de una lucha dura y penosa.

En la historia de la humanidad, el progreso no se realiza siempre en el medio que más la dignifica; muy a menudo reina, asimismo, la perversidad, que se manifiesta bajo la forma del egoísmo y de la fuerza de inercia, que causa la ruina de aquel que no se baja a recoger más que su propio beneficio. Las multitudes que se vuelven indolentes y se dejan oprimir, concluyen por renunciar a los bienes intelectuales con tal de conservar los bienes materiales; no tienen en cuenta la idea ni el sentimiento por los bienes del espíritu que hacen de la humanidad un todo dotado de vida.

Pero, por grande que sea la acción de las fuerzas negativas sobre los elementos del bien en el hombre, ellas son impotentes para extirparlos, y sólo pueden paralizarlos temporariamente.

Después de mil derrotas, el principio elevado que existe en el corazón del hombre, levanta la cabeza y concluye por reconquistar victoriosamente lo que es bueno y lo que es grande.

El masón, verdaderamente animado del espíritu masónico, no tiene PREJUICIOS, es decir, opiniones preconcebidas, irreflexivas, adoptadas sin examen, o, como dice Voltaire, opiniones sin juzgamiento.

Siendo, por otra parte, la Ignorancia el origen de los prejuicios, a un masón no le es permitido ser ignorante, porque el hombre que ignora no puede juzgar las cosas, los hechos ni sus consecuencias.

El masón no admite nada que él no haya previamente sometido a la reflexión o al análisis. Y esto lo hace, no por temor a que se le considere un retardatario, que desea escapar a aquello que se denomina el compromiso de la tradición, sino que lo hace por convicción profunda.

Es por esa misma cualidad que puede un masón inclinarse con tolerancia ante ciertas ideas, más no admitirlas por su sola cuenta.

Existen hechos que actualmente están en absoluto demostrados, y que, sin embargo, un ser inteligente se resiste a aceptarlos.

La Masonería es el enemigo del fanatismo político y religioso. Los preconceptos, y los prejuicios de todas las religiones positivas, son por ella rechazados, de tal suerte que no es posible que un masón sea católico romano, atendiendo que no puede pertenecer a una sociedad que mantiene ideas tan erróneas como aquellas de declarar anatematizado al que diga que el hombre es libre de abrazar o de profesar la religión que considere verdadera; que anatematiza a quien diga que la voluntad del pueblo es soberana, a quien diga que los padres tienen el derecho de educar a sus hijos fuera de la religión católica, al que diga que la autoridad de la iglesia debe someterse al poder civil.

Un masón no puede ser católico-romano, porque sabe que será envuelto por la disciplina de la Iglesia; y, además, porque no ignora que seis Pontífices sucesivos han lanzado su ex-comunión contra la Masonería.

Las pretensiones del Papado, no son compatibles con nuestra época. Existe el necesario divorcio entre las teorías romanas v la ciencia. Toda conciliación es imposible. No existe, pues, más camino que la lucha, la lucha sin tregua, lucha que debe tender al triunfo de la ciencia y de la conciencia. Y, a este respecto, es inútil insistir: el Masón es un hombre libre, el católico-romano un esclavo, sometido a una disciplina forzada del espíritu, y, por consiguiente, nada más incompatible con el espíritu masónico.

Un verdadero masón, animado del espíritu masónico, está, pues, inspirado por un serio cariño hacia la verdad, y sinceramente decidido a no tutelar ningún prejuicio y a no dejarse dominar ni por el fanatismo ni por los propósitos preconcebidos.

El progreso es el inspirador del verdadero masón en todos los dominios de la actividad humana; por consiguiente, no debe practicar sino obras destinadas al bien y mejoramiento de la humanidad.

Por esencia, siente el Masón simpatía por todas las causas justas, su corazón late por todas las obras de justicia, de solidaridad y de fraternidad. Nada puede serle indiferente cuando se trate de hacer feliz a sus semejantes, de perfeccionar las relaciones sociales y de dar a la humanidad su respectivo sitio al sol, y con todo ello la ocasión de ganarse honestamente el pan, sin exceso de trabajo y de privaciones.

En. Quartiek-la-Tente.
(Continuará).

17 diciembre 2018

Simón Bolívar


Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco
24 de julio de 1783 – 17 de diciembre de 1830
Caracas – Santa Marta

Más conocido como Simón Bolívar, fue un militar y político venezolano, fundador de las repúblicas de la Gran Colombia y Bolivia. Fue una de las figuras más destacadas de la emancipación hispanoamericana frente al Imperio español. Contribuyó a inspirar y concretar de manera decisiva la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela y Perú.


En 1813 le fue concedido el título honorífico de Libertador por el Cabildo de Mérida en Venezuela, que, tras serle ratificado en Caracas ese mismo año, quedó asociado a su nombre. ​ Los problemas para llevar adelante sus planes fueron tan frecuentes que llegó a afirmar de sí mismo que era «el hombre de las dificultades» en una carta dirigida al general Francisco de Paula Santander en 1825.


Participó en la fundación de la Gran Colombia, nación que intentó consolidar como una gran confederación política y militar en América, de la cual fue presidente. Bolívar es considerado por sus acciones e ideas el Hombre de América y una figura de la historia universal, ya que dejó un legado político en diversos países latinoamericanos, algunos de los cuales lo han convertido en objeto de veneración nacionalista. Ha recibido honores en varias partes del mundo a través de estatuas, monumentos, parques, plazas, etc. Sus ideas dieron origen a la corriente política del bolivarianismo.

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Simón Bolívar y la masonería
¿Era Bolívar, masón? Sí, él fue iniciado en una logia de Paris. Obtuvo posteriormente el grado de compañero, y el de maestro poco después. Por lo tanto, el Libertador era un maestro de la Orden Masónica. ¿Por qué se opuso a la masonería cuando ya era presidente de la Gran Colombia? Por razones políticas, ya que su principal adversario Francisco de Paula de Santander era el líder de la masonería bogotana. El hombre de las leyes también era masón, había sido iniciado en la primera logia que hubo en Bogotá, denominada Fraternidad bogotana. Bolívar profesaba el ideario masónico, de hecho, sus posturas políticas son las que regenta la Orden. Sin embargo, la mayoría de los masones importantes en la capital de la nueva república decidieron alinearse al lado de Santander, lo que provocó la animadversión del Libertador contra la masonería colombiana. ¿Es verdad que Bolívar fundó el partido Conservador? Es falso, este partido se conformó muchos años después de la muerte del Libertador. El partido Conservador tenía como premisas fundamentales el Estado confesional y el centralismo a ultranza. Bolívar pensaba que la Iglesia y el Estado tenían que estar separados, de hecho, el Libertador no era un ferviente católico, como lo demostraron sus últimos días en la quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta. Bolívar tampoco era partidario del centralismo, sin embargo, creía que la República debía fortalecerse primero antes de entrar en un proceso de descentralización institucional. Ni Bolívar fundó el partido Conservador, ni Santander fundó el
Liberal. ¿Santander ordenó la muerte de Bolívar? No hay pruebas de esto. Sin embargo, varios de los conspiradores contra el Libertador eran amigos de Santander, y eran masones. No existe prueba alguna que demuestre la autoría intelectual de Santander en la conspiración de la noche septembrina, en la que Bolívar casi pierde la vida y es salvado de los asesinos gracias a las maniobras de su amante Manuela Sáenz. ¿Santander se salvó de la sentencia de muerte por ser masón? Al parecer sí. Según algunos rumores que corren desde aquellas épocas, Santander utilizó su condición de masón para solicitar que se conmutara su pena. Los generales bolivarianos que conformaban el tribunal de justicia -y que eran a su vez masones- presuntamente conmutaron la pena de Santander, ya que éste pertenecía a la Orden. ¿Hubo alguna conexión entre Bolívar, Santander, y la Orden de los Illuminati? No hay pruebas de esto. Sin embargo, es cierto que el precursor de la Independencia Francisco de Miranda tuvo nexos con los revolucionarios norteamericanos, entre ellos Jefferson. Bolívar frecuentó la casa de Miranda en Londres varias veces, donde se conformó la denominada sociedad patriótica Logia Lautaro. Sin embargo, no hay pruebas de una conexión entre Bolívar, Santander, y la Orden de los Illuminati. ¿La primera logia Illuminati que se formó en Estados Unidos tenía el nombre de logia Columbia, tiene esto algún nexo con el nombre de Colombia? Al parecer no. Sin embargo, no sería nada raro que Francisco de Miranda haya influenciado el nombre de la nueva república, utilizando el mismo nombre que los Illuminati le dieron a su primera logia en territorio estadounidense. Es de recordar que quien diseñó la bandera tricolor –amarillo, azul, y rojo- de la Gran Colombia fue Miranda, precisamente. ¿Bolívar quería acercarse a Estados Unidos y Santander a Inglaterra? Una de las ideas del Libertador era precisamente conformar una gran nación suramericana y latinoamericana que le hiciera contrapeso a los Estados Unidos, por lo tanto no creo que Bolívar tuviera mucho interés en acercarse al país del Norte. Santander, durante su exilio en Europa, tuvo la oportunidad de viajar a Inglaterra, y de establecer nexos con importantes políticos y pensadores de ese país. Es conocido el encuentro que tuvo el hombre de las leyes con Jeremias Bentham. Pero, no es clara esta posición de Bolívar y de Santander de acercamiento hacia Estados Unidos e Inglaterra. ¿Fue Bolívar grado 33 de la masonería? No hay datos sobre esto. Es cierto que el Libertador fue iniciado en la logia San Alejandro de Escocia en Paris, donde obtuvo los grados de aprendiz, compañero, y maestro; pero, no hay antecedentes sobre la adquisición del grado 33. ¿Santander fue grado 33 de la Orden? Tampoco hay datos sobre esto. Lo que sí se sabe es que Santander llegó a ser Venerable maestro de la logia Fraternidad bogotana. Posteriormente, el mismo Santander se alejó de la masonería por motivos personales. ¿Desde Bolívar, todos los presidentes de Colombia han sido masones? No, algunos sí han sido iniciados en la Orden, pero no todos. ¿Es necesario ser masón para ser presidente de Colombia? No, no existe esa directriz dentro de la masonería colombiana, y tampoco en las leyes de la República.






http://ivanherreramichel.blogspot.com/2013/10/bolivar-y-la-francmasoneria_14.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar
https://enigmabolivar.wordpress.com/15-bolivar-mason/

14 diciembre 2018

El espíritu masónico (IV)


El espíritu masónico (IV)

FARO ORIENTAL
Año I Núm. 6.
Junio de 1912.
Montevideo.

La tolerancia es la benevolencia que ofrecemos a las personas que no pueden pensar como nosotros. Cuando se juzga su ciencia más interesante que su carácter, sus ideas les son admitidas en consideración de su elevación moral”.

Pero es que esta deferencia hacia las ideas contrarias a las nuestras, procede también de un caudal de saber más extendido. Sabe el hombre instruido que es difícil posesionarse de la verdad, y sabe también que los progresos conquistados por la humanidad, son la resultancia de haber dirigido con tolerancia los elementos contradictorios que se mantenían en lucha, para concluir por aproximarlos hasta lograr que se comprendiesen bajo este lema: No haya aversión hacia aquellos que no están del lado de la luz!!

Pues bien: la Masonería llega a la misma conclusión por otros métodos.

La imagen de la Logia, donde se condensan todas las opiniones con el fin de crear un pensamiento único, hace comprender cuán útil es formar una armonía de conjunto con la diversidad de esas voces.

Y de ahí nace la tolerancia que crea la fraternidad, y de ahí también la costumbre de no ver las Logias sino Hermanos, — costumbre que procuran estos expandir rápidamente por la humanidad, sin pararse en distingos de clase ni de opiniones.

Penetradas estas tendencias en la conciencia de cada individuo, lo inclinan hacia la investigación de la verdad, vale decir, de las fuerzas útiles que realizan el ideal común, procurando el bienestar social.

La Franc Masonería no separa las cuestiones especulativas y morales de las cuestiones económicas. Entiende que su misión no se circunscribe á dictar reglas para ser feliz, sino que debe enseñar a luchar para hacer posible la aplicación de esas leyes.

Se preocupa la Masonería de las cuestiones sociales, porque ellas son relativas a la felicidad del género humano, y a ese fin, aporta su competencia particular, que está por sobre las ambiciones de todos los partidos.

La moral masónica es evolucionista. Siempre de acuerdo con las necesidades sociales presentes, se inspira en el progreso de la ciencia, para que su ideal sea más racional.

Radica en ella una fuerza activa que no le permite detenerse; logrado un fin, nuevos problemas más elevados reclaman su atención.

Pero, se pregunta: ¿no existirá en este ideal, que cambia constantemente, alguna cosa demasiado movida y desconcertante para el espíritu? No, porque lo que varía no son los principios, sino su aplicación y adaptación a un ideal más preciso. Volved a leer la declaración de los masones de 1717, en el momento en que se organizaba la Gran Logia de Inglaterra.

En ella se dice que debemos seguir la religión sobre cuyas bases todos están de acuerdo, es decir «en cuanto se trate de hombres buenos y sinceros, de hombres de honor y probidad, que apoyan sus esfuerzos bajo la regla del amor de los hombres. Vosotros, dice, cultivaréis el amor  fraternal, que es el fundamento y la piedra »angular, el cimiento y la gloria de esta » antigua confraternidad» . (Véanse las Constituciones de los Franc-Masones. Londres 1723).

Como lo ha dicho sabiamente Tempels: «La verdad masónica es la observancia simultánea de estas dos reglas:
 l.° Evitar toda cuestión irritante de política o de religión.
2.° Abordar, no obstante, el estudio de todo aquello que interese al hombre.
La conciliación de estos dos principios, constituyen el carácter propio de la Masonería; sacrificar uno de los dos al otro, es perder la brújula y errar el rumbo.
Pero, a esta tolerancia, el masón posesionado del verdadero espíritu masónico, debe agregar su interés por el progreso. La Masonería, es por sus ideas, por sus principios, netamente progresista, y tiende a mejorar todas las condiciones humanas. Dentro de su misma esencia quiere el progreso. puesto que impone a sus miembros el deber de trabajar por su propia educación».

A medida que los hombres se modifican y se educan, adquieren mayor grado de bondad, y el mundo mejora. Dentro de su principio esencial, la Masonería arma a los masones para agitarse en el seno de la sociedad, indicándoles el fin que deben perseguir. Por consiguiente, la Masonería, es la actividad vigorosa, o sea el progreso.

El belga Juan Bautista Van Helmont, ha pregonado la doctrina de la perfectibilidad en todos los dominios. Esta doctrina que tiende a provocar el mejoramiento dentro de toda actividad humana, es verdaderamente masónica.

Pertenecen al Hermano Condorcet estas palabras: «Sería, acaso, una finalidad que los límites naturales de nuestro espíritu quisieran volver imposible todo progreso? No,  porque a medida que las luces aumentan, los métodos se perfeccionan, el espíritu humano parece que se ensancha y los límites retroceden. El perfeccionamiento de las leyes, de las instituciones públicas como consecuencia del progreso de las ciencias, tiene por objeto aproximar, identificar el interés particular de cada hombre con el interés común de los demás.
La Masonería se ha impuesto una tarea, una misión. Se preocupa, nada menos que de la reedificación de la Sociedad sobre bases enteramente nuevas, más conformes con las condiciones presentes, con los medios de comunicación, con la situación y con la producción; se preocupa, por consiguiente, de la reforma del derecho, por medio de la renovación completa del principio de la existencia, particularmente del principio de la comunidad y de las relaciones de los hombres entre sí » .

Si la orden masónica es la representante de la idea humanitaria, nosotros, sus miembros, no podemos jugar en la historia del desenvolvimiento actual, el simple rol de espectadores ciegos y pasivos; tenemos el deber absoluto de agitarnos en el sentido del mejoramiento de las condiciones humanas y sociales, en el sentido de la idea humanitaria.

Dice Findel: «Como miembros de la asociación masónica, a la cual—puede ser con demasiada circunspección y estrechez de miras—está cerrada la discusión teórica de las cuestiones políticas y religiosas, aún cuando se escuden en los límites filosóficos de los intereses generales de la humanidad, difícilmente podremos llenar la misión que nos impone una época que tiene tendencias propias y que va a fines precisos, pero sí la podemos llenar como ciudadanos y como miembros de la sociedad humana, sin dejar por ello de ser Franc-Masones » .
Ed. Quartier-la-Tente.

(Continuará).

12 diciembre 2018

El espíritu masónico (III)


El espíritu masónico (III)
FARO ORIENTAL
Año I Núm. 5.
Mayo de 1912.
Montevideo.

Findel, lo ha dicho bien alto: «La Masonería efectivamente práctica, se manifiesta bajo la forma que le es peculiar y propia, es decir: por el amor del prójimo y por una acción toda ella verdaderamente benéfica en todo sentido. Por consiguiente, deberá estimular todas las nobles facultades del hombre, y enseñarle que la moral no debe permanecer árida y el amor no ha de quedar frío; que la razón no se la dejará dominar por la quimera, ni la inteligencia por el cálculo; que las manifestaciones del espíritu han de perder su ponzoña, las diversiones su locura y la vida jornalera su tedio».

Para todo verdadero Franc-Masón existen dos grandes principios naturales: el uno, íntimo, consiste en la tendencia a acatar el gran mandato de toda vida, ser verdaderamente hombre de cuerpo y de espíritu, llenar los deberes que esta gran condición impone, y vivir satisfecho. El otro, que le es parecido, consiste en el esfuerzo firme para que ese mandato íntimo se vuelva una verdad para los hombres, y que él sea puesto en práctica en todos los actos de la vida.

En resumen: el espíritu masónico enseña a conocerse a sí mismo, como principio de toda sabiduría, a ser maestro de sí mismo como manantial de fuerza, y a ennoblecerse, encaminándose hacia la belleza.

Si el espíritu masónico está caracterizado, en la actividad personal, por la posesión de sí mismo, y si el deseo de perfección moral, en la actividad social, inspira al verdadero masón ideas de tolerancia, de progreso y de generosidad, no puede dudarse del beneficio que la divulgación de tan bellas enseñanzas debe producir en la humanidad.

*
* *
II. — El Hermano Tempels, tiene una manera muy curiosa de caracterizar la Masonería: «No existe—dice—y no ha existido  jamás sino una sola asociación que ha hecho  de la libertad su fundamento, su fin, su » método; esta asociación es la Masonería.
No es una Iglesia, desde luego que no tiene dogma ni cuerpo de doctrina; no es una Institución clasificadora de las escuelas filosóficas, puesto que no tiene ningún sistema de filosofía.
Supóngase una asociación que formulase así sus Estatutos:
Artículo l.° La sociedad no acepta ninguna doctrina como definitiva, ó como suya.
Art. 2.° Sin embargo, la sociedad incita a sus miembros, a examinar todas las doctrinas.
Art. 3.° Cada uno de sus miembros adoptará para sí mismo, la doctrina de su elección, quedando libre de conformar, a ese respecto, su conducta, sin que los demás tengan nada que reprocharle.
Dirán los teólogos, que eso no reemplaza a una religión, y dirán los filósofos, que en eso no hay ninguna filosofía, y es precisamente lo que la Masonería dice también.
Y es por eso que el masón es naturalmente tolerante.
No insisto sobre esta virtud, de un carácter tan esencialmente masónico, y que conocemos y practicamos instintivamente si somos verdaderos masones.
¿Qué es la tolerancia?—dice Voltaire en su tratado sobre este asunto. —Es la herencia de la humanidad. Estamos hechos de debilidades y de errores; perdonarnos recíprocamente nuestras simplezas es la primera ley de la Naturaleza.
Pero hay más que eso. La Constitución Masónica del año 926, atribuida a Edwin, dice en su artículo 30: Vosotros seréis serviciales entre todos los hombres; les testimoniaréis, tanto como podáis, una amistad fiel, sin inquietaros que ellos tengan otra religión, u otras opiniones diferentes a las vuestras».

Otros documentos establecen, invariablemente, la misma regla. Tales pensamientos— dice Tempels—formulados en plena Eda Media, como fundamento de una asociación, elevan a los que los concibieron a la altura de los genios, que, de tiempo en tiempo, dan brillo a la humanidad.

Para ser de los nuestros, es necesario pertenecer a la religión sobre la cual todos los hombres están de acuerdo: dejar a cada uno sus opiniones particulares.

Ahí está el punto capital. El espíritu masónico nos enseña que todas las opiniones religiosas de nuestros conciudadanos nos deben ser respetables, y que un hombre no debe ser juzgado por sus ideas religiosas.

Esta noción del espíritu masónico ha sido precisada por un Hermano con una claridad particular: «El Masón, miembro de una sociedad de libre-pensadores, perteneciente a un grupo religioso cualquiera, puede ir  con sus correligionarios a practicar sus opiniones, y venir, después, a practicar la Masonería con nosotros.
Es en eso, precisamente en lo que consiste la Masonería. Esta le dice al llega á sus puertas: tú serás aquí el solo amo de tu conciencia, tu conducta en matería religiosa te pertenecerá. Tú tendrás aquí el derecho de permanecer dentro del error, el derecho de ser solo en tu creencia.
Si tú careces de lógica y de firmeza, las enseñanzas te iluminarán, puede ser, pero libremente. Ejercer un control sobre tus acciones sería aminorar la libertad de tus actos. Si uno de tus hermanos te interpela sobre tu independencia, sobre tu responsabilidad de padre de familia, sobre la inviolabilidad de tu persona moral, tú rechazarás el atentado. Los Hermanos del mundo entero condenarán al perjuro que en ti los ha deshonrado a todos».

Que los Masones se conduzcan en materia religiosa con las más raras inconsecuencias debe ser a los demás completamente indiferente. Ellos vigilan su honorabilidad. Por una presunción de derecho, las opiniones religiosas de un hombre no tienen ninguna conexión con su honestidad.

Tal es la suprema lógica de la libertad de conciencia, todo menoscabo a la cual es contrario al espíritu masónico.

Decía Jaures en uno de sus reciento discursos: «no somos el partido de la tolerancia». Es esta una palabra que Mirabeau tendría razón de denunciar como insuficiente, como injuriosa para la doctrina de los demás.

Nosotros no tenemos tolerancia, pero tenemos hacia todas las doctrinas el respeto de la humana personalidad y del espíritu que de ella procede.

Es lo mismo, exactamente, del punto de vista político: La pasión política como la pasión religiosa, son antimasónicas: los que posean y no se desprendan de estas pasiones no comprenderán jamás la masonería.

Esto no impide, en manera alguna, que los masones tengan sobre esas dos grandes cuestiones— la religión y la política — sus personales opiniones.

Una reunión de gentes inteligentes—como deben ser las que frecuenten las Logias—puede abordar el examen de todas las materias que interesen á la humanidad, pedir sus lecciones a la Historia, a la Ciencia, á la razón, para hacer con todas ellas el objeto de una enseñanza mutua. Si sus miembros comprenden mejor, y, por consiguiente, aprovechan las cuestiones estudiadas, no quedarán amenguados en la plenitud de su libertad personal, sino que, por el contrario, aprenderán a valorarla.

Así debe ser una Logia: interesándose siempre por la ciencia, siempre ajena a la conflagración de intereses, a los conflictos personales, a las pasiones del momento.

Precisemos: en una discusión de la Cámara Belga, ante la cual se acusaba a la Masonería de inmiscuirse en la política, el Hermano Goblet d’Alvielle, respondió:
«Puede, acaso, reputarse monstruoso que hombres de todas las opiniones políticas, filosóficas y religiosas, se reúnan para cambiar francamente sus ideas, para discutir,—  colocándose en distintos puntos de vista— las cuestiones del día, para entregarse en  común a las obras de beneficencia, todo ello sobre la más completa y recíproca independencia? Véase que esto, y no otra cosa, es la Masonería, y por consiguiente, ella está fuera y por encima del espíritu religioso y político».

El Hermano Labay, decía: «Como la Franc-Masonería está formada por la reconcentración de todas las conciencias y de todas las tendencias elevadas, el primer principio que ella afirma que es el humanismo de su moral. Ella elabora las ideas para el mundo entero, y no tiene nada de las sectas que reservan para sus iniciados algunas verdades particulares.
Ella no tiene ningún partido: busca la verdad, y ahí está todo. Si trabaja en el secreto, lo hace para concentrar más sus fuerzas y no disiparlas en trabajos y discusiones inútiles.
El ideal no se crea sino en la calma y fuera de las luchas que dividen a los hombres. Pero una vez elaborado ese ideal por la Masonería, no lo conserva celosamente para utilizarlo como preparador moral de sus solos adeptos, sino que lo hace aprovechar a la sociedad entera.
Su acción se la puede comparar a la del prisma que recibe la luz de todas partes, y la devuelve, transformada, en una dirección precisa. La Franc-Masonería, después de haber refractado a la Sociedad entera le restituye nuevas individualidades que van sucesivándose hacia una finalidad consciente.
Su moral, no sólo busca agradar a todos los hombres, sea cualquiera la raza de donde procedan; sea cualquiera el partido a que pertenezcan, sino que ella busca más, busca unir los entre sí por un pensamiento común. Recolecta diversos elementos pensantes de cada nacionalidad, o más bien, los elementos mejores que están sobre las individualidades políticas, para constituir aquello que en otros tiempos se denominaba un RAMILEETE ESPIRITUAL.
Ella no se opone jamás—como algunos espíritus prevenidos lo han insinuado, al nacionalismo, pero sí lo orienta hacia un ideal más extenso, más humano; por consiguiente, internacional.
Su facultad de admitir las ideas más diversas, su sistema de reclutamiento, han inscripto dentro de su misma naturaleza el principio de la tolerancia».

Ed. Quartier-la-Tente.

( Continuará ).

11 diciembre 2018

Francisco Piria


Fernando Juan Santiago Francisco María Piria
21 de agosto de 1847 - 11 de diciembre de 1933
Montevideo

Más conocido por Francisco Piria, el mentor de Piriápolis.
El sábado 21 de agosto de 1847 en Montevideo se produce el nacimiento de Francisco Piria, hijo de inmigrantes italianos, quedando huérfano de padre a los 5 años. Por lo tanto su madre toma la decisión de enviarlo a Italia, al pueblo de Diano Marina –Dianomarino-, en la zona de la Liguria, en las cercanías de Génova donde es criado por el  tío Juan –hermano de su madre-, que era monje jesuita. Regresa cuando en 1859 a la edad de 12 años, a los dos años de estar en estas tierras es enrolado como voluntario en un cuartel, eran tiempos difíciles y de cambios en el país.

Piria desde muy tempranos se las rebusco diríamos para salir adelante y transformarse con esa visión tan particular que tenía en un hombre de negocios.
Su faceta de comerciante, tránsito desde las ventas de relojes, luego sobretodos, pero el giro transcendental en su vida estuvo cuando asume los negocios de bienes raíces.
En este último rubro se encargaba de la compra de grandes extensiones de tierra y posteriormente las fraccionaba en solares, para luego realizar su remate. Para llevar adelante esto tenía una visión del marketing impresionante, montando todo desde la propaganda, el traslado de los futuros compradores y el show el día de la subasta.
Mucho se podrá escribir de esto, pero no es nuestra prioridad en estos momentos. Fue el fundador de más de 100 barrios montevideanos, inclusos también en localidades del interior y un pueblo en el departamento de Canelones (Joaquín Suárez).
Las ganancias obtenidas fueron las que financiaron a sus 43 años, su gran proyecto al comprar 27 mil cuadras de terreno junto al mar, en el departamento de Maldonado y en 1890 fundó allí la ciudad balneario de Piriápolis.

En realidad, cada monumento y construcción es un símbolo en sí mismo. Existe una conexión entre cada uno de ellos y todos representan una etapa en lo que constituye un camino iniciático. Es asombroso descubrir en sus obras la obsesión por dejar plasmados sus conocimientos de Qabbalah y Alquimia, diseñando una catedral a cielo abierto en un paseo, senderos y luminarias en un salón plagado de simbología y colores alquímicos, una iglesia que nunca fue, un castillo entre las sierras de cuya arquitectura se desprende un sinfín de mensajes. En el trazado original de la ciudad, cada manzana fue diseñada para que sus calles formaran un Árbol de la Vida –cabalá-. Sus monumentos representan en su conjunto el tránsito a la Era de Acuario. Sus obras arquitectónicas son templos en sí mismas. Tal vez la más impresionante sea la del Argentino Hotel, símbolo viviente del misticismo que encarna la ciudad donde a cada paso se encuentra un misterio por descubrir, un velo por levantar”.[1]

Lo obvio
No tendré necesidad de establecer que Piria era un alquimista, para los uruguayos, es la faceta más conocida de él. No faltara aquel lector que en estos momentos comente y que incluso algunos llegan en tono de broma afirmar que en la noche aparece en su castillo, e incluso escuchar los ladridos de su perro por la ciudad balneario Piriápolis.

El escritor
Esta faceta es conocida, pero no en su totalidad, dado que las obras que realizo fueron unas cuantas, entre ellas se popularizo una pero además conto con la publicación de otras como fue el caso de:
ü  Impresiones de un viajero en el país de los llorones, 1879 (con el pseudónimo de H. Patrick).
ü  La familia del coronel, Montevideo, 1881, por orden de “La Industrial”. 
ü  Mr. Henry Patrick en busca del pueblo oriental, Montevideo, Rius y Becchi, 1882 (H. Patrick). 
ü  Dos palabras al pueblo trabajador, honrado, económico y progresista sobre el que descansa el porvenir de la Patria, Montevideo, Imprenta y encuadernación de Rius y Becchi, 1884. 
ü  Un pueblo que ríe, Montevideo, “La Industrial”, 1886 (H. Patrick). 
ü  El Socialismo Triunfante, Montevideo, Dornaleche y Reyes 1898. 
ü  Misterio, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1902. 

Debemos de recordar que fue co-propietario de “La Tribuna Popular”, oficiando como diario de oposición al gobierno.[2]


*** ***

Francisco Piria ingresa a la masonería el jueves 27 de junio de 1867, en la Logia Unión y Beneficencia.
Lo curioso de esto es que se establece su edad en 28 años, casado, italiano y comerciante.[3]
Es claro que en ese momento tiene 20 años, y siendo la edad de 21 para su ingreso, también realiza alguna modificación a su identificación como establecer el nombre de Francisco Plácido Piria y de nacionalidad italiano.
Alcanzo el grado de Maestro, en 1871 será suspendido. Hay otra versión donde se dice que el renuncia, y nunca se resolvió el tema.


[2] La Tribuna Popular diario vespertino de larga vida 1879-1960.  Siendo sus fundadores Emilio Lecot y Renaud Reynoud. Entre los socios del diario se encontraba su administrador, José Lapido, siendo en su edificio que se encuentre la planta del diario. A esta empresa también estuvo Francisco Piria hasta 1893. Se destacan entre sus redactores destacaron Washington Beltrán y Florencio Sánchez.
[3] Álvaro Zunino en la revista Masoneria.uy Nº 13. 2015.