Claves para entender a los Maestros

30 enero 2015

29º Gran Escocés de San Andrés de Escocia

29º Gran Escocés de San Andrés de Escocia o
Caballero de San Andrés



Corresponde a la categoría de los grados llamados Templarios. Tiene su origen en las tradiciones que se incorporaron a la masonería, provenientes de las Órdenes de Caballería que actuaron durante las cruzadas. Se exalta la figura de los caballeros templarios o de Occidente, que recibieron en Jerusalén los secretos conservados por los caballeros que más tarde como víctimas de los “tiranos”. En el ceremonial se lee: “Guerra a la cruz de Cristo; culto a Lucifer, al fuego y a la carne”. (Según Rottjer).


La tolerancia de la religión es una lección central de este grado. La masonería tolera todas las religiones y afirma que ningún hombre puede dictar lo que debe creer otro. La libertad de pensamiento es esencial para el ejercicio por el hombre del libre albedrío. La fe de un hombre le pertenece a él solamente. Libre para elevarse a un plano espiritual más alto, él puede conquistarse a sí mismo cuando someta al animal dentro de sí y haya aprendido a controlar sus pasiones y superarse en masonería.
Mandil
La Cruz de San Andrés ha sido siempre el emblema de humildad, paciencia y abnegación y, aún más, el de la caridad y la indulgencia para con el débil, el pobre y el desamparado. El Deber incluye el de los superiores. Con la asunción del poder vienen obligaciones y deberes. Para mantener el poder supremo, uno debe aprender las responsabilidades de gran poder. Un buen hombre puede ser capitán de una nave pero un mejor hombre puede capturar respeto.

El grado ilustra que el secreto extremo es necesario cuando los opositores despiadados alrededor del mundo intentan destruir la masonería. El candidato se presenta para ser aceptado como Caballero de San Andrés, pero es recibido por funcionarios que declaran representar la Santa Inquisición. Lo acusan de ser masón lo que es admitido por el candidato. Entonces le exigen a que renuncie a la masonería y les proporcione los nombres de sus asociados y superiores. Esto desde luego el candidato rehúsa hacer, incluso cuando lo envían a la cremallera de tortura. Finalmente lo dejan libre y le revelan que en realidad son caballeros disfrazados, probando la lealtad del aspirante. Dejado para cuidar una bandera durante la noche, armado solamente con una espada y prohibido de buscar ayuda a menos que tres o más lo ataquen, es atacado por tres, lucha y defiende la bandera. Sus hermanos caballeros lo relevan y lo aceptan como miembro. Las cualidades de la caballería le son expuestas, incluyendo las virtudes de magnanimidad en la adversidad, de franqueza en las conexiones, de generosidad en honor, de superioridad en cortesía y firmeza en la honradez varonil”.[1]


Cuenta la leyenda que, en el año 832, el rey Angus II y su ejército de pictos y scots (los antepasados de los escoceses) se vieron rodeados por el ejército de los anglos, cerca del que actualmente es el municipio de Athelstaneford, que a su vez se encuentra no muy alejado de Edimburgo. Temieron por sus vidas y se pusieron a rezar. Al parecer esa noche San Andrés se le apareció al rey y le prometió la victoria en el campo de batalla. El rey no sabía si había sido un sueño, pero por la mañana el cielo de Escocia apareció completamente azul como nunca jamás se había visto, con la única excepción de una muy extraña nube en forma de aspa que se podia contemplar hasta donde alcanzaba el horizonte. Al considerarlo como una señal divina, los hombres de Angus II se envalentonaron a la par que los anglos se desmoralizaron y, tal como había prometido San Andrés, la victoria en esa batalla cayó del lado escocés”.[2]



La Orden de los Caballeros de San Andrés es una Orden Caballeresca de Gran Antigüedad; y ha contado entre sus miembros a muchos Reyes y Príncipes; pero su más grande alarde es su íntima conexión y alianza con una Orden aún más antigua; una fundada por el Gran Rey Salomón en la época de la construcción del Templo en Jerusalén, y de la cual él fue el primer Gran Maestro. Esta Orden fue creada a raíz de la alianza que Salomón estableció con el Faraón de Egipto, casándose con su hija, con el objetivo de perpetuar las sagradas enseñanzas de los Misterios Egipcios, llamados KASHAI, que significa “secreto”, a través de veladas simbologías y alusiones modernas de su tiempo. A esta Orden se le encomendó la custodia de aquellas verdades primitivas reveladas a los Altos Sacerdotes de Egipto, y luego comunicadas por Moisés a los Sacerdotes Judíos. Los primeros miembros de esta nueva Orden fueron, junto con Salomón, el Rey Hiram de Tiro, y el Arquitecto Imhotep de Egipto. Y de ellos, por una continuidad ininterrumpida, las antiguas verdades, conocidas antes del Diluvio, han llegado a nosotros. Esa Orden contó luego entre sus miembros, con los principales nobles de Salomón, como así también con muchos obreros seleccionados que trabajaron en la construcción del Templo. Mucho más tarde esta Orden fue conocida como la Orden Esenia, que proviene del griego ESSAIOS, y esta a su vez del Hebreo CHSAI, que significa “Secreto” o “Silencioso”.[3]


La historia tradicional de la Orden de la historia de los Caballeros Templarios desde su formación en el año 1118, a través de su traición en 1307, y el juicio y el martirio de su Gran Maestro en 1314. Más que preserva su alianza con la leyenda del rey Robert de Bruce[4] Escocia en de la Batalla de Bannockburn, día de San Juan, 23 y 24 de junio de 1314, donde los ingleses fueron derrotó.
Para conmemorar su servicio, el rey Robert Bruce creó, y recibido en estos caballeros, la Orden de San Andrés de Escocia du Chardon, que significa "del Cardo". La historia de la orden dice que la herencia Gran Maestrazgo de la Orden pasa de rey Robert the Bruce en la sucesión a través de la familia Stuart Real el príncipe Charles Edward Stuart, el último Gran Maestre de Escocia, que, después de su derrota por el de Spagnolo 1745, escapó al exilio en Francia y se estableció un Capítulo de Rosa Cruz de Heredom, que englobaría a la Orden de San Andrés. La Orden estaba en posesión de los fundadores del Rito Antiguo y Aceptado Escocés de la Masonería EN SU formación en 1801, momento en el que se combinó la leyenda de la Licenciatura todavía con la Rosa Cruz, como parte de la 18 ª Grado. Posteriormente se separó desde el 18 grado y trasladó su posición como para presentar el 29 de Grado. [5]






[4] 11 de julio de 1274 – 7 de junio de 1329, hijo de Roberto VII Bruce (tataranieto del rey David I) y de Marjorie, Condesa de Carrick, hija de Niall, Conde de Carrick. Por lo tanto Bruce heredó de su madre el Condado de Carrick y de su padre un linaje real que le daría derecho al trono de Escocia. 

SIMBOLISMO 5º Grado MAESTRO PERFECTO

5º Grado MAESTRO PERFECTO


Recordemos que algunos de sus símbolos corresponden a los del cargo de Venerable de la Logia. En algunos rituales incluyen la expresión “Consummatum Est”.
La calificación de “Perfecto” puede confundir, porque la “Perfección” corresponde en realidad al grado 14° Gran Elegido Perfecto.

Según Delaunay (siglo XIX) este grado debería denominarse “Ancien Maitre” (Maestro Antiguo o “Maestro Ascendiente”, de acuerdo con Mackey) y ser el complemento de la Maestría Simbólica.


Cuadro de Logia del siglo XVIII, con muchos elementos del Maestro Perfecto
En algunas ocasiones se lo denomina “Maestro Verde” o “Escocés Verde”. De acuerdo con investigaciones contemporáneas de I. Mainguy es posible que este grado corresponda en parte a las versiones originales del 3° grado Maestro

En este grado se retoma el simbolismo constructivo y arquitectónico y, por ello, relaciona los Grados Inefables con los Grados Simbólicos.
Y por ello el Maestro Perfecto vuelve a utilizar como símbolos fundamentales la escuadra y el compás.

En los grados anteriores lo Divino había sido representado por un triángulo, pero aquí se introduce un nuevo principio.
Ø  Aparece con mayor relevancia el símbolo del cubo.
Ø  Esto nos introduce a una concepción de lo Sagrado menos religiosa y más esotérica.
Ø  Según Carl Jung, incorporar un cuarto elemento implica una visión más completa de lo Sagrado.

El cubo define un septenario (seis caras, o bien seis direcciones, más el punto central). La meditación en el cubo busca construir un espacio sagrado, trascendente al  espacio ordinario.

Aprender y crecer:
Son las dos columnas entre las que se lleva a cabo el trabajo del Maestro Perfecto.
Ø  Aprender, para testificar su eterna condición de Aprendiz.
Ø  Crear, como parte de la natural y universal necesidad de la expresión, que en un movimiento centrífugo compele a todo aquello que se ha construido interiormente, a expresarse y manifestarse en el exterior.

Por eso es un grado pleno de símbolos fúnebres, en el que la acacia, sin embargo, es una nota de esperanza.

El símbolo en el Oriente, según los rituales actuales:
Ø  Dos columnas cruzadas, sobre ellas 3 círculos concéntricos que contienen en su centro un cuadrado de oro con el monograma J.·. B.·.
Ø  Otros indican las dos primeras letras del Nombre Divino, en alfabeto fenicio o hebreo, una blanca y otra negra.

En los rituales actuales el Templo tiene forma circular, por lo cual la Logia se denomina “Círculo de los Maestros Perfectos”.

Los lados Norte y Sur se denominan “semicírculos” y se dice que “los Hermanos decoran ambos semicírculos”.

Nuevamente las cuatro divinidades, pero en esta ocasión con sus plantas simbólicas:
Minerva
El olivo
Apolo
El laurel

Hércules
La encina
Venus
El mirto
 El olivo: es un símbolo de la paz, se le consagra a Júpiter y a Minerva.
La razón de que el olivo simbolice a la diosa se explica a través de la siguiente narración mítica:
Posidón, dios de los mares y hermano de Zeus, codiciaba los reinos terrenales, por ello reclamó la posesión del Ática clavando su tridente sobre la Acrópolis ateniense donde brotó un pozo de agua salada. Más tarde, llegó Atenea a la ciudad y la tomó de manera pacífica llamando como testigo a Cécrope, primer rey de Atenas. Atenea hizo brotar un olivo junto al pozo que había generado Zeus. Posidón enfurecido reto a la diosa, Zeus se interpuso y ordenó la formación de un tribunal divino para decidir a quién de los dos dioses debía estar consagrada la ciudad. Así pues, el tribunal formado por las divinidades del Olimpo tras escuchar el testimonio de Cécrope, decidió posicionarse de lado de Atenea. Determinaron que era ella quien tenía el derecho a poseer esa tierra porque había otorgado a la ciudad el mejor regalo: el primer olivo. Desde entonces la ciudad adoptó el nombre de Atenas y el olivo plantando por Atenea fue venerado durante siglos en la Acrópolis simbolizando la victoria.
El olivo en Grecia simbolizaba la paz y la prosperidad, así como la resurrección y la esperanza. Así lo demuestran los hechos acaecidos tras el incendio de Atenas  por el rey persa Jerjes en el siglo V a. C. Jerjes incendió toda la Acrópolis de la ciudad, dentro de la cual se hallaba el olivo centenario de Atenea que quedó calcinado. Sin embargo, cuando los atenienses entraron a la ciudad arrasada, el olivo ya había crecido un codo, simbolizando la rápida recuperación y renovación de los atenienses ante la adversidad”.[1]
El olivo recuerda las características de la diosa: sabiduría, prudencia y civilización.

El laurel: de sus hojas  se elaboran guirnaldas y coronas para los festivales. Con ella se coronaban a los poetas, artistas, deportistas. Pero debemos de en tender que no es a la victoria, a la consagración exterior y visible de la actividad en cuestión; lo tenemos que ver como un reconocimiento de la actividad desarrollada, ya el realizarla implica una serie de victorias interiores.
El laurel es sinónimo de historia, de tradición, de grandeza. La razón es muy sencilla: en la antigüedad los romanos, en las festividades del dios Saturno, entregaban una corona de laurel a los hombres que se destacaban por su valor o por sus méritos en los deportes. Personajes importantes como Petrarca, el padre del humanismo, y Dante, poeta italiano, usaron esta corona como señal de engrandecimiento y fama. Esto con el tiempo se convirtió en un símbolo que incluso en la actualidad se recuerda pese a la antigüedad de la tradición. Una muestra de ello es el término laureado, que hace alusión a un honor. En los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004 se retomó esta tradición y a los ganadores de las distintas disciplinas se les impuso una corona de laurel en la ceremonia como parte del premio.
Pero la relación de los griegos con el laurel, una hierba proveniente del sur de Europa y el norte de África, es mucho más amplia, se remonta a la mitología donde este árbol está consagrado a Apolo, dios de la sabiduría y el heroísmo. Cuenta la leyenda que este dios estaba enamorado de Dafne, una hermosa ninfa, pero que ella no le correspondía y decidió huir a las montañas. Apolo, al darse cuenta, decidió perseguirla, razón por la que la ninfa suplicó a su padre, el dios Peneo, que la transformara para así poder escapar de su enamorado. El padre la convirtió en un árbol de laurel que Apolo a su vez convirtió en su árbol sagrado del que tomó algunas ramas y se hizo una corona”.[2]
También simboliza la inmortalidad.
La encina: “Es considerado árbol sagrado, como símbolo de fuerza, solidez y longevidad, en diferentes ámbitos religiosos de la antigüedad, consagrada al dios Zeus en Dodona, a Júpiter Capitolino en Roma o a Perun, de la mitología eslava. Según diversas tradiciones, la clava de Hércules era de madera de encina, lo mismo que la cruz donde se crucificó a Jesucristo. Abraham recibe las revelaciones de Yavé cerca de una encina”.[3]
El mirto: “Planta muy famosa en la antigüedad, cuando se consideraba símbolo del amor y la belleza.  Se cultiva  por sus flores y sus hojas aromáticas y se la consideraba el símbolo del amor y la belleza ya que, junto con la rosa, era una de las plantas consagradas a la diosa Afrodita.
En la Grecia Clásica, el mirto o arrayán, simbolizaba tanto la fecundidad como la fidelidad. Plinio el Viejo describe, en su Historia Natura ritos nupciales en los que los esposos iban coronados con mirto durante el banquete. Es una de las plantas de mayor contenido erótico: mirto o “botón de mirto” era el nombre con que se conocía el clítoris de una mujer en Grecia, Con coronas de mirto se honraba a los campeones olímpicos. También se emplea como anticatarral y antiséptico.
En época romana la planta no pierde su significado erótico, pues se utilizaban ramilletes de mirto para azotar a las mujeres durante las festividades de la Bona Dea con el fin de aumentar su fertilidad, tal y como describe Ovidio en sus Fastos. En Roma, el templo de Venus estaba rodeado de estos arbustos. Se decía también que el mirto estaba consagrado a Venus a causa de su olor suave, porque estaba siempre verde, o bien porque las hojas de mirto brotaban de dos en dos, igual que el amor, que es libre y recíproco. El fruto del mirto es negro, melancólico y engendra inquietud.
También se decía que poseía propiedades afrodisíacas.
Otra historia del mundo clásico relaciona el mirto con significados funerarios: la de Dioniso bajando al Hades a rescatar a su madre, Sémele, muerta por los rayos de Zeus. La tradición cuenta que tuvo que dejar un arbusto de mirto en el inframundo para poder sacar a su progenitora”.[4]

Los símbolos principales del grado son:
Ø  La rama de acacia: llamada la “rama misteriosa”. Representa la inmortalidad, independientemente de la forma en que la misma se conciba. Además, haber alcanzado completamente la condición de Maestro. “Debe traerlo de nuevo a la vida; de otra manera no puede ser nuestro Colega” (de una antigua parábola Rosacruz).

Ø  El cubo o hexaedro: Es un símbolo del Universo, o de una forma de comprender el Universo. Indica totalidad, algo completo. Sus 6 caras son iguales, lo que, en cierto modo, es una limitación, porque no puede manifestar variedad, diversidad. ¡Aunque sea algo completo, hay que buscar todavía más!

Ø  La cuerda verde: Son emblemas de otra forma de comprender al Universo, o de otro estado en la evolución del Universo. La cuerda verde, por su color, refiere a la vida. Se relaciona con la serpiente y el Ouroboros. Una paradoja: con esa cuerda “vital” se desciende el cadáver de Hiram a la tumba. Se dice que la Cuerda Verde une a los masones de ambos mundos”.

Ø  Los números 4 y 5: Puede parecer incoherente que, en el Quinto grado, los símbolos se basen en el número 4. Sin embargo, L.C. de Saint Martin dice que “la caída del hombre se debe a que ha sustituido el cuatro por el cinco…”. Sin suscribir las posturas extremas de este autor, quizás aquí se indique que, con la muerte de Hiram, entramos como en un estado de “caída”, confusión y caos.

El Mausoleo  con   el Corazón de Hiram, según Lavagnini
Ø  El cuerpo de Hiram: Alquímicamente, es la Materia Primordial. Hiram es la piedra. Esta piedra, que hoy se hunde en lo profundo, mañana (en los grados 13° y 14°) deberá ser traída a la luz.

Ø  El Mausoleo de Hiram:


Ø La escuadra y el compás: La escuadra representa la línea recta, el cuadrado, el cubo. El compás la línea curva, el círculo, la esfera. Cuando se dice que “el Maestro Perfecto conoce el círculo y su cuadratura” se está indicando que ha integrado perfectamente ambos instrumentos.

Ø  La mujer y el tiempo: Se cree que este símbolo fue ideado por Jeremy L. Cross en EE.UU. Sea como fuere, es un símbolo de gran profundidad, aunque a la mujer se la suele calificar como “virgen”, en realidad remite más a la Diosa Isis llorando por la pérdida de Osiris (la columna rota). El símbolo es deliberadamente ambiguo…
La mujer lleva una rama de acacia y es símbolo de vida, pero está llorando una muerte. El tiempo es lo que marca el fin de la vida, pero sus alas (vuela, pasa muy rápidamente) también son alas de ave o de ángel, portadores de vida.
  
Ø  Las cuatro columnas: El Templo representa un círculo (es el ojo del Maestro Secreto expandido). Las columnas blancas forman un cuadrilátero, o sea que el Templo es la representación material de la cuadratura del círculo.

El símbolo fundamental del grado está compuesto por:
Ø  El cubo, en el centro.
Ø  Llevando inscripta la letra yod, o bien la yod y la hé.
Ø  Rodeado por tres (o cuatro) círculos concéntricos.
Ø  Y todo ello sobre dos columnas cruzadas.

El cubo:
Ø  Es un símbolo que se estudia con plenitud en el grado 14°. Su comprensión en este grado es, por lo tanto, sólo relativa
Ø  El cubo representa una totalidad, una cosa completa, una cuaternidad, algo totalmente realizado. Es el centro de un mandala, y es el punto que contiene en potencia la expresión (expansión) de dicho mandala.
Ø  Es el mercurius quadratus, la completitud manifiesta que emana del punto inmanifestado.
Ø  Su simbolismo es, entonces, dual, puesto que es tanto el punto central como el mandala cuaternario que emana del mismo.
Ø  Curiosamente, en la cábala el cubo es el símbolo de Malkuth, el último sephiroth, representado. Con cuatro colores por aludir a los cuatro “elementos” del mundo manifestado. Por lo tanto, si el centro del círculo (el principio de la manifestación), y el fin de la emanación (Malkuth), se simbolizan de la misma forma (por cubos), concluimos que el principio y el fin del ciclo son uno.

Los círculos:
Ø  El significado de los círculos que rodean el cubo es definidamente cabalístico.
Ø  Se los puede interpretar de distintas formas, pero en cualquier caso está implícito el concepto de expansión a partir de una cuaternidad cúbica central.

Ø  El simbolismo de los círculos concéntricos que encierran el punto central se encuentra en el Zohar. “Así que, el punto está en el centro y las diversas expansiones lo circundan. La primera expansión abraza el Santuario y todos sus patios y recintos y todos sus accesorios, al igual que toda la ciudad de Jerusalén limitada por su muro; la segunda expansión abraza la totalidad de la tierra de Israel, la cual fue declarada Sacra; la tercera expansión comprende al resto de la Tierra, la morada de todas las naciones. Entonces viene el gran océano que rodea el todo. Todo este arreglo está simbolizado por la estructura del ojo humano”.
Ø  Más allá de la referencia sectaria de considerar a Jerusalén como el centro del Universo, el texto es altamente esotérico y su comprensión permite aclarar la relación existente entre el ojo y el santuario, símbolos del Maestro Secreto, y los círculos concéntricos del Maestro Perfecto.
Ø  Otra forma de comprender los círculos que rodean al cubo es a partir de los cuatro “mundos” de la Cabalá:
·         Atziluth,
·         Beriah,
·         Yetzirah y
·         Assiah.
Cada uno de estos “mundos” (en hebreo: עולמות Olamot/Olamos, singular: Olam עולם)  es una emanación del Principio Creador, y se expande desde el mismo en forma simbólicamente circular.

Atziluth, o Atzilut (Olam Atzilut, עולם אצילות, literalmente el Mundo de la Emanación), es el más elevado de estos cuatro mundos. Se le hace corresponder la letra hebrea shin, que simboliza el Fuego. Se lo visualiza como una irradiación luminosa que proviene del Punto o Principio Creador. Atziluth contiene a los tres sephiroth más elevados: Kether, Chokmah y Binah. Es el plano arquetípico básico, la esencia más elemental de la existencia.

Beri'ah (hebreo: בריאהבריה), o Briyah (también conocido como Olam Briyah, עולם בריאה en hebreo, literalmente el Mundo de la Creación), es el segundo de los cuatro mundos metafísicos del Árbol de la Vida. Se le hace corresponder la letra hebrea mem, que simboliza el Agua. Es un mundo creativo, asociado al Eterno Femenino y a las “Aguas Madres”. Beriah contiene a los tres siguientes sephiroth: Chesed, Geburah y Tiphereth. Es el segundo paso de la manifestación, caracterizado por una mayor “densidad” que Atziluth.

Yetzirah (Olam Yetsirah, עולם יצירה en hebreo) es el tercer mundo del Árbol de la Vida. Netzah, Hod y Yesod son la tríada de séfiras que lo conforman. El martinismo lo define como “un plano aéreo o forma pura”. Se le asocia el aire y la letra hebrea aleph. Se supone que la materia generada (o emanada) en Beriah adquiere forma en Yetzirah. Por eso a Beriah se le atribuye la “creación” (más correctamente, la “generación”) y a Yetzirah la formación. Al respecto, se asocia a Beriah la “existencia potencial” y a Yetzirah la “existencia general”, es decir, todavía no individuada.

Assiah (o'Asiyah, también conocido como Olam Asiyah, עולם עשיה en hebreo, literalmente el Mundo de la Acción) es el cuarto de los mundos o “círculos” cabalísticos. También se lo conoce como el “Mundo de los Efectos” o el “Mundo de los Hechos”. Es el plano de la manifestación efectiva; el máximo alejamiento, pero al mismo tiempo la máxima extensión, de la Unidad originaria. Es el mundo de Malkuth.

Las dos columnas cruzadas:
Ø  Forman la letra “X”, que para Platón era el símbolo del Alma Universal.
Ø  El punto de cruce es el sitio de la emanación. Es el punto donde cada columna fecunda a la otra, y ocurre la expansión de los círculos.



Basado en el material del Dr. Jorge Norberto Cornejo mognitor1@yahoo.com.ar