Claves para entender a los Maestros

26 febrero 2017

Carlos Camusso

Carlos Camusso
26 de febrero de 1766 - junio de 1846
Cadiz, España – Buenos Aires

Llegado a Montevideo el 20 de febrero de 1803, se casó con María Nicolasa Blanco Pérez Valdez, hermana de Prudencio y Silvestre Blanco y media hermana de los Lecoq con la que no tuvo hijos.

Al enviudar, se casó en Buenos Aires el 19 de febrero de 1808 con Francisca Inés Sussana Alsina, estableciéndose en Montevideo.

Acaudalado vecino español de Montevideo, socio de Antonio Masini, padre del constituyente Ramón Masini.

En 1806 colaboró en la defensa contra el invasor inglés, siendo Alférez Real.

En 1812 fue Regidor Decano en el cabildo españolista.

En 1822 sus ideas habían cambiado y bajo su presidencia se celebró la histórica reunión del 16 de diciembre en la se decidió desconocer la autoridad de Lecoq.

Participó de las reuniones y movimientos de la Sociedad de los Caballeros Orientales, siendo gestor entusiasta de la independencia de la Provincia Oriental.

Integró la Hermandad de la Caridad de la que fue Hermano Mayor en 1824 y en cuya Junta Directiva se desempeñó entre 1827 y 1829.


Llegada la época constitucional, se retiró de la vida pública y pasó su vejez hasta la muerte, en Buenos Aires.[1]





[1] Lagomarsino Pezzali, Luis A.- La Masonería, Artigas y la Revolución Liberadora. Arca. Montevideo. 2011. p. 134.

19 febrero 2017

Juan Bernassa y Jerez

Juan Bernassa y Jerez
2 de agosto de 1856 – 19 de febrero de 1924
Montevideo

Militar y Ministro de Estado.

Era hijo de un militar español carlista emigrado a estas latitudes de nombre Rafael Jerez.

Se inicia en la vida como empleado de comercio para, cuando contaba 18 años, sentar plaza en el Regimiento de Artillería, cuyo jefe el Comandante Placido Casariego, le tomó simpatía.



El 28 de setiembre de 1875 es Alférez, el 3 de octubre de 1876 Teniente 2° y el 26 de abril de 1880 fue promovido a Teniente 1°.

 El 2 de mayo de 1881 es ascendido a Capitán, luego de haber presentado servicios, como Comisario de Policía de la Capital, desde abril del mismo año.

En el año 1883 ingresa nuevamente al Regimiento de Artillería y el 20 de febrero de 1885 obtiene los galones de Capitán.

El 20 de agosto de 1885, por decreto del Poder Ejecutivo es nombrado Director del Colegio Militar que fuera creado el 25 de agosto del mismo año.

El 9 de febrero de 1886 es ascendido a Teniente Coronel. A esta altura de su vida había alcanzado una justa aureola como militar liberal y civilista cuya cultura estaba muy por encima de los oficiales adquirida en el seno de la Logia Sol Oriental en la cual ocupó altos cargos lo habían convertido en un militar con una profusa formación humanista y al mismo tiempo respetuoso del sistema constitucional al cual había prestado su compromiso de honor de total y absoluto acatamiento.

Con esas ideas liberales y acompañado con leales colaboraciones que profesaban sus mismos ideales sacó a luz el periódico El Ejército Uruguayo. En su editorial del 5 de noviembre de 1886 el Cnel. Bernassa y Jerez expresaba lo siguiente: “¡Quiera Dios que la conciliación, respondiendo a las esperanzas de la Nación entera termine la santa obra de unir a la familia oriental, y encamine a la patria por nuevas sendas de paz y progreso! ¡Quiera Dios, que sea la unión dichosa un manantial de ideas cívicas y generosas, y un sepulcro de rencillas y rencores!”.

Entre tanto, ciudadanos, hermosos nuestros, en nombre del ejército ¡venga un abrazo, y que la nueva aurora nos halle prontos para la tarea por el lazo bendito de la fraternidad”.

El 8 de enero de 1887 fue designado Jefe del Batallón de Cazadores N°4 con destino a guarnecer la ciudad de Salto y en la que siguió editando dicho diario. Fue uno de los fundadores de Ateneo de Salto.

El 26 de febrero de 1890 es nombrado Coronel y el 26 de abril de ese año es designado Jefe del Regimiento de Artillería Ligera.
El 919 de agosto de 1890 vuelve a la dirección del Colegio Militar, cargo que ocupa hasta resolución militar del Presidente Idiarte Borda, siendo sustituido por el Gral. Juan José Díaz.

El 20 de setiembre de 1897 el Presidente Cuestas lo designó Jefe Político del departamento de Colonia y de allí con igual cargo vino al departamento de Montevideo con fecha del 22 de diciembre de 1898.

El 12 de marzo de 1903 el Presidente José Batlle y Ordóñez lo nombra jefe político de Montevideo y el 11 de julio de ese mismo año fue ascendido a Coronel efectivo del ejército nacional.

En marzo de 1907 es nombrado miembro del Supremo Tribunal Militar.

Durante la presidencia de Claudio Williman viajó a Europa acompañando a Batlle y Ordóñez en su gira por el viejo continete y regresó con él a comienzos del año 1911.

El 11 de febrero de 1911 obtiene los cordones de General de Brigadier y Batlle y Ordóñez, electo Presidente de la República por segunda vez, lo designa como Ministro de Guerra y Marina. Al finalizar Batlle y Ordóñez su gobierno vuelve a integrar, como miembro del mismo, el Supremo Tribunal Militar.

El 24 de febrero de  1915 alcanza las estrellas de General de División, pasando a situación de retiro por la edad el 10 de febrero de 1919 viniendo a fallecer en Montevideo el 19 de febrero de 1924.


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Fue un militar con profundas y arraigadas ideas liberales y civilistas, fue un francmason que no traicionó los principios de la Orden, sino que los defendió y practicó en forma permanente en todo y cada uno de los lugares en que le tocó actuar, tanto como militar que como periodista.

Fue integrante de la Masonería nacional, habiendo ingresado a la Logia Sol Oriental en los cual ocupó altos e importantes cargos.[1]





[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1991. pp. 22-23.

13 febrero 2017

Francisco Lecocq Pérez Valdés

Francisco Lecocq Pérez Valdés
13 de febrero de 1795 – 25 enero de 1882
Montevideo

Ministro, legislador y prominente hombre de negocios.

 Hijo del Brigadier de los ejércitos españoles, ingeniero Bernardo Lecocq (1734-1820).

Hermano de Gregorio Lecocq y por parte de madre de Prudencio y Silvestre Blanco.

Estudio en la Universidad de Oxford.

Se casó con Pascuala Camusso  y Ansina, hija de Carlos Camusso.

Integra el grupo de la logia Caballeros Orientales.

El 2 de enero de 1844 es nombrado por Oribe Defensor de Menores y Esclavos.

Entre 1858-1861 fue electo diputado por San José.

Será integrante de una efímera Junta de Gobierno que formaría Timoteo Aparicio tras la toma de la Fortaleza del Cerro, el 29 de noviembre de 1870, en el transcurso de la Revolución de las Lanzas. 

En su estancia de la barra del río Santa Lucía, actual parque que lleva su nombre, hizo experimentos sobre vinicultura y arboricultura; importó plantas especiales y animales de raza; ensayó el cultivo del gusano de seda, primer ensayo integral luego del ensayo de Dámaso Antonio Larrañaga.

Durante el gobierno de Gabriel Antonio Pereira, fue Ministro de Hacienda. Es uno de los fundadores de la Industria Frigorífica en nuestro país junto con el Ing. Charles Taller y Federico Nin Reyes.

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Francisco Lecocq fue uno de los más destacados integrantes de la Masonería nacional.

En 1831 es uno de los doce masones que fundan la Logia Asilo de la Virtud y el 24 de junio de 1855 integra también el grupo de masones que fundaron en instancia el Supremo Consejo del Uruguay. Base del más adelante regularizado Gran Oriente del Uruguay.[1]



[1]  Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1989. pp. 87-88.

12 febrero 2017

Pedro Visca

Pedro Visca
12 de febrero de 1840 – 20 mayo de 1912
Montevideo

Reputado médico, profesor y clínico.
  

En el año 1861 se le concede una beca y viaja a Europa (Francia) para especializarse en botánica con el objeto de establecer un laboratorio en nuestro país.

Durante los sucesos de la Comuna de París de 1870 actuó en las barricadas junto a los Rojos. Regresa al país al año siguiente.

Fue catedrático de la Facultad de Medicina y profesor de Clínica Médica en Hospital de Caridad.


Anécdotas contadas por su nieto Arturo Sergio Visca

Modernizó los anquilosados métodos de enseñanza y bajo su supervisión se realizaron importantes operaciones y las primeras transfusiones de sangre en el país.

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Actuó en la Masonería nacional siendo miembro activo de la Logia Caridad a la cual ingreso en el año 1861, poco tiempo antes de su viaje al viejo continente.[1]



[1]  Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1989. p. 141.

11 febrero 2017

Grandes Maestres Orden de los Templarios: Guillaume de Beaujeu

Grandes Maestres
Orden de los Templarios (XXI)


Guillaume de Beaujeu
 ¿? - 1291


Procedía de la región de Beaujolais, de donde deriva su apellido. Guillaume era descendiente de una poderosa familia perteneciente a la nobleza de Beaujolais, que tenía lazos familiares con Luis IX y Carlos de Anjou, rey de Sicilia.

Se cree que ingresó en la Orden a los 20 años, fungiendo primero como comendador de la guarnición templaria en la provincia de Trípoli en 1271. Fue elegido posteriormente, el 13 de mayo de 1273, como Gran Maestre, y ostentó el cargo de Comendador de la Apulia y, por tanto, encontrándose fuera de Tierra Santa.
Desde su elección, emprendió una gira para visitar las principales comandancias templarias de Occidente, y fue convocado por el papa Gregorio X en el Concilio de Lyon II. Durante el verano de 1274, hizo lo posible por obtener la opinión de los Maestres del Temple y el Hospital para organizar una nueva Cruzada. El poco entusiasmo por parte de los barones occidentales ante la idea de tal Cruzada y la muerte del Papa en 1276 interrumpieron definitivamente los preparativos de la expedición.


Vigésimo primer Gran Maestre de la Orden del Temple. Originario de Forez, Guillermo de Beaujeu fue el último Maestre que permaneció en Tierra Santa durante todo su maestrazgo. En 1271 fue nombrado comendador del Temple en el condado de Trípoli, y posteriormente, de Pouilles. Antes de ir a Tierra Santa, asistió en mayo de 1274, al Concilio de Lyon, cuyo primer objetivo fue la reunión de las Iglesias de Oriente y Occidente, y el segundo, la convocatoria de una nueva cruzada. Las Gestas chipriotas precisan que entre 1275 y 1282, arbitró, con caridad y liberalidad, las diferencias entre el Temple y el condado de Trípoli. El 27 de junio, suscribió la oferta hecha por Enrique de Lusignan a la guarnición francesa del castillo de Acre. Fue un verdadero caudillo, respetuoso con las treguas firmadas con los musulmanes.
Bajo su maestrazgo, el Papa entabló conversaciones de unificación con las dos grandes Ordenes de Palestina: Temple y San Juan. El resultado de todas las rencillas, preparado por los hábiles legistas de Felipe el Hermoso, entre ellos Pierre Dubois, Nogaret y Enguerrand de Marigny, se concretó en un innoble proceso contra la Orden, acusada de haber traicionado a la cristiandad.
Bajo el maestrazgo de Guillermo de Beaujeu se jugó la última carta de Tierra Santa y del reino latino. Los musulmanes resistieron, a pesar de una nueva amenaza, por parte de los cruzados. El sultán del Cairo, Kalaoun Malek al Mansour, se apoderó sucesivamente de Margat, Laodicea, Sidón y Tiro. Su hijo, Kabid Achraf continuó la lucha y amenazó Acre. Desde comienzos de marzo de 1291, los habitantes de Acre se prepararon para el combate, organizándose en cuatro divisiones: la primera bajo las órdenes de Jean de Grailly y Otón de Granson; la segunda, bajo el mando del jefe del contingente de los chipriotas y del lugarteniente de los caballeros Teutónicos; la tercera, de los Maestres de San Juan y Santo Tomás; la cuarta bajo las órdenes de los Maestres del Temple y de San Lázaro. Además, se unieron varias órdenes militares a las distintas divisiones: los Caballeros de la Espada, los de San Lorenzo, los de San Martín de los Bretones, los del Espíritu Santo.
El 18 de mayo, Guillermo de Beaujeu, mortalmente herido, fue transportado por una de las poternas de la muralla del Montmusard, a una casa del barrio, cerca de la puerta de San Antonio. El resto de las tropas se retiró sobre los navíos para alcanzar Chipre. El patriarca de Jerusalén, Nicolás de Hanappe, y el Maestre del Hospital murieron ahogados, en tanto que el lugarteniente de San Lázaro fue asesinado.


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Guillaume_de_Beaujeu
  https://elartedemorgana.wordpress.com/2008/06/26/guillaume-de-beaujeu/



07 febrero 2017

Francisco Antonio Vidal

Francisco Antonio Vidal
14 de mayo de 1840 – 7 de febrero de 1889
San Carlos - Montevideo

Sus padres: Joaquina Silva Píriz y Francisco Antonino Vidal Gosende, político relevante en los primeros años de vida constitucional del país.

Se casa con Clemencia Estévez Elzaurdi, teniendo un hijo Francisco Antonio Vidal Estévez.


Fue Ministro de Gobierno de Venancio Flores en 1865. Durante la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, Flores lo invistió de poderes dictatoriales. Luego fue diputado en la 10º Legislatura, y Senador en varias ocasiones. Volvió interinamente a desempeñar la Jefatura del Estado en 1870 en reemplazo de Lorenzo Batlle, y dos veces en lugar de Lorenzo Latorre.

Dos veces presidente  constitucional de la república y varias veces magistrado de la Nación en funciones de gobernador delegado como Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo.

Realiza sus estudios en la Escuela de Medicina de París en el año 1853. De regreso al país en 1854 revalidó su título de médico cirujano y ejerció la profesión con envidiable éxito que le valió justo renombre como clínico experto y capacitado.

La muerte de Francisco Antonio Vidal, le privó a la Patria de un ciudadano de alta valía y estima, que había ocupado con suma honestidad y virtuosa fraternidad, los más altos e importantes cargos a que un hombre público puede aspirar, dándolo todo en bien de sus semejantes.

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Perteneció a la Masonería Nacional en la que desarrolló una fecunda obra, habiéndose iniciado en la Logia Caridad.

Durante su período gubernamental fue un verdadero Protector de la Orden.

Fue integrante y miembro activo del Supremo Consejo del Gran Oriente del Uruguay en el cual ocupó importantes cargos.[1]





[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1991. pp. 138-139.

05 febrero 2017

WilliamArthur HF Fitzherbert

Arthur HF Fitzherbert
5 de febrero de 1874 - 16 de setiembre de 1953
Dublin County Dublin, Irlanda -Montevideo

Venerable Maestro de Silver River Lodge en 1939.



Cementerio Británico. Montevideo.

03 febrero 2017

Laurentino Blas Ximenez

Laurentino Blas Ximenez
3 de febrero de 1832 – junio de 1868

Magistrado, catedrático,
periodista y legislador.


Fue señalado por sus contemporáneos como uno de esos ciudadanos talentosos de quien la Patria tenía mucho que esperar.

Siendo muy joven había revelado tal disposición para el estudio que el Dr. Manuel Herrera y Obes lo impulsó a que abandonase sus tareas como dependiente en una casa de comercio donde trabajaba ganando para comer, dándole el destino de meritorio en el Ministerio de Gobierno y RR.EE.

Un año después, en 1849, ya era auxiliar, en 1852 auxiliar de 1º y en 1854 oficial 2º reemplazando al Dr. Fermín Ferreira y Artigas.

En el año 1857 se recibe de Bachiller y al año siguiente comienza su carrera como periodista en El Eco del Comercio, para pasar más tarde a formar parte de la redacción del periódico El Comercio el cual fue suprimido por resolución del Poder Ejecutivo de fecha 17 de julio de 1857.

Pasado el momento tempestuoso de intransigencias políticas que va de diciembre de 1857 a febrero de 1858, el Presidente Pereira a instancia del Dr. Florentino Castellanos lo designó para ocupar un cargo en la colecturía de aduanas, lo que le permitió continuar con sus estudios de derecho.

El 8 de junio de 1859 la Universidad Mayor le confió la Cátedra de Físico-Matemática, donde inauguró el método de excursionar con sus alumnos para realizar los estudios sobre el mismo terreno. Fue así que viajó a Minas con el objeto de observar los yacimientos de plomo y cobre existentes en la región haciendo también un relevamiento y estudio de la Cueva de Arequita en los meses de diciembre-enero de 1861.

El 25 de agosto de ese año se recibió como doctor en jurisprudencia en una colección pública que tuvo lugar en la iglesia de la Matriz. El 18 de julio de 1861 la Sala de Doctores de la Universidad Mayor lo votó para el cargo de Vicerrector de la misma.

Compenetrado de su misión de educador se puso al frente de una clase de matemáticas para jefes y oficiales de artillería, inaugurando la misma en el Fuerte de Gobierno.

El 10 de marzo de 1865 el Gral. Flores lo designo Juez de Comercio al producirse la renuncia de José Pedro Ramírez.

Más tarde pasó a ocupar las funciones de Fiscal especial de tierras públicas, a la que se le acumuló, por decreto del 8 de agosto de 1867, las de fiscal de gobierno y hacienda.

Ciudadano sumamente inquieto donde su descanso estaba en su permanente trabajo en favor de la enseñanza para llevarla los niveles más adelantados de la época, formó parte de una comisión encargada de confeccionar un plan de enseñanza primaria y un reglamento de preceptores, en colaboración del Dr. Blas Vidal y de Isidoro de María.

Hombre de profundos y arraigados sentimientos liberales, educado en la escuela del deber y del sacrificio, cae víctima de su generoso corazón que lo impulsaba a socorrer a lso que habían sido alcanzados por el cólera, cuando este fatal flagelo azotaba la capital en 1868.

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Ingresó a la Masonería nacional, siendo miembro activo de la Logia Caridad de la cual era su Venerable Maestro en el momento que lo sorprendió la muerte.[1]





[1]  Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1989. pp. 145-146.

02 febrero 2017

DOCUMENTOS MASÓNICOS: MANUSCRITO REGIUS 1390 e∴v∴

MANUSCRITO REGIUS
1390 ev


El manuscrito Regius data de alrededor del año 1390. Fue publicado en 1840 por James O. Halliwell, se hace mención a él en un inventario de la biblioteca John Theyer realizado en 1670. Ésta biblioteca fue vendida a Robert Scott, constando en un nuevo inventario realizado con tal motivo en 1678. El manuscrito perteneció después a la Biblioteca Real hasta 1757, de donde tomó el nombre de “Regius” (Real), fecha en la que fue donado por el rey Jorge II al Museo Británico, donde permanece.

El Manuscrito Regius se compone de las siguientes partes:
1.- Fundación de la Masonería en Egipto por Euclides.
2.- Introducción de la Masonería en Inglaterra bajo el reinado de Adelstonus (rey sajón, 925-939).
3.- Los Deberes: quince artículos.
4.- Los Deberes: quince puntos.
5.- Relato de los Cuatro Coronados.
6.- Relato de la Torre de Babel.
7.- Las siete artes liberales.
8.- Exhortación sobre la misa y cómo conducirse en la iglesia.
9.- Instrucción sobre las buenas maneras.

Aquí comienzan los Estatutos del Arte de la Geometría según Euclides:


Quienquiera que bien desee leer y buscar,
Podrá hallar escrito en un viejo libro
De grandes señores y damas la historia,
Que, ciertamente, muchos hijos tenían;
Pero no poseían tierras para vivir de ellas,
Ni en la ciudad, ni en los campos o los bosques;
Un consejo les dieron a todos ellos:
Para decidir en bien de estos niños,
Acerca de cómo podrían ganarse la vida
Sin grandes penurias, cuitas ni luchas;
Y también para la multitud que llegará,
Algunos de ellos fueron enviados
A buscar grandes clérigos,
Para que les enseñaran buenos oficios;
Y nos les rogamos, por el amor de nuestro Señor,
Para que nuestros hijos encontraran trabajo,
Y pudieran así ganarse la vida,
De forma honesta y muy segura.
Ya en aquellos tiempos, por la buena geometría,
Este honesto oficio que es la masonería
Fue ordenado y creado de tal manera,
Concebido por todos estos clérigos;
Gracias a sus oraciones ellos inventaron
La geometría.
Y le dieron el nombre de masonería
Al más honrado de todos los oficios.
Los hijos de estos señores se aplicaron
En el aprendizaje del oficio de la geometría,
Lo cual hicieron muy cuidadosamente;
La oración de los padres, y también de las madres,
Les puso en este honrado oficio,
Y aquel que mejor lo aprendía, y era honesto,
Y superaba en atención a sus compañeros,
Si en este oficio les aventajaba,
Debía ser más honrado que el último.
Este gran clérigo se llamaba Euclides,
Su nombre era conocido en todo el mundo.
Pero este gran clérigo ordenó
A quien más elevado estaba en este grado,
Que debía enseñar a los más simples de espíritu
Para ser perfecto en este honrado oficio;
Y así debían instruirse el uno al otro,
Y amarse juntos como hermano y hermana.
También ordenó que
Maestro debía ser llamado;
A fin de que fuera más honrado,
Debía ser así entonces tratado;
Pero jamás masones deben llamar a otro,
En el seno del oficio entre ellos,
Ni sujeto, ni servidor, mi querido hermano,
Aunque sea menos perfecto que otro;
Cada uno llamará a los demás compañeros con amistad,
Pues de nobles damas han nacido.
De esta forma, por la buena ciencia de la geometría,
Comenzó el oficio de la masonería;
Así fundó el clérigo Euclides,
Este oficio de geometría en tierras de Egipto.
En Egipto a todos lo enseñó,
Y en distintos países de todas partes,
Durante muchos años, según he oído,
Antes de que el oficio llegara a este país.
Este oficio llegó a Inglaterra, como os he dicho,
En los días del buen rey Adelstonus;
Hizo entonces construir muchas casas en el bosque,
Y altos templos de gran renombre,
Para gozar de ellos día y noche.
Este buen señor amaba mucho el oficio,
Y quiso mejorar todas sus partes,
Por las muchas faltas que en él encontró.
Envió a través del país
Decir a todos los masones del oficio,
Venir a él sin tardanza,
Para enmendar juntos tales defectos
Con buenos consejos, si fuera posible.
Un buen grupo reunió entonces
De diversos señores, en su rango,
Duques, condes y también barones,
Caballeros, escuderos y muchos otros,
Y los grandes burgueses de la ciudad,
Cada uno en su propio rango;
Allí estaban todos juntos,
Para fundar el estatuto de los masones.
Con todo su espíritu buscaban
Cómo podrían ser gobernados;
Quince artículos quisieron producir,
Y otros quince puntos fueron creados.



AQUÍ COMIENZA EL ARTÍCULO PRIMERO:


El primer artículo de esta geometría:
El maestro masón debe ser digno de confianza
A la vez constante, leal y sincero,
Y jamás tendrá nada que lamentar;
Y pagará a sus compañeros según el coste
De las vituallas, que tú bien conoces;
Y págales justamente, y de buena fe,
Lo que puedan merecer;
Y evita, por amor o por temor,
Que ninguna de las partes acepte ventajas,
Ni del señor ni del compañero, sea cual sea,
De ellos no aceptes ningún tipo de prebendas;
Y como un juez mantente íntegro,
Y entonces a ambos harás buen derecho;
Y en verdad haz esto allá donde te encuentres,
Tu honor, tu provecho, será el mejor.



ARTÍCULO SEGUNDO:


El segundo artículo de buena masonería,
Como vos debéis entender especialmente,
Que todo maestro, que sea masón,
Debe asistir a la asamblea general,
Para lo cual le será comunicado
El lugar en que se celebrará.
Y a esta asamblea debe acudir,
Salvo si hay una excusa razonable,
O sea desobediente al oficio,
O se abandone a la mentira,
O esté tan gravemente enfermo
Que no pueda venir a ella;
Ésta es una excusa buena y válida,
Para esta asamblea, si es sincera.



ARTÍCULO TERCERO:


En verdad, el tercer artículo es
Que el maestro no tome aprendiz,
Salvo si puede asegurarle alojamiento
Con él por siete años, como os digo,
Para aprender su oficio, y que le sea de provecho;
En menos tiempo no será apto
Ni provechoso para su señor, ni para él,
Como podéis comprender por buena razón.



ARTÍCULO CUARTO:


El cuarto artículo éste debe ser,
Que el maestro debe vigilar,
En no tomar a un siervo como aprendiz,
Ni embaucarle por su propio bien;
Pues el señor al que está ligado
Bien puede buscar aprendiz donde quiera.
Si en la logia fuera enseñado
Mucho desorden podría causar,
Y en tal caso podría ocurrir
Que algunos se entristecieran, o todos.
Pues todos los masones que serán
Todos unidos estarán.
Si un siervo en el oficio permaneciese,
De diversos desórdenes os podría hablar:
Para tener paz, y honestidad,
Tomad un aprendiz de mejor condición.
En un antiguo escrito encuentro
Que el aprendiz debe ser de noble nacimiento;
Y así, muchas veces, hijos de grandes señores
Han adoptado esta geometría, que es muy buena.



ARTÍCULO QUINTO:


El quinto artículo es muy bueno,
Que el aprendiz sea de legítimo nacimiento;
El maestro no debe, bajo ningún pretexto,
Tomar un aprendiz que sea deforme;
Ello significa, como veréis,
Que todos sus miembros estén enteros;
Para el oficio sería gran vergüenza,
Formar a un hombre estropeado, o a un cojo,
Pues un hombre imperfecto de nacimiento
Sería poco útil al oficio.
Cada uno puede comprenderlo,
El oficio quiere hombres potentes,
Y un hombre mutilado no tiene fuerza,
Como sabéis desde hace tiempo.



ARTÍCULO SEXTO:


Al sexto artículo no debéis faltar,
Que el maestro no perjudique a su señor,
Tomando del señor para el aprendiz,
Tanto como reciben sus compañeros, en todo,
Pues en este oficio se han perfeccionado,
Pero aún no el aprendiz, como comprenderéis,
Así que sería contrario a la buena razón
Dar igual salario a él y a los compañeros.
Este mismo artículo, en tal caso,
Ordena que el aprendiz gane menos
Que sus compañeros, que son perfectos.
En diversos puntos, sabed en cambio,
Que el maestro puede instruir a su aprendiz,
Para que su salario crezca rápidamente,
Y antes de que haya terminado su aprendizaje
Su salario habrá en mucho mejorado.



ARTÍCULO SÉPTIMO:


El séptimo artículo, que ya está aquí,
Os dirá a todos vosotros,
Que ningún maestro, ni por favor ni por miedo,
Debe vestir o alimentar a ningún ladrón.
Jamás albergará a ninguno de ellos,
Ni a quien haya matado a un hombre,
Ni a quien tenga mala reputación,
Pues traerá vergüenza al oficio.



ARTÍCULO OCTAVO:


El octavo artículo nos muestra
Lo que el maestro tiene derecho a hacer.
Si emplea a un hombre del oficio,
Y no es tan perfecto como debiera,
Puede sin tardanza reemplazarlo,
Y tomar en su lugar a un hombre más perfecto.
Por imprudencia, un hombre así
Podría deshonrar el oficio.



ARTÍCULO NOVENO:


Muy bien muestra el noveno artículo
Que el maestro debe ser fuerte y sabio;
Que no emprenda ninguna obra
Que no pueda acabar y realizar;
Y que sea provechoso a sus señores,
Así como a su oficio, allí donde vaya.
Y que las obras estén bien construidas,
Para que ni fisuras ni brechas haya.



ARTÍCULO DÉCIMO:


El décimo artículo sirve para hacer saber,
A todos los del oficio, grandes o modestos,
Que ningún maestro debe a otro suplantar,
Sino estar juntos como hermana y hermano.
En este oficio singular, todos, unos y otros,
Trabajan para un maestro masón.
No debe él suplantar a ningún hombre
Que encargado esté de un trabajo.
El castigo por ello es muy duro,
No vale menos de diez libras,
A menos que sea hallado culpable
Aquel que primero tenía el trabajo.
Pues ningún hombre en masonería
Debe suplantar a otro impunemente,
Salvo si de tal manera ha construido
Que la obra se reduce a nada;
Puede entonces un masón pedir este trabajo,
Para no perjudicar al señor;
En tal caso, si ocurriera,
Ningún masón se opondría.
En verdad, quien ha comenzado las obras,
Si es un masón hábil y sólido,
Tiene la seguridad en su espíritu
De llevar la obra a buen fin.



ARTÍCULO DECIMOPRIMERO:


El decimoprimero artículo, te lo digo yo,
Es a la vez justo y libre;
Pues enseña, con firmeza,
Que ningún masón debe trabajar de noche,
A menos de dedicarse al estudio,
Por el cual podrá mejorar.



ARTÍCULO DECIMOSEGUNDO:


El decimosegundo artículo es de gran honradez
Pues todo masón, allá donde se encuentre,
No debe despreciar el trabajo de sus compañeros
Si quiere mantener su honor;
Con honestas palabras lo aprobará,
Gracias al espíritu que Dios le ha dado;
Pero mejorándolo con todo tu poder,
Sin ninguna duda entre los dos.



ARTÍCULO DECIMOTERCERO:


El artículo trece, que Dios me ayude,
Es que si el maestro tiene un aprendiz,
Le enseñará de manera completa,
Para que muchas cosas pueda aprender
Y así mejor conozca el oficio,
Allí donde vaya bajo el sol.



ARTÍCULO DECIMOCUARTO:


El artículo catorce, con buenas razones,
Muestra al maestro cómo actuar;
No debe tomar aprendiz
A menos de tener diversas tareas por cumplir,
Para que pueda, mientras duren,
Aprender mucho de él.



ARTÍCULO DECIMOQUINTO:


El decimoquinto artículo es el último;
Pues para el maestro es un amigo;
Le enseña que hacia ningún hombre
Debe adoptar un falso comportamiento,
Ni seguir a sus compañeros en el error,
Por muchos bienes que pueda conseguir;
Ni permitir que hagan falsos juramentos,
Por cuidado de sus almas,
So pena de atraer la vergüenza al oficio,
Y sobre sí mismo una severa culpa.



DIVERSOS ESTATUTOS:


En esta asamblea otros puntos fueron adoptados,
Por grandes señores, y también maestros,
Que el que quiera conocer este oficio y abrazarlo,
Debe amar a Dios y a la santa Iglesia siempre,
Y a su maestro también, por lo que es,
Allá donde vaya, por campos y bosques,
Y ama también a tus compañeros,
Pues es lo que tu oficio quiere que hagas.



PUNTO SEGUNDO:


El segundo punto os voy a decir,
Que el masón trabaje el día laborable
Tan concienzudamente como pueda,
A fin de merecer su salario el día de descanso,
Pues quien verdaderamente ha hecho su trabajo
Merece tener su recompensa.



PUNTO TERCERO:


El tercer punto debe ser severo
Con el aprendiz, sabedlo bien,
El consejo de su maestro debe guardar y ocultar,
Y el de sus compañeros, de buen talante;
De los secretos de la cámara a nadie hablará,
Ni de la logia, se haga lo que se haga;
Aunque creas que debes hacerlo,
A nadie digas dónde vas;
Las palabras de la sala, y también las del bosque,
Guárdalas bien, por tu honor,
De lo contrario sobre ti el castigo caerá,
Y al oficio grande vergüenza traerás.



PUNTO CUARTO:


El cuarto punto nos enseña,
Que ningún hombre a su oficio será infiel;
Error alguno le entretendrá
Contra el oficio, pues a él renunciará,
Y ningún perjuicio causará
A su maestro, ni a su compañero;
Y aunque el aprendiz sea tratado con respeto,
Siempre está sometido a la misma ley.



PUNTO QUINTO:


El quinto punto es, sin duda,
Que cuando el masón cobre su paga
Del maestro, que él atribuya,
Humildemente aceptada debe ser;
Sin embargo justo es que el maestro,
Antes del mediodía, le advierta formalmente
Si no tiene intención de emplearle,
Como antaño se acostumbraba hacer;
Contra esta orden no puede rebelarse,
Si reflexiona bien, es en su interés.



PUNTO SEXTO:


El sexto punto debe ser bien conocido,
De todos, grandes y modestos,
Pues un tal caso puede ocurrir;
Que entre algunos masones, si no todos,
Por envidia u odio mortal,
Estalle una gran pelea.
Entonces debe el masón, si puede,
Convocar a ambas partes un día fijado;
Pero este día no harán las paces,
Antes de finalizar la jornada de trabajo;
Un día de permiso debéis encontrar
Para dar oportunidad a la reconciliación,
Por temor a que siendo un día laborable
La disputa les impida trabajar;
Haced de manera que acabe la riña,
Para que permanezcan en la ley de Dios.



PUNTO SÉPTIMO:


El séptimo punto bien podría decir,
Como tan larga es la vida que el Señor nos da,
Y así claramente se reconoce,
Que no yacerás con la mujer de tu maestro,
Ni de tu compañero, de ninguna manera,
Bajo pena de incurrir en el desprecio del oficio;
Ni con la concubina de tu compañero,
Así como no querrías que lo hiciera con la tuya.
El castigo por ello, sábelo bien,
Es permanecer de aprendiz por siete años completos,
Quien falte a una de estas prescripciones
Debe ser entonces castigado;
Pues gran preocupación podrá nacer
De tan odioso pecado mortal.



PUNTO OCTAVO:


El octavo punto es, seguro,
Que aunque algún cargo hayas recibido,
A tu maestro queda fielmente sometido,
Pues jamás lamentarás este punto;
Un fiel mediador debes ser
Entre tu maestro y tus compañeros libres;
Haz lealmente cuanto puedas
Hacia ambas partes, y ésta es buena justicia.



PUNTO NOVENO:


El noveno punto se dirige a aquel
Que es el intendente de nuestra sala;
Si os encontráis juntos en la cámara
Servios uno al otro con calmada alegría;
Gentiles compañeros, debéis saberlo,
Cada uno ha de ser intendente por turnos,
Semana tras semana, sin ninguna duda,
Todos a su vez intendentes deben ser,
Para servirse unos a otros, amablemente,
Como si fueran hermano y hermana;
Nadie se permitirá los gastos de otro,
Ni se librará de ellos en su beneficio,
Pues cada hombre tendrá la misma libertad
En este cargo, como debe ser;
Mira de pagar siempre a todo hombre
A quien hayas comprado las vituallas,
A fin de que no te haga ninguna reclamación,
Ni a tus compañeros, en cualquier grado;
A todo hombre o mujer, sea quien sea,
Paga bien y honestamente, así lo queremos;
A tus compañeros darás cuenta exacta
Del buen pago que has hecho,
Por temor a meterles en un aprieto,
Y de exponerles a la vergüenza.
Siempre cuentas debes dar
De todos los bienes adquiridos,
De los gastos que hagas en bien de tus compañeros,
Del lugar, las circunstancias y el uso;
Estas cuentas debes dar
Cuando te lo pidan tus compañeros.



PUNTO DÉCIMO:


El décimo punto muestra la buena vida,
Cómo vivir sin preocupaciones ni peleas;
Si el masón lleva una mala vida,
Y en su trabajo no es honrado,
Y busca malas excusas,
Injustamente podrán a sus compañeros difamar,
Y por tales infames calumnias
Atraer la vergüenza sobre el oficio.
Si así a éste deshonra,
No le debéis favor alguno,
Ni mantenerle en su mala vida,
Por miedo a caer en fracaso y conflicto;
Pero no le deis plazo alguno
Hasta no haberle citado
A comparecer dónde bien os parezca;
En el lugar acordado, de grado o por fuerza,
A la próxima asamblea le convocaréis,
Para comparecer ante sus compañeros;
Y si rechaza allí acudir,
Se le hará renunciar al oficio;
Castigado será según la ley
Que fue establecida en los tiempos antiguos.



PUNTO DECIMOPRIMERO:


El decimoprimero punto es de buena discreción,
Como podréis comprender por buena razón;
Un masón que conoce bien su oficio,
Que a su compañero ve tallar una piedra,
Y que a punto está de romperla,
Ha de cogerla tan pronto pueda,
Y mostrarle cómo corregirla;
Para que la obra del señor no se estropee,
Muéstrale dulcemente cómo corregirla,
Con buenas palabras, que Dios te guarde;
Por el amor de quien mora en lo alto,
Con dulces palabras nutre su amistad



PUNTO DECIMOSEGUNDO:


El decimosegundo punto es de gran autoridad,
Allí donde la asamblea se celebrará,
Habrá maestros, y compañeros también,
Y otros muchos grandes señores;
Estará el juez de la comarca,
Y también el alcalde de la villa,
Y habrá caballeros y escuderos,
Y además magistrados, como veréis;
Todas las ordenanzas que allí se adopten
Se han acordado para ser respetadas;
Contra cualquier hombre, sea quien sea,
Que pertenezca al oficio bello y libre,
Si alguna querella hace contra ellas,
Detenido será y puesto a vigilar.



PUNTO DECIMOTERCERO:


El decimotercero punto requiere de toda nuestra voluntad,
Él jurará no robar jamás,
Ni ayudar a quien trabaje en este mal oficio,
Por ninguna parte de su botín,
Saberlo debes, o pecarás,
Ni por su bien, ni por el de su familia.




PUNTO DECIMOCUARTO:


El decimocuarto punto es ley excelente
Para aquel que bajo su temor esté;
Un buen y verdadero juramento debe prestar,
A su maestro y compañeros que aquí están;
También fiel debe ser, y constante,
A todas las ordenanzas, vaya donde vaya,
Y a su señor leal al rey,
Por encima de todo ha de ser fiel.
Sobre todos estos puntos
Debes tú prestar juramento;
Y el mismo prestarán todos
Los masones, por las buenas o por las malas,
Sobre todos estos puntos,
Así lo establece una excelente tradición.
Y de cada hombre averiguaran
Si los pone bien en práctica,
O si alguien es reconocido culpable
Sobre uno de estos puntos en particular;
Que se le busque, sea quien sea,
Y que sea llevado ante la asamblea.



PUNTO DECIMOQUINTO:


El decimoquinto punto es excelente tradición,
Para aquellos que han prestado juramento
A esta ordenanza, llevada a la asamblea
De grandes señores y maestros, como se ha dicho;
Para los desobedientes, yo lo sé,
A la presente constitución,
Y a los artículos que han sido promulgados,
Por grandes señores y masones juntos,
Y siendo sus faltas probadas
Ante esta asamblea, con celeridad,
Y si no quieren corregirse,
Deberán entonces abandonar el oficio,
Y jurar jamás volver a ejercerlo.
Salvo si aceptan enmendarse,
Jamás tomarán parte en él;
Y si se negaran a ello,
El juez sin tardanza los detendrá,
Y en un calabozo profundo los encerrará,
A causa de su trasgresión,
Y confiscará sus bienes y su ganado
En provecho del rey, en su totalidad,
Y tanto tiempo allí les dejará
Como plazca a nuestro amado rey.



EL ARTE DE LOS CUATRO CORONADOS:


Oremos ahora al Dios Omnipotente,
Y a su radiante madre María,
A fin de que podamos seguir estos artículos
Y los puntos, todos juntos,
Como hicieron los cuatro santos mártires,
Que en este oficio tuvieron gran estima;
Fueron ellos tan buenos masones
Como pueda hallarse sobre la tierra,
Escultores e imagineros también eran,
Por ser de los obreros mejores,
Y en gran estima el emperador los tenía;
Deseó éste que hicieran una estatua
Que en su honor se venerara;
Tales monumentos en su tiempo poseía
Para desviar al pueblo de la ley de Cristo.
Pero ellos firmes permanecieron en la ley de Cristo,
Y sin compromisos en su oficio;
Amaban bien a Dios y a su enseñanza,
Y se habían volcado a su servicio para siempre.
En aquel tiempo fueron hombres de verdad,
Y rectamente vivieron en la ley de Dios;
Ídolos se negaron a erigir,
Y por muchos beneficios que pudieran reunir;
No tomaron a este ídolo por su Dios
Y rechazaron su construcción, pese a su cólera;
Por no renegar de su verdadera fe
Y creer en su falsa ley,
Sin demora el emperador los hizo detener,
Y en una profunda cárcel los encerró;
Más cruelmente les castigaba,
Más en la gracia de Dios se regocijaban.
Viendo entonces que nada podía
Les dejó ir a la muerte;
Quien lo desee, en el libro puede leer
De la leyenda de los santos,
Los nombres de los cuatro coronados.
Su fiesta es bien conocida por todos,
El octavo día tras Todos los Santos.
Escuchad lo que he leído,
Que muchos años después, con gran espanto,
El diluvio de Noé fue desencadenado,
La torre de Babilonia comenzó a erigirse,
La más grande obra de cal y piedra
Que jamás hombre alguno haya visto;
Tan alta y grande fue pensada
Que siete mil su altura sombra arrojaba;
El rey Nabucodonosor la hizo construir
Tan potente para la defensa de sus hombres,
Que si un tal diluvio ocurriera
La obra sumergir no pudiera;
Pero tan fiero orgullo tenían, y tanta jactancia,
Que todo el trabajo se perdió;
Un ángel les castigó sus lenguas dividiendo,
Y así nunca más uno al otro se comprendieron.
Muchos años más tarde, el buen clérigo Euclides
El oficio de geometría enseñó por el mundo,
Y en este tiempo hizo tambié
Diversos oficios en gran número.
Por la alta gracia del Cristo en el cielo.
Las siete ciencias fundó;
Gramática es la primera, lo sé,
Dialéctica la segunda, me congratulo,
Retórica la tercera, que no se niegue,
Música la cuarta, os lo digo,
Astronomía es la quinta, por mis barbas,
Aritmética la sexta, sin duda alguna,
Geometría la séptima, y cierra la lista,
Pues es muy humilde y cortés.
En verdad, la Gramática es la raíz,
Todos la aprenden en el libro;
Pero el arte supera este nivel,
Como del árbol el fruto es mejor que la raíz;
La Retórica mide un lenguaje esmerado,
Y la Música es un suave canto;
La Astronomía da el nombre, querido hermano,
La Aritmética demuestra que una cosa es igual a otra,
La Geometría es la ciencia séptima,
Y distingue la verdad de la mentira, lo sé;
Quien de estas siete ciencias se sirva,
Bien puede ganar el cielo.
Ahora, mis queridos hijos, tened buen espíritu
Para apartar el orgullo y la codicia,
Y aplicaos a bien juzgar,
Y a bien conducíos, allá donde estéis.
Os pido ahora mucha atención,
Pues esto debéis saber,
Pero mucho mejor aún
Que como aquí está escrito.
Si para ello te falta inteligencia,
Pide a Dios que te la conceda;
Pues el mismo Cristo nos enseña
Que la santa iglesia es la casa de Dios,
Y no para otra cosa está hecha
Sino para orar, como la Escritura nos dice;
Es allí donde el pueblo debe congregarse
Para orar y llorar sus pecados.
Trata de no llegar tarde a la iglesia,
Por haber tenido en la puerta palabras libertinas;
Cuando a ella estés en camino
Ten en la mente en todo instante
Venerar a tu señor Dios día y noche,
Con todo tu espíritu, y toda tu fuerza.
Al llegar a la puerta de la iglesia
Tomarás un poco de agua bendita,
Pues cada gota que toques
Limpiará un pecado venial, sábelo cierto.
Pero antes debes descubrir tu cabeza,
Por el amor de aquel que murió en la cruz.
Cuando entres en la iglesia,
Eleva hacia Cristo tu corazón;
Alza entonces los ojos a la cruz,
Y arrodíllate sobre las dos rodillas;
Ora entonces para que Él te ayude a obrar
Según la ley de la santa iglesia,
Y a guardar los diez mandamientos
Que Dios a todos los hombres legó.
Y ruégale con voz dulce
Que te libre de los siete pecados,
A fin de que en esta vida puedas
Mantenerte lejos de preocupaciones y querellas;
Y que te dé además la gracia
Para un lugar encontrar en la beatitud del cielo.
En la santa iglesia abandona las palabras frívolas
Del lenguaje lascivo, y las bromas obscenas,
Y deja de lado toda vanidad,
Y di tu Padre Nuestro y tu Ave;
Vigila de no hacer ruido,
Más estate siempre en oración;
Pero si no quieres rezar,
No molestes al prójimo de ninguna manera.
En este lugar no estés ni de pie ni sentado,
Sino en el suelo bien arrodillado,
Y cuando yo lea el Evangelio,
Álzate, sin apoyarte en los muros,
Y persígnate si sabes hacerlo
Cuando se entone el gloria tibi;
Y cuando acabe la lectura,
De nuevo puedes arrodillarte,
Y caer sobre tus dos rodillas,
Por amor a quien a todos nos ha redimido;
Y cuando oigas sonar la campana
Que anuncia el santo sacramento,
Debéis arrodillaos, jóvenes y viejos,
Y elevar las manos al cielo,
Para entonces decir en esta actitud,
En voz baja y sin hacer ruido:
“Señor Jesús, sé bienvenido,
En forma de pan, como te veo,
Ahora Jesús, por tu santo nombre,
Protégeme del pecado y de la culpa;
Dame la absolución y la comunión,
Antes de que me vaya de aquí,
Y sincero me arrepiento de mis pecados,
A fin, Señor, de que jamás muera en este estado;
Y tú, que de una virgen has nacido,
No sufras porque me haya perdido;
Más cuando de este mundo haya partido,
Otórgame la beatitud sin fin;
¡Amén! ¡Amén! ¡Así sea!
Y ahora, dulce dama, orad por mí”.
He aquí lo que has de decir, o algo parecido,
Cuando te arrodilles ante el sacramento.
Si buscas tu bien, no ahorres nada
Para venerar a quien todo lo ha creado;
Pues para un hombre es un día de alegría,
Que una vez ese día pueda verle;
Es algo tan precioso, en verdad,
Que nadie puede ponerle precio,
Pues tanto bien hace esta visión.
Como dijo san Agustín muy justamente,
El día en que veas el cuerpo de Dios,
Poseerás estas cosas, con toda seguridad:
Comer y beber lo suficiente,
Nada ese día te faltará;
Los juramentos y vanas palabras,
Dios también te perdonará;
La muerte sufrida ese mismo día
En absoluto la has de temer;
Y tampoco ese día, te lo prometo,
Perderás la vista;
Y cada paso que entonces des,
Para ver esta santa visión,
Será contado a tu favor,
Cuando de ello tengas necesidad;
Este mensajero que es el ángel Gabriel
Exactamente los conservará.
Tras esto, ahora puedo pasar
A hablar de otros beneficios de la misa;
Ven entonces a la iglesia, si puedes,
Y oye misa cada día;
Si no puedes acudir a la iglesia,
Allí donde estás trabajando,
Cuando oigas sonar la misa,
Ora a Dios en el silencio de tu corazón,
Para que te dé parte en este servicio
Que en la iglesia se celebra.
Quiero además enseñarte,
Y a tus compañeros, oíd esto,
Cuando ante un señor te presentes,
En una casa, en el bosque o en la mesa,
La capucha o el gorro debes quitarte,
Antes de estar frente a él;
Dos o tres veces, sin duda,
Ante el señor debes inclinarte;
Doblarás también la rodilla,
Y tendrás así salvo tu honor.
No te pongas el gorro o la capucha
Hasta que te dé permiso.
Todo el tiempo que hables con él
El mentón alto con franqueza y amabilidad mantén;
Así, como el libro te enseña,
Mírale a la cara con gentileza.
Tus pies y manos ten tranquilos,
Sin rascarte, ni tropezar, sé hábil;
Evita también escupir y sonarte la nariz,
Espera a estar solo para ello,
Y si quieres ser sabio y discreto,
Gran necesidad tienes de gobernarte.
Cuando entres en la sala,
Entre personas bien nacidas, buenos y corteses,
No presumas de nada,
Ni de nacimiento, ni de tu saber,
Ni te sientes ni te apoyes,
Es el signo de una buena y apropiada educación.
No te dejes llevar en tu conducta,
En verdad la buena educación salvará la situación.
Padre y madre, sean quienes sean,
Digno es el hijo que actúa dignamente,
En la sala, en la cámara, donde te encuentres;
Las buenas maneras hacen al hombre.
Presta atención al rango de tu prójimo,
Para dirigirle la reverencia que conviene;
Evita saludar a todos a la vez,
Excepto si les conoces.
Cuando a la mesa sentado estés,
Come con gracia y decoro;
Vigila que tus manos estén limpias,
Y que tu cuchillo sea cortante y afilado,
Y no cortes más pan para la vianda
Que aquel que puedas comer;
Si así actúas junto a un hombre de rango superior,
Bien entonces harás.
Déjale que se sirva primero la comida,
Antes de tocarla tú.
No cojas el mejor trozo,
Aunque él te lo indique;
Mantén las manos limpias y decentes,
Para no tener que usar la servilleta;
No la uses para sonarte las narices,
Ni te limpies los dientes en la mesa;
Ni mojes mucho los labios en la copa,
Aunque tengas mucha sed;
Esto te haría lagrimear,
Lo cual no es demasiado cortés.
Mira de no tener la boca llena
Cuando vayas a hablar o a beber;
Si ves que alguien bebe
Escuchando tus palabras,
Interrumpe pronto tu historia,
Para que beba el vino o la cerveza.
Vigila además de no ofender a nadie,
Por achispado que esté;
Y de ninguno murmures
Si quieres salvar tu honor;
Pues lanzar tales palabras
En molesta situación te pondrían.
Retén tu mano en el puño
Para evitar decir: “si lo hubiera sabido”,
En un salón entre bellas damas,
Ata tu lengua y sé todo ojos;
No rompas en carcajadas,
Ni armes jaleo como un bellaco.
No bromees si no es con tus semejantes,
Y no cuentes a todos lo que has oído;
Ni te vanaglories de tus actos,
En broma o por interés;
Con bellos discursos puedes realizar tus deseos,
Pero también los puedes echar a perder.
Cuando te encuentres a un hombre de valor,
No debes llevar gorro o capuchón;
En la iglesia, el mercado o el pórtico,
Salúdale según su rango.
Si andas con alguien de un rango
Superior al tuyo,
Ves por detrás de él,
Pues esto es de buena educación y sin falta;
Cuando él hable, estate tranquilo,
Cuando acabe, di lo que quieras,
En tus palabras sé discreto,
Y a lo que diga presta atención;
Pero no interrumpas su historia,
Aunque sea debida al vino, o a la cerveza.
Que Cristo entonces, por su gracia celestial,
Os conceda el espíritu y el tiempo,
Para comprender y leer este libro,
A fin de obtener en recompensa el cielo.
¡Amén! ¡Amén! ¡Así sea!.
Digamos todos, por caridad.