Niccolò Paganini
27 de octubre de 1782 – 27 de mayo de 1849
Génova - Niza
Fue un compositor italiano.
Es considerado uno de los arquetipos del virtuosismo del violín y uno de los máximos representantes del movimiento instrumental del Romanticismo. Contribuyó con sus aportaciones al desarrollo de la «técnica moderna del violín». Los 24 caprichos para violín son una de sus obras más conocidas y han servido de inspiración a numerosos compositores.
Además del violín compuso música para mandolina, guitarra, viola y fagot.
Destacan sus duetos para violín y guitarra y sus composiciones
para cuarteto de cuerdas.
‘Capricho 5′- Forma parte de los ’24 Caprichos’, una de
las más grandes obras de este compositor.
A pesar de ser un magnífico intérprete del violín y de
otros instrumentos, algunas personas dieron testimonio de que nunca se le
escuchaba ensayando. Este rumor se sumó a su extraña composición física —muy
delgada y alargada, con manos descomunalmente grandes— y a su estilo de vida
“de perdición”. Leyenda que alimentó que Paganini tenía un pacto demoníaco.
Fue apodado “El Violinista del Diablo”, ya que se esparció el rumor de
que tras haber sido encarcelado había vendido su alma al demonio a cambio
de su libertad y un inigualable talento musical.
Tal vez la leyenda inició con un relato del poeta
alemán Heinrich Heine, en el que se comparaba al gran Paganini con
Fausto, el personaje literario de Goethe que vende su alma al diablo.
Sin embargo, en aquella época hubo quienes juraron que
detrás de Paganini había una siniestra sombra que lo
acompañaba mientras tocaba. El mito del violinista fue creciendo gracias a
detalles como los peculiares movimientos que realizaba al tocar, sus problemas
con la ley, su vida de excesos y su total repudio por la iglesia,
atribuida a su filiación masónica.
Se decía que en la mayoría de sus apuntes aparecía una
nota extraña la cual decía “nota 13”. Podía interpretar obras de gran
dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas del violín (retirando
primero las otras tres, de manera que éstas no se rompieran durante su
actuación). Además, podía continuar tocando a dos o tres voces, de forma
que parecían varios los violines que sonaban. Además, en la mayoría de sus
espectáculos usaba la improvisación.
Este odio lo llevó a jamás desmentir los rumores sobre su
pacto y rechazar la intervención de un sacerdote cuando su muerte se
acercaba. A tal grado llegó su fama siniestra que después de su muerte
(1840) la iglesia prohibió sepultarlo, ya que no lo querían en tierra
santa; por ello su cadáver pasó varios años embalsamado y almacenado en un
sótano. Hasta que Aquiles, el hijo de Niccolò, consiguió enterrar el
cuerpo de su padre.
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