PALACIO LEGISLATIVO (V)
1925 – 25 DE AGOSTO – 2025
Fachada NORTE
En la fachada posterior del Palacio
Legislativo, sobre la Avenida General Flores, se destacan dos conjuntos
escultóricos en relieve, obra del artista italiano Arístides Bassi. [1]
Estas composiciones no solo enriquecen el
edificio desde el punto de vista ornamental, sino que articulan una poderosa
narrativa alegórica centrada en los valores fundacionales de la República: el
trabajo, la justicia y la institucionalidad.
El estilo neoclásico de Bassi, profundamente
influenciado por la tradición escultórica italiana, establece un diálogo
armónico con el lenguaje arquitectónico del Palacio, reforzando su carácter
solemne y simbólico. A través de estas figuras, el arte se convierte en
vehículo de expresión cívica, integrando estética y mensaje político en una síntesis
visual de alto contenido simbólico.
En el centro del relieve, se representa la figura del Maestro en actitud didáctica frente a sus discípulos, configurando una alegoría elocuente de la educación como fundamento esencial de la ciudadanía y sustento de la institucionalidad democrática. La escena, cargada de simbolismo, evoca la transmisión del conocimiento como acto fundacional del orden republicano, donde la formación cívica se erige como garantía de cohesión social y participación consciente. En el siglo XIX, la educación fue concebida
como herramienta clave para formar ciudadanos ilustrados, capaces de sostener
las instituciones republicanas. Figuras como José Pedro Varela impulsaron
reformas educativas que vinculaban instrucción pública con democracia. La representación del Maestro en actitud
didáctica puede leerse como una visualización de ese ideal: el saber cómo
patrimonio colectivo, y el docente como mediador entre el individuo y la
nación. El Palacio Legislativo, como sede del poder
republicano, incorpora en su ornamentación visual una narrativa que refuerza
los valores democráticos. La inclusión de la figura del Maestro en sus
relieves no es casual: representa la centralidad de la educación en el
proyecto nacional. Esta iconografía puede vincularse con el
discurso político de la época, que exaltaba la instrucción pública como base
de la modernidad y el progreso. |
En el centro del relieve medio, se
representa a un adolescente dominando con firmeza a dos pumas, en una escena
que simboliza el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza bruta. Esta
imagen, de fuerte carga alegórica, exalta la razón como principio ordenador
de la vida republicana, donde el poder se legitima no por la violencia, sino
por la capacidad reflexiva y el dominio ético. Flanqueando al joven, se ubican las figuras
de un hombre y una mujer, encarnaciones de la dualidad complementaria que
sostiene el equilibrio institucional. Lejos de representar una oposición,
ambos cuerpos expresan la armonía entre lo masculino y lo femenino como
pilares simbólicos de la ciudadanía plena, en consonancia con los ideales de
inclusión y justicia que estructuran el imaginario republicano. |
En el último relieve se representa a la
prensa, concebida como emblema de la libertad de expresión, la circulación
crítica de ideas y el ejercicio del control ciudadano sobre el poder. Esta
alegoría visualiza a los medios como instrumentos fundamentales de la vida
democrática, capaces de articular el debate público, fiscalizar a las
instituciones y garantizar la transparencia en el ejercicio del gobierno. La inclusión de esta figura en el programa
escultórico del Palacio Legislativo refuerza la centralidad del discurso
libre en la arquitectura republicana, donde la palabra impresa se convierte en
vehículo de participación, conciencia cívica y pluralismo político. |
Si se leen los relieves en secuencia, de
izquierda a derecha, se revela un proceso simbólico de profunda resonancia
republicana: el conocimiento, antaño patrimonio de minorías ilustradas,
transita hacia su democratización, convirtiéndose en bien común y fundamento de
la ciudadanía. Esta progresión escultórica sugiere una evolución desde la
enseñanza elitista hacia la circulación pública del saber, en sintonía con los
principios de inclusión, transparencia y participación que estructuran el
ideario republicano.
La narrativa visual propuesta por los relieves
no solo acompaña el lenguaje arquitectónico del Palacio Legislativo, sino que
lo amplifica, inscribiendo en piedra una pedagogía cívica que interpela al
espectador y lo convoca a formar parte activa del proyecto democrático.
La idea de que el conocimiento debe ser
patrimonio colectivo encuentra eco en el pensamiento de José Pedro Varela,
figura clave de la reforma educativa uruguaya. En La educación del pueblo
(1874), Varela afirma:
“La
instrucción pública no es un lujo de los pueblos ricos,
sino
una necesidad de los pueblos libres.”
Esta afirmación sintetiza el espíritu que
anima la secuencia escultórica: el saber cómo condición de libertad, y la
educación como herramienta de emancipación ciudadana. La cita puede
incorporarse como epígrafe o nota al pie para reforzar el vínculo entre el
discurso visual del Palacio Legislativo y el ideario reformista del siglo XIX.
Los forjadores, absortos en su labor, encarnan una alquimia del esfuerzo: la transmutación del trabajo físico en progreso colectivo, del metal en emblema de civilización. Su gesto concentrado y su vínculo con la materia evocan no solo la técnica, sino también la voluntad transformadora que sustenta el proyecto republicano. En esta escena, el trabajo deja de ser mera
actividad productiva para convertirse en símbolo de dignidad, construcción
social y modernidad, en sintonía con los valores que el Palacio Legislativo
busca consagrar en su lenguaje escultórico. |
||
Aunque el relieve central reproduce en gran
medida la escena anterior, presenta sutiles variaciones que modifican su
carga simbólica. Los pumas, ahora sin objetos en sus fauces, sugieren una
transformación en la representación de la fuerza: ya no como amenaza
contenida, sino como potencia neutralizada y subordinada al dominio racional.
Esta omisión, aparentemente menor, introduce una lectura más depurada del
vínculo entre poder físico e inteligencia, desplazando el énfasis desde la
confrontación hacia el equilibrio. |
||
En el tercer relieve, los fundidores son
representados en plena faena, encarnando la dimensión artesanal del saber
técnico. A la izquierda, el modelista retoca con precisión el rostro de una medalla
que ostenta la figura de un centauro —símbolo clásico de la tensión entre lo
instintivo y lo racional—, aludiendo a la necesidad de armonizar pulsiones y
pensamiento en la construcción del orden republicano. A la derecha, el
escultor sostiene un busto de Minerva, diosa tutelar de las artes, los
oficios y la sabiduría, reafirmando el vínculo entre creación material y
conocimiento simbólico. La escena condensa una alegoría del trabajo
como acto intelectual y cultural, donde la técnica no se limita a la
producción, sino que se proyecta como forma de pensamiento y expresión cívica.[2] |
Una vez más, el relieve nos propone una
lectura en clave de transformación: la fundición se presenta como metáfora del
trabajo colectivo, cuyo resultado es la conformación simbólica de la vida
nacional. Esta operación visual, que convierte la materia en significado,
revela la mano de un verdadero alquimista escultórico.
Al regresar a las imágenes centrales de la
fachada, observamos al joven que domina los pumas —figuras que evocan la “vía
seca” de la alquimia, aquella espiritual, rápida y ascendente— flanqueado por
las representaciones de una mujer y un hombre. Curiosamente, no son las figuras
las que se invierten, sino las columnas que las acompañan, lo que sugiere una
alteración deliberada en el orden simbólico.
El hombre aparece desnudo, sin herramientas ni
armas: es el ser que llega por sí mismo, despojado, en estado puro. Su
presencia remite a una idea de iniciación, de retorno a la esencia. Las rosas
que adornan la escena refuerzan esta lectura alquímica: símbolo de
transformación, belleza interior y conocimiento oculto, la rosa opera aquí como
emblema del tránsito espiritual.
Como en otras composiciones del conjunto, se reitera la presencia de los
números 3 y 7, claves en la simbología esotérica y alquímica. Ambos están
asociados al equilibrio, la perfección y los ciclos de iniciación, reforzando
la idea de que el conjunto escultórico no solo comunica valores republicanos,
sino también una cosmovisión más profunda, donde el arte se
convierte en vehículo de sabiduría cifrada.
El conjunto de relieves de Arístides Bassi en
la fachada posterior del Palacio Legislativo no se limita a una función
ornamental: constituye un discurso visual complejo, donde se entrelazan
alegorías republicanas, referencias esotéricas y símbolos de transformación.
Cada escena, cuidadosamente compuesta, articula valores fundacionales –educación,
trabajo, justicia, libertad de expresión- con elementos de una cosmovisión más
profunda, en la que el arte opera como mediador entre lo material y lo
espiritual.
La secuencia escultórica propone una pedagogía
cívica en piedra, que guía al espectador a través de un proceso de iniciación
simbólica: desde la transmisión del conocimiento hasta su democratización;
desde la fuerza bruta hasta su sublimación racional; desde el oficio técnico
hasta la creación consciente. En este recorrido, el Palacio Legislativo se
convierte no solo en sede del poder institucional, sino en espacio de memoria,
reflexión y formación ciudadana.
Así, la obra de Bassi trasciende su tiempo y
su función decorativa, inscribiéndose como parte integral del imaginario
republicano uruguayo. Su lenguaje escultórico, cargado de significados visibles
y ocultos, nos recuerda que la nación no se construye solo con leyes, sino
también con símbolos, relatos y formas que interpelan la sensibilidad
colectiva.
Palacio Legislativo IV Palacio Legislativo VI
[1] Arístides Bassi- Nación en
Italia en 1875, se establece en Montevideo en 1914. Uno de los autores al
monumento de los inmigrantes en Nueva Helvecia. Otras obras están por ejemplo
en la casa del Partido Colorado: un Hermes de mármol con el retrato de José
Batlle y Ordóñez, busto del Dr. Alfredo Vidal y Fuentes (Ministerio de Salud
Pública), retrato de Madame Curie; mausoleo de Gustavo Saint Bois (Cementerio
del Buceo) y mausoleo de Scanavino Brena (Cementerio Central). Fallece en
Montevideo en 1942.
[2] En la mitología
romana Minerva es la diosa de la sabiduría, las artes, las técnicas
de la guerra, además de la protectora de Roma y la patrona de
los artesanos. Se corresponde con Palas Atenea en la mitología
griega, con notorias vinculaciones con el esoterismo.
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