PALACIO LEGISLATIVO (III)
1925 – 25 DE AGOSTO – 2025
Fachada Sur (II)
El cuerpo de avanzada de la izquierda, presentan
estas tres imágenes:
La
Gloria de la Democracia y de las armas que la defienden.
El primer relieve evoca la defensa que el
pueblo ejerce sobre su libertad, ya sea a través del intelecto, el trabajo o
las armas. En el centro de la composición se erigen dos figuras jóvenes: un
hombre que sostiene un cetro de poder, símbolo de liderazgo legítimo, y una
mujer que porta la bandera, emblema visible de la libertad. Juntos sostienen
una corona de gloria que, convertida en halo, enmarca a una Victoria alada.
Esta Victoria, elevada por la libertad misma, extiende el lauro triunfal,
consagrando el ideal alcanzado.
A sus costados, dos fuerzas conceptuales la
sostienen y flanquean:
Ø La Democracia, que alimenta la llama sagrada de la libertad,
manteniendo encendida la luz que guía a la república.
Ø La Fuerza Legal de la Patria, que empuña las armas protectoras, no como
instrumento de opresión, sino como garantía de soberanía.
Finalmente, se representa la devoción del
pueblo por su bandera, celebrada con júbilo colectivo. Uno de los personajes,
en un gesto ceremonial, porta la llama de la libertad junto a una rama de
laureles, reafirmando la victoria y el sacrificio. El conjunto, nuevamente
conformado por siete figuras, refuerza el sentido ritual y simbólico de la
escena: un equilibrio entre lo humano, lo cívico y lo trascendente.
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La
gloria del trabajo y de la ciencia.
Nos encontramos ante la obra del artista
uruguayo Gervasio Furest Muñoz,[1]
cuyo conjunto escultórico parece enmarcarse en el contexto de una celebración
solemne. Antes de sumergirnos en su núcleo simbólico, es digno de notar un
patrón recurrente: nuevamente se presentan dos hombres en actitud de diálogo,
mientras la figura femenina se encarga de preparar una ofrenda, lo que refuerza
la asimetría de roles en la representación.
Jura constitucional
El primer momento destacado es la jura de fidelidad a la Constitución.
Aquí, la exclusión femenina resulta evidente: quienes participan en la
ceremonia son exclusivamente varones, un fiel reflejo de la concepción de
ciudadanía de los constituyentes de 1830, donde la mujer quedaba marginada del
ejercicio cívico. La escena, integrada por siete figuras, se inscribe en el
relato histórico de una nación que consagra su pacto fundacional en clave
patriarcal.
Fraternidad como eje simbólico
En el centro se alza la figura de la
Fraternidad, manifestada como principio que une y protege las dimensiones
esenciales del progreso:
Ø El trabajo, representado por la mujer que porta una hoz, en diálogo con
la cosecha, símbolo del fruto digno y colectivo.
Ø El conocimiento, encarnado en un hombre con un globo terráqueo y
libros, expresión de saber universal y racionalidad ilustrada.
Esta tríada central no solo destaca el vínculo
entre labor intelectual y productiva, sino que reafirma la dualidad simbólica
entre lo femenino y lo masculino, sin que esa dualidad implique paridad.
El Escudo como punto culminante
La escena concluye con un homenaje al Escudo
Nacional, que aparece como en proceso de ser completado. Esta imagen sugiere un
país en construcción, donde el símbolo patrio aún se alimenta de los aportes
cívicos y éticos de su pueblo.
Nuevamente, el número siete estructura el
conjunto, evocando equilibrio, ciclo y plenitud dentro de una narrativa
escultórica que busca trascender lo anecdótico para situarse en lo arquetípico.
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[1] Gervasio Furest Muñoz.
Montevideo 11 de Junio de 1893 - ¿? Es uno de los autores del monumento a los
últimos charrúas, ubicado en el Prado, correspondiéndole a él la figura de Guyunusa. Los retratos de Señora de Arzadum –de Pablo de María, en
Facultad de Derecho-, Emilio Oribe,
de Ema T. de Pratt, en el Museo
Nacional de Bellas Artes, San Francisco,
Sagrado Corazón, Hermana de Caridad. Museo de San José: Nacimiento de Jesús, Artigas
en el Paraguay. Museo de Durazno: Unciendo
la yunta.
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