Elbio Fernández Eulacio
18 de julio de 1842 – 17 de junio de 1869
Montevideo
Abogado, Magistrado, Legislador, cuya existencia
lamentablemente corta para los intereses de la Nación, estuvo por completo
dedicada al servicio de la enseñanza del pueblo y a la propaganda y difusión de
las ideas liberales, laicas y democráticas.
Era hijo de Justo Fernández
y de Antonia Eulacio. Se casó con Dolores Algorta Villademoros.
En 1860 se recibió de Bachiller y 3 años más tarde se
doctora en jurisprudencia.
Es uno de los redactores fundadores del periódico El Siglo, el gran cotidiano que Adolfo
Vaillant (masón) sacara a la calle el 1º de febrero de 1863.
Al triunfar la revolución florista el diario El Siglo, volvió a reaparecer luego de
la prohibición del 22 de agosto de 1863 y el Dr. Elbio Fernández volvió a la
redacción del mismo como Director.
Aunque compartiendo las mismas ideas de Flores que se había
erigido en gobernador provisorio con mandato dictatorial, siempre fiel a su
conciencia se reservó el derecho de protestar contra todo acto de gobierno que
no estuviese avalado dentro del marco legítimo de la Constitución de la
República. “Rígido en moral, ultra
liberal en religión y en política, era una mente sólida, admirablemente bien
equilibrada” había manifestado el Dr. Julio Herrera y Obes cincuenta años
más tarde y más adelante agregó: “Como
periodista tenía un gran parecido con Florencio Varela”.
Al firmase el Tratado
de la Triple Alianza contra el Paraguay, sus ideas liberales y su absoluta
independencia de conciencia lo impulsaron a formular duras críticas al gobierno
que lo obligaron a renunciar a la redacción de El Siglo.
En 1865 fue designado
por el Tribunal de Justicia para ocupar el cargo de Defensor de Oficio y en
1867 cuando el país fue llamado a elecciones por el Gral. Flores con el objeto
de restablecer el funcionamiento legítimo de las instituciones, fue electo
suplente de Diputado por el departamento de Salto.
En marzo de 1868, es nombrado por el Presidente Lorenzo
Batlle Fiscal de Gobierno y Hacienda. “Espíritu
emancipado, al que animó siempre un encendido afán por la divulgación de la
enseñanza, teniéndola como el factor que –en jornada decisiva- determinaría el triunfo
de la luz de la razón sobre las tinieblas sectarias y confesionales, no es
extraño que Elbio Fernández figurase entre los primeros y más entusiastas
elementos que José Pedro Varela iba a encontrar en su obra como Reformador de
la Enseñanza”.
Es uno de los fundadores de la Sociedad de los Amigos de la Educación Popular el 18 de noviembre
de 1868 y al crearse la primera escuela de varones por aquella benemérita
institución le dieron el nombre de Escuela
Elbio Fernández en homenaje a quien había sido uno de los más fervientes
abanderados de la Educación Popular,
Laica y Gratuita.
Desgraciadamente el recto magistrado, el periodista
independiente y el abanderado del laicismo escolar y del liberalismo filosófico,
había dejado de existir en el cumplimiento de su deber para con la sociedad. Y nada
más acorde a ésta su vida y su muerte que las palabras que pronunciara José
Pedro Varela cuando había manifestado que con el Dr. Elbio Fernández se había
perdido “el alma bien templada de su
mejor colaborador”.
Su muerte se produjo en circunstancias tan excepcionales que
parecían ser dirigidas por los misteriosos designios del destino, a fin de que
su desaparición física estuviese en total y absoluta consonancia con lo que
había sido toda su vida.
El Dr. Fernández fue convocado como suplente por la Cámara
de Representantes el 5 de marzo de 1869 en momentos en que se hallaba atacado
por una dolencia mortal que lo inhibía de toda actividad por insignificante que
fuese. Sin embargo convocado por la Cámara para resolver con su voto una
situación política que se hallaba estancada hasta ese momento, no duda un instante
y levantándose de la cama, concurre en pleno invierno, al recinto legislativo
acompañado de su médico de cabecera que no lo abandonó nunca para, luego de
prestar su juramento de rigor, incorporarse a la cámara y decidir con su voto
el rechazo del proyecto que él entendía como perjudicial para los intereses de
la Nación.
Pocos días más tarde, el 17 de junio de 1869, el Dr. Elbio
Fernández dejaba de existir, como un resultado directo de su concurrencia al
parlamento.
Este desenlace y esta conducta fue un fiel ejemplo de su
rígida moral masónica que le imponía, por encima de cualquier otra
circunstancia, la irrestricta sujeción en el cumplimiento del deber.
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En nuestra Masonería nacional actuó como miembro activo de
la Logia Caridad de la cual fue su Venerable Maestro. La muerte lo
sorprendió cuando desempeñaba este honorífico cargo para el cual sus hermanos
lo habían designado convencidos de las altas dotes intelectuales y morales que
lo adornaban.[1]
[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1991. pp. 58-59.
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