Claves para entender a los Maestros

30 julio 2015

Cristóbal Genovevo de Salvañach Wich

Cristóbal Genovevo de Salvañach Wich
3 de enero de 1809 – 30 de julio de 1876

Ministro de Estado y funcionario público que en su juventud sirvió en los ejércitos de la Patria. Era hijo de Cristóbal de Salvañach[1] y de Celedonia Wich,[2] -además tuvieron a Carlos, Juan Pedro y Mª del Carmen Jacinta-.

Su padre que era español y cabildante había combatido a Artigas con las armas en la mano, en cambio su hijo se plegó a la causa independentista sirviendo como Alférez en el Regimiento de Artillería del Ejército Republicano.

El 3 de noviembre se le designó Ayudante de la Comandancia de Artillería.

Es uno de los vencedores de Ituizaingo abandonando las filas del ejército en 1829, poniendo fin a lo que parecía su carrera vocacional. Con el grado de Teniente Coronel que había adquirido el 4 de noviembre de 1836 acompañó a Oribe durante toda la Guerra Grande en la cual fue considerado como un ciudadano de exaltadas pasiones políticas. Lograda la paz del 51, Salvañach cuya versación en materia administrativa y en asuntos de hacienda era notoria a la par de su honestidad entró a desempeñar destinos de importancia.

En 1856, Pereira lo designo miembro de la Oficina de Crédito, en la cual ocupa el cargo de Vicepresidente hasta el año 1858 en que fue suprimida.
Casa de Cristóbal Salvañach, actualmente
Museo Histórico Nacional, Casa de F. Rivera

El 22 de setiembre de 1857, al fundarse el Banco Comercial, primera institución de esa índole en la República, tuvo funciones como Comisario del Gobierno e Inspector de Emisiones.

En 1858 integra la Comisión de Cuentas y Operaciones del Directorio de Aduana y el 25 de setiembre  de ese mismo año es nombrado Colector General de Administración.

El 23 de julio de 1859 es nombrado para ocupar las carteras de los Misterios de Hacienda y Relaciones Exteriores. Sólo ocupó la primera, ya que al día siguiente el Dr. de las Carreras asumió las funciones de Canciller.

Durante el gobierno de Berro se desempeña como Contador General de la Nación. Al producirse la revolución de Flores de 1863, el gobierno de Berro le encarga la organización  de la Guardia Nacional Pasiva, con el grado de Teniente Coronel

Aparece su firma entre los miembros fundadores de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular en el Acta de Instalación y Primera Comisión Provisoria del 18 de setiembre 1868, en las primeras dos Reuniones Generales 2 y 6 de octubre, y las que resultaron electas titulares y suplentes de Comisión Directiva y titulares y suplentes de Comisión Fiscal, en la tercera Reunión General el 9 de octubre de 1868.

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La Masonería lo contó entre los adeptos de mayor significación, realizando permanentemente obras en pro del engrandecimiento de la Orden en la que ocupó elevándose e importantes cargos en el Supremo Consejo al cual perteneció hasta su desaparición física.

Fue desde su ingreso miembro activo de la LogiaCaridad”. [1]

En 1874 fue uno de los creadores de la Sociedad Filo-Histórica, como una necesidad de impulsar los estudios históricos nacionales, que eran realizados a esfuerzo personal. Para tal fin el 14 de mayo se realiza la reunión en el Salón del Rector de la Universidad.



[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1991. p. 123.



[1] Era uno de los comerciantes más importantes de venta de esclavos de Sud América.
[2] En 1821 se abre una causa criminal contra las negras María y Encarnación y el mulatillo Luciano, sobre las heridas que infringieron a su ama Da. Celedonia Wich y Salvañach de que le resultó la muerte. Caso muy conocidos por los montevideanos. 

29 julio 2015

Segunda declaración de Jacques de Molay

Segunda declaración de Jacques de Molay
28 de noviembre de 1309

A continuación, el viernes previo a la fiesta de san Andrés, los dichos señores comisarios se reunieron en la cámara donde tenían costumbre de reu­nirse, situada detrás del aula episcopal, el hermano Jacques de Molay, Gran Maestre de dicha Orden del Templo, quien, el miércoles precedente, había pedido a los dichos comisarios poder deliberar hasta este viernes sobre la respuesta por él hecha el dicho miércoles en su presencia, a saber que él quería defender a la Orden, fue llevado en presencia de los dichos comisarios por los susodichos preboste de Poitiers y Jean de Janville, y él agradece a los di­chos señores comisarios por la dicha prorroga de deliberación acordada por ellos y porque ellos habían ofrecido darle una más grande si a él le placía aceptarla, y con esto, así lo dijo, le habrían dado rienda suelta.
Interrogado por los dichos señores comisarios sobre la cuestión de si quería defender la Orden susodicha, él respondió que era un caballero iletrado y pobre y que haba comprendido, por el tenor de una carta apostólica que le habían leído, que el señor Papa se había reservado de juzgarlo, a él y a algunos otros dignatarios de los Templarios, y que por esta razón, el presente, en el estado en que se encontraba, no quería hacer nada con respecto a este asunto.
Requerido expresamente de decir si él quería, en ese momento, defender la Orden susodicha, él respondió que no, pero que él iría en presencia del señor Papa, cuando le placiera al dicho señor Papa, y les suplica a los di­chos señores comisarios y les requiere, atendiendo que él era mortal como todos los hombres y no disponía más que del tiempo presente, de hacer comprender al Papa que debe convocarlo lo más rápidamente a su presencia, pues sólo así él dirá, en la medida de sus fuerzas, al señor Papa lo que corresponde al honor de Cristo y de la Iglesia.
Ítem, requerido de declarar si quería agregar alguna cosa que pudiera molestar a los dichos comisados -que, sin inmiscuirse en el proceso con­tra las personas en particular, sólo se ocupan de la Orden en tanto Orden- o impedirles proceder correctamente y con fidelidad a la investigación con­tra la Orden susodicha, a ellos encomendada por el señor Papa, él respon­dió que no y les requiere de proceder bien y fielmente en estos asuntos.
Hecho esto, el dicho Maestre de la Orden del Templo dijo que, para ali­viar su conciencia, él queda, con respecto a la Orden susodicha, exponer a los dichos señores comisarios tres cosas, y él las expone:
La primera era que el dicho Maestre no conocía otra Orden en la cual las capillas y las iglesias tuviesen los ornamentos, las reliquias y los acce­sorios del culto divino mejores ni más bellos, y en las cuales el servicio di­vino fuera mejor celebrado por los sacerdotes y clérigos, con excepción de las catedrales.
La segunda era que el no conocía ninguna Orden donde se hicieran más limosnas que en su orden; pues, en todas las cosas de la Orden, de acuer­do con la regla general de dicha Orden, hacían limosna tres veces por se­mana a todos aquellos que quisiesen aceptar.
La tercera era que él no conocía otra Orden ni otras personas que, por la defensa de la fe cristiana contra los enemigos de dicha fe, hayan expuesto más prontamente sus personas a la muerte ni venido tanto su sangre y que fuesen tan temidos por los enemigos de la fe católica y que por ello el con­de de Artois, cuando murió en un combate en ultramar, quiso que los Tem­plarios fuesen la vanguardia de su ejército, y si el dicho conde le hubiera creído al Maestre de la orden entonces en funciones, el conde, el Maestre y otros no hubieran perecido; y que el dicho Maestre de entonces le pregunto si creía que no decía eso por su bien, puesto que, siguiendo el consejo de dicho conde, él mismo permaneció en combate junto con dicho conde y otros.
Como se le replicó que todo eso no era útil para la salvación del  católica faltaba, el dicho Maestro respondió que eso era verdad y que él mismo creía en un Dios y en una trinidad de personas y en los otros puntos de la fe católica y que tenía un Dios solamente, una sola fe, un solo bautismo y una sola Iglesia, cuando el alma se haya sepa­rado del cuerpo, se vería quién era malo y quién era bueno, y que cada uno sabría la verdad de las cosas que estaban entonces en cuestión.
Pero, como hombre noble, Guillermo de Nogaret, canciller real -el cual había venido luego de la respuesta de dicho Maestre: a saber, que él no que­ría defender la orden de otra forma que la indicada-,  le dice al Maestre que en las crónicas de Saint-Denis se informaba que, en los tiempos de Saladino, sultán de Babilonia, el entonces Gran Maestre y otros grandes dig­natarios de la dicha Orden habían hecho homenajes al dicho Saladino y que aquél, sabiendo la gran desdicha que los Templados habían pasado en­tonces, había dicho públicamente que los Templados la habían sufrido por­que estaban trabajados por el vicio de sodomía y porque habían faltado a su fe y a su ley, el dicho Maestre quedó estupefacto en grado sumo y decla­ra que jamás, hasta ese momento, había escuchado tal cosa, pero que, de todas formas, él sabía bien que, encontrándose en ultramar en el tiempo en que el hermano Guillermo de Beaujeu era el Gran Maestre de dicha Orden, él mismo, Jacques, y muchos otros hermanos del convento de dichos Tem­plarios, jóvenes y deseosos de hacer la guerra, como es el hábito de los jó­venes caballeros que quieran asistir a hechos de armas, y aun otros que no eran de su convento, habían murmurado contra dicho Maestre puesto que, durante la tregua que el rey de Inglaterra ya difunto había establecido en­tre los cristianos y los sarracenos, dicho Maestre se mostraba sumiso al sultán conservando su favor, pero que finalmente, el dicho hermano Jac­ques y otros del dicho convento de los Templarios fueron satisfechos vien­do que el dicho Maestre no había podido actuar de otra forma, puesto que en aquel tiempo la Orden tenía bajo su mano y baja su guarda muchas ciudades y Fortalezas en las fronteras de las tierras del dicho sultán, en los lu­gares que el nombra, y que él no había podido guardar de otra manera, y que aun así habrían sido perdidas si el rey de Inglaterra no les hubiera en­viado víveres.
Finalmente, el susodicho hermano Jacques, Maestre de la Orden del Templo, suplica humildemente a los dichos señores comisados y al dicho canciller real si le pueden dar la orden y el poder para que él, Maestre, pue­da escuchar misa y los otros oficios divinos y tener su capilla y sus cape­llanes, y los dichos señores comisados y canciller loando la devoción que mostraba, le dicen que ellos procurarán.


L’AFFAIRE DES TEMPLIERS
GEORGES LIZERAND


PARIS LIBRAIRIE ANCIENNE HONORE CHAMPION EDITEUR 1923




28 julio 2015

LOGIAS MASÓNICAS EN LA INDEPENDENCIA DE EE.UU.

LAS LOGIAS MASÓNICAS EN LA INDEPENDENCIA DE EE.UU.

En las trece colonias inglesas del Norte de América prendieron rápidamente las ideas de libertad proclamadas por la masonería.
Jonathan Belcher

Las logias masónicas de composición social muy distinta a las de Inglaterra, se transformaran en un foco y cuartel general de la revolución naciente contra la dominación de la corona británica en sus colonias del nuevo continente.
En la historia de EEUU el primer masón conocido fue John Skene. Su ingresado en la Logia Nº 1 de Aberden, Escocia, en 1682; emigró a las colonias norteamericanas, donde se instala en Burlington, estado de Nueva Jersey, donde llegara a ser vicegobernador en 1685 y hasta su muerte en 1690.
Por su parte el primer masón nacido en EEUU le correspondió a  Jonathan Belcher, natural de Boston, el 8 de enero de 1681. Estando en 1704 en Londres, Belcher se afilió a una logia masónica. Ocupando el cargo de gobernador colonial de Massachussetts y New Hampshire.
La masonería en los EEUU ve su difusión  favorecida por las logias militares. Al crearse la Gran Logia en Inglaterra en 1717, se establecieron logias militares que pasaban de un lado a otro con sus  respectivos regimientos. 
Un requisito establecido por la Gran Logia referente a estas logias militares no podían ingresar civiles. Porque el objetivo estaba que los habitantes de estas tierras fueran iniciados en sus propias logias fijas.
Esta claro que esto no fue tenido en cuenta, y muchas logias militares invitaron a los civiles locales a  sumarse a sus filas. 
Una vez que se producía el traslado de los cuadros militares, los ciudadanos locales, mantuvieron la dinámica y continuaron reuniéndose y llegaron a  solicitar a la Gran Logia, poder ser constituidos como una nueva logia afiliada a la misma.
Eran muchas las logias que se encontraban a lo largo de las trece colonias, en 1730 ya había logias en Boston y Filadelfia, en 1733 encontramos logias en Massachussets, Georgia en 1734, Carolina del Sur en 1735, New Hampshire en 1736, Nueva York en 1737 y este fenómeno continuo en la década de 1740.
Visto ese panorama la Gran Logia en 1730 para tales efectos de garantizar su control sobre las mismas, designo un Gran Maestro Provincial, él sería el único autorizado para crear logias locales y ejercer control sobre ellas, le correspondió la jurisdicción de Nueva York, Nueva Jersey y Pensilvania.
Para 1733 se nombró otro Gran Maestro Provincial para Nueva Inglaterra, esa designación recayó en Henry Price -es llamado a veces el «padre de la masonería norteamericana»-[1] y hasta 1773 se designaron Grandes Maestros Provinciales para Virginia, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur.
Por 1734 Benjamín Franklin, que fuera iniciado en la logia St. John de Filadelfia  (1731) –llegando a ocupar el cargo de Gran Maestre durante muchos años-, publica una edición norteamericana de las Constituciones de Anderson de 1723. En 1730 había publicado un artículo en The Pensilvania Gazzete dando daba cuenta de la existencia de logias masónicas en la colonia.
Como decíamos más arriba de las logias militares, la primera logia de esa modalidad y que se tiene noticia, fue creada en 1732 por el 1º Regimiento de Infantería, conocido como los Escoceses Reales. En 1755 las logias ya se habían extendido por el ejército británico llegándose a contar hasta 29 logias.
Aclaremos durante la guerra de la independencia los regimientos británicos disponían de una logia masónica incorporada a ellos, asimismo estaban las logias militares en algunos regimientos del ejército colonial, entre la que se destacaba Logia de la Unión Norteamericana, que se reunía de vez en cuando y, sobre todo, para festejar los días de San Juan. Terminado el conflicto continúo el proceso de instalar logias, pero se llego a un acuerdo, estableciendo como regla que sólo habría una Gran Logia por cada estado y que ninguna podría fundar una logia en un estado o zona donde ya hubiese funcionando una Gran Logia. Principio calificado como “doctrina de jurisdicción exclusiva”.
Las Grandes Logias creadas en las 13 primeras colonias se fundaron en las fechas siguientes:
Virginia, 13-X-1778                    Carolina del Sur, 27-XII-1783
Pennsilvania, 25-IX-1786            Georgia, 25-XII-1786
Nueva Jersey, 18-XII-1786         Maryland, 19-IV-1787
Nueva York, 6-VI-1787              Carolina del Norte, 12-XII-1787
Connecticut, 8-VII-1789             Nueva Hampshire, 8-IV-1789
Rhode Island, 27-VI-179             Massachussetts, 5-III-1792
Vermot, 15-XII-1794

Recordemos una de las dificultades que nos encontramos en estos momentos, no se conserva documentación anterior a 1730, fecha a partir de la cual se comienza a conocer la existencia de logias norteamericanas, muy abundantes ya a mediados del siglo XVIII. En 1733 se creó, en Boston, una primera Gran Logia Provincial, dependiendo de la Gran Logia de Inglaterra, recordemos que en ese año el 16 de diciembre la jornada del té.[2]
Una figura clave en estos momentos es Joseph Warren –un gran cirujano, amigo de Franklin- jefe de la logia de San Andrés. En 1769 fue reconocida como Gran Logia Provincial por parte de la Gran Logia de Escocia.

La participación de la masonería llegó a ser tan decisiva en la independencia de las 13 colonias, las principales figuras del mismo fueron masones, lo mismo que lo fue en casi su totalidad de  los firmantes de la Declaración de Independencia, del 4 de julio de 1776.
Los firmantes en la Declaración de la Independencia de las Trece Colonias Británicas fueron:
1- Colonia de New Hampshire: Josiah Bartlett, William Whipple, Matthew Thornton.

2- Colonia de Massachusetts: John Hancock, Samuel Adams, John Adams, Robert Treat Paine -asistió Massachusetts Gran Logia en 1759-, Elbridge Gerry.
3- Colonia de Rhode Island: Stephen Hopkins, William Ellery.
4- Colonia de Connecticut: Roger Sherman, Samuel Huntington, William Williams, Oliver Wolcott.
5- Colonia de New York: William Floyd, Philip Livingston, Francis Lewis, Lewis Morris.
6- Colonia de New Jersey: Richard Stockton, John Witherspoon -hay evidencia de la membresía masónica-, Francis Hopkinson, John Hart, Abraham Clark.

7- Colonia de Pennsylvania: Robert Morris, Benjamin Rush -hay documentación de la membresía masónica-, Benjamín Franklin, John Morton, George Clymer, James Smith -hay pruebas de que él era un masón-, George Taylor, James Wilson, George Ross.
8- Colonia de Delaware: Caesar Rodney, George Read, Thomas McKean - catalogado como visitante a Perseverancia Lodge en Harrisburg PA-.
9- Colonia de Maryland: Samuel Chase, William Paca, Thomas Stone, Charles Carroll of Carrollton.
10- Colonia de Virginia: George Wythe, Richard Henry Lee, Thomas Jefferson, Benjamin Harrison, Thomas Nelson, Jr., Francis Lightfoot Lee, Carter Braxton.
11- Colonia de North Carolina: William Hooper, Joseph Hewes, John Penn.
12- Colonia de South Carolina: Edward Rutledge, Thomas Heyward, Jr., Thomas Lynch, Jr., Arthur Middleton.
13- Colonia de Georgia: Button Gwinnett, Lyman Hall, George Walton.

Masones firmantes del Acta de Independencia
4 de Julio de 1776
William Ellery
Primera Logia de Boston, 1748
Benjamin Franklin
Gran Maestro de Pennsylvania, 1734
John Hancock
se convirtió en un Mason en Mercaderes Lodge N ° 277 en Quebec, afiliado a Logia de San Andrés en Boston, 1762
Joseph Hewes
Unanimidad Lodge N ° 7, visitó en 1776 y enterrado con honores funerarios masónicos
William Hooper
Miembro de Hanover Lodge en Masonborough, Carolina del Norte
Robert John Penn
hay pruebas de que él era un masón
Richard Stockton
Carta de Maestro de San Juan Lodge en Princeton NJ 1765
George Walton
De Salomón Lodge N ° 1, en Savannah GA
William Whipple
St. John Lodge, Portsmouth NH 1752
56 hombres firmaron la Declaración de Independencia, parece que 9 (16%) eran masones, de 23 las pruebas son dudosas.

Así, nueve de los trece delegados que rubricaron los artículos de la nueva confederación eran masones: Adams, Carroll, Dickinson, Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y Bayard Smith, y masones fueron también los hombres que firmaron la constitución estadounidense: Bedford, Blair, Brearley, Broom, Carroll, Dayton, Dickinson, Franklin, Gilman, King, McHenry, Paterson y Washington.
39 firmas hay en la Constitución de Estados Unidos. De ellas, existen suficientes pruebas de que 13 firmantes eran masones y posiblemente otros 7, pero de los demás firmantes carecemos de testimonios concluyentes sobre su afiliación. Los 13 masones firmantes son: Gunning Bedford jr., de Delaware; John Blair, de Virginia; David Brearely, de New Jersey; Jacob Broom, de Delaware; Daniel Carroll, de Maryland; Honathan Dayton, de Nueva Jersey; John Dickinson, de Delaware; Benjamin Franklin, de Pennsilvania; Nicholas Gilman, de New Hampshire; Rufus King, de Massachussetts; James McHenry, de Maryland; William Paterson, de Nueva Jersey, y George Washington, de Virginia, que ingresó en la masonería el año 1753.


Declaración de Independencia de 4 de julio de 1776.  En el grupo central de la pintura, Thomas Jefferson, el autor principal de la Declaración, deposita el documento ante  John Hancock, presidente del Congreso.  Con él están los demás miembros de la comisión que creó el proyecto: John Adams, Roger Sherman, Robert Livingston, y Benjamin Franklin. Esta  pintura fue encargada por el  Congreso de los EE.UU. a  John Trumbull (1756-1843) en 1817.
De los 56 firmantes de la Declaración de Independencia de 4 de julio de 1776 al menos 9 fueron con seguridad masones: William Ellery, de Rhode Island; Benjamin Franklin, de Pennsilvania; John Hancock, de Massachussets; Joseph Hewes, de Carolina del Norte; William Hooper, de Carolina del Norte; Robert Treat Paine, de Massachussetts; Richard Stockton, de Nueva Jersey; George Walton, de Georgia y William Vhipple, de Nueva Hampshire.

La gran mayoría de los congresistas que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la masonería, lo mismo que prácticamente la totalidad de los altos mandos del ejército republicano que combatió a las tropas realistas de la metrópoli inglesa.


Después de proclamar la Declaración de Independencia, el Congreso Norteamericano reunido en la ciudad de Filadelfia adoptó una resolución encargando a tres destacados y dilectos hermanos masones  John Adams, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson la confección del sello oficial del nuevo Estado. A tal efecto, cada uno de los tres miembros del comité sugirió un diseño para el sello de la Unión.
Por su parte Jefferson propuso una imagen que representase al pueblo de Israel marchando hacia la Tierra Prometida. Franklin proyectó una alegoría en la que aparecía Moisés conduciendo a los israelitas a través del Mar Rojo. John Adams, por su parte, se inclinó por un tema de la mitología griega que representaba a Hércules.
A estas primeras propuestas se les otras hasta que finalmente, fue aprobado el diseño definitivo propuesto por el secretario del Congreso, Charles Thomson, maestro masón de una logia de Filadelfia cuyo V.·. M.·. era el R.·. H.·. Benjamín Franklin.


George Washignton aquí en un lienzo masón en el cual se puede ver con sus joyas masónicas.
Washignton en esta pintura claramente con atuendo masón en una alegoría de la Independencia.

¿Por qué Francia interviene en este asunto de la independencia de las 13 colonias?
Como vimos muchos de los firmantes de la Declaración de Independencia estaban vinculados con las logias. Por otro lado Washignton lidero el ejército confederado contra los ingleses; pero se sabía que no podían hacerles frente a los ingleses sin armas, de ahí el pedido de ayuda a los franceses.
La pregunta es ¿por qué los franceses darían su ayudan a los colonos?
La explicación esta en entender los acontecimientos ocurridos en Europa pero a nivel de entre Inglaterra y Francia pero en clave de la situación de la masonería.
La Gran Logia de Oriente Francesa fue separada de la masonería inglesa por el hecho de  haber hecho cambio en los ritos de iniciación y en el culto al Gran Arquitecto, esto provoca un “cisma”, un quiebre.  Los franceses quedaron aparte, es posible que esto fuera un motivo para apoyar a los colonos en conflicto,  ayudar a aquellos masones que querían ser libres de Inglaterra.

PRESIDENTES
George Washington (1º Presidente)
Thomas Jefferson (3º)
James Madison (4º)
James Monroe (5º)
Andrew Jackson (7º)
James Knox Polk (11º)
James Buchanan (15º)
Andrew Johnson (17º)
James Abraham Garfield (20º)
William McKinley (25º)
Theodore Roosevelt (26º)
William Howard Taft (27º)
Warren Gamaliel Harding (29º)
Franklin Delano Roosevelt (32º)
Henry S. Truman (33º)
Lindon B. Jonson (36º)
Gerald Ford (38º)
George Bush (41º)
Vicepresidentes
Thomar Jefferson, el 2º
George Clinton, el 4º
Elbridge Gerry, el 5º
Richard M. Johnson, el 9º
George M. Dallas, el 11º
William R. King, el 13º
John C. Breckinridge, el 14º
Andrew Johnson, el 16º
Adlai E. Stevenson, el 23º
Garret A. Hobart, el 24º
Theodore Roosevelt, el 25º
Charles W. Fairbanks, el 26º
Thomas R. Marshall, el 28º
Henry A. Wallace, el 33º
Harry S. Truman, el 34º
Hubert H. Humphrey, el 38º




[1] Nació en Londres alrededor del año 1697, y emigró a Norteamérica en 1723. Visitando Londres en 1730, fue incluido en la logia Nº 75 que se reunía en el café del Arco Iris -Rainbow Coffee House-. Murió en mayo de 1780.
[2] Se dice que en ese día, mientras los masones estaban reunidos, supuestamente, en la Taberna del Dragón Verde y las Armas de la Francmasonería, un grupo de indios pieles rojas atacó a tres navíos ingleses arrojando al mar trescientos cuarenta y dos cajones de té. Hay fuertes evidencias de que el conjunto de indios pieles rojas que atacaron a los navíos ingleses cargados de té eran, en realidad, masones disfrazados pertenecientes a la Logia de San Andrés. De hecho, el acta de esa tenida dice claramente que los masones se habían reunido en la taberna a fin de no celebrar la reunión. Nadie vio salir ni entrar a los indios y la policía no encontró indicios de ellos. Este incidente desató la represión inglesa sobre la población de Boston, pero provocó la inmediata solidaridad de las demás colonias.

25 julio 2015

Antenor Dione Dal Monte Ferrari

Antenor Dione Dal Monte Ferrari
29 de mayo de 1912 – 25 de julio de 1988


Empleado en la Compañía de Cajas Registradoras NATIONAL,

Falleció en Montevideo, el 25 de Julio de 1988.


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El Hermano Antenor Dione Dal Monte Ferrari, también conocido como LUMEN, fue un dedicado estudioso del quehacer masónico, autor de una abundantísima bibliografía que él mismo editaba con un considerable esfuerzo económico en su imprenta, ubicada en Eugenio Garzón 1675, donde vivía.

Su iniciación se dio en la Logia Fénix Nº 69, el 17 de Diciembre de 1942, miembro de la Sociedad Teosófica, de la que luego se desvincularía.

Compañero el 18 de Noviembre de 1943, alcanzó el Grado de Maestro el 27 de Octubre de 1944.

Afiliado a la Logia Madre Asilo de la Virtud Nº 1, el 17 de Agosto de 1954, fue Venerable Maestro de la misma en 1960 y 1961, incorporándose a la Logia Sol Oriental Nº 11, el 5 de Octubre de 1975, la que lo declaró Miembro Libre el 24 de Agosto de 1982.

Miembro de Honor de varios Talleres de la Obediencia, fundó el Instituto de Estudios Masónicos en 1975.



Logia Fénix Nº 69
Logia Madre Asilo de la Virtud Nº 1[1]
Logia Sol Oriental Nº 11


Investigador y pensador masónico en constante evolución, buscó la esencia de la Masonería primero a partir de las similitudes con el pensamiento esotérico de las más variadas civilizaciones, para luego concluir que solo puede encontrarse la esencia de la Masonería a partir su vivencia e interiorización.
Habiendo ingresado al Escocismo el 28 de Octubre de 1955, alcanzó el grado 33º el 18 de Setiembre de 1975.

Miembro activo del Supremo Consejo del Grado 33º y último para la República Oriental del Uruguay el 21 de Marzo de 1983, fue declarado Miembro Emérito el 29 de Abril de 1988.[2]

Pocas veces tendremos este privilegio de poder acceder a obras de Hermanos Masones acá están los link:



LA ACCION MASÓNICA
Antenor dal Monte

Siempre que me toca hablar o escribir sobre Masonería me siento en la necesidad moral de 
puntualizar, que no creo que el discurso sea en sí mismo un “trabajo masónico”, lo nuestro es más un asunto de ser, que una cuestión de saber, y como me atrevo a afirmar que todos coincidimos en eso, mi declaración no puede tener otro objeto que dejar totalmente en claro que, aunque por razones de oficio me veo obligado a exponer, no creo que ello agregue nada a mi condición de masón, y que soy de la opinión que el masón lo es por sus actos y no por sus palabras.

Y esto que podría no tener otro valor que el de una opinión personal compartida por muchos, adquiere la trascendencia de una verdadera “marca”, cuando no somos nosotros sino la Masonería Misma la que lo afirma a través de sus rituales.
Así, por ejemplo, en la ceremonia de Iniciación según el ritual inglés (que por sus cuidadas formas, es a mi juicio, irreemplazable para el estudio de nuestros usos, costumbres, y Principios), el VM.·. prologa la comunicación de los Ssecr.·. del Gr.·. con las siguientes palabras:
“Procederé ahora a confiaros los signos de este Grado, o sea, aquellas señales por las que nos reconocemos entre  nosotros y nos distinguimos del resto del mundo. En primer lugar debe decirse para vuestra información general que todas las Escuadras, Líneas y Plomadas son signos verdaderos y propios para reconocer a un masón. En consecuencia, se espera de vos que os mantengáis recto y con los pies formando escuadra, lo cual es emblemático del aplomo y verticalidad de vuestra mente y de la rectitud de vuestros pasos. Es solamente estando en esta posición que podéis recibir los Secretos del Grado...”.
La Masonería debe ser una ciencia aplicada y no un mero romanticismo idealista. ¿Llamamos Ateneos a nuestras Logias? No por cierto, sino Talleres. Además, creo que es importante que los “oradores” nos apresuremos a poner las cosas en su lugar, especialmente cuando hay presente aprendices, a fin de que no haya lugar a engaños sobre la naturaleza de lo que es y lo que decididamente no es “trabajo masónico”. El discurso NO lo es; y la Masonería es un arte práctico.
Pero afirmar una cosa así equivale a plantear algo que puede resultar molesto, porque implica sugerir la existencia de una técnica.

La tecnología contemporánea y la diaria febril actividad del mundo moderno, impiden a los hombres detenerse para pensar. Conocer y estudiar los problemas es crear conciencia sobre la existencia de los mismos y establecer cauces para la obtención de soluciones.
Estamos convencidos de que la Masonería está llamada, por sus métodos de trabajo y por la selección de sus miembros, a ser centro de irradiación en la clarificación de muchas nebulosas que hoy envuelven la vida humana, y también de las futuras conquistas sociales que el mundo ansía y espera obtener...
Aspiramos a un trabajo trascendente, y, como ya lo expresáramos, de gran estilo. Es urgente la creación de pautas para obtener verdades valederas para los futuros años. El aporte de la Masonería no puede ser otro que el de un intenso trabajo constructivo de su pensamiento, una puesta de conciencia sobre el real momento que vive la humanidad, y un gran esfuerzo para unir a todos los masones en la realización de una sociedad más justa, más libre, y más fraterna...
Pienso que esta aspiración, que por otra parte es la misma que aparece en la inquietud de la Cadena Mundial, merece el más caluroso y dinámico apoyo de todos los masones.
También creo que la Masonería está llamada a ser, como en el pasado y “por la selección de sus miembros y su método”, centro de irradiación de aquellos impulsos ideales que son necesarios a las futuras generaciones humanas.
Pero desde que la Masonería tiene su propia y universal Bandera bajo cuyos pliegues caben TODOS los hombres sin ninguna distinción ideológica, a menos que se entre a clasificar las ideas en "buenas” y “malas”, no caben los embanderamientos ni las radicalizaciones excluyentes; y desde que la Masonería es algo más que un taller de lapidado, tampoco cabe limitarla a la sola preparación de hombres.
Si no hay construcción propiamente dicha, no hay Masonería.
Sin embargo, estamos dispuestos a rever nuestra posición, tan pronto como advirtamos o se nos señale siquiera un solo caso de obra masónica cumplida únicamente por alguno de los procedimientos señalados.
Por ahora, y puesto que no conocemos ejemplo de obra masónica triunfante cuyo plan no se haya elaborado en Logia y cuyo prototipo no sea el fruto del trabajo directo de nuestros obreros, sostenemos que la naturaleza y estilo de esa acción masónica que se traduce en Historia, es el indicado.
Sin duda debemos y PODEMOS “abrirnos a la problemática del mundo” para aportar a la solución de la misma “el intenso trabajo constructivo de nuestro pensamiento unificado”, tal como en su momento lo hicieron los masones de ayer. Y tengo para mí que si copiamos su ejemplo, nuestro esfuerzo no será estéril como no lo fue el suyo. Y para terminar. En mi experiencia, el arte de operar sobre lo anecdótico a través de las fuerzas del ánimo, consiste en “ligar” ciertas ideas con los “símbolos” (verdaderos condensadores-llamadores de la energía psíquica arcaica de la humanidad).
Trabajo completo acá.




Libro de Antenor Dal Monte
Publicado en Buenos Aires
La hermandad de los lucíphoros
Fuentes:

24 julio 2015

Mateo Magariño Cervantes

Mateo Magariño Cervantes
5 de enero de 1823 – 24 de julio de 1884
Madrid - Montevideo


Ministro de Estado, Diplomático y Periodista, integrante del Partido Colorado.

Entra en la vida pública como Secretario de la Embajada Especial de su padre que concurrió a Río de Janeiro con motivo de la coronación del Emperador don Pedro II.

En 1841 fue designado como ministro plenipotenciario ante la Corte de Brasil.

Ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1846, donde pasó a desempeñarse como Oficial Mayor.


Editó y dirigió La Opinión Pública en 1846.

En 1853 se recibe como abogado.

En 1854, es nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, cargo al cual renuncia al terminar el año, siendo electo Diputado por Montevideo y más tarde nominado como miembro del Tribunal de Apelaciones.
 
Editó y dirigió El Montevideano en 1854.

En 1865 fue nombrado presidente del Tribunal de Justicia.

Cónsul General y Encargado de Negocios en Francia en 1868, regresó al país en 1872 y en 1876 fue electo Senador por Montevideo, cargo al que renunció poco después para pasar a desempeñarse nuevamente el Ministerio de Relaciones Exteriores.


Representa a la República, como Cónsul de la misma, en Francia en la Conferencia Internacional del Metro, celebrada en París en 1879.

Fue también Ministro de Hacienda y Fiscal de Hacienda en 1881. Sus discrepancias con el presidente Máximo Santos lo alejaron de la función pública.

En todos los puestos que ocupó lo hizo con absoluta libertad de opinión con suma honradez, casi se podría decir que cada vez que ocupaba un puesto jerarquizaba el mismo. Esto queda totalmente confirmado al presentar su renuncia al Tribunal de Apelaciones en el año 1881, se dijo lo siguiente: “Nada perdía el país con su retirada, pero era difícil hallar para remplazarlo, un hombre del talento, de la ilustración y de la representación social del Dr. Magariño”.

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Con la muerte del Dr. Magariño la masonería perdía una figura de altos quilates como Intelectual y como Liberal.

Su actividad masónica se desarrolló como miembro activo de la Logia “Caridad”, siendo iniciado el 7 de febrero de 1859, ese mismo año recibe el Grado 3º de Maestro.

El 25 de febrero de 1866 alcanzó el Grado 33º, además de haber sido miembro activo del Supremo Consejo del Gran Oriente del Uruguay a partir de la misma fecha.[1]




[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1991. Pp. 94-95.