22º Príncipe del Líbano o Caballero Real Hacha
Grado Vigésimo Segundo del Rito Escocés Antiguo
y Aceptado
Cuarto Grado del Consejo de Caballeros Kadosh
Cuarto de los Grados Históricos y Filosóficos
Cuarto de los Grados definidamente Templarios
Cuarto Grado de la Sexta Clase o Serie
Los orígenes del grado:
Ø
Se
remontan al Rito de Perfección, en 25
grados. El Manuscrito Francken lo denomina Caballero del Hacha Real, Gran Patriarca o Príncipe del
Líbano.
Ø
El
ritual original era muy breve, y prácticamente no mencionaba los detalles de la
iniciación. Sin embargo, rápidamente el grado experimentó un gran desarrollo
ritualístico.
Ø
El
grado presenta muchas analogías con el Carbonarismo y con el grado de Leñador,[1] que era
practicado en algunas logias durante el siglo XVIII. Dicho grado, por ejemplo,
era trabajado en 1760 en la Logia de
Mirecourt.
Ø
Se
ha dicho que este grado tiene un “carácter
hermético y oculto”, el cual realmente no se advierte en todos los
rituales.
Ø
Algunos
han especulado con un mensaje oculto en las mismas, pero nadie ha podido
descifrarlo, si es que tal mensaje realmente existe.
“La principal lección se
refiere a la necesidad, el honor y la dignidad del trabajo.
En el
grado de Compañero, ya vimos que el trabajo es el destino del hombre. Vimos que
la habilidad, el talento no son suficientes, sin esfuerzo son de poco provecho.
El corazón puede concebir y la cabeza puede divisar un diseño, un plan. Todo
puede quedar en nada, sería inútil si la mano no está dispuesta a ejecutar el
diseño.
En
este grado se aprende que el trabajo es un DEBER del hombre. Ningún hombre,
capaz de trabajar, debe vivir en este mundo sin producir tanto como él consume,
y si es posible, más de lo que consume para dejar un sobrante que sirva para
los que no pueden trabajar. Es decir, ningún hombre debe vivir en este mundo
sin dejarlo mejor de lo que él lo encontró. Además, es deber de los hombres
estudiar y buscar la instrucción necesaria para superarse y que su trabajo
pueda ser tan provechoso como sea posible.
En la
construcción del Templo del Rey Salomón, muchos obreros carecían de
conocimientos mínimos. No tenían ninguna habilidad que les sirviera para
realizar un trabajo de mayor importancia. Ésos que poseían una moderada
habilidad, podían cortar y pulir las maderas en el bosque o labrar piedras en
las canteras. Los que poseían mayor habilidad eran utilizados como supervisores
del trabajo. Pero solamente UNO en ese gran ejército de obreros, por su
habilidad y conocimientos superiores, fue designado como el principal artífice
de esa estructura magnífica y se convirtió en el compañero de Reyes.
El
hombre que se empeña y busca la excelencia, está destinado a lograr excelencia
y el que se esfuerza con más celo, es el que servirá más a sus semejantes.
En
masonería, los hombres de trabajo son los personajes principales en sus
leyendas. La masonería es un gran taller que intenta lograr buenos frutos para
nuestras generaciones y para el futuro, y donde nosotros veneramos al Gran
Arquitecto del Universo. Conmemoramos la construcción de un Templo.
Utilizamos
las conocidas herramientas de trabajo de los masones; preservamos en bronce y
hierro el nombre de un obrero. Cuando nos reunimos en tenidas oficiales estamos
en el trabajo. El Venerable Maestro es nuestro guía que organiza al Taller y le
da la instrucción apropiada. Todo esto es tan sublime así como es simple. En
realidad, construimos dentro de nosotros mismos, con procesos mentales
creativos, con una estructura espiritual mayor y más monumental que cualquier
trabajo en mármol o en bronce.
Este grado tiene lugar en Líbano. Se refiere a la gran importancia para la
masonería de los Poderosos Cedros del Líbano. La leyenda nos enseña que los
Sidonios fueron empleados en cortar estos árboles para la construcción del Arca
de Noé. Sus descendientes cortaron cedros para el Arca de la Alianza, y los
descendientes de éstos para el Templo del Rey Salomón. Más adelante, Zerubbabel
los empleó para la construcción del Segundo Templo. Formaron Colegios en el
Monte del Líbano y en sus trabajos adoraban al Gran Arquitecto del Universo.
Una secta de Drusos o Teístas, aún reside ahí y conduce ceremonias místicas.
La
acción tiene lugar en el taller de un carpintero en las faldas del Monte del
Líbano. Un Caballero Prusiano llega en busca de obtener el título de Príncipe
de Líbano atenido a su nacimiento noble y su alta jerarquía. Como la Masonería
no reconoce “ni Títulos ni fortunas...” es rechazado y más bien le exigen a que
primero él debe renunciar a su título y rango. De este modo el aprende que debe
lograr su anhelo por mérito propio, a través del trabajo simbolizado por la
sierra, el plano y el hacha.
El
concepto del trabajo es central en toda instrucción y emblemas masónicos. Somos
un Taller de trabajo, usamos mandiles de trabajo, y un Maestro nos supervisa y
traza los planos y diseños que deben servir de modelo para el trabajo. Nuestra
leyenda, utiliza obreros para el trabajo manual y también expertos en las artes
y ciencias y en áreas de instrucción y aprendizaje. Es una verdad muy profunda
del Rito Escocés que esta definición tan amplia de trabajo cubre toda actividad
masónica: mental y física, espiritual y material.
La
energía puede ser física o mental. El plan manifiesto del Gran Arquitecto del
Universo requiere del hombre el uso de sus facultades y habilidades en toda
empresa, para lograr recompensas y la verdadera felicidad a través de una vida
entera de superación y trabajo. Esa superación, ese trabajo requieren energía,
inteligencia y carácter. La energía significa actividad”.[2]
El 22° está estrechamente conectado con el
que le precede.
De hecho, algunos Rituales remontan el
origen mitológico de este grado a Noé e indican que representa “el acrecentamiento de los conocimientos y el
poder de los Noaquitas”.
Y también presenta elementos del Marinero
del Arco Real, del Rito York.
Si bien siempre fue un grado muy poco
practicado, en la actualidad algunos Consejos comienzan a otorgarle mayor
importancia.
Algunos Rituales dicen que el 22° “cierra la primera serie filosófica” y,
de hecho, a partir del 23° se produce un cambio en la orientación de los
grados.
Según D. Ligou este es un grado “hermético y oculto”, aunque tal condición
se revela sólo en algunos de sus aspectos.
El 22° presenta analogías con el Aprendiz
(1°), el Compañero (2°), el Intendente de Edificios (8°), y el Gran Maestro
Arquitecto (12°).
En todos ellos, la temática del Trabajo
ocupa un lugar fundamental en el Ritual y la filosofía del grado.
De todas formas, se supone que en el 22° la
noción de Trabajo se sublima y, finalmente, refiere explícitamente a la “Gran Obra” alquímica.
Los objetivos
exotéricos del grado son:
Ø Valorar la dignidad y la importancia del trabajo.
Ø Fomentar el empleo y la industria.
Ø Exaltar el reconocimiento social de la condición
de trabajador.
Ø Permitir que todos los trabajadores tengan acceso
a la educación.
Ø Comprender, desde un punto de vista exotérico, el
valor de la profesión de Leñador.
Ø Trabajar por la igualdad de derechos y de
bienestar para todas las “clases”
sociales.
Los
objetivos esotéricos del grado son:
Ø
Profundizar
el significado esotérico del trabajo.
Ø
Permitir la
libre expresión de la creatividad del ser.
Ø
Comprender
los aspectos esotéricos de la profesión y la actividad del leñador.
Ø
Estudiar la
Cábala, la Alquimia, la “Filosofía del fuego”.
Ø Estudiar los aspectos esotéricos de las doctrinas
de fenicios, etruscos y drusos.
Ø Recuperar para este grado la simbología artúrica.
Entre los
símbolos principales de este grado se encuentran:
Ø El hacha.
Ø Los instrumentos del leñador en general (la
sierra, etc.) Habitualmente, se consignan como herramientas del grado: la
sierra, el plano y el hacha filosa. Habitualmente, se consignan como
herramientas del grado: la sierra: La sierra prolonga la mano del
hombre, expande su fuerza, es la herramienta con la que se
consigue transformar lo externo; el plano: quita la corteza, la “máscara” del árbol. Quitar la corteza
es análogo a tallar la piedra bruta, a limar sus asperezas y el hacha filosa: el instrumento
que “parece hacer algo malo, pero en realidad
hace algo bueno”.
Ø Los cedros del Líbano.
Ø El rodrigón. Se define como “la vara que se clava al pie
de una planta para sujetarla”. El Ritual compara al Candidato con la planta
y al Maestro con el rodrigón, que sostiene y sujeta al Candidato hasta que este
alcanza su independencia material e intelectual.
Ø
El color
púrpura. Es la
segunda vez que aparece como un color fundamental del Rito. La anterior fue en el grado 14°: Gran Elegido,
Perfecto y Sublime Masón, el grado que corona la Logia de
Perfección. Esto otorga al Príncipe del Líbano un
rango que debería ser ciertamente elevado dentro del Rito. Recordemos que el púrpura resulta de una mezcla entre
el azul (los grados Simbólicos, el trabajo manual) y el rojo (los grados
Escoceses, el trabajo intelectual o filosófico). Y
todo eso se hace patente en los colores de las dos Cámaras que conforman el
Templo de este grado.
Ø
El arco iris.
Ø
La Mesa
Redonda. Exotéricamente,
es un símbolo de igualdad. Esotéricamente, es la egrégora de los Iniciados que,
libres e iguales, son la representación viviente del Círculo, del Ouroboros.
Ø
La serpiente
de tres cabezas. Este
ser mitológico era unos de los tantos monstruos que poblaban el inframundo de
la mitología etrusca. Podemos pensarla como una especie de diosa triple del
inframundo, una especie de Diana de tres cabezas.
El
Templo:
Tiene dos
Cámaras:
Ø la Primera Cámara se denomina “El
Taller del Monte Líbano”: Está decorado de azul, es de pequeñas dimensiones
y lo iluminan once luces. Algunos Rituales dicen que esta Cámara representa “la
Oficina de un carpintero en el Monte
Líbano”.
El Taller
del Monte Líbano está lleno de ramas y fragmentos de corteza de árbol,
supuestamente traídos del bosque.
La Mesa del
Maestro se denomina “tronco grueso de cedro”, los miembros se sientan
sobre “haces” y tienen frente a sí “troncos” (mesitas pequeñas).
Ø la Segunda es “El Consejo de la
Meda Redonda”.
Como puede
apreciarse, esta segunda Cámara, mencionada en todos los Rituales, introduce en
el grado la influencia artúrica, que ya había aparecido en el grado 14°, con el
personaje de Galaad.
Asimismo,
esto implica una cierta heterogeneidad, pues parece que más que de uno solo, se
trata de dos grados diferentes que se han fusionado.
Estará
iluminado por 36 luces, dispuestas simétricamente.
Al
respecto, véase lo que dice Umberto Eco acerca del número 36, en “El Péndulo
de Foucault”.
Otros
Rituales dicen que las 36 luces se distribuyen en 6 grupos de 6, y cada uno de
estos, en 3 grupos de 2.
Los
Rituales han pasado por alto el origen artúrico del nombre de esta Cámara, y
han incorporado poco del simbolismo de esa tradición, lo cual es, realmente,
algo para lamentarse.
[1]Cuando menos desde un punto de vista iniciático, es cierto que los
carbonarios provienen de los leñadores, porque es evidente que primero se hacha
la leña en los bosques antes de fabricar carbón con aquella. Sabemos muy poco
de estos lignarii (cortadores de madera), hacheros, desmontadores, “cuereadores” y trabajadores diversos de
la madera, pero lo cierto es que la actividad misma del leñador posee un
componente iniciático.
Durante las turbulencias que estallaron en
Escocia en el tiempo de la reina Isabelle, mucha gente buscó en los bosques un
refugio contra la tiranía. Formaron grupos ocupados en fabricar carbón de
madera y en conspirar políticamente.
Habitaban en el bosque en cabañas de forma
alargada y se gobernaban por una especie de triunvirato en funciones por tres
años, que presidía sobre tres asambleas o logias:
una legislativa, otra administrativa y otra judicial. Esta última se denominaba
Alta Venta; las ventas estaban divididas en barracas.
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