Claves para entender a los Maestros

28 julio 2020

Iglesia / Masonería

CARTA ENCÍCLICA

NON ABBIAMO BISOGNO
DEL SUMO PONTÍFICE
PÍO XI

ACERCA DEL FASCISMO Y LA ACCIÓN CATÓLICA

A LOS VENERABLES HERMANOS PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS DEMÁS ORDINARIOS EN PAZ Y COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA

 

Venerables hermanos: salud y bendición apostólica

1. No tenemos necesidad de anunciaros, venerables hermanos, de los acontecimientos que en estos últimos tiempos se han desarrollado en esta ciudad de Roma, Nuestra Sede Episcopal, y en toda Italia, es decir, precisamente en Nuestra circunscripción primacial; acontecimientos que han tenido tan larga y profunda repercusión en el mundo entero y más particularmente en todas y en cada una de las diócesis de Italia y del mundo católico. Se resumen en estas breves y tristes palabras: Se ha intentado herir de muerte todo lo que era y lo que será siempre lo más querido por Nuestro corazón de Padre y Pastor de almas... y Nos podemos y debemos incluso añadir: «y aún me ofende el modo»

En presencia y bajo la presión de estos acontecimientos hemos sentido Nosotros la necesidad y el deber de dirigirnos a vosotros, y por decirlo así, llegar en espíritu a cada uno de vosotros, venerables hermanos, en primer lugar, para cumplir un grave y urgente deber de reconocimiento fraternal; en segundo lugar, para satisfacer un deber, no menos grave y no menos urgente, de defender la verdad y la justicia en una materia que, como se refiere a los intereses y a los derechos vitales de la Iglesia, os interesa también a todos y cada uno de vosotros en particular en todas las partes en que el Espíritu Santo os ha colocado para gobernarla en unión con Nosotros; en tercer lugar, Nos queremos exponeros las conclusiones y reflexiones que los acontecimientos parecen imponer; en cuarto lugar, confiaros Nuestras preocupaciones para el porvenir; y, finalmente, os invitaremos a compartir Nuestras esperanzas y a rogar con Nos y con el mundo católico por su realización.

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14. No queremos omitir esta otra garantía de la religiosidad apolítica de la Acción Católica, religiosidad bien conocida de vosotros, venerables hermanos, Obispos de Italia: la garantía consiste y consistirá siempre en la absoluta dependencia de la Acción Católica del Episcopado, al cual pertenece siempre la elección de sacerdotes asistentes y el nombramiento de los Presidentes de las Juntas diocesanas; de donde claramente se deduce que al poner en vuestras manos y al recomendaros las Asociaciones indicadas, Nos no hemos ordenado ni dispuesto nada nuevo substancialmente. Después de la disolución y desaparición del Partido Popular, los que pertenecían ya a la Acción Católica, continuarían perteneciendo a ella, sometiéndose con perfecta disciplina a su ley fundamental, es decir, absteniéndose de toda actividad política; y esto es lo que hicieron también los que entonces solicitaron su admisión.

¿Con qué justicia y con qué caridad hubiéramos podido excluirlos, ya que se presentaban con las cualidades referidas, sometiéndose voluntariamente a esta ley de apoliticidad? El régimen y el partido, que parecen atribuir una fuerza tan temible y tan temida a los miembros del Partido Popular en el terreno político, deberían mostrarse agradecidos a la Acción Católica, que ha sabido retirarlos de este terreno y los ha obligado a prometer no ejercitar ninguna actividad política, sino exclusivamente una actividad religiosa.

Nosotros, por el contrario, Nosotros, la Iglesia, la religión, los fieles católicos (y no solamente el Romano Pontífice), no podemos estar agradecidos a quien después de haber disuelto el socialismo y la masonería, nuestros enemigos declarados (pero no sólo de Nosotros), les ha abierto una amplia entrada, como todo el mundo lo ve y lo deplora, y ha permitido que lleguen a ser tanto más fuertes y peligrosos cuanto más disimulados y más favorecidos por el nuevo uniforme.

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32. Nos creemos, por otra parte, que hemos hecho una obra útil a la vez al partido mismo y al régimen. ¿Qué interés puede tener, en efecto, el partido en un país católico como Italia en mantener en su programa ideas, máximas y prácticas inconciliables con la conciencia católica? La conciencia de los pueblos, como la de los individuos, acaba siempre por volver a sí misma y buscar las vías perdidas de vista y abandonadas por un tiempo más o menos largo.

Y que no se diga que Italia es católica, pero anticlerical, aunque lo entendemos solamente en una medida digna de particular atención. Vosotros, venerables hermanos, que vivís en las grandes y pequeñas diócesis de Italia en contacto continuo con las buenas poblaciones de todo el país, sabéis y veis todos los días de qué manera son, si no se las engaña y no se las extravía, y cuán lejos están de todo anticlericalismo. Todo el que conoce un poco íntimamente la historia de la Nación sabe que el anticlericalismo ha tenido en Italia la importancia y la fuerza que le confirieron la masonería y el liberalismo que la gobernaban. En nuestros días, por lo demás, el entusiasmo unánime que unió y transportó de alegría a todo el país hasta un extremo jamás conocido en los días de los convenios de Letrán, no hubiera dejado al anticlericalismo medios de levantar la cabeza, si al día siguiente de estos convenios no se le hubiera evocado y alentado. En los últimos acontecimientos, disposiciones y órdenes se le ha hecho entrar en acción y se le ha hecho cesar, como todos han podido ver y comprobar. Y sin duda alguna hubiera bastado y bastaría siempre para conservarle la centésima o la milésima parte de las medidas aplicadas a la Acción Católica y coronadas recientemente de la manera que todo el mundo sabe.

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Roma, en el Vaticano, en la solemnidad de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, 29 de junio de 1931.

 

PÍO PP. XI

http://www.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19310629_non-abbiamo-bisogno.html


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