Solsticio y esoterismo
V.H. José Félix Alonso Mtz. De Luco, M.M.I.
20 de junio 2024
Gran Logia de España
No resulta sencillo abordar un tema de
semejante calibre esotérico y profundidad mistérica en un espacio tan reducido
como en el que se dispone para un breve artículo. Por lo tanto, nos
conformaremos con esbozar unas pequeñas pinceladas sobre tan apasionante
cuestión, que daría incluso para la escritura de varios volúmenes.
Existen diversos símbolos que adornan las
Logias masónicas. Hay dos que disponen de un lugar privilegiado. Se encuentran
en el Oriente (el lugar preeminente en las mismas), y son familiares para
cualquiera que los vea. Se trata del Sol y la Luna.
Entre otros significados que se les puede dar
están, sin duda, los de la representación del día y la noche, y los de los solsticios
de invierno y verano. Así, ellos mismos transmiten la idea de dualidad de la
misma manera que el Dios Jano lo hace. Éste, con un rostro mirando a cada lado,
representa, a su vez, la totalización, el pasado y el futuro (al igual que el
águila bicéfala que encontramos como símbolo en el Supremo Consejo del Grado
33). Representa también la unión de los poderes, el sacerdotal y el real. Es el
Dios de la Iniciación y da nombre al mes de enero, presidiendo los “Collegia
Fabrorum” entre los que se enraiza la Masonería.
Esas dos puertas de las que acabamos de hablar
se identifican a su vez con Cáncer y Capricornio, que se refieren a las de los
hombres y a las de los dioses, a la manifestación individual en la vida, la
primera, y a la salida del estado humano al ascender a un estado superior
(divinización), la segunda. En todo ello vemos la clara correspondencia de Jano
con los dos Juanes del cristianismo (Bautista y Evangelista) a quienes se consagran
los dos solsticios. Me permito hacer notar la extraordinaria y creo más
que evidente similitud entre ambos nombres. Se podría también señalar una
coincidencia de gran importancia esotérica, y es que, así como tres días
después del solsticio de invierno nos encontramos con “el Sol Invictus”
(nacimiento de Mithra y Cristo), tres días después del solsticio de verano nos
encontraremos con el día de San Juan Bautista.
Etimológicamente, el término solsticio
proviene de la expresión “sol state” debido a que, en ambos momentos, tanto en
el invernal como en el estival, se produce una aparente detención de nuestro
Astro, lo que se corresponde con los puntos en los que éste llega a la máxima
declinación septentrional y meridional.
En este aspecto nos percataremos, sin duda, de
que se acabaría por generar un triángulo que también está representado en
nuestras Logias: Oriente, Norte y Sur.
En este apartado, conviene recordar que las
Logias Masónicas son, en sí mismas, una representación doble, ya que simbolizan
tanto el Microcosmos como el Macrocosmos y, por ende, engarzan
ritualísticamente con los movimientos Cósmicos y Universales.
El de verano (cuando el Sol alcanza su punto
más alto en Cáncer) abre la fase descendente hasta una nueva detención que
cierra el ciclo. Es el “fondo de las aguas”, allí donde se genera y mantiene la
energía que dará al final la gloriosa manifestación vital, el medio
embriogénico de las semillas del mundo manifestado. Es también el período del
“Huevo del mundo o Huevo primordial”.
De esta forma la naturaleza y el propio Cosmos
parecen querer hacernos partícipes de sus Misterios indicándonos el ritual a
seguir. Unas épocas donde lo Sagrado irrumpe en lo profano, donde la separación
ilusoria entre la Tierra y el Cielo desaparece y su reunión se produce.
Representan, de nuevo, el drama entre la muerte y la resurrección.
En la simbología masónica estos dos eventos se
simbolizan con un círculo y dos tangentes verticales y paralelas. Dichas rectas
recuerdan a las dos columnas del Templo (una de las cuales rememora los doce
trabajos de Hércules y por tanto los pasos zodiacales), a su vez relacionadas con
las del árbol sefirótico.
Entre los días 21 y 22 de junio, la naturaleza
nos recuerda que no somos más que hombres que deben esforzarse por alcanzar su
meta definitiva, la consecución de una consciencia más elevada que lleve a su
alma individual al acercamiento y ulterior unión con la Divinidad.
Recordemos, entonces, las palabras de Juan
Bautista nacido según el mito en el solsticio estival, cuando, hablando sobre
Cristo nacido en el solsticio de invierno, manifiesta: “Él, conviene que
crezca, y yo que disminuya”.
¡FELIZ SOLSTICIO A TOD@S!
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