Los Miembros de la Logia
Si bien todos los masones integran la hermandad, estoy van
desempeñando diferentes cargos dentro de la logia en los momentos que se
realizan las tenidas. “En el manual de
instrucción del primer grado, y a modo de preguntas y respuestas, leemos lo
siguiente:
P. ¿Dónde habéis sido
recibido masón?
R. En una Logia justa
y perfecta.
P. ¿Qué hace falta
para que una Logia sea justa y perfecta?
R. Tres la dirigen,
cinco la iluminan y siete la hacen justa y perfecta.
Disposición de las
autoridades.
Dentro de a cábala, el
esquema es el árbol de la vida.
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Los tres son el Venerable
Maestro, y el Primero y el Segundo Vigilante, los cuales están vinculados con
los tres puntos cardinales diurnos del Sol, y con los tres pilares de la
Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Estos oficiales representan el espíritu
director de la Logia, entre otras razones porque a ellos les corresponden la
escuadra, el nivel y la perpendicular, es decir, las tres herramientas
fundamentales en toda construcción, y muy especialmente de la construcción de
nuestro templo espiritual. Si a estas “tres luces”, como también se las
denomina, añadimos el orador y el Secretario (representantes respectivos de la
Ley o Tradición masónica, y de la Memoria de la Logia), aparecen entonces las
“cinco luces”, las que constituyen, gracias a las propiedades simbólicas del
número cinco, el alma o principio dinámico generador que propicia que la Logia
quede iluminada interiormente. Los dos restantes son el Experto y el Maestro de
Ceremonias, encargados de asistir al Venerable en los ritos de la apertura y
clausura de los trabajos, además de cumplir el papel de “guías” de los
candidatos a la iniciación y en la “elevación” y “exaltación” al segundo y
tercer grado, respectivamente. Estos siete oficiales “cubren” los puestos y
funciones más importantes e imprescindibles para que la Logia sea
verdaderamente “justa y perfecta”, indicando con ello la idea de acabamiento de
la Gran obra que precisamente el número siete simboliza. Recordemos que siete
fueron los días que el Sumo Arquitecto empleó para crear el mundo, siete son
los días de la semana, siete son las sefiroth de construcción cósmica, siete
son los planetas y los metales alquímicos a ellos asociados, siete son los
colores del arco iris (incluyendo el blanco en tanto origen de los seis), siete
son las notas musicales, y siete, en fin, es el centro de la cruz
tridimensional que determina las seis direcciones del espacio.
Asimismo (al menos
virtualmente), una Logia también puede ser “justa y perfecta” si de esos siete
hermanos, tres como mínimo poseen el grado de maestro, dos el grado de
compañero y dos más el grado de aprendiz, abarcando de esta manera la totalidad
de la jerarquía iniciática. Según esto, podríamos entonces asignar el espíritu
de la Logia al maestro, el alma de la misma al compañero y el cuerpo al
aprendiz, con lo cual se establece una tríada cosmológica análoga a los tres
planos o niveles (celeste, intermediario y terrestre) de la manifestación
universal. De ahí, pues, que no resulte extraño que se necesite del concurso de
siete hermanos como mínimo para que los trabajos sean también, al igual que la
Logia donde éstos se cumplen, “justos y perfectos”, y para que sea posible la
transmisión regular de la influencia espiritual del Gran Arquitecto.
De otro lado, se ha
comparado a las “siete luces” masónicas con las siete estrellas de la Osa
Mayor, las que, según diversas tradiciones, simbolizan a otros tantos
personajes míticos que asumen la función de transmitir la sabiduría perenne de
un ciclo de la humanidad a otro, o de una época histórica a otra, asegurando
así la permanencia y continuidad del Conocimiento metafísico y sus diversas
aplicaciones cosmológicas, y con él el de la propia tradición primordial de los
orígenes, depositaria de dicho Conocimiento. Estos seres míticos y celestes son
los siete Rishi de la tradición hindú, cuya réplica terrestre la encontramos,
por ejemplo, en los siete sabios de Grecia o en los siete reyes legendarios de
la antigua Roma, e incluso, por qué no, en los siete masones de la Logia “justa
y perfecta”. Y así como las siete estrellas de la Osa Mayor giran en torno a la
Polar —que es el centro de nuestro universo y, por consiguiente, el símbolo de
la Gran Unidad— de manera semejante los masones realizamos nuestros trabajos en
el Nombre y a la Gloria del Gran Arquitecto, uno de cuyos símbolos más
representativos es precisamente la letra “G” o la iod hebraica inscrita en el
centro de la estrella pentagramática, figurada, a su vez, en el techo (cielo)
de la Logia, estrella que los masones operativos asimilaban a la propia
estrella Polar.
En la simbólica de los
“operativos” de la letra “G” pende una plomada que desciende en vertical hasta
el centro mismo del suelo de la Logia, uniendo así el polo celeste al polo
terrestre, el cielo a la tierra, o si se prefiere, la Logia de lo Alto a la
Logia de Abajo, siendo ésta un reflejo de aquélla. La presencia central de
dicha plomada, además de establecer un eje ordenador en el espacio de la Logia,
también crea una perspectiva de movimiento y rotación alrededor de ese eje,
pues, al fin y al cabo, ¿no es nuestro Templo una imagen simbólica del cosmos,
y por lo tanto, de la Rueda del Mundo o Rata Mundi?”[1]
El Venerable Maestro representa las
luces de Orador y el Secretario representa las luces de la
logia. Son los maestros que ostentan la mayor responsabilidad respecto a la
organización y funcionamiento del taller.
El Primer Vigilante su función en logia
es asegurarse de que los obreros reciban su salario, es decir, que estén
contentos y satisfechos; además de ayudar al Venerable Maestro de abrir y cerrar los trabajos.
El Segundo Vigilante forma a los
aprendices y el Primer Vigilante a los compañeros. Los vigilantes son
iniciadores. Ese es el aspecto esencial de su función. El Segundo Vigilante
prepara a los aprendices para el trabajo de compañero y el Primer Vigilante
prepara a los compañeros para las responsabilidades de la maestría.
El Experto está encargado muy
específicamente de todo el aspecto ritual de los trabajos. Es el custodio del
ritual y dirige las ceremonias. Su lugar está en la columna del Mediodía,
cerca del Tesorero y del Orador.
El Guardatemplo encargado de
cerciorarse de la seguridad del Templo se llama, por consiguiente, en Francés “cubridor”
(en español guardatemplo). Es identificado a veces con el Tejador. En los
ritos anglosajones, Emulación y York, hay un guardatemplo interior y un
guardatemplo exterior o tejador que, armado con una espada, aparta a los
intrusos y a los profanos y prepara a los candidatos. El guardatemplo se sienta
al Occidente, al lado del segundo vigilante. Se asegura que el Templo esté bien
cubierto, informa de ello al segundo vigilante, quien a su vez informa al
primero, el cual informa al Venerable. El guardatemplo informa también acerca
de la presencia de visitantes en pasos perdidos.
El Orador es el guardián de la ley y de
la tradición masónica recogidas en los reglamentos generales y particulares y
es el único que puede oponerse, eventualmente, a cualquier decisión
antirreglamentaria del Venerable Maestro,
debiendo dar o negar su aprobación a los trabajos realizados en la logia.
El Secretario es la memoria del taller,
debiendo recoger y conservar en actas todo aquello relevante que sea dicho o
hecho en él durante las sesiones.
El Tesorero tiene un doble aspecto; por un lado el simbólico
dentro de la organización y por otro su calidad de soporte para el trabajo
interior de quien la ejerce. Y un tercero es su cometido administrativo como
encargado de la tesorería de la logia: cobro de las cuotas, derechos por
aumento de salario, pagos reglamentarios, provisión de los fondos para su
funcionamiento.
El Hospitalario
también
llamado o denominado El Limosnero, es
el oficial de la logia responsable de todas las acciones de beneficencia y
socorro. Por ello, recoge y administra los recursos destinados a dichas
funciones (independientemente de los que administra el Tesorero). Estos fondos
solo pueden utilizarse para cosas de alivio y socorro de algún necesitado. Cuida
de enaltecer el ideal filantrópico de taller con su gestión, la cual desarrolla
con el apoyo de la Comisión de
Beneficencia, a la que preside y con la que elabora proyectos que
posteriormente somete a la aprobación de la logia, sin que pueda el Venerable dejar bajo mallete estas
decisiones. El Hospitalario
representa el Principio y el Objeto de la fraternidad de la Orden,
por lo que deberá obrar con su conducta, pensamientos y palabras, con arreglo
al Sacerdocio Fraternal que
desarrolla y contribuir con su ejemplo y enseñanzas a la instrucción de los
hermanos en los principios de amor y fraternidad. Para el hermano necesitado,
el Hospitalario debe ser el hombre
humanitario que sufre con él, que le escucha, consuela y visita frecuentemente;
y si llegara al caso, estar con el hermano que muere, ayudándole a hacerlo en
paz. Para el extranjero o hermanos visitantes debe de cuidar en todas sus
necesidades (facilitándoles alojamiento, información sobre lugares de su
interés, etc...) recibiéndolos a su llegada y despidiéndoles a su partida. Se
encarga también de dirigir y presidir los honores rendidos a la memoria de los
hermanos que han fallecido. Deberá informar al Venerable de manera periódica sobre los movimientos de su caja y
estado en que se encuentre. Cuando el hermano Hospitalario cesa en su cargo, el Arquitecto revisor, una vez aprobado el balance presentado por la Comisión de Beneficencia, cierra los
libros por medio de un decreto estampado sobre el Libro de caja (dándole un
duplicado al Hospitalario saliente)
de manera que se pueda evitar que otros hermanos conozcan a las personas
socorridas. En las tenidas el Hospitalario
se sienta a la derecha del Secretario,
encabezando la Columna del Sur. Su joya es una bolsa de limosnas (generalmente
con un corazón grabado en el centro). También hay que precisar que en algunas
logias se usa un cáliz.
El Maestro de Ceremonias es el oficial
que se ocupa esencialmente de que todo en la logia, objetos y demás cosas del
ritual, estén en orden. También se le
encomienda la función de preceder y guiar a todos los hermanos en su entrada y
salida del templo. Otra función es la de emisario. Así se ve cuando él mismo
circula el Saco de Proposiciones en
que los hermanos depositan sus trazados y propuestas –trabajo de investigación,
sus estudios y sus reflexiones- escritos que son trasladados hasta Oriente. Es
el único que tiene permitido poder salir de la logia una vez comenzados los
trabajos. Junto con el Guardatemplo,
morador o guardián del umbral, por ello, además de las vara, el Maestro de Ceremonias lleva una o dos
espadas cruzadas. Su misión es unir los dos mundos conduciendo a los hermanos
desde pasos perdidos hasta el recinto
donde se va a producir el rito.
El Maestro
de Banquetes en primer lugar, es el Experto
de los trabajos de mesa (las tenidas de masticación). Le corresponde velar por
que los rituales de mesa se desarrollen adecuadamente.
En el rito Emulación el
banquete siempre es ritual. Se comienza con la “acción de gracias” recitada por el Capellán y la comida es pautada por una serie de brindis. En los ritos francés y escocés
se practica el “banquete de orden”,
estrictamente reservado para los hermanos. La mesa está dispuesta en forma de
arco circular y está prohibido hablar en voz alta y fumar.
No existe límite respecto al número de hermanos que pueden
integrar una logia, pero su dimensión estará siempre en función de la
organización del trabajo que se adopte. Todos los maestros y compañeros deben
poder participar regularmente en los trabajos, aportando sus planchas de arquitectura a petición del Primer Vigilante o de Venerable Maestro. Los aprendices deben guardar silencio
durante el tiempo que permanezcan en el primer grado de su iniciación. No
hablan ni leen trabajos en logia, salvo que, excepcionalmente, se lo solicite
el Venerable Maestro. El Segundo Vigilante tiene a su cargo la
formación de los aprendices y puede solicitarles que compongan planchas para
comprobar su avance, pero se tratará siempre de una tutoría previa a la
presentación final por el aprendiz de
la plancha-examen que habrá de realizar para que los maestros le aumenten su salario, pudiendo así ser
iniciado en el segundo grado por el Venerable
Maestro del taller.
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