Claves para entender a los Maestros

20 septiembre 2018

DIA LIBREPENSADOR


DÍA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE PENSAMIENTO
SE DECLARA EL 20 DE SETIEMBRE DE CADA AÑO
Ley 17.778

Garibaldi fue un típico hombre del siglo XIX, repre­senta con coraje y generosidad las tensiones de su tiempo: el arrebato por la libertad, la lucha en favor de los países más débiles, la solidaridad con los postergados.

Contribuyó a forjar parte de la conciencia nacional con su enorme aporte durante la Guerra Grande. Luchador incan­sable por la libertad, le trajo a defender Montevideo y su salida al mar, en momento en que la uruguayidad se estaba forjando como expresión de esos ideales que Garibaldi personificaba, más allá de sus contradicciones:

la libertad de conciencia, la igualdad social, la solidaridad y el laicismo.

Persuadidos de que es deber de todo hombre libre combatir por la libertad donde quiera que asome la tiranía, sin distinción de tierras ni de pueblos, porque la libertad es el patrimonio de la humanidad, no han seguido sino la voz de su conciencia al ir a pedir un arma a los hijos de esta tierra para dividir con ella los peligros que la amenazan”.[1]

El papel que cumplió Garibaldi en la Unidad Italiana, lo lleva a ser una de las personas más queridas por estos lares.

La figura de Garibaldi era recordada todos los años, proponiendo grandes manifestaciones y festejos en conmemo­ración del 20 de setiembre de 1870:

...Garibaldi, el cruzado de la libertad en ambos continentes, caudillo sin sombra del más abnegado patriotismo, dictador de la Italia Meridional, brazo y acción del partido unitario proclamado por las multitudes y adorado por el ejército, y que renun­cia sin embargo a los ideales republicanos que lo destina­ban a las mayores alturas de los sucesos, para poner sus fuerzas al servicio del que llama jefe del reino futuro y titula así el primer parlamento general de Turín el año de 1861”.[2]

Fue uno de los héroes que provocaron la caída de Roma:

...día en que cayeron definitivamente del trono romano los jefes de la iglesia temporal; de festejar el aniversario de la total redención y unidad política de una nacionalidad despedazada, Italia ...la memoria augusta de José Garibal­di, el sencillo héroe republicano, el grande y noble cam­peón de todas las santas causas en este siglo de general descreimiento, ligado a la libertad de su patria por acon­tecimientos trascendentales e imperecederos, ligado a nuestra libertad por los azares gloriosos del sitio de Montevideo, relacionado con la libertad universal por los ideales comunes a las agrupaciones contemporáneas.

Garibaldi ha sido la personificación más selecta, que ha podido concebir nuestra edad, de los principios de la democracia; él, puede decirse, era el mismo principio liberal en acción; el apóstol de una religión nueva, de la cual se constituyó en cruzado, derramando su sangre por el espacio de dos continentes, hasta que la vejez, obligándole al descanso que un día solicitan las almas más generosas, lo hizo buscar el refugio de una isla apartada donde murió...”.[3]


Tanto Florencio Aragón y Etchart como Julio María Sosa en setiembre de 1900 responderán al diario El País[4] que atacaba el entusiasmo ante el levantamiento de una estatua de Garibaldi.

En Colonia.
Julio María Sosa defenderá a Garibaldi en contraposi­ción a la actitud del partido de Oribe:

Salvo honrosísimas excepciones, los nacionalistas brillaron por su ausencia en la manifestación popular que, en homenaje a la memoria del general Garibaldi, realizóse el viernes. Era de esperarse, sin embargo, que esa abstención se produjera, si se tiene en cuenta las opiniones vertidas por “El País” en un artí­culo que sólo se distingue por su fraseismo rimbombante y por el sello partidario que convierte cada uno de sus párrafos en un desahogo de rabias importantes contra un héroe que no pertenece a su leyenda histórica y que, por el contrario, es símbolo de glorias perdurables para los herederos de los ideales de la libertad que irradiaron la luz de nuevas auroras desde lo alto de las almenas improvi­sadas de la Nueva Troya Americana.


En Montevideo.

...La libertad no necesita intérpretes: habla al alma más que a la inteligencia. Y Garibaldi, que era todo cora­zón, todo sinceridad, todo entusiasmo altruista y desinteresado, llevaba en sí mismo la integración de la libertad, que era su culto en todas partes. … Vino a Montevideo, sabiendo que aquí peligraba la libertad y que del otro lado del Plata la tiranía preparaba el malón defi­nitivo sobre nuestro país y sobre nuestra independencia. …. “Yo no daría mi título de legionario ni por todo el oro del mundo”, exclamaba Garibaldi pocas horas después del triunfo en San Antonio. Es que sabía que las glorias de la Defensa eran las glorias de la libertad; es que profetizaba sus triunfos posteriores usando la misma camiseta roja con que aprendió a ser héroe en la escuela popular de la Defensa”.[5]

En Salto.

Sin duda esa gesta del 20 de setiembre, marca un mojón dentro de la masonería, y es una impronta que en el Uruguay laicista esta presente y es recordada con diferentes actos.


Monumento en la ciudad de Dolores-Soriano














[1] Traversoni, Alfredo- Entre el liberalismo y el nacionalismo. En Revista Reflexiones del batllismo. Nº 5. pág. 12.
[2] 20 de setiembre. El Día. Setiembre, 19 de 1891.
[3] La manifestación de mañana. El Día. Setiembre, 24 de 1892.
[4] No se debe de confundir el nombre de El País, con el actual diario, ya que a lo largo del siglo pasado varios fueron los órganos de prensa denominados de esa manera.
[5] La apoteosis a Garibaldi y el Partido Nacional. El Día. Setiembre, 24 de 1900.

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