La verdadera historia del
«descubrimiento de América»
por José Antonio Hurtado
Boletín TEMPLE N° 36 . /Año 884 E.T.
Su relación con la Orden del Temple y su ideal de perfecto caballero,
que se ajusta extraordinariamente bien a aquellos cuya regla dio San Bernardo,
es algo estudiado por varios tratadistas.
Sin embargo, ha sido mucho menos comprendida y analizada la
descripción de la navegación medieval que realiza en una de sus obras y que se
ajusta perfectamente con la que siguió Colón en su primer viaje al Caribe
(demostrado en la conferencia de Oropesa).
Hay muchos tratadistas que consideran a Raimon Llull el padre
de la escuela mallorquina que confeccionó esas cartas portulanas de las que
anteriormente se ha hablado.
La Orden Del Temple
Desde el mismo momento de la aparición de la primera carta
portulana de la escuela mallorquina, la de Angelino Dulcert, comienzan a
aparecer las primeras pistas escritas sobre la Orden y su fuga a otras tierras
situadas en la “Mar Océana” exploración de las islas atlánticas y de la costa sahariana
hasta el cabo Bojador.
La emigración a Portugal de Yahudá Cresques, coautor junto a
su padre del Atlas, hace que Enrique el Navegante, infante Portugués, solicite
a Juan II de Castilla la “merced” de las islas de La Gomera y de El Hierro en
su calidad de Gran Maestre de la Orden de los Caballeros de Cristo.
Al serle reiteradamente negada esa merced, reúne una flota
para su conquista, flota esta que es derrotada por una armada castellana.
¿Llegó el Temple hasta América? Toda la evidencia estudiada parece
demostrar que sí. En primer lugar existía un método de navegación, desconocido
por la Cristiandad, basado en la geometría de los portulanos y la utilización de
los cuadrantes trigonométricos musulmanes, que permitía conocer con suficiente
precisión la posición de una nave en alta mar (La Navegación Medieval,
conferencia en los C.O.I.I. de Tenerife y Las Palmas).
Por otro lado, existen evidencias tanto arqueológicas como antropológicas
de la existencia de una encomienda templaria en Canarias (La encomienda Templaria
de Gran Canaria y El Legado de Bencomo). Y, por último, los “rastros” dejados
en los portulanos mallorquines, que no debemos olvidar tienen su origen en
Llull, así como la forma de viajar hasta el Caribe, siendo imprescindible
situar el origen de la navegación en la isla de El Hierro.
La operación nuevo mundo
Desde comienzos del último cuarto del siglo XV era más que
evidente que la situación de musulmanes, judíos y conversos, no tenía cabida
dentro de la concepción ideológica del poder monárquico que tenían los
Católicos. Una vez superada la guerra civil castellana y afianzado el tratado de
Alaçovas-Toledo, no podían existir grupos étnicos o religiosos con una Justicia
distinta a la Real, y los conversos o eran tales, o eran “marranos” y por tanto
debían ser extirpados del entramado social.
La Inquisición fue un elemento primordial
para el establecimiento del llamado Estado Moderno y los hebreos, que conocían
la historia de aquella, debían suponer que su expulsión iba a llegar a Sefarad
tarde o temprano. Y llegó con dos siglos de retraso. Los musulmanes
posiblemente no llegaron a pensar que sus días como Reino tradicional estaban
contados, un nuevo concepto del Estado se estaba gestando y ellos no tenían
cabida en e se nuevo orden.
Por las pruebas que han llegado hasta nosotros, al menos un
grupo de judíos mallorquines conocía el secreto de la Orden del Temple y tal
conocimiento se fue trasmitiendo, en secreto, de generación en generación.
Cuando la situación se hizo crítica, decidieron sacar a la luz
discretamente el secreto templario a fin de tener nuevos territorios donde la
presión del cristianismo fuese menos
agobiante para la nación hebrea. Todo parece apuntar a que
en fue en Génova, donde se establecieron los planes para poder llegar hasta tierras
americanas partiendo desde El Hierro como condición obligatoria.
A los pocos meses de la conquista de Gran Canaria, aparece en Castilla un hombre proveniente de
Portugal, que, aunque aparenta ser cristiano, es un auténtico hebreo disimulado, un marrano; (Ni Cristóferens es Cristóforo. Ni Colombo, Colón). Ese hombre, que más tarde será llamado Cristóbal Colón, propone a los Católicos un viaje a
un punto de la Mar Océana donde “por su mano e industria serán
ganadas nuevas tierras”, pero en realidad está proponiendo al Rey de Jerusalén,
Don Fernando el Católico, encontrar a los sucesores de los caballeros del
Temple para volver a reconquistar la Ciudad Santa (La ruta T y D, conferencia
en Tenerife). Es ya generalmente admitido que Colón fue siempre apoyado por los
conversos cercanos al poder real de ambos reinos, y que su proyecto era
conocido en Portugal por Juan II.
El proyecto es disfrazado desde sus comienzos como una navegación
a las Indias por Occidente, debido al interés de todas las partes (incluida
Portugal) de que no aflorase públicamente en absoluto el secreto templario,
pues caso de encontrar el objetivo deseado, sólo se repartirían las tierras los
reinos hispánicos y no todos los reinos de la cristiandad.
Colón planifica su viaje siguiendo los datos obtenidos del Atlas
de Cresques, pero se equivoca en sus cálculos náuticos (El Error de Colón) por
desconocer que los portulanos
tienen dos escalas de medición distintas, una para el
Atlántico y otra para el Mediterráneo. Por esta circunstancia ya tiene
problemas para llegar a Gran Canaria (Colón en Gran Canaria, conferencia en
Maspalomas) y se encuentra perdido y desconcertado, en medio de la nada, cuando
cree haber llegado al punto de destino. Pero entonces Martín Alonso («Los
Pinzones en el Primer Viaje», aún no publicado), que se había percatado del
error colombino, lleva las naves a un punto próximo al puerto donde esperaban
arribar.
Ese desconocimiento de Colón sobre las escalas, tendrá además
consecuencias históricas en las negociaciones del tratado de Tordesillas. Los
portugueses, que también conocían la forma errónea de medir colombina, obtienen
ventaja permitiendo pactar con la milla más corta del Almirante, y utilizar en
la medición real la correcta. Así es como se sitúa el meridiano-frontera a una
distancia superior en 4/3 a la que verdaderamente Castilla esperaba (El Tratado
de Tordesillas), obteniendo las tierras de Brasil para Portugal.
Colón, acaba su vida escribiendo “El Libro de Las Profecías”
y el “Libro de la Primera Navegación” donde explica por medio de claves, todo
su afán por encontrar una nueva Tierra de Promisión para el pueblo de Israel.
Hiram Abif el hijo de la viuda Neftali. Nº 56. Año V.
Octubre 2004. Revista Internacional sobre masonería.
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