Logia de Panamá
Logia la Mejor Unión
14 de julio de 1821
Los hechos que pregona la Historia, son el mejor galardón
que la Masonería pudo cosechar en aquellos peligrosos días en que la pugna de
las ideas fue intensa y el interés comunal y patriótico privó sobre las
consideraciones tradicionales, repudiando la forma monárquica de gobierno y
declarándose la independencia de la Corona de España.
Como atinadamente dijo el Libertador Bolívar, “El acta de
independencia del Istmo de Panamá es el monumento más glorioso que puede dar a
la Historia ninguna provincia americana; todo está allí consultado: Justicia,
generosidad política e interés nacional”.
De esa época en adelante, se fue desarrollando una sucesión
de logias como eslabones de la cadena mística de la Hermandad. La Masonería
estuvo presente en todas las épocas de la vida social, política y comercial de
los panameños, al influjo de los acontecimientos que se desenvolvieron en el
Istmo.
Nacionales y extranjeros en estrecho lazo de confraternidad
se sentaban al amparo de las columnas simbólicas.
Cuando la fiebre del oro estuvo en su apogeo con el
descubrimiento de los yacimientos del precioso metal en California, y no
existía aún el ferrocarril transcontinental en los Estados Unidos, los mineros
y hombres amantes de aventura en busca de fortuna pasaron por Panamá en corriente
migratoria de la costa Este de la unión hacia el Oeste, y viceversa, según las
circunstancias.
Los navíos que arribaban procedentes de California con el
oro que los más afortunados traían como resultado de sus esfuerzos, y los
productos de aquella arcadia norteamericana, por un lado, y los que por el
atlántico llegaban con nuevos bríos siguiendo el derrotero hacia las regiones
del “Gold rush” hacían de la ciudad de Panamá un centro de actividad de notable
importancia. Los nombres de las poblaciones de Chagres y Cruces, como el mismo
de la ciudad de Panamá, llegaron a ser legendarios para los transeúntes.
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