Octavio Lapido
19 de abril de 1829 – 26 de febrero de 1876
Ministro de Estado y diplomático.
Era hijo del Cnel. y soldado de la independencia Don
Atanasio Lapido.
Hombre de muy buen carácter y de fino trato, se puede
asegurar que más que a sus altas dotes intelectuales, fue a las anteriormente
nombradas que le dieron la posibilidad de ocupar elevadas posiciones en el
gobierno del país.
Heredó de su padre una cuantiosa fortuna, continuando las actividades
de éste, asentista de postas, hasta el año 1860.
De 1858 a 1861 desempeña el cargo de Diputado por Salto y
el25 de febrero de 1862, el Presidente Berro, lo designa como Encargado de
Negocios en el Brasil, desde donde pasó a Bs. As. con carácter de Agente Confidencial
ante el gobierno de Mitre con el objeto de trasmitir los temores del gobierno
uruguayo de una invasión armada al mando del Gral. Flores. No obstante las gestiones de Lapido, el 19 de abril de
1863, se produjo la invasión, que fue denominada Cruzada Libertadora.
El 26 de junio de 1863 fue nombrado Ministro Residente en el
Paraguay, con la misión específica de lograr una alianza defensiva y ofensiva
entre el gobierno de Francisco Solano Lopez y el de Uruguay.
Habiendo fracasado en sus gestiones abandonó Asunción siendo
sustituido en mayo de 1864 por el Dr. José Vázquez Sagastume.
Vuelto a Montevideo el Presidente Atanasio Aguirre lo nombró
Ministro de Gobierno.
Al triunfo de la revolución florista, Lapido que ya había
hecho renuncia al Ministerio, siendo sustituido por el Dr. Antonio de las
Carreras, se ausentó del país hacia Europa.
A su regreso fundó el periódico La Democracia y en el año 1873 fue electo diputado, cargo que
desempeñó hasta el año siguiente en que renuncia por razones de salud. No fue
un pretexto vano o una disculpa que ocultaba otras razones ya que poco tiempo
después dejaba de existir en su quita del Reducto.
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En nuestra Masonería fue miembro activo de la Logia Pereseverancia. [1]
[1]
Gran Logia de la Masonería del Uruguay-
Biografías masónicas orientales. Tomo
I. Montevideo. 1991. pp. 86-87.
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