“Logia Secreta de Fray
Bentos”
Esas riquezas que nos regalan escritores
del interior del país, que por algún motivo no llegan a Montevideo, hoy
presentamos un ejemplo de cuanto desconocemos de situaciones que solo ellos
tienen la suerte de rescatarnos:
Hoy, a mis 48 años, tengo muy claro qué
es un “triángulo” y una logia, pero fue hace seis años, al visitar en Fray
Bentos un lugar conocido por pocos y añorado por muchos, que pude ver con mis
propios ojos lo que presumía desde chico y refrendar las palabras de mi tata.
En ese punto geométrico encontré, en
una vitrina, perdida entre medallas, fotos, banderines y placas recordatorias,
un recibo de una confitería, fechado en el año 1928, del servicio enviado al
gran ágape al que concurrieron los señores de traje negro del pueblo y otros
que llegaron en tren a la inauguración de su nuevo “taller”.
La masonería tenía una década de gloria
y conquistas. Se fundaron unas veintidós logias en el interior, en nuestra
ciudad el mérito de la instalación de la sede lo tiene el Soberano Gran
Comendador Julio
Bastos.
En el año 2002 el país vive una de las
peores crisis económicas de su corta historia, fue un momento muy convulsionado
tanto en lo social como en lo económico y de una inestabilidad sin parangones
en lo político...
Aunque hoy, en el 2020, sin crisis…
Sin embargo, en lo personal ese año fue
muy grato. Volví a vivir en Young; me mudé con todas mis pertenencias pues me
casé con Marita, el amor de mi vida, que hoy es la madre de mis dos hijos
lindos e inteligentes, Ivo, que me asombra con sus razonamientos y la dulce
Noa. Me trasladé con el mismo empleo de Codicen que desempeñaba en Montevideo,
en una especie de comisión interna hasta que en 2004 paso definitivamente a
ocupar un cargo en UTU, donde con gusto continúo.
En esa institución me encuentro con una
obra del pintor fraybentino Mario
González Sosa. De inmediato sentí una fuerte atracción por esa pintura.
En esa época cumplía funciones en el horario
nocturno y realmente la obra lucía totalmente diferente de noche, el juego de
sombras, luces y colores sorprende y es elocuente acerca de la gran calidad
artística de su autor.
El cuadro fue pintado por González Sosa
en el año 1998 en las clases de dibujo de la profesora Marianela Correa, por
cuya iniciativa se reunieron las obras de varios artistas como Rita Fischer,
Mario González Macciolo, Rito Rodríguez y el inolvidable Mario; ellos y otros
alumnos de la Escuela le han otorgado al centro un toque artístico interesante
y acogedor.
Cuando se produce la reforma de la
Escuela Industrial retiran todos los cuadros, algunos los guarda la profesora
Correa y Mario se lleva su pintura para la casa, ya que decía que quería
hacerles unos retoques.
Continué impactado por esa obra, pasé
mucho tiempo observándola, imaginando qué deseó expresar el artista cuando la
pintó y cómo la realizó en la escuela si lo que plasmó no tiene relación con lo
que se ve allí o a su alrededor. Me llevó varios años percatarme de mis errores
de apreciación.
Un día fui a la casa de Mario con la
única intención de saber del cuadro, me acompañó Hugo Ibarguren, coterráneo de
Mario y gran conocedor de arte en general y de pintura en particular.
Conversamos sobre la pintura, una vez
más le pregunto por el proceso de creación de ese cuadro espectacular y al
respecto indago sobre su opinión y su posible pertenencia a la masonería.
Su respuesta fue integral y generosa.
Me contó que la masonería “siempre” existió en Fray Bentos (lo que de alguna
manera es verdad ya que en 1881 se fundó la primera logia en Villa
Independencia, como se llamó la ciudad hasta 1900), por esa razón muchos
lugareños conocían a sus miembros, el lugar y hasta los días y horarios de las
reuniones, contraviniendo el habitual secreto que suele rodear la institución.
La gente sobreentendía que una invitación a ser masón equivalía a “sacar la
lotería sin jugar”.
Continuó narrando que de niño era muy
inquieto y que su curiosidad lo llevó a “colarse” en el local de la logia (de
la que sólo quedan unos escalones y una semiplaza frente a la Corte Electoral)
y consiguió presenciar una ritual, lo que en la jerga se conoce como una tenida
de primer grado.
Tenía tanto miedo y descargaba tanta
adrenalina al ver la solemne ceremonia que él sabía que debía ser reservada y
oculta que sólo atinó a cerrar los ojos y escabullirse antes de ser
descubierto. Aunque conocía a los participantes se juró guardar el secreto
hasta su muerte. Sólo se permitió comunicar lo que consignó en esa obra que llamó
“Logia Secreta de Fray Bentos”.
La tenía en un rincón de su taller,
cuando la vi casi me desmayé de la emoción y no podía dejar de contemplarla;
habían pasado diez años, pero el destino volvió ponerla frente a mis ojos.
¡Mario, quiero que me vendas esa pintura!
Hace años que la estoy rastreando, gracias a Hugo y sus averiguaciones hoy la
encuentro. Pone el precio tú que sos el autor.
¿Tanto te gusta? Te la vendo, pero con
una condición.
Sí, dale, la que tú digas, Mario.
Que si un día te aburrís de ella o no
la quieres más la dones a un lugar donde se sienta cómoda y conserve la
dignidad de su origen.
Claro, Mario, eso dalo por hecho.
Y también ponele un buen marco de
madera hecho por Ponce porque es muy grande y se te va a romper.
Marchamos con la pintura a lo de Ponce…
Agradezco haberlo hecho ya que fue una de las últimas veces que vi a Mario, que
volvió a su ciudad natal y falleció poco tiempo después.
Por las investigaciones realizadas y
con datos casi certeros, acompañados de información de los ciudadanos masones
younguenses de esa época, puedo decir que la logia levantó columnas en el año
27 y sólo duró hasta el 37.
Entiendo que abatió sus brazos como un gladiador legendario que da pelea hasta el final, pero, por motivos que desconozco, bajó sus columnas y no las volvió a levantar hasta el año 6012 de esta era, en otros Orientes pero con idénticos valores. 95 años después, con otros hermanos, pero con los mismos principios de libertad, igualdad y fraternidad, a escasos 150 metros, en una misma línea imaginaria de tiempo similar a la Línea Arago de París, se yergue orgullosa una nueva logia masónica sostenida por hombres y mujeres de buena voluntad.
JOSE
A. SANTIN. El Lado B. La historia secreta de
Young.
Impresora
Estudio54.
pp.
30-36.
No hay comentarios:
Publicar un comentario