Claves para entender a los Maestros

22 diciembre 2013

La Masonería y los Solsticios



Comencemos por lo más sencillo, recordemos que es un solsticio.
Los solsticios (del latín solstitium (sol sistere), "Sol quieto") son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, respectivamente.

Astronómicamente, los solsticios son los momentos en los que el Sol alcanza la máxima declinación norte (+23º 27’) o sur (−23º 27’) con respecto al ecuador terrestre.

En el solsticio de verano del hemisferio Norte el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio. Ocurre dos veces por año: el 20 o el 21 de junio y el 21 o el 22 de diciembre de cada año.

En el solsticio de verano del hemisferio Sur el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio, y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer. Ocurre dos veces por año: el 20 o el 21 de diciembre y el 21 o el 22 de junio de cada año.

A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra se mueve hacia el Norte y hacia el Sur. La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita.

En los días de solsticio, la duración del día y la altitud del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. En la mayoría de las culturas antiguas se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios.

En zonas templadas, las fechas de los solsticios son idénticas a las del paso astronómico de la primavera al verano y del otoño al invierno. Las fechas del solsticio de invierno y del solsticio de verano están invertidas en ambos hemisferios.



Solsticio de junio

Iluminación de la Tierra por el Sol en el solsticio de junio.
Ocurre regularmente alrededor del 21 de junio. Es denominado de verano en el Hemisferio Norte o de invierno en el Hemisferio Sur.
La fecha del solsticio de junio constituye el día más largo del año en el hemisferio septentrional, y el más corto en el hemisferio meridional.
En el polo Norte el Sol circula por el cielo a una altitud constante de 23°.
En el Círculo polar ártico el centro del Sol solamente toca el horizonte del Norte, sin ponerse. El Sol culmina al Sur, donde alcanza su altitud máxima: 47°. Es el único día que el Sol se mantiene sobre el horizonte durante 24 horas.
En el Trópico de Cáncer el Sol sale a los 27° Norte, del Este. Culmina al cenit, y se pone a los 27° Norte, por el Oeste. El Sol está sobre el horizonte durante 13,4 horas: 13 horas 24 minutos.
En el ecuador el Sol sale a los 23° Norte, del Este. Culmina al Norte, donde alcanza su altitud máxima: 65°. Se pone a los 23° Norte, al Oeste. Permanece 12 horas sobre el horizonte.
En el Trópico de Capricornio el Sol sale a los 27° Norte, del Este. Culmina al Norte, donde alcanza su altitud máxima: 59.48°. Se pone a los 27° Norte, por el Oeste. El Sol está sobre el horizonte durante 10,6 horas: 10 horas 36 minutos.
En el Círculo polar antártico el centro del Sol solamente toca el horizonte del Norte, sin salir. Es el único día que el Sol se mantiene abajo del horizonte durante 24 horas.
En el polo Sur nunca sale el Sol. Siempre se mantiene 23° abajo del horizonte.

Solsticio de diciembre
Iluminación de la Tierra por el Sol el solsticio de diciembre.
Ocurre alrededor del 21 de diciembre. Se le denomina «de invierno» en el Hemisferio Norte, o «de verano» en el Hemisferio Sur.
El día del solsticio de diciembre es la noche más larga del año en el hemisferio Norte y la más corta en el hemisferio Sur.
En el polo Norte nunca sale el Sol. Siempre se mantiene 23° abajo del horizonte.
En el Círculo polar ártico el centro del Sol solamente toca el horizonte del Sur, sin salir. Es el único día que el Sol se mantiene por debajo del horizonte durante 24 horas.
En el Trópico de Cáncer el Sol sale a los 27° Sur, del Este. Culmina al Sur, donde alcanza su altitud máxima: 43,12°. Se pone a los 27° Sur, por el Oeste. Está sobre el horizonte durante 10 horas 36 minutos.
En el ecuador el Sol sale a los 23° Sur, por el Este. Culmina al Sur, donde alcanza su altitud máxima: 68°. Se pone a los 23° Sur, en el Oeste. Permanece sobre el horizonte durante 12 horas.
En el Trópico de Capricornio el Sol sale a los 27° Sur, del Este. Culmina al cenit y se pone a los 27° Sur, por el Oeste. Está sobre el horizonte durante 13,4 horas: 13 horas 24 minutos.
En el Círculo polar antártico el centro del Sol solamente toca el horizonte del Sur, sin ponerse. El Sol culmina al Norte, donde alcanza su altitud máxima: 47°. Es el único día que el Sol permanece sobre el horizonte durante 24 horas.
En el polo Sur el Sol circula por el cielo a una altitud constante de 24°.

Más allá de estos acontecimientos, que pasa en las civilizaciones:
En Europa, ante la llegada de los solsticios, desde tiempos prerromanos, se han realizado diversas celebraciones y rituales, con hogueras.
Del solsticio de junio se pueden citar las famosas hogueras de la Festividad de San Juan, que tienen lugar en España y en otros países del hemisferio Norte, para celebrar el solsticio de verano. Éstas provienen de festividades anteriores a la natividad del cristianismo, aunque actualmente se conmemoren con ese nombre.
En Sudamérica los pueblos originarios celebran el comienzo de su nuevo año en junio, en el solsticio de invierno. Por ejemplo, los pueblos andinos celebran el Inti Raymi.
En el solsticio de diciembre, en especial en las culturas romana y celta, se festejaba el regreso del Sol. A partir de esta fecha los días empezaban a alargarse. Esto se atribuía a un triunfo del Sol sobre las tinieblas, que se celebraba con fogatas. Posteriormente la Iglesia Católica decidió situar en una fecha cercana, el 25 de diciembre, la Natividad de Jesucristo, otorgándole el mismo carácter simbólico de renacer de la esperanza y de la luz en el mundo y corrigiendo así al mismo tiempo el significado de la festividad pagana previa, denominada Sol Invictus.


Visiones desde dentro de la masonería:


PLANCHA SOLSTICIO DE VERANO

A la Gloria de la Humanidad
Venerable Maestro y Queridos Hermanos:

Hoy, justo en el día de la iniciación de nuestros nuevos hermanos aprendices, hemos entrado en el solsticio de verano del año 6004 de la Verdadera Luz. Y eso es precisamente lo que han pedido ellos al entrar en nuestro taller y lo que nosotros seguimos anhelando como el gran Goethe en su lecho de muerte: “luz, más luz”.

El solsticio de verano, en el hemisferio norte, marca el punto más alto del sol en el firmamento y por tanto la mayor duración de la jornada diurna. Es uno de los dos momentos del ciclo de la Rueda Anual en la que la distancia angular del Sol al Ecuador celeste de la Tierra, es máxima. Es el día más largo donde el Poder de las Sombras tiene el reinado más corto. La luz vence a las tinieblas, la Naturaleza despierta y las plantas se cargan de energías ocultas y poderes sobrenaturales, mientras los masones celebramos la fiesta mayor de nuestro calendario uniéndonos a una tradición que se remonta siglos atrás y nos hermana a las grandes civilizaciones del pasado.

Según una consistente creencia hermética, los solsticios de verano e invierno son hitos del espacio-tiempo cósmico, momentos-puente en los que el Universo celebra la esencia de la identidad y la intensa comunicación entre los seres que lo habitan. En la tradición de los misterios helénicos y egipcios, los solsticios son las dos puertas zodiacales, la entrada y salida de la "caverna cósmica" en la que se refugia el planeta en su eterno viajar alrededor del sol y que se designan como "la puerta de los hombres" y la "puerta de los dioses".

La primera, regida por la posición de Cáncer en el firmamento, corresponde al solsticio de verano, y es la más humana pues nuestra raza como hija de la Tierra y heredera de los dioses necesita la luz solar para desarrollarse. La segunda, marcada por Capricornio, pertenece más al espíritu, al reino de las sombras y el conocimiento y es por tanto patrimonio de los dioses. Esta alternancia nos recuerda  que el ciclo anual está dividido en dos mitades, una "ascendente" y otra "descendente" como dice la filosofía vedanta de los hindúes: la primera es el período del curso del sol hacia el norte (uttaràyana), que va del solsticio de invierno al de verano; la segunda es la del curso del sol hacia el sur (dakshinàyana), que va del solsticio de verano al de invierno. Pero no debemos olvidar que en este mundo en el que cada cosa encierra a su contraria y en el que la luz envuelve su sombra, existen también dos hemisferios terrestres, dos tiempos en la esfera, y que lo que entre nosotros es solsticio de verano en nuestro querido Chile, por ejemplo, es solsticio de invierno.

Venimos de una larga tradición de culturas y conocimiento que se remonta a la antigua Sumer, el martirizado Irak de hoy, una civilización que por cierto construía grandes torres o zigurats para observar mejor el firmamento y fijar las fechas más destacadas de solsticios y equinoccios. En Egipto se adoraba al sol y su aparición en el solsticio de verano quedó impresa de forma sagrada en la memoria ancestral de sus piedras milenarias. La civilización azteca, la tolteca, la maya, la inca, y muchas más del Nuevo Mundo, construían grandes plataformas piramidales y elevadas para rendir culto al sol como fuente de luz y también dejaron constancia del constante perihelio en su impresionante calendario solar.

Entre nosotros, han sido los celtas la cultura que ha mirado al cielo con mayor fervor. Más inclinados hacia la luna, tal vez por ser una civilización matriarcal en la que la mujer y las diosas jugaban un papel fundamental, los celtas levantaban monumentos en los que podía “leerse” el ciclo solar con absoluta precisión como aún puede verse en la maravilla megalítica de Stonehenge. Los druidas, como los hindúes, dividían el año en dos partes de seis meses relacionadas con sus creencias sobre Samos y Giamos, el mundo de la Luz y el de las Sombras. Estas mitades estan agrupadas en doce períodos lunares que forman un ciclo anual, pues el calendario celta gira entorno a las 4 grandes Fiestas de Imbolc, Samain, Beltane y Lugnasad, que señalan las 4 estaciones de 3 meses. Los romanos, y tras ellos los cristianos, hicieron coincidir sus fiestas menores con aquellos acontecimientos que ya celebraban sus ancestros celtas o etruscos. Así el solsticio de invierno es la fiesta de San Juan Bautista, aquel que lleva el conocimiento y la iniciación espiritual y el solsticio de verano pasó a ser la noche de San Juan, mientras que las antiguas fiestas en torno a las hogueras que celebraban el triunfo de la luz, continuaron sucediendo como hoy mismo ocurre por muchos lugares de España, sobre todo en Cataluña, Baleares o Galicia.

Mientras el Sol está en su apogeo, nuestra fuente calor interior que es el corazón, se expande en amor y comprensión. Hagamos que nuestra atención se pose en este órgano y en los sentimientos que gobierna y sintamos todo lo que nos rodea. Que nuestras relaciones humanas y el presente que labramos día a día se tiña de amor, que vivamos impregnados por el filtro del amor a nuestros semejantes, a la vida y a los principios que la inspiran. Así desaparecerán de nuestras mentes los prejuicios, la intolerancia, el creernos diferentes y separados de los otros.

Empecemos por nosotros mismos; hemos de aceptarnos y querernos, por encima de errores y defectos pues somos mezcla de sombra y luz, como todos los seres humanos. Para cambiar debemos conocernos como nos pedía Sócrates y esto sólo es posible si nos miramos de frente, sin complejos ni rechazo. Si nos hemos liberado de prejuicios, angustia, dudas torturantes, complejos de superioridad o inferioridad, habremos limpiado la mente y liberado nuestra auténtica energía. Y así nuestro corazón podrá latir con el ritmo solar del que está hecho y tú podrás sentir por los demás la compasión que a ti mismo te negabas.

He dicho.

En los valles al Oriente de Madrid,
en el día de Solsticio de Verano del año 6004 V.L.

Recuerda que el calor de la celebración vivifica, pero el fuego desbocado transforma todo en desierto.


Fuentes:

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