Después que el “profano” ha solicitado su ingreso, y luego de un proceso de
investigación a conciencia de sus antecedentes, los miembros de la logia
realizan una votación secreta para aceptar o no la solicitud de ingreso. La
elección exige votos afirmativos de todos los miembros de la tenida, los cuales
son emitidos en cubos o bolas blancas y negras. En algunos casos los votos son por mayoría de dos tercios de los habilitados
(Hermanos que tienen un mínimo de concurrencia desde su iniciación).Si
un solo miembro arroja unade color negro, no se concede la admisión. En
caso de tener un voto negativo para su ingreso, quien realizo ese voto deberá
presentar sus argumentos al Venerable.
También está el caso que el profano sea propuesto por un Hermano con el
aval de dos más. Su postulación no solo será presentada en la tenida de la
logia, sino que circulara por todas las logias, en tres tenidas.
Una vez aceptado su ingreso, comienza el proceso de iniciación –ver
Apéndice-.La ceremonia de iniciación
expone ante el candidato, de forma sintetizada, qué es lo que se espera que
haga, pidiéndole que declare, mediante juramento, si está dispuesto a unirse a
quienes están siguiendo el mismo camino que él desea emprender (in itio), el taller se habrá informado
sobre la personalidad y costumbres del candidato, mediante conversaciones
personales mantenidas con él por tres maestros y habiéndose realizado las
verificaciones pertinentes para su presentación a la logia.
La ceremonia de iniciación representa la
iniciación virtual y en modo alguno la real, aunque el neófito haya sido así hecho masón. Todos los masones que
le reciben en su logia son también buscadores de la Verdad por la misma vía
iniciática gradual.
La masonería simbólica o azul cuenta
únicamente con tres grados iniciáticos: el de Aprendiz (1º), el de Compañero
(2º) y el de Maestro (3º).
El aprendiz es la piedra bruta. Deberá extraer
el “orden del caos”, re-creándose y
re-haciéndose a sí mismo con la ayuda del Arte
Real. El medio para lograrlo está en su voluntad
y con su recta intención, dos
cualidades que están simbolizadas por el mazo
y el cincel –herramientas con las
que acometerá los primeros trabajos sobre la piedra bruta-.
La marcha del
aprendiz simboliza la precisión y seguridad con que el
iniciado camina hacia el oriente en la búsqueda permanente de la luz de la
sabiduría y del conocimiento; a diferencia de la marcha del profano que es
incierta porque no sabe hacia dónde se dirige, el aprendiz tiene un objetivo
fijo y definido. Esta marcha se compone de tres pasos que significan igualmente infancia, madurez y senectud. Al terminar la
marcha se hace el saludo a los tres dignatarios
de la logia y cuyo significado ha sido definido en cada uno de los tres casos
como fe en los ideales
masónicos (saludo al V.·.M.·.),esperanza en alcanzarlos (saludo al Primer V.·.) y amor a la humanidad (saludo al Segundo V.·.). El saludo por sí mismo representa el juramento
de silencio y lealtad a los principios y misterios de la orden.
El aprendiz
debe labrarse a sí mismo, pues es la piedra bruta. Debe librarse de los vicios
profanos y de sus propios defectos, de la pereza, el egoísmo y la falta de
propósito vital. Debe prepararse para ser útil, debe perfeccionarse a sí mismo
y encontrar su esencia. Debe encontrar el valor de la Libertad, de la
Tolerancia y de la Fraternidad. Para esto se le muestra un camino que ya han
recorrido otros antes que él, pero que por definición es un camino personal.
Las señales de este camino le son mostradas gradualmente y le van ayudando a
internalizar un sistema de valores -moral y de autoconocimiento- que le
guiarán. No obstante, la enseñanza masónica no es una metafísica, no es un
dogma, es un método, un método de trabajo.
El mazo
es chispa del fuego divino en el corazón humano, con la que el aprendiz impulsa
la obra regeneradora.
Por su parte el cincel es para golpear la piedra, se necesita la facultad de la inteligencia discriminativa, que “distingue” y separa lo esencial de lo
superfluo.[1]
Al pulir la piedra bruta, el aprendiz constructor, está realizando un trabajo y
un gesto ritual consigo mismo. La piedra es él mismo, y la transformación de
ésta, en piedra tallada y cúbica, simbolizando la transmutación cualitativa de
todo su ser.
El mazo y el cincel como principales
herramientas se deben usar para desbastar la piedra bruta, simbolizan
respectivamente, la energía activa que conduce la voluntad del aprendiz y la
energía pasiva de la recta intención de salir desde las tinieblas a la luz,
cualidad fundamental en el inicio del proceso de la purificación que se han
manifestado por los tres viajes misteriosos que en la iniciación el aprendiz
tuvo que recorrer.
Estas dos herramientas entregadas al aprendiz,
hablan respectivamente,
tanto de la necesidad de la energía y la fuerza de voluntad que debe aplicar
permanentemente en su labor de desbastado, como de la necesidad de mantener el
control inteligentemente sobre lo que debe labrar. La fuerza sin control no
sirve de nada, así como tampoco el control sin fuerza.
Pasa simbólicamente por cuatro etapas o
pruebas. La asociación de las pruebas
con los viajes pone de relieve la
importancia del movimiento evolutivo de búsqueda en el avance personal y la
necesidad de actuar, venciendo
obstáculos que se hallan dentro del
orden universal que va apareciendo ante el iniciado gradualmente.
El primer grado representa una vía purgativa
iniciática que persigue limpiar de adherencias ilusorias la piedra bruta que
aún es el iniciado. Solo eliminando lo ilusorio, lo que oculta lo esencial,
podrá el aprendiz aprestarse a ser receptivo. Esta experiencia simbólica
constituye la prueba del aire de los antiguos misterios, que viene después de
la prueba de la tierra que ha sufrido durante su estancia en la Cámara de Reflexión.
El aire y el fuego son elementos masculinos,
activos y sutiles, opuestos y complementarios con la tierra y el agua,
femeninos, pasivos y más densos.
El aire, que representa al mundo intermedio
entre la tierra y el cielo, se relaciona con el soplo que da origen a la
creación, con el Verbo -la palabra que se expande por él-, con el hálito vital
que permite el delicado equilibrio de la vida y con el viento que, como el
espíritu, sopla donde quiere.
La prueba de la tierra
Se lleva a cabo mediante la permanencia,
asolas, en el Gabinete o Cámara de Reflexión, en el que se hallan
objetos e inscripciones que invitan a la meditación. Con ello se simboliza el
descenso al interior de la Tierra -muerte virtual- para resurgir consciente de
la necesidad de despojarse de cuanto impide o estorba el ascenso hacia lo esencial -resurrección virtual-. En el
interior de la Tierra se halla la semilla del verdadero yo, que deja de ser tal
semilla para germinar y convertirse en plata -Platón y la caverna.
Tras esta experiencia previa, que es un viaje
introspectivo, el candidato deberá emprender otros tres viajes, también
simbólicos, desplazándose con los ojos vendados y sometiéndose, al finalizar
cada uno de ellos, a otras tantas pruebas de voluntad purificadora. La
privación de visión simboliza el estado del hombre carente de conocimiento, que
no distingue los valores reales, cegado por su ignorancia, su intolerancia, su
egoísmo y demás pasiones.
Llegado ante la puerta del Templo, el Experto, que acompaña al recién llegado,
pedirá acceso en su nombre, garantizando que el candidato es hombre libre y de buenas costumbres, buscador de la Luz -del conocimiento-. Para entrar; el
candidato encontrará dificultades que habrá de poder superar con humildad, a
fin de reconstruir sobre ella su auténtica divinidad. En este primer recorrido
por el interior de la logia, sus pasiones le asaltarán como si de estruendosos
ruidos de desorden y confusión se tratara. Finalmente, con ayuda de quienes van
a ser sus hermanos, logrará experimentar una primera purificación simbólica
causada por el elemento Aire, “medio sensible de transmisión de lo
invisible”, que simboliza un primer contacto con la fuerza
espiritualizadora que habrá de llevar al candidato hacia la Luz buscada.
Tras ello, proseguirá con mayor firmeza su
recorrido purificador hacia el Agua,
símbolo de la limpieza purificadora por excelencia, con la que se desprenderá
de residuos no aventados aún por el Aire.
Por último, ya notablemente aligerado su ánimo
y fortalecida su voluntad, proseguirá la marcha hacia el Fuego, definitivo elemento purificador simbólico. Pasando a través
del Fuego, el candidato mostraba en las antiguas iniciaciones su fortaleza de
ánimo y su sugerencia en sí mismo.
Solo después de superar estas pruebas
iníciales podrá el nuevo masón ver realmente, empezando a identificar lo que la
luz revela. Simbólicamente, el Venerable
Maestro de la logia hará que la Luz
contenida en la tradición masónica le sea dada.
El aprendiz jura que se propone ser un
buscador de la Verdad -de sus
parcelas de la Verdad- unido a sus hermanos, apoyándose en ellos y apoyándolos
con el mismo fin.
El aprendiz
masón debe guardar silencio durante su permanencia en el recinto de la logia.
El silencio ritual invita y acostumbra al aprendiz
a analizarse a sí mismo antes de emitir un juicio sobre lo que oye o ve,
asegurándose de que su entendimiento no está mediatizado por sus propias
pasiones. Por otra parte, recogiendo la tradición de los antiguos masones o
constructores de oficio, no debe revelar los secretos del taller a
nadie, ni siquiera a los hermanos ausentes, cuando se reencuentre con ellos.
Atuendo
El mandil o delantal de trabajo, heredado de
la francmasonería operativa, sin el que no le es posible participar en tenidas
rituales. El aprendiz al finalizar el ritual de iniciación se le entrega uno, es
hoy día, de tejido blanco, aunque fue originariamente piel de cordero. En su
parte superior lleva una solapa triangular que debe mantenerse levantada hasta
acceder al segundo grado. Carece de todo ornamental y simboliza el ánimo activo
y la predisposición espiritual “cándida”
y receptiva que han de caracterizar simultáneamente al aprendiz para participar
en las tareas comunes de la logia. La solapa superior cubre precisamente el chakra umbilical, con el que se vincula “sentimientos y emociones contra los que debe
protegerse especialmente para alcanzar la serenidad de espíritu que haga de él
un iniciado real”.
El aprendiz en su labor de desentrañar la duda
filosófica que se hace prender en el espíritu del iniciado, en relación con
todos aquellos aspectos que no han sido analizados por el mismo, así como en
sus esfuerzos por salir de las tinieblas de la ignorancia, con el fin de vivir
y conquistar su propia dignidad. En este sentido, es necesario destacar los
cuatro elementos consustanciales de esta edad simbólica: la piedra bruta, el mazo, el cincel y el mandil.
Los derechos de un aprendiz son limitados. No
puede votar ni ocupar cargos, pero si tiene derecho a un funeral masónico.
Tampoco está habilitado para organizar actividades de beneficencia masónica,
aunque tampoco se le impide recibir asistencia de un masón. En el apéndice se
encuentra el índice de los treinta y tres temas que debe preparar el aprendiz
para tener un aumento de salario.
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