Rito
Adonhiramita
16 de enero de 1838
Es reintroducido al Brasil el Rito Adonhiramita con la
instalación de la Logia “Sabedoria e
Beneficência”
1. Aprendiz
2. Compañero
3. Maestro Masón
4.Maestro Perfecto
5. Elegido de los Nueve
6. Electo de Perignan
7.Elegido de los Quince
8. Arquitecto Menor
9. Gran Arquitecto
10. Maestro escocés
11. Caballero de la espada, o Caballero del oriente o
Caballero del Águila
12. Caballero Rosa Cruz
13. Caballero
Prusiano o Noaquita*
Entre las numerosas
controversias que resultaron desde mediados y casi a fines del siglo XVIII por
el continente europeo, y especialmente en Francia, entre los estudiantes de
filosofía masónica, los que con frecuencia resultaban con la invención de
nuevos grados y establecimiento de nuevos ritos, no siendo el menos prominente
que el que se refería a la persona y descripción del arquitecto del templo. De
aquí esta pregunta: ¿Quién fue el arquitecto del templo de Salomón? Fue
contestada de diferentes maneras por distintos teóricos, y cada contestación
daba origen a un nuevo sistema, cuyo hecho de todas maneras era sorprendente en
aquellos tiempos, tan fecundos en la producción de nuevos sistemas masónicos.
La teoría general de entonces es la misma de ahora, que este arquitecto era
Hiram Abif, el hijo de la viuda, que había sido enviado el Rey Salomón por
Hiram, Rey de Tiro como u n precioso regalo, y “era un curioso obrero adivino”.
Esta teoría la apoyan los textos de las escrituras judías que hasta donde
pueden dar una luz sobre la leyenda masónica. La teoría de los masones ingleses
primitivos estaba enunciada como históricamente correcta en la primera edición
del Libro de las Constituciones, publicado en 1723, y continúa considerándose,
desde entonces, como la opinión de todos los masones ingleses y americanos; y
es, hasta la fecha, la única teoría admitida por los masones de los dos países
que conocen la teoría sobre la materia. Ésta, por lo tanto, es la fe ortodoxa
de la Masonería.
Mas no sucedió así, en
el último siglo, en Europa. Al principio, la controversia surgió, no relativa a
dicho nombre, sino a su debida denominación. Todas las partes convienen que el
arquitecto del templo fue dicho Hiram, el hijo de la viuda, descrito en el
primer Libro de Reyes, (VII, 13-14), y en el segundo Libro de las Crónicas,
(II, 13-14), dice haber venido de Tiro con los obreros del templo que habían
sido enviados por el Rey hiram a salomón. Unos lo nombraban Hiram Abif, y los
otros admitían que su nombre original era Hiram, nombre supuesto, por su
habilidad que había mostrado en la construcción del Templo, y se le confirió el
afijo memorable de Adon, significando Señor o Maestro, de cuyos nombres
proviene Adonhiram. Además, existió en el Templo otro Adoniram, a quien será
necesario dedicar una pocas palabras para el mejor entendimiento del asunto.
El primer conocimiento que tenemos de este Adonhiram en las escrituras está en
el segundo libro de Samuel, (XX, 24) donde en la forma abreviada de su nombre,
Adoram, se dice era “en el, tributo” en la casa de David; o como traduce
Gesenius “perfecto en el servicio de tributo”, o como diríamos en la frase
moderna, ‘cobrador principal de las contribuciones’.
Siete años después lo encontramos ejerciendo el mismo oficio en la casa de
Salomón, lo dice el 1 de los Reyes IV, 6, que Adonhiram, “hijo de Abda, estaba
en el tributo”. Y, por último, después sabemos que coupaba el mismo puesto en
la casa del Rey Rohoboam, el sucesor de Salomón. Cuarenta y siete años después
se menciona en el Libro de Samuel (1 Reyes xii, 18) que fue muerto a pedradas
al hacer la dimisión de su cargo por el pueblo que estaba indignado de las
opresiones de su amo. También los comentadores se han visto embarazados y no
han acertado a decidir si el cobrador de impuestos en tiempo de David, de
Salomón y de Rehoboam fue la misma persona, pues no hay razón para dudarlo;
también Kitto dice, (Encyc. Bib.) “resulta muy inverosímil, no obstante el caso
de que dos personas del mismo nombre desempeñase sucesivamente el mismo cargo,
y no aparece ejemplo alguno en que el nombre del padre se aplicase a su hijo.
Encontramos también que no transcurrieron más que cuarenta y siete años entre
el primero y el mencionado al último de los Adoniram que fue “en el tributo”; y
siendo éste también un largo período de servicio, no es demasiado largo para
una vida, y la persona que tuvo ese cargo a principios del reinado de Rehoboam
había permanecido en él bastante tiempo para hacerse odioso al pueblo, y de
todo esto resulta lo más probable el designarse en lo absoluto ser en ambos
casos la misma persona”.
Las leyendas y
tradiciones de la Masonería que relacionan a este Adoniram con el Templo de
Jerusalén, se deducen y apoyan en el único pasaje del primer Libro de los Reyes
(V, 14) donde citan que Salomón hizo una leva de treinta mil obreros de entre
los israelitas, enviándolos en series de diez mil cada mes a trabajar en el
monte Líbano, bajo el mando de Adoniram a quien les nombró como superior.
Los autores de rituales franceses, que no estaban versados en el hebreo,
confundían a veces estos dos importantes personajes de tal manera que, en
ocasiones, no encontraban la distinción entre Hiram el Arquitecto, que había
sido enviado de la corte del rey de Tiro, y Adoniram, que había sido empleado
siempre en la corte del rey Salomón. Este error se extendió aún más y se hizo
más fácil por haber usado el prefijo Adon, ‘Señor’, ‘Maestro’, haciendo
entonces, Señor Hiram.
También el el año
1744, Luis Travenol publicó en París, bajo el pseudónimo de Leonardo Gabanon,
una obra intitulada Cathechisme des franc Maçons, precedé d’une abregé de
l’histoire d’Adoram, etc., et d’une explication des ceremonies qui s’observent
à la récéption des Maîtres, etc., dice en esta obra el autor: “Además de los
cedros del Líbano, Hiram hizo un regalo aún más valioso a Salomón, en la
persona de Adonhiram, de su misma raza, el hijo de una viuda de la tribu de
Neftalí. Su padre, llamado Hur, era un excelente arquitecto y trabajador en
metales. Salomón, sabedor de sus virtudes, sy mérito y su talento, lo
distinguió con el puesto más eminente, confiándole la construcción el Templo, y
la dirección de los trabajadores”.
Por el lenguaje de este extracto, y la referencia en el título del libro a
Adoram, que sabemos era el nombre del cobrador de impuestos de Salomón, es
evidente que el autor del catecismo ha confundido Hiram Abif, que vino de Tiro,
con Adoniram el hijo de Abda, quien vivió siempre en Jerusalén; así es que con
ignorancia imperdonable de la historia de la escritura y tradición masónica,
supuso que las dos eran una y la misma persona. No obstante este desatino, el
catecismo se hizo popular entre los Masones de ese tiempo, y es así como surgió
el primer cisma o error referente a la leyenda del grado de Maestro.
Por fin, otros ritualistas, viendo la inconsistencia en referir las
individualidades de Hiram, el hijo de la viuda, y de Adoniram, el cobrador de
impuestos, y la imposibilidad de reconciliar los hechos discordantes en la vida
de ambos, resolvióse cortar el nudo gordiano, rehusando dar al primero
cualesquiera posición masónica y dando sólo al último el cargo de arquitecto
del Templo. No puede negarse lo que relata Flavio Josephus respecto a Adoniram,
o, como llama, Adoram, que era el que emprendía los trabajos y había sido
colocado en el mando y dirección de los obreros que preparaban los materiales
en el monte Líbano, y refiere también de Hiram, el hijo de la viuda, que era un
artesano hábil, especialmente en metales, pues él solo había hecho los trabajos
para el Templo de conformidad con los deseos de Salomón. De este aparente
colorido de autoridad sobre esta opinión, pretendieron su derecho luego los
Adoniramites, resultando de ahí uno de sus más prominentes ritualistas,
Guillemain de St. Victor (Rec. Prec.) quien propone así su teoría: “Todos
estamos de acuerdo que el grado de Maestro está fundado en el arquitecto del
templo. Ahora bien, las escrituras positivamente así lo afirman en el cuarto
verso del capítulo V del libro de los Reyes, dicha persona era Adoniram.
Josephus y todos los escritores sagrados dicen la misma cosa, e indudablemente
se le distingue de Hiram el Tirio, el trabajador de metales. Es pues Adonhiram
a quien estamos obligados a honrar”.
Hubo también en el siglo XVIII, como a mediados o fines de él, tres escuelas
entre los ritualistas masónicos, miembros estaban divididos en opinión respecto
a la debida identidad del arquitecto de este Templo:
1.
Los que suponían fuese Hiram, el hijo de
la viuda de la tribu de Neftalí, a quien el Rey de Tiro envió al Rey Salomón, y
a quien se designa como Hiram Abif. Ésta era la escuela más popular y original,
y la que creemos fue la ortodoxa.
2. Los que creen que este Hiram que vino de
Tiro es el arquitecto, pero suponen que, por la excelencia de su carácter,
Salomón le había conferido el título de Adon, ‘Señor’ o ‘Maestro’, por lo que
le nombraba Adonhiram. Como esta teoría ha sido por completo desaprobada tanto
por la historia de las Escrituras como por la tradición masónica anterior,, la
escuela que los sostenía no llegó a ser nunca popular ni prominente, y pronto
cesó de existir, aunque el error sobre el que está basada se repite en
intervalos, siendo el despropósito de algunos ritualistas franceses modernos.
3. Aquellos que, tomando a Hiram, el hijo de la
viuda, como un subordinado y de carácter insignificante, lo olvidaron por
completo en sus rituales, y citan que Adoram, o Adoniram, o Adonhiram, como
fuese el nombre según estos ritualistas, el hijo de abda, el cobrador de tributo
y el superior de la leva en el monte Líbano, era el verdadero arquitecto del
templo, al que se refieren todos los acontecimientos legendarios de la
masonería en el Grado de Maestro. Esta escuela, como resultado de la
intrepidez, con la cual, diferente a la segunda escuela, había rehusado todos
los compromisos con el partido ortodoxo, asumiendo una teoría independiente en
lo absoluto, creando por algún tiempo un gran cisma en la Masonería. Conferían
sus discípulos a los creyentes de Hiram Abif el nombre de ADONHIRAMITES, y
habiendo extendido esta doctrina, la practicaron hasta convertirla en un rito
singular que lo nombraron como Masonería Adonhiramita.
Thory no intenta
contestar a ninguna de ellas en su Nomenclatura de los Ritos, donde si alguna
cosa se supiese sobre este asunto, sería lo más probable en encontrarla.
Ragón, es cierto, atribuye este rito al Barón de Tschoudy. Pero como él señala
la calidad de autor en la misma persona, en cuyo relato se descubren sus
errores, no cabe la menor duda que, tanto la primera como la segunda de sus
opiniones, son erróneas. El Caballero de Lussy, conocido también con el título
de barón de Tschoudy, fue en verdad un ritualista distinguido. Fue quien fundó
la orden de la estrella Flamígera, y tomó parte activa en las operaciones del
Concilio de los Emperadores de Oriente y Occidente; pero no existe una
evidencia, con excepción de las aserciones de Ragón, de haber establecido o
participado de alguna manera con el rito Adonhiramitico.
Yo atribuyo la transformación a una doctrina definida, para lo cual estoy
dispuesto si es que no fuese la creación efectiva del rito de la masonería
Adonhiramita, a Luis Guillemain de St. Victor, quien publicó en París, en 1781,
una ubra titulada Receuil Precieux de la maçonnerie Adonhiramite, etc.
Como este volumen contenía únicamente el ritual de los primeros cuatro grados,
se publicó otro en seguida, en 1785, que abarcaba los grados altos del rito.
Ninguna persona que observe con atención estos volúmenes dejará de percibir que
el autor escribe como aquel que ha inventado, o al menos modifica materialmente
el rito, que es el objeto de sus labores. De todas maneras, esta obra
suministra las únicas relaciones auténticas que poseemos de la organización del
sistema Adonhirámito de la Masonería.
*Tanto Thory como Ragón están errados al insertar un
décimo-tercer grado que titulan, el Noachite o Caballero prusiano. Han
incurrido en este equívoco, debido a que Guillemain ha insertado este grado al
final de su segundo volumen, pero simplemente como una curiosidad masónica, y
dice haber sido traducidos del alemán por M. de Beraye. No tiene ninguna
relación con la serie de grados precedentes, y Guillemain positivamente declara
que la Rosa Cruz es el non plus ultra, la cima y término de su rito.
De estos doce grados, los primeros diez se ocupan de las transacciones del
primer Templo; el undécimo con asuntos relativos a la construcción del segundo
templo; y el duodécimo con la del simbolismo cristiano de la francmasonería que
es peculiar a la Rosa Cruz de cada rito. Todos los grados han sido prestados
del rito Antiguo y Aceptado, con ligeras modificaciones, que rara vez han
mejorado su carácter. En suma, la extinción del rito Adonhiramito puede de una
manera muy remota considerarse como una pérdida para la masonería.
EL RITO ADONHIRAMITA es el segundo más practicado en el
Brasil, con especial concentración en los Estados de San Pablo y Pará. Actualmente
él es reconocido por las potencias masónicas regulares, participante de la
Confederación Masónica Interamericana (C M I)
https://masones.wordpress.com/2007/08/31/%E2%80%9Cel-rito-adonhira-m-ita%E2%80%9D/
Agradecemos el aporte: http://www.adonhiramita.org
http://www.adonhiramita.org
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