LA MASONERIA
Diario: LA ANTORCHA
Montevideo/Uruguay
30 de agosto de 1900
No tengo la honra de pertenecer a
esa sociedad, y puedo con imparcialidad opinar. Si fuera masón no escribiría,
porque esa sociedad ni se defiende ni se encomia.
La sociedad va acostumbrándose a
ver esa institución como inofensiva; ya no ve a los masones como excomulgados, vilundos.
Solo algunos espíritus
intransigentes conservan la preocupación de que los masones no solo son
herejes, sino brutos y antropófagos.
Consultando la historia, voy a
trazar a grandes rasgos la de la masonería.
No se conoce sociedad más antigua
que la masonería y puede decirse que es la única que ha atravesado todos los
tiempos sin sufrir alteración notable en su moral, en sus principios, en su
forma y en sus ceremonias, y que tales como hoy existen atestiguan un origen
antiquísimo.
Sin embargo, como sucede a los
mártires que se sacrifican por la humanidad, ha sido perseguida y escarnecida,
y hoy, aunque la luz de la civilización irradia por todos los ámbitos de la
tierra, esa institución es rechazada por algunos, tolerada por otros, y mal
juzgada por muchos que la condenan sin conocerla.
M. Lenoir dice que muchos
escritores han demostrado la semejanza que existe entre las ceremonias de la
iniciación masónica y la de los misterios de Isis y de Eleusis y que estiman a
la Masonería como hija legítima de la filosofía gimnosofista. Otros, dice M.
Lande, en su “Enciclopedia”, reconociendo la similitud de las practicas
secretas, le dan un origen más moderno y piensan que la institución masónica
debe su existencia a una hermandad de albañiles constructores que se formaron
en el siglo VIII. Dice el mismo Lande que parece en el efecto que en esa época
una colonia de albañiles arquitectos pasó de la Galia a Inglaterra y agrega que
en el siglo X, bajo el rey Aldestan, existió una sociedad semejante tenida en
alta estima; pues era presidida por el príncipe Edwin, hermano de aquel rey.
En 1277 una compañía de albañiles
constructores dirigió los trabajos del soberbio y admirable templo de
Strasburgo. Se asegura que tenían sus leyes y reglamento y grados y que se
correspondían con sociedades de otros países.
Estos
albañiles trabajadores, según sus reglamentos, se presentaban en ellas cortes
de las diversas nacionales donde eran llamados por los gobiernos para que se
encargasen de la dirección de los trabajos de edificios importantes. A este
propósito dice M. Besuchet:
“La semejanza que se nota en la arquitectura, forma y dimensiones de
muchos monumentos de los siglos XII, XIII y XIV denuncia una unidad de
pensamiento y de reglas, que no habría podido tener lugar sino bajo una
inspiración común”.
Esto indica según el mismo
Besuchet, que la Masonería actual es muy distinta de la sociedad de albañiles,
que es puramente material. Es cierto que, en los tres primeros grados, de
Aprendiz, Compañero y Maestro, se sirve de adornos y emblemas, como el compás,
la escuadra y la llana, pero la Masonería existe es espiritual y simbólica.
La semejanza de emblemas tomados de
la industria arquitectónica, con los de Isis y Eleusis demuestra esa verdad.
Aquella era puramente material.
Esta es puramente espiritual, verdaderamente moral.
Las leyes de la Masonería existen
se pueden concretar en estos términos:
“El masón es un hombre, que práctica los deberes de la humanidad.
Es
un hombre libre, amigo del pobre y del rico si son virtuosos.
La
orden de los masones tiene por objeto la beneficencia, el estudio de la moral
universal, de las ciencias, de las artes y la practica de todas las virtudes.
Esta
sociedad se compone de hombres libres que, reunidos en sociedad, se proponen el
respeto a las leyes y la conservación de la moral”.
Antes de concluir con mis
apreciaciones hare a la ligera algunos recuerdos.
En Costa Rica conoció al canónigo
don Francisco Calvo precisamente a su regreso de Roma. El señor canónigo
condecorado con varias cruces, y autorizado con licencias que solo se conceden
a los arzobispos, obtuvo en la Masonería el grado 33º.
Este hecho me hizo estudiar la
historia de la Masonería, y ratifiqué que, como decía Besuchet, casi todos los
grandes hombres, emperadores, reyes y príncipes habían sido masones; -y que Pío
IX lo fue hasta su apostasía.
El escándalo que se hace rehusando
la entrada en los templos católicos a los que se señalan como masones no tiene
razón de ser. Jesús el fundador divino de la religión cristiana que hoy está
tan cambiada estableció la religión universal, es decir la católica admitiendo a todos, solo excluyó a los que negociaban con
el templo, y el águila de la iglesia, el gran apóstol de los gentiles, dice en
su epístola a los romanos:
“Tribulación y angustia para el alma de todo hombre que practica el mal,
del judío desde luego después del gentil, pero honra, gloria y paz eterna a
todo el que practica el bien, al judío y al gentil, pues Dios no hace
distinciones de personas”.
MANUEL CACERES
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