Ponencias de la XX Asamblea
de la Conferencia Masónica Interamericana
GRAN LOGIA DE LA ARGENTINA DE LIBRES Y
ACEPTADOS MASONES
PROBLEMAS DE LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA
Al.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.
Con relación a la democracia en América Latina han ocurrido
en estos últimos años muchos y trascendentales cambios. Se han cosechado
significativas experiencias, y amplios sectores sociales, económicos y
políticos tienen importantes expectativas y muchas esperanzas cifradas en estos
cambios.
América Latina ha avanzado mucho en el desarrollo de la
democracia. En sentido político no se puede hablar de otra década perdida, como
la de los años ochenta.
Nada tiene que ver la América Latina de esos ochenta, con
gobiernos autoritarios y militares que practicaban la tortura y las
desapariciones como norma, asediada por la hiperinflación o por las
suspensiones de pago, con la América Latina de hoy, en la que los golpes de
Estado han desaparecido. Hoy todos los países cumplen con los criterios
políticos básicos del régimen democrático y la mayoría han avanzado espectacularmente
en cuanto al control de las principales magnitudes macroeconómicas (inflación,
déficit, sistema cambiario...) En general, ahora América Latina busca resolver
en democracia las crisis que en otros momentos de su historia hubiesen quebrado
las instituciones. En 200 años de vida independiente, la democracia nació y murió
decenas de veces en la región: al mismo tiempo que se consagraban las constituciones,
se las destruía.
Por una parte, la democracia se ha establecido en la región
como el régimen político de mayor aceptación, padeciendo, al mismo tiempo, un
fuerte cuestionamiento respecto a la efectividad, eficacia y eficiencia de sus
instituciones. Por otro lado, se asiste a una redefinición de las funciones del
Estado que ha provocado la reducción de sus ámbitos de competencias, asumidos
éstos en gran parte por el mercado. A consecuencia del achicamiento del Estado
a favor del mercado, en cada uno de nuestros países amplios sectores sociales
se sienten abandonados, debiendo entonces de procurarse, en forma individual o
colectiva, lo que antes era responsabilidad del Estado, aunque lo supliera de
forma precaria y limitada. En relación con los partidos políticos, además de un
fuerte cuestionamiento a sus actuaciones en sentido general, es cada vez más
amplio el sector de ciudadanos que no encuentran en los partidos, como antes,
las vías mas adecuados para canalizar sus intereses y aspiraciones.
Estos significativos cambios, además de representar en sí
mismos grandes retos para los distintos sectores sociales, económicos y
políticos, han proporcionado también experiencias que podrían servir de base
para el fortalecimiento necesario de la democracia.
Una primera experiencia es el conocimiento, de que el
mercado, por si solo, no produce ni equidad, ni solidaridad. Otra valiosa
experiencia, pero dolorosa y de graves consecuencias, es la disminución de la
valoración de la ciudadanía con relación a gobiernos que pocos meses antes
habían llegado al poder con más del 50% de los votos válidamente emitidos. Lo
que antes era normal al término del período de gobierno, hoy se está
produciendo antes de que concluya el primer año en el ejercicio del poder. En
esto tienen mucho que ver los medios de comunicación que mediante su acción no
responden en todos los casos al interés general, sino a los intereses
particulares de quienes tienen la propiedad de esos medios. Y una tercera experiencia,
también muy preocupante, es que cuando el sistema de partidos ha colapsado, la
democracia ha salido fuertemente debilitada.
Estos cambios y estas experiencias han producido en la
ciudadanía una serie de expectativas que se pueden resumir en el reclamo, de
una democracia política que trascienda su dimensión formal, haciéndose más
eficiente y más participativa, y que proporcione el bienestar material y
espiritual de las personas.
Quedó atrás en nuestra América Latina la fase de la
transición desde regímenes autoritarios, de carácter militar la mayoría de
ellos, a la democracia. Ahora la gran tarea es la consolidación de ésta. Se ha
sido exitoso en salir de los regímenes autoritarios, civiles o militares y
realizar elecciones, más o menos libres, que dan lugar a gobiernos surgidos de
las urnas, no de la voluntad de una persona, o de un grupo de ellos, sino de la
mayoría de la población. Inmediatamente se logra el establecimiento de un
gobierno electo, la democracia comienza a tomar vigencia, restableciéndose la
constitución, la supremacía de las leyes y la institucionalidad democrática. La
consolidación de la democracia, ampliándola y profundizándola, es aún un tema
pendiente. Se ha asegurado su establecimiento, pero no su consolidación, si por
ésta entendemos su eficiencia y eficacia, que posibilite una mayor
participación de la ciudadanía en todos los procesos, no solamente al momento
de emitir su voto. Hasta ahora, en la mayoría de los países, la transición ha
consistido solo en haber superado el punto de partida. La consolidación es el punto
de llegada, que está en construcción.
Existe una aceptación común en torno a la democracia como
forma de gobierno, pero enfrenta algunos riesgos para su instalación
definitiva. Situaciones como el incremento de la pobreza, la mala distribución
del ingreso, la concentración de la riqueza, el aumento de la corrupción
política y administrativa, las tensiones entres civiles y militares en buena
parte de los países, la precariedad en la administración de justicia, en la
defensa de los derechos humanos y la marginación, entre otros, le restan
legitimidad, y hacen imperante encontrar salidas que contribuyan a
profundizarla a nivel hemisférico. En este contexto, el fortalecimiento de los
partidos políticos latinoamericanos debe ocupar un lugar prioritario en el
arraigo y consolidación de las instituciones democráticas, pues sus funciones
son inherentes e indispensables para el buen desempeño de las instituciones
políticas. Los partidos políticos latinoamericanos se encuentran ante una
crisis de descrédito inocultable, no obstante, el señalamiento de esta realidad
está lejos de significar que ellos no sean indispensables para la vida de la
democracia.
El primer riesgo que enfrenta la democratización, es la
acumulación de demandas sociales insatisfechas a las que se las pretende
regular mediante la teoría de la Gobernabilidad, la que impone una auto
limitación a las demandas sociales y económicas excluyéndolas de la esfera
política.
Ello sin embargo implica otros problemas. La acumulación de
demandas son deslegitimadas desde el estado, pero están ampliamente legitimadas
por la sociedad civil. Si el estado y sus dirigentes insisten en negar la
legitimación de las demandas sociales, entonces los riesgos para plantear
reivindicaciones fuera del sistema político es muy grande. Movilizaciones de
masas y grupos armados por un lado y el surgimiento de un discurso crítico de
la democracia por otro, son desafíos reales.
El segundo riesgo que enfrenta la democratización, es la
falta de eficacia en el logro de las metas de gobierno. La alternancia en el
ejercicio del poder, renueva el proceso democrático, pero si ello no viene
acompañado por cambios eficaces en el diseño y ejecución de las políticas
públicas y más concretamente de las políticas sociales, surge la sensación que
cambia algo para que no cambie nada.
Existe una resistencia a devolverle al estado su rol
promotor, sin que ello implique el regreso a los grandes déficits fiscales y a
regulaciones extremas. Las llamadas "políticas correctas" llevaron al
desastre a la Argentina, no sacan de la recesión a los países andinos, no
reducen la pobreza en el Brasil, mantienen en el aletargamiento a Centroamérica
y hacen descansar sobre los hombros del más pobre en México el ajuste fiscal.
Un tercer riesgo para la democracia en América Latina es el
incremento de la corrupción pública y privada. Este fenómeno socava las bases
de legitimación del sistema político y su clase dirigente. A ello debe sumarse
la impunidad en los delitos que dejan sin sanción a delincuentes de cuello
blanco, militares, y políticos notorios. No debe permitirse que la corrupción
consentida sea un mecanismo de estabilidad política, con el cual el poder
asegura lealtades y complicidades. Se requiere elevar la conciencia ciudadana
para que la sociedad civil participe directamente en la lucha contra la
corrupción.
Debe considerarse la corrupción como el factor
desestabilizante más peligroso para nuestros sistemas políticos, y debe
sancionarse la corrupción privada con la misma firmeza con la que se actúa frente
a la corrupción pública.
Un cuarto riesgo para la democratización en América Latina
está referido a la ausencia de un discurso y propuesta de comunidad nacional
por parte de los partidos o clase política. Frente a los viejos discursos
basados en el nacionalismo que se apoyaba en el estado burocrático, y frente a
los discursos globalizadores que todo lo reducen al espontaneísmo del mercado y
oportunidades individuales, hay una carencia de discurso que ofrezca
integración social, identidad y certidumbre frente al futuro.
Ello puede generar el surgimiento de fundamentalismos,
populismos o neo autoritarismos que llenen el vacío de comunidad nacional. La
democracia requiere algo más que la pura participación electoral para crear
este sentido de pertenencia, que sin rechazar la modernidad ofrezca seguridad
ante el futuro.
Estos riesgos que podrían resultar desalentadores para el
común de la gente, para los masones debe significar un desafío singular que
debe incentivarnos a persistir en el compromiso de perfeccionar esta democracia
poniendo en ese sentido todo nuestro esfuerzo individual e institucional para
lograr achicar las distancias que separan la situación actual de la ideal que
propugnamos. Esto es, consolidar una sociedad democrática integrada por hombres
libres e iguales, basada en la armonía de sus intereses, donde la fraternidad,
la justicia, el derecho y la solidaridad sean una realidad palpable y no meros
enunciados electorales.
De ahora en mas se realizarán en América Latina elecciones
presidenciales en la mayoría de los países, definiéndose así el perfil político
de la región para la segunda parte de la década y de cuyos resultados surgirán
las nuevas postulaciones para resolver las cuestiones pendientes.
Al triunfo de Evo Morales en Bolivia y Bachelet en Chile,
mas Kirchner en Argentina, Lula en Brasil y Tabaré Vazquez en Uruguay, se suman
las siguientes elecciones en el curso de este año: Perú: el 9 de abril, donde
Lourdes Flores (centro derecha) llevaba 10 puntos de ventaja sobre el candidato
populista-nacionalista, Mayor Ollanta Hu mala, apoyado por Chávez. Seguramente
habrá segunda vuelta.
Colombia: el 28 de mayo donde el actual presidente Uribe
buscará su reelección y que
mantendrá su política de alianza con EE.UU.
Méjico: el 2 de julio. Existen tres candidatos y no hay
segunda vuelta, por lo que
la elección se gana por mayoría simple.
Brasil: el 1º de octubre. Aunque Méjico tiene un periodo
presidencial de 6 años y Brasil de 4, ambos países tienen las elecciones
presidenciales con pocos meses de diferencia. Entre julio y octubre eligen
presidente dos tercios de la población de América Latina. Si bien Lula será
candidato si no llega al 50% de los votos, habrá segunda vuelta.
Ecuador: el 15 de octubre elige su presidente, otro país que
está negociando un tratado comercial con EE.UU., donde puede influir el triunfo
obtenido por Evo Morales y si gana en Perú Humala.
Venezuela: el 3 de diciembre. La situación política está a
favor de la reelección de Chávez por 6 años, que podría modificar la
constitución para seguir siendo presidente hasta 2031, su influencia en la
región irá en aumento.
Nicaragua: el 5 de noviembre donde el Sandinismo intenta
retomar el poder por la vía electoral, y su candidato Ortega es apoyado por
Chávez.
La Argentina buscará cierto equilibrio entre Lula y Chávez,
aunque acercándose mas al último, buscando neutralizar la hegemonía regional
brasileña. Chávez seguirá invirtiendo en los países del Mercosur, pero Paraguay
ha aceptado la presencia de tropas de Estados Unidos durante 2006 y Uruguay ha
dado la aprobación al acuerdo de inversiones con ese país y negocia un tratado
de comercio bilateral con Washington.
Estos cambios seguramente modificarán el panorama político a
corto plazo. Ninguno de los problemas que atañen a América Latina deben ser
ajenos a las preocupaciones de los masones de hoy. Teniendo presente los
postulados básicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, los masones debemos
propugnar la justicia social, combatir los privilegios, defender la libertad de
expresión, luchar por la desaparición de la intolerancia, el dogma y el
fanatismo, la búsqueda de la justicia social y el imperio de la razón. La
pobreza estructural, la miseria y la exclusión social deben ser erradicadas de
raíz. Todas ellas son aspiraciones válidas y constituyen un exhaustivo programa
de trabajo a realizar con la ayuda de algunas ideas que venimos propugnando.
El nuevo humanismo es una idea que hemos desarrollado a lo
largo de los últimos años y que consiste en revalorizar al hombre como central
destinatario de la acción social, ubicándolo en el centro de la escena,
rescatándolo de la periferia donde la globalización lo ha desplazado, como una
de las consecuencias negativas de esta nueva forma de ordenamiento
político-económico.
A la luz de los principios masónicos, los progresos alcanzados
por la democracia, son insuficientes. Los esfuerzos que se realizan en favor de
la defensa de los derechos humanos, de la educación, de la erradicación de la pobreza
y en general el subdesarrollo deben fortalecerse porque son la vía capaz de movilizar
a la sociedad hacia nuevas metas
de idealismo y solidaridad.
Reafirmamos hoy propuestas que ya planteamos en otras
ocasiones, por considerarlas vigentes y que pueden ser convocantes para la
formulación de una nueva Utopía que, abarcando la totalidad de nuestros
hermanos latinoamericanos, dote de contenido a sus luchas, personales y
sociales para alcanzar una vida mas justa y digna en el marco del estado de
derecho.
1.- Consideramos al MERCOSUR una herramienta apta para
consolidar la democracia en América Latina. Entendiendo que debemos trabajar
para lograr que en ese importante foro, paralelamente a la tarea que hoy
cumple, se inserte la idea que sólo logrará sus objetivos, en un marco de
democracia efectiva vigente en todos los países de América.
2.- Acordar entre las Grandes Logias un programa de acción a
realizar desde cada país, tendiente a crear conciencia de la necesidad de la
vigencia de la democracia como condición necesaria para obtener el bienestar y
la felicidad de los pueblos.
3.- Fijar en el temario de cada reunión futura un punto
donde se dé cuenta de la acción que cada una de las Grandes Logias haya llevado
a cabo en su respectivo país en relación a este tema.
4.- Proponerse como meta establecer el concepto de una
"América Latina Democrática" como una idea fuerza rectora de la
actividad política en el continente, para que nunca mas regímenes de violencia
se aposenten en nuestros países.
A pesar de las dificultades, que sin duda se presentarán, no
será imposible para los masones contribuir con su trabajo y esfuerzo a la
defensa de la democracia, los derechos humanos, y las instituciones
republicanas, cuando desde siempre hemos sostenido estos principios como rectores
de nuestra ideología.
Tenemos un duro trabajo por delante, no desfallezcamos por
los contratiempos, nos ha tocado vivir un tiempo conflictivo y debemos hacerle
frente con el más alto y autentico espíritu masónico.
Or .·. Buenos Aires,
marzo 20 de 2006.-
e.·. v.·.
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