Diario
LA
ANTORCHA
Montevideo - Uruguay
28 de febrero de 1901
El clero
contra la masonería
Una de las muchas publicaciones que el clero acredita en Buenos
Aires, y que solo leen aquellos que crean aún en la austera conducta de los
frailes, que nos importan de otras regiones, hablando de la Masonería, dicen
que “los ataques que le ha dirigido estos días a esta secta infame le han
valido muchas felicitaciones que los lectores”.
Y modestamente declara, quien no ha hecho otra cosa que “ir
descubriendo a ignorante y los planes inicuos que fraguan y los hermanitos
contra las buenas costumbres de los pueblos a quienes invita a sacudir el suave
yugo de la religión católica, para atarlos más tarde a la cruel cadena de la
tiranía yo esclavitud masónica”.
¿Conque descubrimiento al ignorante, eh? ¿Y cuál es ese
sujeto, el católico, el masón?
En cuanto a los planes inicuos que fraguan los hermanitos (¿de
los ignorantes?) contra las buenas costumbres, es otra cosa, puesto que quienes
pretenden sacudir el suave yugo católico no deben ser tales, porque es sólo a
estos es que admiten ese bonito dogal, como dijo el político uruguayo en época
de literaturas y cinco billetes convincentes por demás.
Pero volviendo a nuestros caminos, sigamos al autor que
tantas felicitaciones recibió escribiendo contra la masonería.
“El hombre afiliado a la secta masónica -dice el escritor
clerical- se hace cruel (¡sopla!), sanguinario (arre diablo) y siempre
dispuesto a atentar contra la muralla y bienestar de sus semejantes”.
¿De cuáles? ¿De los frailes que recibieron felicitaciones o de
aquellos que hacen uso del suave yugo católico para evitar que “sean atados a
la cruel cadena de la tiranía y esclavitud masónica?”
No lo explica el aplaudido autor, pero lo da a entender en
el siguiente párrafo, que recomendamos a nuestros lectores:
“Bajo el falso en nombre de la libertad e igualdad, la
masonería ha solido (entiéndase bien) ha solido, dice, apagar el sentimientos
religiosos en el corazón humano (como los dominicos y jesuitas apagaban la vida
de los seres inocentes e indefensos que caían en sus manos) ha sembrado el odio
entre súbditos y gobernantes (lo mismo que los discípulos de Loyola en los
pueblos que dominan) y alimentado la división en las familias más únicas”.
Si no lo leyéramos en la católica “Hojita del Hogar”
creeríamos que se trata de una broma clerical, son como de molde, si se
aplicaran a los inocentes pastores del Señor.
Pero póngase serios que viene lo grave:
“A la sombra del inviolable secreto que hace jurar a los
iniciados en sus misterios (¡ah!) ha dado lecciones de asesinato, de incendio,
de crueldad; (esto si que es espeluznante como ustedes ven) ha impulsado a los
más inauditos crímenes en la certeza de la impunidad, (es claro, porque la
masonería, en los países que ha gobernado, ha dominado el criterio, la mente y
el corazón de los hombres, como los jesuitas) inculcándoles ideas tan poco
humanitarias”. (¿por qué no cita un caso ni concreta un hecho al aplaudido
escritor?) “Y en efecto, ¿de qué no es capaz una secta ambiciosa, guiada por el
fanatismo, (¿pero sabrá este hombre lo que esta diciendo?) que une a su causa
individuos que han jurado acudir a su socorro, que parece formada para unir a
los herejes de todas las sectas?”
Pero ¿en qué quedamos, son fanáticos o son herejes los
masones?
Pero prosigamos.
Ella quiere y pretende admitir que en su seno todas las
sectas; luego, la de principios moderados ha de encontrarse al lado de los que
son feroces (Ave María Purísima) y extremados en los suyos. Luego, por
confesión propia, (de quién, de los católicos o de las sectas) se encontrarán
formadas dos sectas contradictorias, cuyos principios masónicos tienden formar
un todo monstruoso, capaz de todos los excesos en que el error y el fanatismo
pueden hacer caer al hombre débil y cegador por las preocupaciones de las
falsas opiniones”.
Un último párrafo para concluir:
La masonería es la corruptora de las costumbres (¿católica?)
en el individuo, en la familia y en la sociedad, y que haya personas en nuestra
capital que crean que la masonería (atiendan ustedes que esto es bueno) es una
sociedad moralizadora y de buena costumbre” (¡Qué va a ser hombre!)
“¡Qué ceguedad! ¡Qué crimen!”, son las palabras finales del
artículo que contra la masonería ha escrito el celebrado autor de otras
producciones por el estilo, escritas “para ignorantes a quienes hay que
descubrir los planes inicuos de los hermanitos contra las buenas costumbres de
los pueblos”.
Escribiendo con tal elocuencia y con argumentos de
consonancia […] no hemos de extrañar que sea grandemente felicitado por sus
lectores quien escribe contra la masonería en condiciones tales.
Reciba también la nuestra, porque es cosa segura que una vez
leídos el artículo que comentamos, la institución masónica se verá en serios
apuros para hacer frente a tan formidable impugnador.
J. DEYOU
Caricatura de 1891.
El Papa León XIII batallando contra la masonería.
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