María Cristina de Borbón-Dos Sicilias

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias

27 de abril de 1806 – 22 de agosto de 1878

Palermo - Sainte-Adresse

Fue reina consorte de España por su matrimonio con el rey Fernando VII en 1829 y regente del Reino entre 1833 y 1840, durante una parte de la minoría de edad de su hija Isabel II.

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La situación tiene un giro cuando Fernando VII en 1824 logra torcer al régimen constitucional, depurando todos aquellos aspectos que no encuadraba dentro de las formas absolutistas.  Determinando el inicio de un camino duro al exilio de los liberales y a los masones.

La restauración absolutista de Fernando trae consigo una producción de iniciativas legislativa buscando erradicar a las asociaciones secretas y sus miembros. La Real Cédula del 1º de mayo de 1824, por la misma se le daba indulto y perdón general, pero con la exclusión de aquellos que habían participado en reuniones secretas después de la abolición del citado régimen.

Sin duda las diferencias en el exilio entre masones, comuneros y carbonarios se profundizaron, mientras tanto en España los escritos antimasónicos se hacen notar, llegándose al grado a la realización de una declaración bajo juramento de no haber pertenecido a al Orden como también a ninguna asociación secreta, para aquellos que buscaban ingresar a desempeñarse en la función pública. Dicha medida no solo era para la población civil, sino que incluía a los militares también.

En este ambiente de debilitamiento de la gran parte de las logias españolas, las llevo a pedir asistencia a sus Hermanos del exterior; algunas de las mismas fueron incorporadas al: Gran Oriente Lusitano Unido, Gran Oriente de Francia, Gran Oriente de Italia, incluso algunas en menor medidas a la Gran Logia de Inglaterra y al Gran Oriente de Bélgica.

Después de la muerte de Fernando VII, aunque la masonería todavía seguirá prohibida, su persecución fue menos virulenta.

Al caer enfermo Fernando VII -falleciendo el 28 de setiembre de 1833-, estuvo al frente del gobierno la Reina María Cristina, es así que, en octubre de 1832, se produce el regreso de los exiliados y la reanudación de las actividades masónicas.

La Reina Regente María Cristina, concedió una amnistía en la que se incluyó a los masones; pudiendo ocupar cargos públicos, pero la prohibición de pertenecer a sectas secretas sigue en vigencia.