Claves para entender a los Maestros

26 marzo 2015

Sacerdote masón en la Catedral de Buenos Aires

Sacerdote masón en la Catedral de Buenos Aires


Mucho se ha escrito sobre el tema de los restos de San Martin, masón reposan los mismos en la Catedral, tratando de zafar de la misma dicen que esta fuera de la misma, pero se cae rápidamente la teoría al manifestar que ese predio pertenecía a la misma ya que era parte del campo santo.

José Eusebio Agüero
(Córdoba, Virreinato del Río de la Plata, 1790 ó1791 - Córdoba, Argentina, 1864)
Nacido en la ciudad de Córdoba, José Eusebio Agüero trabajó como vicerrector del Colegio de la Unión y fue secretario del general unitario José María Paz. Fue electo como diputado por la provincia de Córdoba en 1825y también actuó como ministro de Gobierno y Hacienda hasta 1831.

Agüero era opuesto a las ideas federales de Juan Manuel de Rosas, por lo que debió exiliarse en el territorio oriental. Este exilio se llevó a cabo en Montevideo, donde participó en la defensa de la ciudad, en contra de las fuerzas de Manuel Oribe. Al regresar a Buenos Aires, Bartolomé Mitre le encargó la tarea de fundar el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde desempeñó el cargo de rector. Entre sus obras se destaca Instituciones del Derecho Público Eclesiástico.

Uno de sus alumnos, Federico Tobal, escribió una serie de artículos entre 1895 y 1896 en la revista La Quintana llamados El canónigo doctor don Eusebio de Agüero y el Colegio Nacional y Seminario Conciliar fundado por él.

En el barrio porteño de Versalles existe una plaza que lleva su nombre en su honor.

En la ciudad de Córdoba, una calle lleva su nombre.[1]

Como vemos se destaca su actuación sacerdotal, pero sin negar su pertenencia a la masonería, el pidió ser enterrado “en el cementerio público y en la sección destinada a los Eclesiásticos”, llegado el momento el obispo no podía acceder a dicha solicitud dada la destacada actuación de Agüero, por lo que sus restos están en la cripta de la catedral de la ciudad de Buenos Aires.

Es bueno recordar que en 1863 al producirse el fallecimiento de Blas Agüero,  un francmasón a quien el arzobispo de Buenos Aires le había negado cristiana sepultura porque, fiel a sus principios, se había negado a recibir los sacramentos. Mitre decretó el permiso para el entierro en La Recolecta.

En 1868 en un banquete masónico Mitre explicaba:



un hermano que vestía el traje de los clérigos, hablo del Venerable Dr. Agüero, falleció no hace muchos años después de haber predicado la verdad profesando la filosofía. El último reposo que la tierra concede a los restos mortales de los hombres fué negado al Dr. Agüero. La puerta de su templo y la puerta del sepulcro se cerraron para sus pobres huesos. La mano de las preocupaciones desenterró un cadáver y lo expulso del recinto en que la misericordia de los vivos vela por el descanso de los muertos. Yo tomé entonces la defensa de los derechos póstumos del cadáver. Tuve el honor de reivindicar para nosotros hermanos de entonces y de siempre, el derecho de dormir el sueño eterno al lado de sus semejantes. El arzobispo de Buenos Aires, dando una prueba de caridad cristiana, salvando los derechos de la iglesia en cuanto a la sepultura eclesiástica, dejó a la potestad civil enterrar los muertos, y los masones cuyos huesos estaban antes proscriptos de los cementerios argentinos, hoy pueden descansar de sus fatigas en la muerte bajo la guarda de la confraternidad. La historia de las Masonería no dedicará ni una página, ni un renglón siquiera a esta conquista a favor del descanso de los puertos, en que mi ministro de Culto y Justicia, el Dr. Eduardo Costa, tuvo la principal parte. Pero bastará que se consigne acompañado de su epitafio, el nombre de ese muerto, en cuyo nombre se reivindicó un derecho sagrado”.[2]




Quiero señalar solamente, antes de concluir, que la existencia de masones católicos no es un fenómeno exclusivo del siglo XIX. En el VII Congreso que en 1915 celebró la Liga Argentina del Librepensamiento, probablemente el único movimiento anticlerical de dimensión nacional que hubo en la Argentina, el Comité Nacional lamentó que hubiera librepensadores masones que eran a la vez protestantes o católicos. Recordó a los asistentes que un delegado masón se había retirado del congreso anterior al oír hablar de los “errores del catolicismo” y que no pocos mandaban a sus hijos a escuelas religiosas”.[3]






[2] Di Stefano, Roberto- Ovejas Negras. Historia de los anticlericales argentinos. Sudamericana. Buenos Aires. 2010. pp. 202-203.
[3] IIºAlbum Biográfico de los Libre=Pensadores, Buenos Aires: Imprenta “El Progreso”, 1916, pp. 179-180.

No hay comentarios:

Publicar un comentario