33º
Soberano Gran
Inspector General
Grado Trigésimo Tercero y último del Rito
Escocés Antiguo y Aceptado
Único Grado del Supremo Consejo del 33°
Decimoquinto de los Grados definidamente
Templarios
Tercero de los Grados Administrativos
Único Grado de la Novena Clase o Serie
Origen:
v Según la leyenda del rito, este
grado habría sido fundado el 1° de mayo de 1780. Algunos indican el 1° de mayo
de 1786.
v Desde un punto de vista histórico,
el grado realmente parece haber surgido recién en 1802.
v De donde el más elevado de los
grados del rito escocés habría sido el último en ver la luz.
v Todo parece haber comenzado el 27 de
agosto de 1761, cuando los «Diputados Generales del Arte Real, los Grandes
Vigilantes y Oficiales de la Grande y Soberana Logia de San Juan de Jerusalén
establecida en París» concedieron un Privilegio a Esteben Morín por el cual
tenía plenos poderes para «multiplicar los Grados Sublimes de la Más Elevada
Perfección, y crear Inspectores en todos los lugares donde no se hubieren
establecido los grados sublimes».
v El problema es que no se sabe con
claridad cuál era realmente la autoridad masónica que concedió el privilegio.
Pike opina que fue una patente expedida en forma unida por la Gran Logia y el
Gran Consejo, que en aquellos tiempos se disputaban el poder masónico en
Francia.
v Poco tiempo después, Morín embarcó
hacia América.
v El rito por él practicado era el
rito de perfección en 25 grados que, con el agregado de 8 nuevos grados,
conformaría finalmente el rito escocés en 33 grados.
v Morín estableció cuerpos del rito de
perfección en varios países de América Central, y nombró a M. M. Hayes Diputado
Inspector General para Norte América.
v Este, a su vez, designó a Isaac da
Costa Diputado para Carolina del Sur, y por su conducto los Grados Sublimes fueron diseminados entre
los masones estadounidenses.
v De esta misma época es el Manuscrito
Francken, es decir, la copia que A. Francken efectuó de los Rituales que Morín
trajo de Europa, y que hoy es uno de los documentos más valiosos acerca del
origen del Rito Escocés.
v Volviendo a Esteban Morín, digamos
que, después de los hechos que acabamos de referir, se pierden sus pasos y su
destino final nos es totalmente desconocido.
Los
objetivos exotéricos del grado son…
v Defender
la justicia y el derecho.
v Trabajar
por el logro universal de los Derechos Humanos.
v Mantener
la unión y la fraternidad entre todos los hombres en general y los masones en
particular.
v Promover
la tolerancia religiosa.
v Combatir
toda forma de tiranía y despotismo.
v Fomentar
la educación y la difusión del conocimiento.
v Promover
la libertad, tanto en forma individual, impidiendo que el Estado sofoque la
libre expresión de las ideas, como en forma general, sosteniendo el derecho de
cada Estado o Nación a la soberanía y la libre utilización de sus recursos.
Los
objetivos esotéricos del grado son…
v Conservar
la regularidad en el trabajo de los todos los grados y, especialmente, en los
de la Masonería Sublime.
v Preservar
el contenido esotérico de las tradiciones de la Orden.
v Acceder
al logro pleno y completo de la gnosis.
v Difundir
la gnosis y la Iluminación en todos los niveles del rito.
v Alcanzar
una vislumbre de la Corona cabalística (Kether).
v Preservar
la egrégora del rito, sirviendo de fuente mística para vivificar todos
sus grados.
v El triple triángulo
De acuerdo con este símbolo, cada uno de los
aspectos ternarios de la Creación es, a su vez, tríplice. Es decir, la división
ternaria existe tanto en el todo como en las partes, de donde surge
naturalmente el número 9.
En realidad, cada uno de estos nueve aspectos
también es tríplice, y así sucesivamente, por lo que emanan otros números
masónicos tales como el 27, el 81, etc.
v El blanco y el rojo
Se dice que el blanco representa la inocencia
de los Caballeros Templarios,
sometidos injustamente a juicio, y el rojo la sangre derramada durante su cruel
castigo. Pero esto parece sólo una lectura exotérica, sin demasiada relevancia.
Otros, desde un punto de vista más profundo,
dicen que “así como el blanco es la síntesis de todos los colores, así el
33° es la síntesis de todos los grados”.
Respecto del rojo, es un color que siempre ha
caracterizado al rito escocés.
Si bien el grado “rojo” por excelencia es el de Caballero
Rosacruz, y el 33° corresponde más exactamente a la categoría de “grados blancos”, a veces se habla de “grados rojos” generalizándolo a todos
los escoceses.
Quizás esta predilección por el rojo responda a
un origen alquímico, aludiendo a la última etapa en la consecución de la Piedra Filosofal.
v El Sol
Los antiguos rituales decían que «así como
el Sol da luz y vida a toda la Tierra, así la Ilustre Orden del grado 33°
otorga luz y vida al Gran Cuerpo Masónico en todo el Universo».
Esto sólo puede tomarse en sentido simbólico,
porque los Supremos Consejos del 33° sólo ejercen su autoridad sobre el rito
escocés antiguo y aceptado, y no sobre los grados simbólicos y el resto de los
innumerables ritos masónicos.
v El esqueleto con el
estandarte de la Orden
A veces se dan de este símbolo interpretaciones exotéricas
poco interesantes, tales como que «representa
el castigo a los traidores de la Orden», o que se debe «vencer o morir gloriosamente en el campo de
batalla, bajo la bandera de la Orden».
Nada de esto tiene sentido en la época actual, a menos que
se interprete la «guerra» en forma
simbólica.
Desde nuestra
óptica, este esqueleto se relaciona con la carta N° 13 del Tarot.
v La espada llevada
por el águila
Se dice que dicha espada es el
símbolo de la gnosis, que se supone que el Iniciado
ha adquirido en los 32 grados anteriores.
Por otra parte, algunos han visto en el águila
bicéfala un lejano recuerdo del símbolo solar egipcio, con las dos serpientes
en torno al disco solar.
Otros han dicho que la corona representa a Kether y la cruz sobre ella a Malkuth, de donde el principio y el fin
del árbol sefirótico son Uno.
v Deus meumque jus
Esta divisa, típica del grado 33°, ha sido
interpretada con cierta ligereza.
Generalmente se la traduce como “Dios y mi
derecho”.
Se supone que su origen data de la Batalla de Gisors en 1198, cuando Ricardo Corazón de León la empleó como
una contraseña.
En la referida batalla Ricardo derrotó a los
franceses. El significado de la contraseña era que Ricardo debía su condición
real sólo a Dios y a su propia herencia familiar (su “derecho”) y, por lo tanto, no estaba sujeto a ningún poder
terrenal.
Esto, que es una justificación del origen
divino de la monarquía, realmente tiene muy poco de masónico.
A principios del siglo XV, Enrique V adoptó
este lema, en su forma francesa Dieu et mon droit, como el lema de la
monarquía británica, que lo incluye en su escudo de armas.
El hecho de haberlo escogido en francés se debe
a que este último idioma había reemplazado al latín como lengua de la clase
alta.
De todas formas, es muy poco probable que los
fundadores del rito escocés, que eran franceses o norteamericanos, eligieran
esta frase como lema meramente para referir a la corona real de Inglaterra.
Otras traducciones de la frase son: “Dios y
el derecho me protegen”, de carácter exotérico, y “Dios y mi mano
derecha”, relativa al acto de elevar esta última durante la coronación de
los reyes germanos.
O bien “Dios y mi rectitud moral”, la
cual no deja de destilar cierto sabor jesuítico.
Ninguna de estas lecturas es satisfactoria
desde un punto de vista masónico.
La interpretación más habitual dada en América
Latina es: “habiendo
sido creado el ser humano en la plenitud de sus derechos, todos debemos
ejercerlos sin excepción alguna”.
Esta frase puede tener una lectura política,
válida pero meramente exotérica.
Nosotros creemos que una interpretación
esotérica puede obtenerse reflexionando sobre el sentido de la palabra “derechos”.
El Martinismo habla de los “derechos de nacimiento” que posee la
especie humana, que se habrían perdido como consecuencia de la simbólica “caída del hombre”.
La reintegración, entre otras consecuencias,
tendría el efecto de recuperar el ejercicio de tales derechos.
Esotéricamente, por lo tanto, los “derechos” en cuestión serían las
habilidades y facultades originales del hombre.
El Iniciado del 33°, entonces, sería el símbolo
del Hombre reintegrado, y por lo tanto reinstalado en la plenitud de sus
derechos.
Desde un punto de vista masónico, la totalidad
de los derechos dentro de la Orden se alcanza en el tercer grado, es decir, con
la condición de Maestro.
Pero los Altos Grados fueron creados para
compensar las deficiencias del tercero en el que, por no recuperarse la
Palabra, no puede lograrse una Maestría completa.
Por lo tanto, en el 33° se conseguiría, al
menos teóricamente, el objetivo final de todos los Ritos y los Altos Grados:
alcanzar la Maestría masónica efectiva, no sólo formalmente, sino
fundamentalmente en espíritu y en verdad.
De donde el “maestro masón” sería sinónimo de “hombre reintegrado”, empleando el lenguaje martinista.
Un hombre que, ahora sí, ha reconquistado el
empleo pleno de todos sus derechos.
Por ello, no debería descartarse totalmente la
propuesta formulada en algunas oportunidades, acerca de que, cuando los
Soberanos Grandes Inspectores Generales visitan una Logia Simbólica, lo hagan
vistiendo exclusivamente los atributos del Maestro Masón.
Porque, al fin y al cabo, si son verdaderos
Iniciados del 33°, no son más que verdaderos Maestros Masones.
En la imagen, cuadro del grado de Maestro.
Finalmente, digamos que algunos han propuesto
reemplazar este lema por el de “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, u
otros similares.
Ello es comprensible, porque la referencia a
“Dios” no es aceptable para todos los Hermanos.
Nosotros creemos que el lema puede ser preservado,
siempre y cuando se le otorgue una interpretación esotérica, y no se lo reduzca
a algo religioso o vinculado con la moral o la política profanas.
Blanchard (2002) la toma como Palabra de Pase,
a la que se responde, en los Rituales en inglés, «God and my right» («Dios y mi derecho»).
Esta costumbre no nos parece feliz, pues
estimula una lectura exotérica de la divisa bajo consideración.
v El Tetragrama
Es «lo primero que se advierte al ingresar
al Templo».
Según Rizzardo da Camino, en este grado el
Tetragrama simboliza que “el Principio (Iod) de Vida (Hé) está en la
propia Vida (Vau Hé)”.
Como es sabido, el valor numérico
del Tetragrama es 10+5+6+10 = 26 = 8.
El número 8, con su forma
ondulante que recuerda al caduceo y la Kundalini,
representa el fluir, subiendo y bajando de la Energía Universal.
v El número 8
En tal sentido, el simbolismo del número 8 es
similar al del Signo de Reconocimiento del grado 18° (Caballero Rosacruz), con
un índice apuntando hacia el Cielo y otro hacia la Tierra, y el cuerpo del
Iniciado sirviendo de vehículo de comunicación entre ambos.
Recordemos también que el número 888 es, en la
Cábala griega, el número del Cristo, de donde se alude aquí a la cristificación
(individuación) del Iniciado.
v Las coronas
Según Jung, un sombrero o una corona representa
un principio circular unificador, bajo cuya influencia se coloca toda la
personalidad del que lo lleva.
En este grado se utilizan varias coronas, tanto
la corona solar del Rey alquímico, como coronas simbólicas de roble y de
ciprés.
De hecho, la Iniciación es a veces referida
como una coronación.
En cualquier caso, la idea es demostrar la
culminación (hipotética) del proceso de individuación: el surgimiento
consciente del Sí-Mismo, el logro de una personalidad totalizada y unificada.
v La columna vertebral
La columna vertebral humana consta de 33
vértebras, divididas en 5 regiones.
Se ha comparado cada vértebra a un grado del
Rito Escocés y al ascenso de la Kundalini como la “vivificación” sucesiva de
cada grado, o bien de cada clase (conjunto de grados).
v Las cinco luces del
Oriente
Aunque en forma algo exotérica, los rituales
interpretan el candelabro de cinco luces del Oriente como el “conjunto de la
enseñanza masónica: la Religión Natural, la Ciencia, la Perfección Humana, la
Justicia y la Verdad”.
«La religión natural, universal y tolerante; el
secreto de las operaciones de la Naturaleza; la perfección del verdadero
Templo, que es el interior del ser humano; la victoria del Sol sobre las tinieblas
y el triunfo de la verdad sobre las imposturas y los errores»
v Las tres luces del
Sur
Representan el clásico ternario masónico, es
decir, el agente, el paciente y el ser engendrado; el movimiento, la
fermentación y la vida; el Padre, la Madre y el Hijo.
v Las dos luces del
Oeste
Son el principio de la dualidad: la beth frente
a la unidad de la aleph.
v La luz única en el
Norte
Representa el Absoluto, la Fuente que, a la
vez, emana y está presente en todas las «aguas»
de la Creación.
Es el Principio, el Punto Creador Primordial
y, a nivel humano, el Sí-Mismo.
En la imagen, la yud, el punto o falo
creador, la única luz que brilla en el Norte.
Dr. Jorge Norberto Cornejo
Buenos Aires – Argentina
Buenos Aires – Argentina
mognitor1@yahoo.com.ar
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