DIÁLOGO ENTRE SIMÓN Y
FELIPE, 1740 e∴v∴
Dialogue between Simon and Philip, publicado en
Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, reed. por la Kessinger
Publishing Company, Kila MT, s. d., p. 176-178.
Diálogo entre Simón, masón de ciudad, y Felipe, un masón que
está de paso
Simón: Señor, acabo de recibir una carta que contiene este
trozo de papel. Os ruego que me digáis qué es lo que queréis.
Felipe:
Estoy de paso, busco una cierta asociación y, habiendo oído decir que sois un
hermano masón, me he permitido contactar con vos.
Simón: ¿Sois masón?
Felipe: Sí (como tal soy tenido por todos los compañeros y
hermanos).
Simón: ¿Y cómo sabré que sois masón?
Felipe: La palabra es justa.
Simón: Si es justa, dádmela justa.
Felipe: La deletrearé con vos, si os place.
Simón: Dadme la primera letra y yo os daré la segunda.
Felipe: …..
Simón: …..
Felipe: …..
Simón: …..
Felipe: La palabra es ….., pero dado que no os conozco, y
que vos tampoco me conocéis, y que, por razones de prudencia, no debemos
responder a más de tres preguntas, pues podrían sernos planteadas por un impostor,
os pregunto: ¿cuáles son vuestros signos?
Simón: Nuestros signos son todos escuadras, ángulos y
perpendiculares.
Felipe: ¿Y cuáles son vuestros toques?
Simón: Todos son agarres fraternales hechos con la mano y
gracias a los cuales los hermanos se reconocen entre sí.
Felipe: ¿Cuáles son los puntos de vuestra recepción?
Simón: Oír y callar los secretos de un masón.
Felipe: ¿Cómo habéis sido recibido masón?
Simón: Por tres golpes dados a la puerta, el último después
de un tiempo doble al primer intervalo, y con más fuerza.
Felipe: ¿Cuál es la primera pregunta que el maestro os hizo
cuando fuisteis recibido?
Simón: Me preguntó si era por mi propia y libre voluntad que
yo venía allí para ser hecho masón. Respondí que sí.
Felipe: ¿Qué habéis visto antes de ser hecho masón?
Simón: Nada que pueda comprender.
Felipe: ¿Qué habéis visto después?
Simón: Tres grandes luces.
Felipe: ¿Cómo las llamáis?
Simón: El sol, la luna y el maestro.
Felipe: ¿Dónde estaba vuestro maestro?
Simón: Al este.
Felipe: ¿Por qué al este?
Simón: Para esperar el amanecer, a fin de enviar a los
hombres al trabajo.
Felipe: ¿Dónde estaban los vigilantes?
Simón: Al oeste.
Felipe: ¿Por qué al oeste?
Simón: Para esperar que el sol se oculte, a fin de que los
hombres abandonen el trabajo.
Felipe: ¿Dónde estaban los compañeros de oficio?
Simón: Al sur.
Felipe: ¿Por qué al sur?
Simón: Para recibir e instruir a todos los nuevos hermanos.
Felipe: ¿Dónde estaban los aprendices recibidos?
Simón: Al norte, para oír y callar, y esperar al maestro.
Felipe: Decís que visteis tres grandes luces; ¿no habéis
visto otra luz?
Simón: Sí, una, que superaba en mucho al sol y a la luna.
Felipe: ¿Qué era?
Simón: La luz del evangelio.
Felipe: ¿Por qué habéis sido hecho masón?
Simón: Por el amor de la letra G.
Felipe: ¿Qué significa?
Simón: Geometría.
Felipe: ¿Por qué Geometría?
Simón: Porque ella es la raíz y el fundamento de todas las
artes y ciencias.
Felipe: Decidme, os lo ruego, cuánto dinero teníais en
vuestra bolsa cuando habéis sido hecho masón.
Simón: Absolutamente ninguno.
Felipe: ¿Y cómo habéis sido hecho masón?
Simón: Ni desnudo ni vestido, ni de pie ni acostado, ni de
rodillas ni alzado, ni descalzo ni calzado, sino en un estado correcto.
Felipe: Y ese estado, ¿cuál era?
Simón: Tenía una rodilla descubierta en tierra, con los
brazos de un compás en forma de escuadra sobre mi pecho. Es entonces, y en esta
postura, que presté el solemne y sagrado juramento de masón.
Felipe: Repetid vuestro juramento.
Simón: Prometo solemnemente, y declaro ante Dios y ante esta
respetable asamblea, que callaré y no revelaré jamás lo que he oído, a saber,
los secretos o el secreto de los masones o de la masonería que me han sido, me
son aquí o me serán desvelados, sea a un hombre, a una mujer o a un niño; no
los imprimiré, ni los picaré, ni los grabaré, sea sobre un soporte móvil o
inmóvil, o de cualquier otra manera que pudiera permitir descubrir los secretos
de un masón o de la masonería. Ello bajo pena de que se me arranque el corazón
del pecho, de que se me arranque la lengua del paladar, se me corte la garganta,
se haga trizas mi cuerpo con caballos salvajes, y sea enterrado en las arenas
de la playa, allí donde la marea sube cada 24 horas; o también bajo pena de que
se ate mi cuerpo, se reduzca a
cenizas y sean dispersadas a los cuatro vientos, de manera
que no subsista el menor recuerdo de mí. Que Dios venga en mi ayuda. Luego el
primer vigilante me puso un mandil blanco diciéndome estas palabras: Yo os
pongo la marca distintiva de los masones,
que es más antigua y más honorable que la Orden de los Caballeros de la
Jarretera.
Felipe: Estoy contento de constatar que sois masón, después
de lo que me habéis repetido de vuestro juramento. Si queréis, podéis
preguntarme lo que penséis oportuno.
Simón: Quisiera preguntaros dónde está vuestra logia.
Felipe: En el valle de Josaphat, fuera del alcance del
chismorreo de las gallinas, del canto del gallo y del ladrido de un perro.
Simón: ¿Cuál es la altura de vuestra logia?
Felipe: Es tan alta como el cielo, y tan profunda como la
tierra.
Simón: ¿Cuántos pilares hay en vuestra logia?
Felipe: Tres.
Simón: ¿Cómo los llamáis?
Felipe: Belleza, Fuerza y Sabiduría.
Simón: ¿Qué representan?
Felipe: La belleza adorna, la fuerza sostiene, y la
sabiduría inventa.
Simón: ¿De qué logia sois?
Felipe: De la muy respetable logia de san Juan.
Simón: ¿Cuántos signos posee un masón?
Felipe: Cinco.
Simón: ¿Cómo los llamáis?
Felipe: El signo pedestre, el signo manual, el signo
pectoral, el signo gutural y el signo oral.
¿Qué Simón será? Es posible que sea un ritual.
ResponderEliminarSabes que estoy investigando un poco más. Pareciera que sí peor no tengo la total certeza.
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