Ceremonia de bautismo
Los hermanos y personas invitadas serán
colocadas en sus asientos respectivos por el Maestro de Ceremonia. Los hermanos
de pie, sin estar al orden. Se tocará una armonía escogida durante la
introducción. Al ocupar el Venerable su asiento, pronunciará la siguiente
INVOCACION
Humillémonos, hermanos masones, delante del
Soberano Gran Arquitecto del Universo reconociendo su poder y nuestra
debilidad; y marchando por las vías de la sequedad, elevémonos hasta él. Nada
hay igual a él; existe por sí mismo y es a él a quien deben su existencia todos
los seres de la creación. Su providencia infinita; aunque oculta a los ojos de
los hombres, examina sus obras y sus acciones. Es a él a quien invoco; y es a
él a quien dirijo mis votos y mis plegarias.
Dignaos, o Gran Arquitecto, amparar
vuestros obreros, a las madres de familia, niños y asistentes reunidos en este
Templo. Reanimad su celo y fortaleced su espíritu en la lucha horrible de las
pasiones. Inflamado sus corazones con el fuego sagrado de las virtudes y que
estas no sean estériles. Y sosténganos tu brazo poderoso en los trabajos de
nuestra perfección, para que sea mayor el número de aquellos que solo en ti
depositan toda su esperanza. AMEN!
Hermanos masones, y vosotras, señoras y
hermanas. Nos hemos reunidos en este lugar con el plausible objeto de conferir
el bautismo masón a los hijos de nuestros hermanos. Vamos, pues, a dar
principio a la ceremonia de costumbre, para lo cual solicito de vosotros el
silencio y circunspección que requiere una solemnidad semejante.
Preguntarán algunos: ¿Qué es el bautismo
masónico? ¿Cuál es su objeto?
Es el hecho de presentar en nuestro Templos
a hijos de francmasones, por padrinos que llevan igual carácter, y que
certifican que los niños presentados son dignos del interés de los hermanos que
componen la Orden en general; y también la obligación que contrae una logia de
dispensar a los hijos de sus hermanos los cuidados de una solicitud maternal,
hasta tanto llegan a la mayor edad.
Tal es el acto verdaderamente religioso que
vamos a celebrar, el cual, sin que fuera necesario decirlo, en nada perjudica a
los deberes privados de sus parientes, bien sea respecto al culto que profesen,
o a los que imponen las leyes de su país. Que cada uno de vosotros se anime del
deseo de ver a sus hijos recibiendo la unción de esta ceremonia augusta y
entonces podréis mejor comprender toda su importancia y sus ventajas.
Vosotros debéis saber que el bautismo no es
una institución del cristianismo; supuesto que, San Juan, que no era cristiano,
bautizó a Jesús; que el bautismo, llámese símbolo, o sacramento, ha existido
muchos siglos antes de nuestra era; que se conoció en Egipto, en Persia y en la
India, con los demás sacramentos adoptados después por la Iglesia Romana; y que
hoy aun, los pueblos situados en las orillas del Indus y del Ganges, que son
enemigos del cristianismo, emplean la misma ceremonia para encontrar gracia
delante de Dios.
Todos los libros de los cultos antiguos,
los de historia y los de viajes, nos dice que el bautismo es anterior a la
venida de Cristo, lo cual sabíamos ya. Os decimos esto, para que podáis
comprender que la ceremonia que va a tener lugar no es una reproducción del
bautismo católico, el cual por otra parte, merece el respeto de los profanos y
de los masones, sino un hecho anterior del cual el último he derivado.
Consideramos, nuestra Orden como una verdadera religión, la cual llamamos
religión de la evidencia, de la razón, de la humanidad, porque está fundada en
las leyes de la humanidad, de la razón y de la evidencia, que ni deja lugar a
dudas, ni menos provoca las animosidades y odios que en otras religiones han
arraigado el espíritu de secta, que ha cubierto de sangre las páginas de la historia
e impuesto las creencias por medio de la fuerza y de los suplicios. Así, pues,
el bautismo masónico no es más que una ceremonia religiosa que hemos tomado de
los antiguos, cuyos meros rudimentos tratamos de inculcar a la infancia delante
de sus padres y madres encargados de completarla; y a la vista de espectadores
que pueden aprovecharse de sus ventajas; pues no es otra cosa que la iniciación
del hombre, como ser social, racional y sensible, en el conocimiento de sus
deberes, y en el uso saludable de los resortes de su inteligencia: ventaja que
no ofrece por cierto ninguna institución profana. Reconoce por dogmas: a Dios y
a la Virtud; sus creencias se limitan a la Bondad y Perfección del hombre,
imagen de Dios; y su misión: profesar y propagar los sentimientos de Paz y
Fraternidad por orden de Dios. No expresan sus códigos otra voluntad que la del
Gran Arquitecto del Universo, otros deseos que los del corazón humano, ni más
exigencia que las del mundo social en su estado de perfección. No impone a sus
adeptos sino dos condiciones: Probidad y Ciencia, para aplicar una y otra al
amor del bien y aborrecimiento del mal. Ved, pues, lo que es la masonería, mis
caros hermanos. Ella no se ocupa sino de las leyes inmutables dadas por el
mismo Dios el día de la creación; leyes que indican a cada hombre sus deberes y
que podemos reasumir en estas palabras: Sed bueno, justo, animoso, verídico;
amad a vuestros semejantes a quienes jamás oprimiréis, porque son hermanos
vuestros e hijos de Dios.
Tales son las doctrinas que profesamos y de
las cuales quisiéramos participase esta respetable asamblea. Si en la ceremonia
que vais a presenciar llama vuestra curiosidad algún detalle, en vez de
sonreir, debéis reflexionar. Trataremos de ser bastante claros y precisos y de
haceros comprender el fin que nos proponemos.
DISTRIBUCION DE LAS FLORES A LAS SEÑORAS
Hermano Maestro de Ceremonias: distribuir
las flores a las señoras, en testimonio del placer que experimentamos al verlas
hoy en nuestro Templo.
(Música durante la distribución de flores.
Presentación de los Lustones o Luvetones)
Hermanos míos: muchos miembros del Taller
han solicitado de nosotros la admisión de sus hijos en nuestro Templo con
objeto de recibir la primera iniciación en los misterios de la Masonería.
Concebido el favor, es hoy el día señalado para el bautismo. Deseamos saber si
dichos hermanos reiteran la misma petición.
(Uno de los padres de los niños presentados
toma la palabra, y dice:)
Venerable Maestro, en nombre de estos
hermanos y en el mío, venimos a suplicar que vos y los demás hermanos de este
respetable taller acoja bajo vuestra protección (se dan los nombres y apellidos
de los niños, la edad, y se designan los padrinos y madrinas), y les dispenséis
en su infancia vuestra amistad, admitiéndolos en vuestra primera iniciación
como prueba de la tierra solicitud que les debéis.
(El Venerable contesta:)
Hermanos míos: estos niños que la
naturaleza confía a nuestros cuidados y a vosotras dirección inteligente, deben
ser causa durante vuestra vida de pesar o satisfacción y de gozo o vergüenza
para la humanidad, según la aplicación que hagáis de sus facultades. La piedra
informe y sin utilidad aparente, confiada a la mano de un hábil artista, llega
a ser una maestra. Una inteligencia sin cultivo, es como aquel objeto sin
forma, prueba os dé ya una idea del esplendor saludable de la luz de nuestro
Templo y dirija vuestros pasos ahora; como después será la guía de vuestra
inteligencia. Que el denso velo del error que el mundo arroja sobre vosotros,
se descorra para siempre a la vista de nuestra estrella resplandeciente.
El Venerable: Hermano Maestro de Ceremonia,
colocad estos Lustones en el altar, al lado de sus padrinos y hermanos
nuestros.
El Venerable: Hermano Primer Vigilante ¿Qué
objeto nos reúne en este lugar?
Primer Vigilante: El deseo de recobrar la
felicidad perdida para el hombre.
El Venerable: Segundo Vigilante ¿Qué medios
emplean los masones para obtener fin tan laudable?
Segundo Vigilante: Los consejos de la
amistad y el ejemplo de las virtudes que practicamos.
El Venerable: Hermano Primer Vigilante ¿Qué
enseñamos en nuestros Templos?
Primer Vigilante: Doctrinas sublimes de
moral, basadas en el principio de no hacer a nuestros semejantes lo que no
queremos para nosotros y amarlos con el mismo amor que para nosotros deseamos.
Tal es la consecuencia de esta máxima
fundamental de nuestra institución, que guiados por ella no podemos menos que
considerar como hermanos e iguales nuestros a todos los hombres en general.
Somos incesantes en combatir el Orgullo, el Error y las Preocupaciones, sin
olvidar la Ignorancia, causa de todas las desgracias humanas. Recomendamos la
práctica de la Justicia porque ella sola pudiera proteger los derechos e
intereses de cada uno; encareciendo la Tolerancia, que deja al hombre la
libertad de pensar; y la Paciencia, que nos ayuda a soportar los contratiempos
e infortunios de la vida, contra los cuales serían impotentes todos nuestros
esfuerzos.
Amamos a los hombres indistintamente. El
rico y el pobre; el fuerte y el débil; el sabio y el ignorante, se confunden
del mismo modo entre nosotros. Tenemos compasión del descarriado, sin reparar
en su condición, y hacemos un esfuerzo por traerle al buen camino. La aflicción
y el infortunio agotan nuestras fuerzas. Para nosotros, no tienen atractivos el
mundo y los placeres: solo el estado normal del hombre y su posición sobre la
tierra ocupan nuestro espíritu.
En nuestro concepto, las recompensas que
debemos conquistar y preservar, sobre todas las demás, son el precio y afecto
de nuestros semejantes y el honor y la virtud que nos hacen participar de goces
innumerables y dignos a los ojos del Gran Arquitecto del Universo.
El Venerable Hermano Segundo Vigilante:
¿Qué virtudes deben acompañar a un buen masón?
Segundo Vigilante: La fe, que da el valor
que conduce a la victoria.
El Venerable: Padrinos: vosotros conocéis
los males que afligen a la humanidad; se os han recordado los trabajos y el fin
de la Masonería; y las cualidades que deben adornar a un masón. ¿Insistís en
que sean admitidos en nuestra orden estos Luvetos presentados por vosotros?
Los padrinos: Insistimos.
El Venerable: Prometéis en su nombre que
sabréis enseñarles a vencer sus pasiones; que trabajarán con celo en nuestras
obras; que no dejarán corromper sus corazones por los vicios o malas compañías;
y que siempre estarán dispuestos a sacrificar su interés personal por el bien
general?
Los padrinos: Lo prometemos.
El Venerable: Entonces procedamos al
bautismo, conforme a vuestros deseos.
El Venerable Maestro estará de pie en la
plataforma delante del altar y los niños colocados en orden delante de él.
El Venerable sumerge la mano izquierda de
los niños en agua, y dice:
Sean siempre puras vuestras manos y jamás
se vean manchadas con la sangre de vuestros semejantes; que nunca de ellas se
diga que han despojado de sus bienes a aquel que en justicia los posee, ni han
abrigado la calumnia contraria a todas las leyes.
(Coloca en seguida la medalla de la logia
en el cuello de los niños y añade):
Pueda esta joya, símbolo del amor fraternal,
unir estrechamente a todos los miembros de este taller, y recordar las promesas
que han sido hechas en vuestro nombre afecto inalterable y mutuo. Recibid
también el nombre de hijo, hasta tanto podamos trocarle por el título de
hermano.
(Después del beso dado a los niños, el
Venerable dice):
Mis jóvenes amigos: que vuestros corazones
se conmuevan profundamente al ver el grande interés que habéis despertado en
nosotros.
No olvidéis, queridos niños, cuanto habéis
visto y oído en este día y tratad de merecer desde hoy en adelante el honor de
que más tarde se inscriban vuestros nombres en la lista de los miembros
ilustres que adornan las columnas de nuestros Templos.
Continúa el Venerable: Basta queridos
niños, sed bien venidos, puesto que creéis en Dios, amáis y respetáis a
vuestros padres y prometéis haceros dignos de la benevolencia de todos los
hombres por vuestra conducta futura y amor a nuestros trabajos. Os he hablado
hace un momento de luz y de tinieblas: vosotros padres y padrinos os revelarán
más adelante el origen de las tinieblas que oscurecen la inteligencia del
hombre y las causas que en ellas las perpetúan. Comprenderéis que la tierra
estaba destinada al hombre como una mansión de felicidad y de paz, si las
pasiones no hubiese malogrado su destino desde el principio de la creación con
la Ambición, la Impostura y la Ignorancia; las cuales renacen incesantemente y
extienden su poder por el mundo que habitamos aconsejándoos seáis con ellas
cautos y huyáis de su maléfico influjo. Evitar al hombre las tristes
consecuencias de aquellos tres enemigos del género humano, constituye el secreto principal de los misterios en que
vamos a iniciaros. El día llegará en que comprendáis esta verdad por vosotros
mismos; y es entonces que bendeciréis a la sola institución que en este mundo
puede prestar al hombre servicio tan importante.
El Venerable dice en seguida a los padrinos
y madrinas:
Hermanos, y vosotras, señoras, padrinos y
madrinas en la adopción de estos niños, dignaos prestarme vuestro apoyo en esta
ocasión solemne en que vamos a proporcionar nuevos adeptos a la Masonería.
Con todo respeto, la ceremonia de adopción de luvetones no tiene nada que ver con un "bautismo", tiene un desarrollo y un simbolismo totalmente distinto.
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