Patrimonio Masónico II
Estética masónica o Estilo
masónico
En esta línea de abordar el patrimonio masónico, es oportuno
el tratar de ver cual de estos dos conceptos son los que se ajustan a esta
propuesta.
Antes de
reflexionar sobre la estética masónica y los problemas de conservación y
restauración de la misma, es lógico establecer una aclaración previa en cuanto
al término “masónico” asociado al arte y, en concreto, a la arquitectura como
valor simbólico y patrimonial. En la disciplina de la historia del arte, el
término estilo permite clasificar fenómenos artísticos que trascienden un
ámbito concreto y definen una época, movimiento o autor. Cuando la masonería
utiliza las bellas artes para generar un discurso o como herramienta y material
simbólico en cualquier tipología –logia, monumento funerario– u objeto
–regalías masónicas y mobiliario para las tenidas2–, estas creaciones podrían
parecer ajenas a las prioridades de la masonería especulativa. Se debe resaltar
aquí, además, que existen muchas formas (tendencias, ritos, obediencias,
tradiciones) de masonería y, por ello, bien podrían entenderse otras tantas de
estética masónica, aunque la gran mayoría comparten un corpus simbólico
similar.[1]
Acerquémonos al “estilo masónico”, este puede general alguna
confusión dada la universalización de la masonería y que esta ni tiene un
corpus unificado en esta línea.
Diríamos que el término de estética masónica comienza a ser
impuesto en los años 90 del siglo XX, vinculando el mismo al sentido
histórico-artístico y patrimonial académico, en la obra de A. Sebastián Hernández
Gutiérrez: La estética masónica.
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