Doctrina Masónica
Abordar este tema es entrarnos en un ámbito difícil y
complejo, motivado por la diversidad de los tipos de masonería que se nos
presenta.
Pero si seguimos los trabajos de aquellos que abordaron el
mismo, se hace más claro el camino:
«[...] Para nosotros, la Masonería no
puede ni debe sujetarse a ninguna opinión filosófica particular, ella no es más
espiritualista que materialista, ni tampoco más deísta que atea o panteísta, en
el sentido que habitualmente se atribuye a estas diversas denominaciones, ella
es pura y simplemente la Masonería. Cada uno de sus miembros, al entrar en el
Templo, debe despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de
cuanto sea extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios
alrededor de los cuales todos deberían unirse para trabajar en común en la Gran
Obra de la Construcción universal».
Palingenius, La Gnosis y La
Francmasonería.
«Los masones de hoy en día, y esto desde
hace algunos siglos, no erigen más construcciones en piedra, pero ello nada
quita al carácter simbólico de la arquitectura ni a la posibilidad de que se
lleve a cabo así y todo un trabajo "operativo" basándose en su
simbolismo. En una recensión de un libro de Charles Clyde Hunt, René Guénon
señalaba: "El autor parece destinar a la Masonería, como finalidad
principal, lo que él llama la 'construcción del carácter' (character-building);
esta expresión en el fondo no constituye sino una simple 'metáfora', en lugar
de aquello que debería ser en cambio un verdadero símbolo; la palabra
'carácter' es muy vaga y, en todo caso, no parece indicar nada que sobrepase el
plano psicológico; se trata por lo tanto de algo todavía muy exotérico,
mientras que si se hablase de 'construcción espiritual', la cosa podría
adquirir un sentido mucho más profundo, sobre todo si se incorporasen las
determinaciones propiamente 'técnicas' que podrían extraerse fácilmente, a tal
fin, del simbolismo masónico, siempre y cuando se supiese evitar cualquier
menuda 'moralización' a propósito de los símbolos"».
Bruno Rovere, El arte de la
construcción,
Revista de Estudios Tradicionales Nº 3.
«Todo lo que se refiere al orden
metafísico es, en sí mismo, susceptible de abrir, a quien lo concibe
verdaderamente, horizontes ilimitados; y aquí no se trata de una hipérbole ni
de una manera de hablar, sino que es menester entenderlo de una manera
completamente literal, como una consecuencia inmediata de la universalidad
misma de los principios. Aquellos a quienes se habla simplemente de estudios
metafísicos, y de cosas que pertenecen exclusivamente al dominio de la pura
intelectualidad, apenas pueden sospechar, a primera vista, todo lo que eso
implica; que nadie se equivoque aquí: se trata de las cosas más formidables, en
comparación con las cuales todo lo demás no es más que un juego de niños».
René Guénon, Oriente y Occidente, cap.
III.
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