Claves para entender a los Maestros

13 marzo 2016

Leandro Gómez

José María Leandro Gómez Calvo
13 de marzo de 1811 – 2 de enero de 1865
Montevideo - Paysandú


Discurso de clausura del primer año de la Escuela Filantrópica Hiram, la primera escuela laica del país, fundada por él en 1859:

Señoras, señores, niños:

Acabáis de presenciar en el acto de adjudicación de premios de esta escuela la demostración práctica del resultado feliz que han tenido los esfuerzos de la Comisión Central de la Sociedad Filantrópica, con sede en Montevideo, en beneficio de la niñez de Salto, que tal vez sin la protección que hoy se les trata de brindar germinaría a la vida en la más dolorosa de las carencias: la carencia de una cultura, no sólo en lo que a letras se refiere, sino una cultura ética y moral.
Esta pretende ser una cultura sin dogmas y de absoluta libertad de conciencia, para brindar a esta niñez un futuro de luz y esperanza; a algunos de estos niños, los más despojados, darles la base para concretar sus sueños e ideales; y a los otros menos favorecidos por la ley natural, brindarles el apoyo para que en su porvenir se defiendan con la base de la cultura y no ingresen a formar parte de una sociedad servil, sin iniciativas, sino que, conscientes de sus posibilidades, sepan valorarse a sí mismos.
Vean cómo, señoras y señores, la Filantropía de la Comisión Central da una muestra patente de fraternidad, buscando orientar los pasos de estos niños a su porvenir venturoso; cómo busca inquietar a esas mentes hacia un futuro ilustrado con iguales derechos para todos, incrustando en sus pechos, junto con la doctrina de una sana moral y el más profundo respeto por el libre albedrío y con el único juez de sus conciencias, el elegir para sus vidas lo mejor, según su leal saber y entender.
Buscarán, sin duda, los caminos que los conducirán a su Dios, que para quien les habla es el Gran Arquitecto del Universo; para otros será Buda o Mahoma, pero lo buscarán buenamente y con el cariño fraternal hacia sus semejantes que no piensan igual y no buscarán por ninguna vía imponer sus creencias, sino exponer las suyas; buscarán también su bienestar personal, pero lo harán sin envidia ni ambición por lo que puede tener su hermano de camino en su vida; buscarán, por fin, su verdad, sin por ello olvidarse de que no es ni la única ni la verdadera, y buscarán, y esto es lo más importante, esa luz que quisimos mostrarles aquí, en esta escuela, que es la búsqueda y la disposición para el trabajo, que enaltece y eleva las almas.
Por esto no queremos solo que se diga que aquí formamos hombres de letras, no, sino que el propósito es más ambicioso... y es el de formar Hombres. Y de acuerdo a nuestras formas de pensar, que lo sean libres y de buenas costumbres, con sus defectos, que los tendrán, pero con la suficiente hombría como para conocerlos y combatirlos.
También es preocupación de esta Escuela Hiram de que si entre estos niños surge una inteligencia que se destaque, el cultivarla haciendo los esfuerzos que haya que hacer para su culminación en los centros de estudios superiores en o fuera de nuestro país, sin perder de vista su dedicación a la misma y que no le falte el bienestar imprescindible para estudiar, en la parte material.
El informe presentado por las autoridades de la Escuela pone de manifiesto al público de Salto, al que tanto favorece la acción de esta escuela Hiram, que los elementos y el trabajo que se han utilizado en educar a estos niños que ayer vagaban por nuestras calles, muchos de ellos sin destino y sin ningún tipo de defensas, han sido un trabajo que sin lugar a dudas gratificará las conciencias de quienes lo emprendieron, atreviéndolos a la convivencia y haciendo menudear las filas de malhechores y delincuentes para atraerlos hacia las filas de los libres y de buenas costumbres.
Me consta, señoras y señores, que tanto la Comisión Central como la Comisión de esta Escuela Filantrópica Hiram cumplen con esta obra uno de sus más caros anhelos y el más sagrado de sus deberes que se han impuesto, el que llevan a cabo con perseverancia y con empeño, siendo el interés cada vez más vivo por ver su obra encaminada, y en el que han puesto todo y donde la intransigencia por verla culminada es positiva y muestra la determinación con que ellos se han abocado a esta tarea de encaminar estas inteligencias por la senda y la moral.
Dicho esto, digamos, señoras y señores, que la Escuela Hiram no es sino una parte de esa gran asociación de hombres libres, que no se ve pero que existe en el universo desde tiempos inmemoriales y cuyos resultados de su inclaudicable tarea y útiles en bien de toda la humanidad se palpan en todos los ámbitos.

También dejemos en claro que está muy distante en el ámbito de quienes la integran considerar un mérito éstos y otros trabajos de igual mérito que esta asociación de hombres libres se proponen y practican en bien de sus semejantes, porque como no se vaciló en volcar a todos sus miembros en la terrible epidemia que padecimos no hace mucho, así sigue hoy en la voluntad de lograr lo mejor para todos los seres libres y a aquellos oprimidos darles la luz y camino de sus vidas. Se ha fijado como meta el nada fácil trabajo de mejorar la suerte de la condición humana, comprendiendo esto no solo la obligación moral y material y el dejarlo todo por este ideal, incluso la propia vida.
Y si conserva esta asociación algún pesar en su marcha hacia este ideal, es el de ver a sus miembros aparecer a la luz, pues ella no aspira a la gratitud ni a la vanidad de quienes gozan al recoger los beneficios de acciones premeditadas que colmen su orgullo; no espera tampoco esa lisonja que tanto gusta a los vanidosos, pero a quienes integramos esta asociación nos disgusta, pues adulación y el sentirse poderoso corrompen al destinatario; por eso el silencio y el malentendido secreto de sus acciones no hacen otra cosa que poner un halo de humildad que tanta falta hace en las acciones humanas.
Por último, digamos que este honor que hoy me dispensa la Escuela Filantrópica Hiram es un accidente y lo es por ser hoy su director, sabiendo de hermanos más capaces que yo para el desempeño de esta tarea. No tengo dudas de que los frutos que recogeremos serán los más dulces y que esta obra de filantropía se coronará cuando tengamos frente a nosotros a alumnos salidos de estas aulas que sean hombres libres, que es nuestro más caro anhelo y lo que nos hará descansar con la dulce recompensa, que será la de tener la absoluta tranquilidad de conciencia de nuestros actos.
Muchas gracias.”
CNEL. LEANDRO GÓMEZ

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En la Masonería nacional Leandro Gómez fue integrante de la Logia Fe a la cual ingresó el 7 de noviembre de 1856 según libro de matrícula, foja 24 y ostentando el Grado 33 Miembro activo del Supremos Consejo del Gran Oriente del Uruguay en el cual ocupó el cargo de Porta Espadas, símbolo del Honor del Caballero y del masón.

Fue miembro de la Escuela Laica y Gratuita Hiram, en el departamento de Salto en 1860 e integrante de la Comisión Ejecutiva de la Sociedad Filantrópica en la cual demostró su profundo espíritu solidario hacia sus semejantes.

Toda su vida estuvo al servicio de los ideales de la masonería y su último acto de Paysandú lo demuestra como un masón justo y perfecto que supo asumir la enorme responsabilidad de aquel instante supremo, sucumbiendo en defensa de la heroica de la Patria en forma gallarda y varonil. Su expediente en el Supremo Consejo se cerró con estas palabras, quizás las más ajustadas a lo que fue su vida y a lo que fue su muerte:
Murrio en el cumplimiento de su deber”.[1]






[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1991. pp. 72.

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