El Saco de la Viuda
SU CONTRACARA EN LA IGLESIA
También es llamado Tronco
de la Viuda, de beneficencia, o de solidaridad.
En él los miembros de la logia
van a depositar el dinero recogido de esta manera, al que se llama "unidades
de medallas profanas", el mismo se utilizara para socorrer a un hermano que se encuentre en
necesidad, o a su viuda y familia en caso de que éste haya pasado al Oriente Eterno, o, en general, para
otras obras de beneficencia que el Taller
considere conveniente realizar. Esta es una antigua costumbre masónica.
Debemos de entender que esto es
parte del ritual y hacia el final de las tenidas en el R.·.E.·.A.·.A.·. el V.·.M.·.
indica a los Vigilantes que dispongan
que el Hermano Hospitalario circule
el Saco de Beneficencia. Es el
momento que los Hermanos del taller colocan “los metales” o “las unidades
de medallas profanas” dentro de dicho saco.
Es bueno nuevamente hacer un
recuerdo que la Masonería no es una Institución de beneficencia:
“La
Francmasonería es una institución esencialmente filantrópica,
filosófica y progresista, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio
de la ética y la práctica de la solidaridad; y trabaja por el mejoramiento
material y moral de la humanidad”.
La circulación del saco de
beneficencia representa la posibilidad de que los HH.·. puedan dar ayuda y socorro al que más lo
necesite o a la viuda de un H.·. y a su familia en caso de que éste haya
pasado al Oriente Eterno, o, en
general, para otras obras de beneficencia que el Taller considere conveniente
realizar.
Debe de entenderse esta práctica
no como un simplemente el hecho de poner un óbolo; como todo elemento
ritualistico y simbólico debemos de efectuarlo de la misma manera; darle el
verdadero significado y ejecutarlo como es debido.
Veamos esto entonces en esta
clave.
El recorrido del saco de
beneficencia tiene un triple significado: uno práctico o material, uno
psicológico y uno espiritual.
El significado práctico es
que con su auxilio material se solventa una necesidad; la de un H.·. cuando está
en dificultades y asimismo es la mejor forma de decirle que todos estamos
para darnos la mano.
El significado psicológico,
que inculca la caridad, la solidaridad y la fraternidad entre los miembros del
taller que conscientemente realizan estos ritos; y que enseña a no ostentar,
pues el óbolo se da de manera espontánea y secreta.
El significado espiritual
consiste en enseñar el desapego de los bienes materiales; que muestra cómo
compartir, no sólo las monedas, sino y sobre todo, las experiencias espirituales
y los conocimientos que con ausencia de egoísmo se transmiten los masones los
unos a los otros, y en la medida de lo posible a la humanidad entera.
El introducir el óbolo no es en
realidad un acto de beneficencia o generosidad sino más bien debemos tomarlo
como parte del proceso de aprendizaje de todo masón que es el de “dar” o el de “ayudar a nuestro prójimo”, no como un acto obligado sino más bien
de desprendimiento.
Se circula el Saco de la Viuda, el Experto efectúa el rito en el mismo
orden y con las mismas precedencias indicadas para el Saco de las Proposiciones. Él mismo coloca, al final, su propia
contribución, lleva el saco al altar del Venerable,
y vacía su contenido.
El Secretario y el Orador
ascienden al altar del Venerable y
realizan el conteo de la suma recogida, la cual se pondrá en custodia del Tesorero.
El Maestro anuncia a la
Asamblea el resultado del conteo, indicando que el saco ha
arrojado “________unidades de medallas
profanas”, o “_______unidades de
ladrillos”.
En algunos rituales se utiliza el término “cúmulos”
en lugar de “medallas profanas”,
expresión que no deja de ser interesante, pues remite a “cúmulos de estrellas”.
Un ejemplo de presentación del
Saco al iniciado:
Venerable Maestro: Debéis saber, mi muy Querido H.·. N…,
que la beneficencia es una de las Virtudes cuya práctica es más querida entre
los Masones. No debe confundirse con la limosna, que rebaja al que la recibe
sin elevar al que la da.
Los metales, que se os han retirado antes de entrar en el Templo, simbolizan todo lo que brilla con un resplandor engañoso. Es la moneda corriente de los prejuicios vulgares: constituye una riqueza ilusoria, que el sabio debe saber despreciar. El hombre que aspira a ser libre debe aprender a separarse de las cosas fútiles y acordarse que la avaricia es el eje de todos los vicios.
Pero estos metales, convenientemente manejados por el sabio, pueden también servir para hacer el bien.
"Una Viuda y sus Hijos" (es así como designamos a la Francmasonería y a sus miembros), reclaman constantemente nuestra asistencia. Tenemos obras de solidaridad para las que se hace un llamamiento a los buenos sentimientos de los HH.·.. Ellos deben consultar a sus medios, al mismo tiempo que a su corazón, para no pasarse de lo que sus posibilidades le permitan ofrecer.
La caridad cesa, en efecto, de ser una virtud si se hace en perjuicio de deberes más sagrados y más urgentes: una familia a mantener, hijos a educar, viejos padres a mantener, compromisos civiles que respetar: estos son los primeros deberes que la Naturaleza y la conciencia nos imponen.
Daréis pues, una ofrenda para nuestras Obras de solidaridad, según vuestros medios, y discretamente, porque los actos de beneficencia de un Masón no deben ser jamás actos de ostentación, ni de vanidad, capaces de enorgullecer al que da, y de humillar al que recibe.
Deben ser solo el cumplimiento de un Deber y quedar en secreto.
H.·. Maestro de Ceremonias restituid los metales a nuestro H.·. N…. El sabrá usarlos con discernimiento.
Venerable Maestro: Querido H.·. N…, al final de esta Tenida, cuando el H.·. Hospitalario os presentará como a todos, lo que llamamos el "Saco de la Viuda" podréis ingresar vuestro óbolo como acto de Beneficencia.
Vuestra ofrenda será el testimonio del espíritu de sacrificio que debe animar a todos los Masones.
No nos queda más, H.·. N…, que destruir el Testamento en el cual habéis consignado vuestros últimos pensamientos de profano.
Estáis llamado desde ahora a una nueva vida y vuestras ideas evolucionarán naturalmente, a medida que realizaréis el perfeccionamiento de vos mismo y avancéis en el conocimiento.
Conviene, pues, que vuestras anteriores impresiones, destinadas a ser superadas, sean olvidadas.
Destruyendo este testimonio de vuestro pasado, nosotros manifestamos la confianza que tenemos en vuestro futuro.
¡Entrego, pues, vuestro Testamento a las llamas purificadoras!
El Ven.·. M:, quema el antedicho Testamento que ha colocado clavado en la punta de la espada colocada sobre su mesa. El H.·. Exp.·. recoge la ceniza en un sobre que entrega al nuevo H.·.
¡Conservad H.·., preciosamente estas cenizas, en recuerdo del día en que os habéis consagrado a la búsqueda de la Verdad y ligado a los Hij os de la Viuda!
¡Que estéis satisfecho de ello durante toda vuestra vida!
¡Sentaos H.·.!
H.·. Experto, ¡incinerad ahora los Informes del plomaje!
El Exp.·. quema ostensiblemente los Informes.
Venerable Maestro: Ahora concedo la palabra al H.·. Orador que os va a manifestar los calurosos sentimientos de la Respetable Logia hacia nuestro nuevo H:, y exponerle sucintamente el sentido y el fin del Arte Real.
Orador breve alocución del H.·. Or.·.
Venerable Maestro: Queridos HH.·., devolvamos al Gran Arquitecto del Universo todo lo bueno, lo útil y glorioso que ha hecho por nosotros en esta jornada solemne donde hemos visto el crecimiento del número de nuestros hermanos. Que continúe protegiendo nuestros trabajos y nos dirija constantemente hacia la perfección.
Que la armonía, la unión y la concordia sean siempre el triple cimiento de nuestras obras.
Que en las vueltas por el mundo, sepamos reconocer siempre la sabiduría de los verdaderos Hijos de la Luz.
Ahora queridos HH.·., vamos a proceder a la clausura de la Logia.
Clausura de Trabajos
Venerable Maestro, *: HH.·. míos, el orden del día se ha agotado. Antes de cerrar los trabajos, estoy dispuesto a conceder la palabra a quien tenga proposiciones que presentar en interés de la orden masónica en general, o de esta Respetable Logia en particular.
Si ningún H:, pide la palabra, el Primer Vigilante dice:
Primer Vigilante: Venerable Maestro, el silencio reina sobre ambas columnas.
Venerable Maestro: Voy a hacer circular el saco de las proposiciones al mismo tiempo que el tronco de la viuda.
H.·. Maestro de Ceremonias y H.·. Hospitalario, ¡cumplid con vuestro deber!
Estos HH.·. ejecutan la orden recibida, empezando por el Venerable Maestro y los HH.·. que están en el oriente, dando después la vuelta a la Logia en Dextrórsum. Hecho esto, se colocan entre columnas.
Primer Vigilante: Venerable Maestro, el saco de proposiciones y el tronco de la viuda están a vuestra disposición.
Venerable Maestro: ¿Alguno de vosotros, HH.·. míos, reclama el Tronco de la Viuda?
Primer Vigilante, si no hay respuestas de los HH.·.: Venerable Maestro, el silencio reina sobre ambas columnas.
Venerable Maestro: Entonces, H.·. M.·. de Ceremonias y H.·. Hospitalario, ¡acercaos a Oriente!
Si el saco contiene proposiciones, el Venerable Maestro informa a la Logia, o anuncia sólo que hará lo necesario oportunamente. El producto del tronco de beneficencia se cuenta y se toma nota en el esbozo de la plancha trazada.
Venerable Maestro: El saco de beneficencia será contado por el H.·. Orador, su importe lo registrara el H.·. Secretario en la plancha y del importe se hará cargo el H.·. Hospitalario.
Pausa.
HH.·. míos, ¡formemos la Cadena de unión!
En la Iglesia:
El término "diezmo" en el hebreo es la palabra
"Maaser" (Mem, Ayin,
Sin y Resh), el cual por supuesto proviene de la palabra "diez", que en el hebreo existe en
su forma femenina como Asarah (Ayin, Sin, Res y Jei), y en su forma masculina Eser (Ayin, Sin y Resh).
En el griego hay al menos tres
vocablos que aluden al diezmo, el principal es el verbo Apodekato, que es el acto de precisamente dar el diez por ciento,
el adjetivo Dekate y el verbo Dekató, de ahí que si deseamos estudiar
lo que la Escritura opina al respecto del "Diezmo" o en hebreo "Maaser",
es importante revisar textualmente todas las veces en donde aparecen todos
estos vocablos tanto en el Tanaj (Mal
llamado Antiguo Testamento), como en el Brit
Jadashá (Pacto renovado).
El diezmo (décima parte) es propio del Antiguo
Testamento. Estaba reservado antes que nada para los miembros de la
tribu de Leví (sacerdotes y levitas), que, por dedicarse al culto, habían
quedado sin parcela al repartirse la tierra de Canaán (Núm 18,21-33; 2Cro 31,
5-19). Después, estaba destinado también para ayudar a los más necesitados,
especialmente las viudas y los huérfanos (Dt 26, 12-14).
En el Nuevo Testamento no se
habla del diezmo como medio para sostener económicamente a los ministros de
culto. Lo importante es que el ministro (apóstol, predicador, etc.) pueda vivir
honestamente, sin apremios de tipo económico (Mt 10, 9-10; 1Cor 9, 10-11; Lc
10,7). Y para las demás necesidades de la Iglesia, se hace hincapié en el
espíritu de solidaridad. Algunos hasta llegan a vender sus bienes y propiedades
para socorrer a las necesidades de los hermanos (Hech 2,44-45).
Cuando en la Iglesia Católica se
usa la palabra “diezmo”, no se le da
el sentido bíblico originario, sino que se entiende como una aportación de los
feligreses para hacer frente a las necesidades económicas de toda la comunidad
eclesial.
“El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades, n.d.r.)
señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a las
necesidades materiales de la Iglesia” (Código de Derecho canónico, canon 222).
“Cada uno según su capacidad”, dice el Código de Derecho Canónico, no “décima
parte”.
Por último y volviendo a la masonería,
cuando circula el saco, se pone la mano derecha en el interior del saco
(vestir) cerrada. Depositas en esa posición y de igual manera la guardas en el
saco de vestir. ¿Por qué esto? Bueno uno puede poner como sacar y nadie tiene
porque enterarse. Aclaremos que su hay un Hermano que necesite una ayuda
monetaria, este puede solicitarlo.
FUENTES:
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