Francisco Solano Antuña
24 de julio de
1792 – 5 de octubre de 1858
Constituyente, legislador y magistrado.
Sus padres fueron Manuel Antonio de Antuña y
Joaquina García, ambos originarios de La Coruña (España).
Durante las invasiones inglesas, cuando contaba
tan sólo con 15 años de edad, fue herido por una bala que le fracturó una
pierna.
Incorporado a la revolución, actúa como
Oficial de artillería de los patriotas en los años 1813 y 1814. a fines de este
último año pasa a ocupar un cargo en la Escribanía Mayor
de Gobierno y en 1815 en la
Secretaría del Cabildo.
Producida la invasión portuguesa del año
1816, asiste a la aciaga sesión en la cual los cabildantes de Montevideo Juan
de Medina, Felipe García, Agustín Estrada, Lorenzo Justino Pérez, Jerónimo Pío
Bianchi y Francisco LLambí, resuelven entregar la plaza al Gral. Lecor –jefe
invasor- designando para esta tarea al cabildante Agustín Estada y al Vicario
Dámaso Antonio Larrañaga.
En 1818 es Secretario del Ayuntamiento pero
no aceptando de buen grado la dominación portuguesa, comienza a conspirar
contra el invasor siendo uno de los fundadores de la Logia de los Caballeros Orientales. Sus
notorias vinculaciones con los movimientos revolucionarios de los años 1822 y
1823 hacen que sea expulsado de su cargo y su comprometida situación frente a
las autoridades ocupantes lo llevan a que emigre a Buenos Aires, donde termina
sus estudios, recibiéndose de Escribano el 11 de enero de 1825.
Poco antes del desembarco de la Agraciada , vuelve a
Montevideo, pero los brasileños, en conocimiento de sus actividades a favor de
la causa patriótica lo encarcelan en el bergantín Piraja, luego en la corbeta Doña
María de Gloria y finalmente en el buque Charrúa de donde logra evadirse
para incorporarse a las filas revolucionarias. Es designado Secretario de la Sala de Representantes del
gobierno provisorio de la
Florida.
En 1827 pasó a ser Jefe de a Mesa de Hacienda
y junto a los Doctores Ocampo y Ferrara redactó el período El Eco Oriental que se publicaba en Canelones.
En 1829 concurre a Río de Janeiro como
Secretario del Gral. Azcuenaga, encargado del canje de los tratados de Paz con
el Imperio del Brasil y a su regreso a Montevideo es designado ante la Asamblea Constituyente
como representante de la heroica San Felipe y Santiago.
Desde 1831 ocupa el cargo de Oficial Mayor de
Ministerio de Hacienda encargándose de la organización interna del mismo con
total solvencia.
En 1834 logra en Buenos Aires culminar sus
estudios de abogado el 4 de agosto, previa presentación de una tesis sobre Confiscación de los bienes en los crímenes
de lesa patria.
En 1834 el Presidente Oribe lo designa Fiscal
General del Estado puesto que ocupó hasta la caída del gobierno en 1838, año en
que presentó su renuncia y abandonó Montevideo junto con los demás partidarios
del Presidente Oribe.
Desde 1843 a 1845 es designado por el gobierno del
Cerrito Fiscal y de 1846 a
1851 como Miembro y Presidente del Tribunal de Apelaciones.
En octubre de 1846 se encarga de la dirección
del diario El Defensor de la Independencia
Americana y un mes después es designado como Miembro de la Comisión Calificadora
de Esclavos a fin de dar cumplimiento a la ley de abolición de a esclavitud del
26 de octubre de 1846.
En 1849 en colaboración con Antonio L.
Pereira y Joaquín Requena intervienen en el proyecto de Código Civil del Dr.
Eduardo Acevedo.
En 1850 asume el cargo de Director de la Academia de
Jurisprudencia, junto a los Dres. Joaquín Requena, Jaime Estrazulas y Mones
Roses, dando así cumplimiento a un decreto del gobierno de Oribe de 1838.
Finalizada la Guerra Grande , el Dr. Antuña
hizo entrega al Secretario de la
Academia montevideana, Dr. Conrado Rücker, de la Biblioteca y el Archivo
de la del Cerrito y a la renuncia del Dr. Estanislao de la Vega , ocupó la Dirección del Instituto.
En 1852 es designado camarista del Tribunal
Superior de Justicia.
Imbuido de un amplio sentimiento artiguista
que bebiera en el Campo del Cerrito hacen que junto con su compañero Antonio L.
Pereira patrocine el proyecto del Senador, Dionisio Coronel, que denominaba Villa Artigas al pueblo fronterizo Arredondo, hoy Río Branco.
El proyecto de Dionisio Coronel cristalizó el
27 de octubre de 1853 luciendo al pie del mismo la rúbrica de su ardoroso
defensor, Francisco Solano Antuña, como Presidente de la Asamblea General.
En consenso general de la gente había
desaparecido con él “Un benemérito
patricio envejecido en el servicio de la República …”.
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En la Masonería fue uno de los primeros masones que
fundaran la Logia de
los Caballeros Orientales, crisol de nuestra masonería nacional.[1]
[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I. Montevideo. 1989. pp.
16-18.
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