Grado:
Compañero
La tenida de iniciación del segundo grado está abierta sólo a miembros admitidos en el grado
de compañero de oficio. El ritual sigue procedimientos casi idénticos a los
del aprendiz iniciado (ojos vendados, cuerda y circunambulación de la logia).
“Desde el comienzo de este grado
–escribe otro experto en el tema– el candidato debe tener
claro que, aunque gran parte le resulte familiar, también es muy diferente y
algunos aspectos hasta parecen opuestos a
los del grado anterior. Hay ciertos caminos de nueva exploración que se
abren en este punto. En general, en varias conferencias
se nos da una explicación de casi todas las partes del ritual”.
Las
herramientas del grado de compañero de oficio son la escuadra (símbolo de
moral, veracidad y honestidad), el nivel (símbolo de igualdad) y la plomada
(rectitud de conducta). Otros símbolos importantes
son los “pilares” (o columnas), que
representan la fuerza y el orden establecido y, por extensión, el poder y el
control. Recuerdan los pilares de la
historia de Hiram Abiff y significan vigilancia del templo y conexión
entre el cielo y la tierra. Algunos investigadores especulan que, antes del Templo de Salomón, estos pilares representaban
el pilar de la nube y el pilar del fuego, que llevaron a los israelitas a
través del desierto hasta la tierra prometida. Los dos pilares corresponden a
las tres grandes columnas (o soportes) de la masonería: sabiduría, fuerza, y
belleza/equilibrio.
El número
tres es de gran influencia en la masonería. Hay tres grados, también hay tres grandes luces, las
tres columnas, tres oficiales, tres grandes
maestres y tres principios básicos de la masonería. Este número se
refiere asimismo a las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. También el número siete es de importancia central:
por ejemplo, los siete escalones de la escalera de caracol simbolizan las artes y ciencias liberales. Formuladas
ya en 33o d.C., y adoptadas por los eruditos
cristianos, se las consideraba un medio para alcanzar el conocimiento de Dios.
Este principio se expresó en la construcción de la catedral gótica de Chartres,
que fue la primera en incluir (en su puerta
occidental) representaciones esculpidas de las siete artes liberales. Un
historiador masónico escribe: “Los
maestres de Chantres enseñaban que el
apropiado estudio de las siete artes liberales guiaba el intelecto para acercarse a la luz oculta detrás del mundo. La invisible estructura subyacente de la
realidad, la verdad, podía aprehenderse de este modo”.
A
mediados del siglo XIII, el humilde masón que había dominado las siete artes
tenía derecho a la designación de “arquitecto”
y “maestro de artes”. Por esto el compañero de oficio debe adquirir
competencia en las siete artes
liberales, y se le exige el estudio de estos temas para ganar la
admisión en la “Cámara del Medio”,
proceso en el cual el compañero de oficio recibe el maíz, el vino y el aceite.
El maíz representa el alimento y el sustento de la vida; el vino, el
refrigerio, la salud, la espiritualidad y la paz; el aceite, la alegría, la
dicha y la felicidad. Juntos, el maíz, el vino y el aceite representan las
recompensas temporales de vivir una buena vida y son, como apunta un masón, “la compensación
intangible, pero no menos real, por un uso leal e inteligente de las
herramientas de trabajo”, la fidelidad a las obligaciones masónicas y el “interés inagotable por el estudio de la
estructura, el propósito y las posibilidades de la hermandad”.
El maíz
o cereal –a veces también se usa trigo– representa el concepto de resurrección. El vino simboliza los logros
místicos y el éxtasis. El aceite ha
sido siempre uno de los elementos de la consagración o unción religiosa.
El candidato a compañero de oficio también recibe iluminación sobre el tema de la exhibición
en la logia de la letra G. Un erudito en masonería escribe:
Como la
esfinge ante las pirámides, [la letra G] se alza ante nosotros en silencio y misterio. No se la exhibe en
forma constante en todo el mundo masónico, y hay estudiosos masónicos
que consideran que habría que dejarla de
lado. La razón por la que se la muestra se da con claridad al candidato a este
grado. Se nos dice que es la inicial
de geometría, así como la inicial del nombre del ser supremo. Desde la época de los “antiguos deberes” y otros manuscritos hasta el presente, se ha
establecido sin lugar a dudas la naturaleza sinónima de geometría y
masonería. También es evidente que la “G”
es la inicial de Dios. Esto podría ser razón suficiente para su presencia.
Hay
otras consideraciones que debería tener en cuenta el estudiante masónico. La
pregunta inmediata podría ser: ¿por qué se da a la geometría un status tan
exaltado? Se podrá observar también que la palabra God (Dios) no es un nombre
en sí, sino una categoría de ser, como “ser
humano”. El nombre del ser supremo depende de la tradición que siga cada
persona, y no sería incorrecto afirmar que el verdadero nombre del ser supremo
no puede conocerse.
El
candidato a compañero de oficio aprende la importancia de la geometría para alcanzar un pleno conocimiento de la
masonería. Se le informa que la
geometría es la base de la masonería. Esta conexión se remonta a los
antiguos egipcios, que desarrollaron la agrimensura porque las crecidas anuales del río Nilo destruían las señales divisorias
de los campos, por lo que debían calcularlas de nuevo cada año. Los griegos
dieron el nombre de “geometría” a
este modo de medir la tierra y lo extendieron a la ciencia teórica llamada
razonamiento deductivo (lo cual se atribuye a Pitágoras). Más adelante, Platón
elevó la geometría a la jerarquía de ciencia sagrada, destinada a descubrir la naturaleza de la realidad y, a través de ésta, a la
deidad. Si se la aborda de la manera
debida —sostenía—, la geometría es el conocimiento de lo eterno y “debe
siempre atraer el alma hacia la verdad”. En Elementos de geometría —tratado que comenzaba con cinco postulados acerca
de líneas, ángulos y figuras— Euclides usaba sólo el compás y líneas rectas
para sus dibujos, pruebas y soluciones.
Como los filósofos de la Antigüedad creían que la geometría tenía el poder de elevar la mente
desde el mundo de las apariencias hacia la contemplación del orden divino, las
enseñanzas del grado de compañero de oficio subrayan la importancia del
estudio de números, orden, simetría y
proporción. Estas leyes se descubren en la práctica de las siete artes
liberales, así denominadas porque su práctica liberaba la mente.
Presentado
ante el venerable maestre por un primer diácono, el candidato debe hincarse
sobre la rodilla derecha, con el pie izquierdo formando una escuadra, el cuerpo
erguido, la mano derecha en el volumen
sagrado y la izquierda sostenida por el compás para formar una escuadra.
Se le hace repetir este juramento:
Yo,__________, en presencia del gran geómetra
del universo, y en esta venerable y aprobada
logia de masones compañeros del oficio, debida y regularmente
constituida, por mi propia voluntad y consentimiento
prometo y juro en forma solemne, por la presente y de aquí en adelante, que
siempre acogeré, ocultaré y jamás revelaré ninguno de los secretos o misterios del, o pertenecientes al, segundo
grado de la masonería, que se conoce con el nombre de compañero de
oficio; ni al que no es más que un aprendiz iniciado, ni a ninguno de los no iniciados ni al mundo popular
de los que no son masones. Me
comprometo a actuar como verdadero y leal artesano, obedecer las señas y mantener los principios
inculcados en el primer grado.
Todos estos puntos juro obedecer sin evasión, subterfugio o reserva mental de
ningún tipo, so pena no menor que, de violar algunos de ellos —además de mis anteriores obligaciones—, se me abra la parte izquierda del pecho, se me arranque
el corazón y se lo arroje como presa
a las voraces aves del aire o a las bestias devoradoras del campo. Ayúdame, Dios todopoderoso, y
mantenme inquebrantable en ésta, mi grande y solemne obligación como
masón compañero de oficio.
Luego
se le encomienda no sólo ajustarse a los principios de la orden y “perseverar, constante, en la práctica de
toda virtud encomiable”, sino también consagrarse al “estudio de las artes liberales, esa valiosa
rama de la educación que de manera tan eficaz tiende a pulir y adornar la
mente. Debe estudiar en especial la ciencia de la geometría —o
masonería, puesto que en su origen eran sinónimos—, [que] es de naturaleza
divina y moral y enriquece el conocimiento más útil, demuestra las maravillosas propiedades de la naturaleza [y] manifiesta
la verdad de la moral”. Al igual que en el primer grado, se narra en un
discurso la historia del Templo de Salomón, el asesinato de Hiram Abiff y el destino de los tres “rufianes”. El discurso incluye preguntas
del venerable maestre, que el compañero de oficio debe responder. Entre ellas figura la siguiente: “¿Por qué medio se extendió el sistema de la
masonería?”. El compañero debe
responder: “Nuestro gran maestre Salomón, al observar los efectos
producidos por la estricta orden adoptada
por los masones empleados en sus obras, concibió la gran idea de unir lo sabio
y bueno de toda nación en el vínculo de amor fraternal y en la búsqueda
de conocimientos científicos”.
En un
coloquio que remonta la masonería hasta Pitágoras, el venerable maestre
pregunta: “¿Qué observaciones masónicas
encontramos en las instrucciones de Pitágoras?”. El compañero de oficio
responde: “Él imponía a sus discípulos un largo período de prueba de secreto y
riguroso amor y fidelidad entre ellos. Los distinguía con señas
secretas, y los dividía en dos clases, según sus habilidades y conocimientos”.
La culminación de la iniciación del segundo grado es señalada con el agregado de escarapelas
al mandil masónico; estas simbolizan el
progreso alcanzado en la “ciencia de la
regeneración”, y la evolución espiritual en que el candidato se
encuentra. El azul (el cielo) se relaciona con la devoción a los intereses
espirituales.
Al
cerrarse la logia, el venerable maestre exhorta a los hermanos a recordar que “dondequiera
que estemos, y hagamos lo que hiciéremos”, el “ojo que todo lo ve”
del gran geómetra del universo “nos contempla, y mientras continuemos actuando como
compañeros masones, jamás dejemos de
cumplir nuestros deberes para con él [Dios] con fervor y celo”. A lo
cual se responde con una expresión masónica tradicional (“Amén” o “Así sea”), que
denota conclusión y aceptación.
Acerca del simbolismo de la escalera de caracol en el ritual del grado de compañero de oficio,
W.M. Wilmhurst encuentra una comparación en
la parábola, relatada por Jesús, del hijo pródigo que se había marchado
a la buena ventura a una comarca lejana. Escribe: “Has bajado y bajado, como en un
movimiento en espiral por una escalera de caracol, hacia este mundo
inferior y esta forma imperfecta de existencia. Ahora, al fin te han llegado la
hora y el impulso de volver a ese mundo
interior [de tu verdadera naturaleza y la naturaleza de la vida verdadera]. Por lo tanto, revierte tus pasos. Ya
no mires hacia afuera, sino hacia
adentro. Vuelve a subir por esa escalera de caracol. Te llevará al
centro de la vida y al sanctasanctórum
del cual te has apartado”.
Tras haber progresado de aprendiz a compañero, el masón enfrenta lo que Wilmhurst denomina
“la última y gran prueba de su fortaleza
y fidelidad”.
Jeffers, H. Paul- La masonería. Historia de una sociedad secreta. Editorial
El Ateneo. Buenos Aires. 2007. pp. 174-179.
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