Claves para entender a los Maestros

08 mayo 2018

Miguel Hidalgo


Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y
Costilla Gallaga
8 de mayo de 1753 - 30 de julio de 1811
Hacienda de Corralejo en Pénjamo, hoy en el estado de Guanajuato -Chihuahua, Chihuahua

Fue un sacerdote y revolucionario novohispano que destacó iniciando la primera etapa de la Guerra de Independencia de México con un acto conocido en la historiografía mexicana como Grito de Dolores. Dirigió militar y políticamente la primera parte del movimiento independentista, pero tras una serie de derrotas fue capturado el 21 de marzo de 1811 y llevado prisionero a la ciudad de Chihuahua, donde fue juzgado y fusilado el 30 de julio.


Miguel Hidalgo y Costilla nació en la Hacienda de San Diego de Corralejo, Pénjamo (Guanajuato), el 8 de mayo de 1753;​ fue el segundo de cuatro hijos del matrimonio formado por Cristóbal Hidalgo y Costilla, administrador de Corralejo, y Ana María Gallaga. Fue bautizado con el nombre de Miguel Gregorio Antonio Ignacio, en la capital de Cuitzeo de los Naranjos el 16 de mayo de 1753.

En junio de 1765 Miguel Hidalgo junto a su hermano José Joaquín partió a estudiar al Colegio de San Nicolás Obispo, ​ ubicado en Valladolid, capital de la provincia de Michoacán. El colegio había sido fundado en 1547 por Antonio de Mendoza y Pacheco, primer virrey de Nueva España, quien entregó la universidad y el edificio donde se alojaba a los miembros de la Compañía de Jesús, que instituyeron cátedras de latín, derecho y estudios sacerdotales. Fue en esta casa donde los hermanos Hidalgo estudiaron hasta 1767.
 
El 25 de junio de 1767 los jesuitas fueron expulsados de los territorios del Imperio español por órdenes del rey de España Carlos III, y su ministro, el conde de Floridablanca. El colegio permaneció cerrado unos meses y en diciembre se reanudaron las clases.
 
En esta institución, Hidalgo estudió letras latinas, leyó a autores clásicos como Cicerón y Ovidio, y a otros como San Jerónimo y Virgilio. A los diecisiete años de edad ya era maestro en filosofía y teología, por lo que entre sus amigos y condiscípulos se ganó el apodo de El Zorro, por la astucia que mostraba en juegos intelectuales. Aprendió el idioma francés y leyó a Molière, autor a quien años más tarde representaría en las jornadas teatrales que él mismo organizaba siendo párroco de Dolores. Gracias al contacto que tuvo con los trabajadores de su hacienda en su infancia, la mayoría de ellos indígenas, Hidalgo aprendió muchas de las lenguas indígenas habladas en Nueva España, principalmente otomí, náhuatl y purépecha, ya que la zona de Pénjamo era una de las regiones con mayor diversidad de grupos indígenas y de contacto entre el mundo nativo y el español. Todos estos conocimientos permitieron a Miguel Hidalgo impartir clases de latín y filosofía a la vez que seguía sus estudios. Una vez que los culminó, trabajó en su alma mater desde 1782 a 1792, muchas veces como tesorero, otras como maestro y desde 1788 como rector.

Se inicio en la masonería en la logia de la calle de Las Ratas No. 4 (hoy Bolívar 73), domicilio particular del regidor Manuel Cuevas Moreno de Monroy Guerrero y Luyando. Se trataba de mantener en la clandestinidad las actividades masónicas. Un vecino, habitante de la casa número 2, apellidado Cabo Franco, denunció la existencia de la logia. Muchos fueron aprehendidos y Primo de Verdad amaneció muerto en su celda el 4 de octubre de 1808. Los masones de esa logia empezaron a reunirse en El Pensil, casa de campo de Manuel Cuevas. 

Desde 1808 participó en las juntas de los descontentos con la situación de la Nueva España. Formalizadas estas conspiraciones, debieron adelantar la fecha del levantamiento armado, arrastrando las consecuencias que los llevaría a una muerte prematura.

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, con las arengas ¡Viva la independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno! Hidalgo y sus seguidores se lanzaron a la lucha que nos liberaría del yugo español.


Fué generalísimo de los ejercitos isurgentes. Triunfó en Guanajuato y Las Cruces. Después de una racha de victorias los insurgentes llegaron a las puertas de la capital, pero por alguna razón que la historia no ha podido aclarar, Hidalgo decidió retirarse. Vinieron derrotas como la de Calderón y otras. Siete meses de vida activa constituyeron su carrera como insurgente.


Después de severas derrotas y cuando iba rumbo a E.U.A. a conseguir pertrechos, fué traicionado por Ignacio Elizondo y tomado preso en las Norias de Acatita de Baján el 21 de Marzo de 1811, y conducido a Chihuahua.

En julio de 1800 los curas mercedarios Joaquín Huesca y Manuel Estrada le acusaron de asistir a ‘tenidas diabólicas’ en una logia en el callejón de El Sapo (frente a la actual central telefónica de las calles de Victoria en la ciudad de México). La causa fue reanudada en septiembre de 1810 y el 7 de febrero de 1811 el inquisidor fiscal Manuel de Flores presentó formal denuncia contra Hidalgo al grado de que la iglesia católica lo excomulgó, a como ha excomulgado a los masones decenas de veces a lo largo de la historia.


A continuación, reproducimos textualmente el decreto de excomunión que la Iglesia aplico a este hombre (texto de fuerte contenido):

"Excomunión de Miguel Hidalgo"
EXCOMUNIÓN MAYOR “Por la autoridad de Dios todopoderoso, del Padre, Hijo y Espíritu Santo; y de los santos cánones y de la inmaculada Virgen María madre y nodriza de nuestro Salvador y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominios, papas, querubines y serafines y de todos los santos patriarcas y profetas; y de los apóstoles y evangelistas; y de los santos inocentes, quienes a la vista del santo Cordero, se encuentran dignos de cantar la nueva canción; y de los santos mártires y santos confesores. Y de las santas vírgenes y de los santos, juntamente con todos los santos elegidos de Dios, lo excomulgamos y lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la iglesia de Dios Omnipotente, para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Datán y Abirán y aquellos que dicen al Señor ¡apártate de nosotros porque no deseamos ninguno de tus caminos! Y así como el fuego del camino es extinguido por el agua, que sea la Cruz extinguida en él para siempre jamás. Que el Hijo, quien sufrió por nosotros lo maldiga, que el Espíritu Santo, que nos fue dado en nuestro bautismo lo maldiga. Que la santa Cruz a la cual ascendió Cristo por nuestra salvación, triunfante entre sus amigos, lo maldiga. Que la santa y eterna Virgen María madre de Dios, lo maldiga, que todos los ángeles y arcángeles, principados y potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan; Que San Juan el precursor y San Pedro, y San Pablo y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo, juntamente lo maldigan. Y ojalá que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por sus predicaciones convirtieron al mundo universal; y ojalá que la santa compañía de mártires y confesores, quienes por sus santas obras se han encontrado agradables al Dios Todopoderoso, lo maldigan. Ojalá que el Cristo de la santa Virgen lo condene. Ojalá que todos los santos desde el principio del mundo y de todas las edades, quienes se hayan ser los amados de Dios, lo condenen; ojalá que los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, lo condenen; que sea condenado donde quiera que esté, en la casa o en el campo; en los caminos y en las veredas; en las selvas o en el agua, o aún en la iglesia. Que sea maldito en el vivir y en el morir; en el comer y en el beber; en el ayuno o en la sed; en el dormitar y en el dormir; en la vigilia y andando; estando de pie o sentado; acostado o andando; mingiendo o cancando y en todas las sangrías. Que sea maldito interior y exteriormente. Que sea maldito en su pelo. Que sea maldito en su cerebro. Que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, y en su frente y sus oídos; y en sus cejas y en sus mejillas; en sus quijadas y en sus narices; y en sus dientes anteriores ye n sus molares; en sus labios y en su garganta; y en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos. Que sea condenado en su pecho, en su corazón y en todas las viseras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas; en sus músculos, en sus caderas, en sus piernas, pies y uñas de los pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo. Que desde la parte superior de su cabeza, hasta la planta de los pies, no haya nada bueno en él; que el Hijo de Dios Viviente con toda la gloria de su majestad, lo maldiga; y que el cielo, con todos los poderes que hay en él, se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen. Amén. ¡Así sea!. Amén”.
Fué enjuiciado, degradado de su carácter sacerdotal y fusilado la mañana del 30 de julio de 1811. Su cabeza junto con la de Allende, Aldama y Jiménez, fueron llevadas a Guanajuato y, encerradas en jaulas de hierro, colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en donde permanecieron hasta la consumación de la Independencia en 1921.

Hoy sus restos reposan en la Columna de la Independencia (el Ángel de la Independencia) en el Paseo de la Reforma de la ciudad de México, en donde arde perenemente una lámpara votiva que recuerda el sacrificio de aquellos que dieron sus vidas por la Independencia de su Patria.

http://www.hermanosmasones.info/Miguel_Hidalgo.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Hidalgo_y_Costilla

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