Claves para entender a los Maestros

30 mayo 2018

Alexander Pope


21 de mayo de 1688 – 30 de mayo de 1744
Londres

Es uno de los poetas ingleses más reconocidos del siglo XVIII, destacado particularmente por sus traducciones de los textos de Homero y su poesía satírica.


Nacido en una familia católica en 1688, Pope fue educado principalmente en su casa, debido en parte a las leyes en vigor, que sostenían la posición de la Iglesia de Inglaterra como religión del estado. Desde su juventud sufrió de varios problemas de salud, incluyendo el mal de Pott (una forma de tuberculosis que afecta la columna vertebral), que deformó su cuerpo y atrofió su crecimiento de modo que su estatura no superó 137 cm. Murió a la edad de 56 años en 1744.


Aunque había escrito poesía desde los doce años, se considera que su primera contribución importante al mundo literario fue su Ensayo sobre la crítica, que publicó en 1711, a los 23 años de edad. A este siguió El rizo robado (1712, edición revisada en 1714), su poema más conocido; Eloisa a Abelardo y la Elegía a la memoria de una dama (1717). Escribió también varios trabajos más cortos, de los cuales los mejores quizá son las epístolas a Martha Blount. De 1715 a 1720, trabajó en la traducción de la Ilíada de Homero. Animado por la excelente recepción de esta, Pope tradujo la Odisea (1725-1726) con William Broome y Elijah Fenton.

En su escrito de 1734 Pope realizó una importante consideración sobre la influencia de los pintores paisajistas en los proyectos de jardinería cuando escribió lo siguiente: «Todo el arte de los jardines depende de la pintura de paisajes[...] como si fuera un paisaje colgado» («All gardening is landscape painting [...] just like landscape hung up»).

El éxito comercial de sus traducciones convirtió a Pope en el primer poeta inglés en poder vivir únicamente de las utilidades generadas por sus obras, «sin deudas a príncipe alguno u hombre para que viva», como él mismo dijo. Durante este período Pope también publicó una edición de Shakespeare, que «regularizaba» su métrica de manera discreta.

También reescribió en varias partes el verso de su compatriota. Lewis Theobald y otros eruditos en el tema atacaron la edición de Pope. Aquello desató la furia del traductor e inspiró la primera versión de su sátira, «la Dunciada» (1728), primero de los poemas satíricos y morales de su período final. Otros de los poemas más significativos de aquella época fueron los «Ensayos sobre la moral» (1731 – 1735), «Imitaciones de Horacio» (1733-1738), la «Epístola a Arbuthnot» (1735), el «Ensayo sobre el hombre» (1734) y una edición extendida de «la Dunciada» (1742) en la cual Colley Cibber tomó el lugar de héroe que Theobald ocupaba.

Pope trató directamente los problemas intelectuales, políticos y religiosos más importantes de su era. Fue él quien desarrolló el pareado heroico más allá de lo que ningún poeta había logrado anteriormente. Los grandes poetas que le siguieron lo usaron menos que aquellos que le precedieron, pues para ellos había disminuido su utilidad.

Pope escribió igualmente un epitafio, ahora famoso, para Sir Isaac Newton:
La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche;
Dijo Dios “que sea Newton” y todo se hizo luz.
(Nature and nature's laws lay hid in night;
God said 'Let Newton be' and all was light.)

A lo que Sir John Collings Squire agregó luego el pareado:
Pero esto no duró: pues el diablo exclamó:
“Que Einstein sea”, así el dilema restauró.
(It did not last: the devil, shouting “Ho.
Let Einstein be” restored the statu quo.)

Jonathan Swift era su amigo y aliado. En 1720, Pope formó el Scriblerus Club junto con Swift y otros amigos (incluyendo a John Gay).

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Miembro de la Logia The Goat, una taberna al pie de The Haymarket, Londres.

La Oración Universal, a menudo citada en instrucción masónica, fue escrita por Pope en 1738.

Padre de todos! En cada época,
En cada clima adorado, ¡
Por santo, por salvaje y por sabio,
Jehová, Júpiter o Señor!
Tú, gran primera causa, menos entendido, a
quién todo mi sentido se limita
a saber, pero esto, que eres bueno
y que yo mismo soy ciego.
Sin embargo, me dio, en este estado oscuro,
Para ver lo bueno de enfermo;
Y, atando a la Naturaleza rápidamente en el destino,
dejó libre la voluntad humana.
Lo que la conciencia dicta que debe hacerse,
O me advierte que no haga,
Esto me enseña más que el Infierno a rehuir,
Que más que el Cielo persiga.
¿Qué bendiciones da Tu generosidad gratuita
? No me deshaga;
Porque a Dios se le paga cuando el hombre recibe:
Disfrutar es obedecer.
Sin embargo, no a la envergadura contraída de la tierra
Tu bondad, déjame atar.
O piense en el Señor solo del hombre,
cuando mil mundos son redondos.
No permita que esta mano débil e ignorante
Presuma de sus rayos para arrojar,
Y enseñe la condenación alrededor de la tierra.
En cada uno juzgo a Tu enemigo.
Si estoy en lo cierto, tu gracia importa
aún en el derecho de quedarte;
Si estoy equivocado, ¡enséñale a mi corazón
a encontrar la mejor manera!
Sálvame por igual del orgullo necio,
o del descontento impío,
a lo que tu sabiduría ha negado,
o algo que haya prestado.
Enséñame a sentir el dolor del otro,
corregir la falta que veo;
Esa misericordia que otros muestran,
esa misericordia me muestra.
Aunque soy malo, no del todo,
dado que Tu aliento lo avivó ;
Oh, llévame a donde quiera que vaya,
A través de la vida o la muerte de este día.
Este día sea pan y paz mi porción;
¡Todo lo demás bajo el sol,
aunque sea mejor otorgado o no,
y deja que se haga tu voluntad!
A Ti, cuyo templo es el espacio, -
Cuya alter tierra, mar, cielos, -
Un coro permite que todos los seres se eleven!
Todo el incienso de la naturaleza se eleva.










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