Manuel Ceferino Oribe Viana
26 de agosto de 1792 – 12 de noviembre de 1857
Montevideo
Soldado de la independencia, 2º jefe de la Cruzada
Libertadora de 1825 y 2º Presidente constitucional de la República.
Nacido en Montevideo era hijo de Francisco Oribe, Capitán del Real
Cuerpo de Artillería de S.M.C. y de María Francisca Viana. Se enroló como voluntario
en las filas patriotas cuando el levantamiento del país teniendo se debut en la
batalla del Cerrito libra da el 31 de diciembre de 1812. Su audaz e intrépida
actuación le valió el ascenso a Alférez de Artillería y la mención que hacían
de su comportamiento durante el combate, señalando la “firme adhesión a la
causa de América y el heroísmo desplegado frente a los españoles en todos los
ataques hechos con la espada del enemigo”.
Tres años más tarde
producto de su valeroso comportamiento en los campos de batalla, como así
también, de sus estudios en el arte científico de la guerra, le valen el grado
de Capitán de Artillería.
Es nombrado ayudante del Gral. Argentino Soler en
oportunidad que Montevideo es ocupado por las tropas porteñas en el año 1814.
Cuando el 26 de febrero de 1815, Montevideo cae en manos de las fuerzas
artiguistas, Oribe, se pliega a éstas. Durante la inversión portuguesa de 1816,
actúa en las filas patriotas con intrepidez y temeridad, como en la batalla de
Catalán –librada el 4 de enero de 1817- donde su valor admiró a propios y
extraños.
Sin embargo el 7 de octubre de 1817, a causa de profundas
discrepancias con Artigas en la forma de conducir la guerra, hacen que se
retire de la lucha en compañía de su hermano Ignacio y del Cnel. Rufino Bauza,
su superior jerárquico, a quien debía,
por encima de todo la obediencia que la disciplina castrense impone a sus
integrantes.
En 1812 vuelve a Montevideo y producida la independencia de
Brasil el 7 de setiembre 1822, pone su espada al servicio de los realistas
portugueses al mando del Gral. Álvaro Da Costa.
Producida la capitulación de la plaza el 18 de noviembre de
1823 se ve la necesidad de emigrar nuevamente a Buenos Aires donde Lavalleja le
trasmite su audaz plan para la inicial de los 7 patriotas que comienzan los
trabajos preparatorios de lo que luego sería llamada la Cruzada Libertadora.
Todos ellos eran masones y sus nombres: Juan Antonio
Lavalleja y su hermano Manuel; Manuel Oribe, Ceferino de la Torre, Pablo
Zufriategui, Simón del Pino y Manuel Melendez.
Es el 2 jefe de los 33 patriotas que en el anochecer del 19
de abril de 1825 desembarcan en el Arenal Grande, con la misión de Libertad
a la Patria o Morir en la Demanda.
Actúa en la batalla de Sarandí 12 de octubre de 1825, en el
combate del Cerro el 6 de noviembre 1826 y en la batalla de Ituzaingo el 20 de
febrero de 1827, con singular destaque.
El 14 de agosto de 1832 es nombrado Gral. “En premio a
los importantes servicios prestados a la causa del restablecimiento del imperio
de las instituciones y las autoridades constituidas”, según nota del Poder Ejecutivo. El 18 de
agosto del mismo año es nombrado Jefe de
Estado Mayor y el 9 de octubre de 1833 es designado para ocupar la cartera de
Guerra y Marina.
El 26 de febrero de 1835, la Legislatura le confiere el
grado de Brigadier General y el 1º de marzo del mismo año la Patria le otorga
el premio más grande a que puede aspirar uno de sus hijos más preclaros: la
Presidencia de la República, la cual desempeña hasta el 25 de octubre de 1838,
en que es obligado por las circunstancias políticas del momento, a renunciar a
la misma, en un documento memorable, que avala en forma inequívoca sus altas
dotes y cualidades como hombre, como soldado, como político y como masón. Decía
aquel documento en una de sus partes: “Convencido
el Presidente de la República que su permanencia en el mando es el único
obstáculo que se presenta para volver a la misma la quietud y la tranquilidad
de que tanto necesita, viene ante vuestra honorabilidad que, como órgano de la
nación le habías confiado…”.
Durante su gobierno se pone en funcionamiento la Universidad de la
República, se organiza el crédito público se crea la Junta de Higiene Pública,
se organiza la Dirección de Museos y la Biblioteca Nacional, se dicta el primer
reglamento consular del país, se sanciona la ley de jubilaciones y pensiones
civiles y militares, se reforma el derecho civil y penal, se redacta y sanciona
la ley que prohíbe la introducción de esclavos al país, se reanudan las
relaciones diplomáticas con España y la sabia administración de los dineros
públicos, abate en más de un 50% la deuda externa.
Es el propulsor de la creación de una Liga Americana de
naciones con el fin de proteger contra el peligro de ataques interiores o
exteriores de cualquier potencia continental o extra-continental.
Entre los años 1840 y 1842 dirige la exitosa campaña militar
del interior argentino, como General en Jefe del ejército de la Confederación
de aquel país, demostrando a través de la misma, ser el más brillante táctico y
el más hábil estratega de su época.
En febrero de 1843, luego de la victoria de Arroyo Grande,
lograda sobre la coalición de los ejércitos unitarios, al mando del Gral. Rivera,
inicia lo que se conoce como el Sitio del Cerrito, instalando el Gobierno del
mismo nombre, que se extiende hasta 1851 8 de octubre- fecha en que se firma la
paz que declaraba que no había “Vencidos
NI Vencedores”.
Los hermanos masones de ambos bandos fueron los que con su
intervención, llegaron a un acuerdo en el cual estaban contemplados los
intereses de los Vencedores y de los Vencidos con total Justicia y Tolerancia.
En 1853 el Presidente Giró que había sido uno de sus
colaboradores en el gobierno del Cerrito le impone el abandono del país, por
creerlo sospechoso de un intento revolucionario. Vuelve al Uruguay en agosto de
1855, en el momento que el Gral. Venancio Flores, único superviviente del
triunfo del año anterior, ocupaba la presidencia de la república.
El 11 de noviembre, en una cabal demostración de su voluntad
por lograr la Unión definitiva de todos los Orientales a través del
afianzamiento de las Instituciones, firma con el Gral. Flores lo que se conoce
como el Pacto de la Unión, compromiso por el cual, ambos caudillos, renunciaban
a proponer sus candidaturas a la presidencia de la República. Desde ese momento
hasta la fecha de su muerte, ocurrida el 12 de noviembre de 1857, a las 2 de la
madrugada, a los 65 años de edad y luego de 8 días de agonía, su vida
transcurrió en un casi completo y voluntario ostracismo, cambiando su radical e
intransigente conducta de los años anteriores, por una moderada actitud, que
intentaba unir a los orientales, para siempre, bajo la protección de la
instituciones legales constituidas.
Esa fue su ambición más cara: servir a la Nación,
pensamiento que no abandona, ni aun cuando en el umbral de la muerte, cuando en
plena agonía, quizás atormentado por su tumultuoso pasado, le manifestaba a su amigo Manuel Tristany:
“toda mi vida tuvo un único fin, servir a
mi Patria”.
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En la Masonería nacional ocupó lugares de importancia.
Fue integrante de la Logia
de los Caballeros Orientales; integró como Secretario el Tribunal del Grado 31, que fue creado en noviembre de
1834, siendo acompañado en aquella ocasión por los ilustres hermanos Gabriel
Pérez, Pedro Lenguas, Juan y Paulino González y Jorge Torquinst.
Fue miembro activo de la Logia
Asilo de la Virtud y al momento de su muerte ostentaba el grado 33.[1]
Manuel Oribe, el militar, el estadista, el
masón
Compilación de trabajos presentados en tenidas de Primer Grado
de la Resp.∙. Log.∙. Simb.∙. Manuel Oribe No 190, entre agosto y
diciembre de 2014,
por los RResp.∙.HH.∙. JK y RA.
El masón
En Manuel Oribe se
visualiza claramente la calidad de Masón operativo. Fue integrante de la Logia
“Caballeros Racionales”, que posteriormente cambió su nombre y adoptó el
clásico nombre de “Caballeros Orientales”, para contraponerse a las logias
filo-portuguesas que funcionaban en la Banda Oriental. Esta logia tuvo una
actuación muy destacada en la preparación de los intentos revolucionarios de
1823 y 1825 y desde ella se difundieron profusamente las ideas de
independencia, libertad y unión, que prepararon los espíritus para los
acontecimientos de 1825.
Asimismo, Oribe
participó de la idea de muchos libertadores, y en particular de San Martín,
que entendían que la creación de logias era el medio más adecuado e
insustituible para consagrar el triunfo de la causa de la independencia
americana.
Para integrar la Logia
“Caballeros Orientales” se requería: ser americano, jurar por su honor dedicarse
a luchar por la independencia de América, no admitir otro gobierno que no
surgiera de la libre y expresa voluntad de los pueblos americanos.
De acuerdo a las
investigaciones de Lagomarsino, Manuel Oribe integró posteriormente la Logia “Asilo
de la Virtud”, entre 1830 y 1831. Entre los documentos oficiales de los
archivos históricos de la Gran Logia de la Masonería del Uruguay, compilados y
organizados por el investigador e historiador Mario Dotta Ostria, encontramos
el Acta Constitutiva de la Logia mencionada, en la que los asistentes firman y
agregan su grado masónico. Entre los primeros firmantes están Antonio Acuña,
Francisco Lecocq y José María Platero, reconocidos integrantes de la Sociedad
de los Caballeros Orientales.
En un acta inmediata,
ya asumidos sus cargos, detrás del también fundador Gabriel Pérez, quien ocupó
el de Venerable Maestro, aparecen Antonio Acuña como Primer Vigilante y José
María Platero como Segundo Vigilante. En una lista de concurrentes anexada a las
actas, figura en el ingreso No 28 Pedro Hilario Lenguas, como General del
Ejército y grado 31. Detrás suyo, en el ingreso No 40, firma Manuel Ceferino
Oribe Viana, grado 31 y estableciendo su actividad como “Presidente de la
República”.
A partir de noviembre
de 1834 integró como Secretario el Tribunal del Grado 31, siendo acompañado en
aquella ocasión por los ilustres hermanos Gabriel Pérez, Pedro Lenguas, Juan y
Paulino González y Jorge Tronsquist.
Durante su primera
magistratura (1835-1838) contó con la colaboración de destacados HH.·. MM.·.,
tales como Juan Benito Blanco (Ministro de Gobierno), Ramón Massini, Manuel
Errazquin, Cristóbal G. Salvañach, Miguel Teodoro Vilardebó, Francisco Solano
Antuña, Silvestre Blanco, Pablo Zufriategui, Juan Francisco Giró, Carlos de San
Vicente y otros.
Al momento de su
muerte, Manuel Oribe ostentaba el grado 33. Leer completo el trabajo.
Tumba de Manuel Oribe en la
Iglesia de la Medalla Milagrosa
de San Agustín
Barrio: la Unión / Montevideo
[1] Gran Logia de la Masonería del Uruguay- Biografías masónicas orientales. Tomo I.
Montevideo. 1991. pp. 103-105.
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