Manuscrito
Grand Lodge Nº 1
1583
e∴ v∴
El manuscrito Grand Lodge No.1, que data de 1583, es
el Antiguo Deber (Old Charge) que sigue al Regius (1390) y al Cooke (1410).
Como demuestra el estudio de su lengua, el Regius y el Cooke eran textos
emanados de logias de las regiones de Gloucester y Oxford1. El presente Antiguo
Deber parece ser un texto emanado de la logia de York, a la que menciona. La
logia de los masones de York comenzó probablemente a existir con el inicio de
la construcción de la catedral, es decir, hacia 12202. Robert-Freke Gould
escribió la historia de la logia de York, y hemos conservado las Ordenanzas de
la catedral de York, que datan de 1370.
I.- Que la fuerza del Padre
del cielo y la sabiduría del Hijo glorioso por la gracia y la bondad del
Espíritu Santo, que son tres personas y un solo Dios, estén con nosotros en
nuestras empresas y nos otorguen así la gracia de gobernarnos aquí abajo en
nuestra vida de manera que podamos alcanzar su beatitud, que jamás tendrá fin.
Amén.
II.- Buenos hermanos y
compañeros, nuestra intención es deciros cómo y de qué sabia manera este
excelente oficio de masonería ha comenzado, y después de ello cómo fue
conservado por excelentes reyes y príncipes, así como por muchos otros hombres
notables. Es por ello que impondremos a quienes aquí están los deberes que todo
verdadero masón debe respetar. Con toda la buena fe, y con mucho cuidado, es
algo excelente guardar estos deberes, pues es un oficio excelente y una curiosa
ciencia.
III.- Hay siete artes
liberales, y entre las siete este oficio es una de ellas, y los nombres de las
siete artes son los siguientes. La primera es la gramática: ella enseña al
hombre a hablar y a escribir correctamente. La segunda es la teórica, que
enseña al hombre a bien hablar en términos sutiles. La tercera es la
dialéctica, que enseña al hombre a distinguir o a reconocer la verdad del
error. La cuarta es la aritmética, que enseña al hombre a calcular y a contar
toda clase de números. La quinta es la geometría, que enseña al hombre la
determinación y la medida de la tierra y de todas las cosas, ciencia a la que
se llama masonería. El arte sexto se llama música: es el que enseña al hombre
del oficio el canto vocal, así como a tocar el órgano, el arpa o la trompeta. Y
el arte séptimo se llama astronomía: es el que enseña al hombre a conocer el
trayecto del sol, de la luna y de las estrellas.
IV.- Éstas son las siete
artes liberales; estas siete se basan todas en un arte que es la geometría. El
hombre puede probar que todas las artes del mundo se fundan en la geometría.
Pues la geometría ha enseñado al hombre la medida, la ponderación y los pesos
de toda clase de cosas sobre la tierra. Por otra parte, no hay ningún hombre
que haya desarrollado cualquier oficio sin obrar con ayuda de alguna medida o
instrumento de medida; y tampoco ningún hombre que haya comprado o vendido sin
medir ni pesar, y todo ello es geometría. Estos comerciantes, estos artesanos,
y también las siete artes y en particular el labrador, el comerciante
especializado en toda clase de granos y de semillas, el vendimiador y el
horticultor (que trabaja) el campo. Ni la gramática ni la aritmética ni la
astronomía ni ninguna de las otras artes permiten al hombre encontrar una
medición o una medida, excepto la geometría. Por ello pensamos que el arte de
geometría es el más excelente que encontrarse pueda, comparado con cualquier
otro.
V.- Cómo
comenzó primero este arte excelente es lo que os voy a decir. Antes del diluvio
de Noé había un hombre que se llamaba Lamech, así como se encuentra escrito en
la Biblia, en el capítulo cuarto del Génesis. Este Lamech tenía dos esposas,
una se llamaba Ada y la otra Sella. De su primera esposa Ada tuvo dos hijos,
uno llamado Jabel y el otro Jubal. De la otra esposa, Sella, tuvo un hijo una
hija. Estos cuatro niños inventaron todos los oficios que hay en el mundo. El
hijo mayor, Jabel, fundó el oficio de geometría dividiendo los rebaños y los
terrenos en los campos, y fue el primero que construyó una casa de piedra y de
madera, así como se halla mencionado en dicho capítulo. Su hermano Jubal fundó
el oficio de músico, el canto vocal (e instrumental), sea con el arpa o con el
órgano. El tercer hermano, Tubalcaín, fundó el oficio de herrero, (que trabaja)
el oro, la plata, el cobre, el hierro, y el acero. En cuanto a la hija, fundó
el oficio del tejido.
VI.- Estos niños sabían que
Dios se vengaría del pecado, sea por el fuego o por el agua. Por ello,
escribieron los conocimientos que habían hallado en dos pilares de piedra de
manera que se los pudiera encontrar después del diluvio de Noé. Una de las
piedras era de mármol, a fin de que resistiera al fuego; y la otra piedra era
de lo que se llama ladrillo, a fin de que resistiera al agua.
VII.- Nuestra intención es
deciros verdaderamente cómo y de qué manera estas piedras fueron encontradas,
así como los conocimientos que estaban escritos sobre ellas. El gran
Hermarines, que era el hijo de Cube, que era hijo de Sem, el hijo de Noé (ese
mismo Hermarines fue llamado más tarde Hermes, el padre de la sabiduría)
encontró uno de los dos pilares de piedra y los conocimientos escritos en él y
los enseñó a los demás hombres.
VIII.- Durante la
construcción de la torre de Babilonia, se hacía mucha masonería. El rey de
Babilonia, que se llamaba Nemrod, era él mismo masón y amaba el oficio, como
dice entre otros el maestro de las historias.
Cuando la ciudad de Nínive y
las otras ciudades del este fueron construidas, Nemrod, el rey de Babilonia,
envió allí… masones a petición del rey de Nínive, su primo. Y cuando los envió,
partir de ese día les dio el deber así concebido: (a saber) que deberían ser
veraces uno con otro; y que deberían servir a su señor de acuerdo con su
salario, de manera que su maestro pudiera obtener respeto y todo lo que le
venga. Les dio muchos otros deberes; y fue la primera vez que todo masón tuvo
un deber en su oficio.
IX.- Además, cuando Abraham y
su esposa Sara llegaron a Egipto, habló de las siete artes a los egipcios. Tuvo
un alumno excelente que se llamaba Euclides, que aprendió muy bien y que fue
maestro en todas las siete artes. En su época ocurrió que los señores y los
Estados de su reino engendraron numerosos hijos, bien de sus esposas, bien de
otras damas del reino, pues este país es caluroso y fértil (en cuanto a) la
reproducción. No habían encontrado para sus hijos una manera válida de ganarse
la vida, por lo cual tenían gran tristeza. Cuando el rey del país reunió en
gran consejo al parlamento, a fin de saber cómo podrían hacer de sus hijos
honestos gentiles hombres, no encontraron ningún medio válido. Entonces ellos (hicieron
proclamar) a través de todo el reino que si había un hombre capaz de
informarles, debería llegarse hasta ellos y sería recompensado de su viaje de
modo que se placiera con ellos.
X.- Cuando fue hecha esta
proclamación, llegó entonces el excelente clérigo Euclides, quien dijo al rey y
a todos sus grandes señores: Si tomo bajo mi mando a vuestros hijos… yo les
enseñaré una de las siete artes, gracias a la cual podrán vivir honestamente,
como hacen los gentiles hombres; a condición de que me den el poder de
dirigirles conforme a las reglas del arte.
El rey y todo su consejo
estuvieron de acuerdo al instante, y sellaron este pacto. Entonces este
excelente (clérigo) tomó con él a los hijos de los señores y les enseñó el arte
de geometría por la práctica, (es decir) a construir en piedra toda clase de
las excelentes obras que se encuentran en la construcción de iglesias, de
templos, de castillos, de torres, de casas y de todas las demás clases de
construcciones.
XI.- Les dio un deber así
concebido. El primer (punto) era que debían ser fieles al rey y al señor al que
sirven. Que deberían amarse mutuamente, y ser sinceros el uno con el otro.
Que deberían llamarse uno al
otro compañero, o hermano, y no servidor, ni criado, ni con cualquier otro
nombre vil. Que deberían merecer verdaderamente el salario que les pagara el
señor o al maestro al que sirvieran. Que ordenarían al más sabio de entre ellos
que fuera maestro de obras, pero que ni por sentimiento, ni a causa de su
linaje o riqueza, ni por hacer un favor, instalarían a otro, dotado de poca destreza,
para ser maestro de la obra (mandada) por un señor, pues este señor sería mal
servido y ellos serían castigados. De manera que deberían llamar al director de
los trabajos maestro durante el tiempo que con él trabajaran. Y muchos otros
deberes de los que sería demasiado largo hablar. Con respecto a todos estos
deberes les hizo prestar el juramento solemne que estaba en uso entre los
hombres de esos tiempos. Les atribuyó un salario razonable, de modo que
pudieran vivir honestamente. También les ordenó reunirse una vez al año en
asamblea, a fin de que pudieran trabajar mejor y servir así tanto al interés de
su señor como a su propia honorabilidad. Y corregir ellos mismos a quien
hubiera ofendido el oficio.
De esta manera, el oficio fue
establecido aquí. Y el excelente Euclides le dio el nombre de geometría, pues
así es como ahora se llama en todos los países a la masonería.
XII.- Mucho tiempo después,
cuando los hijos de Israel penetraron en la tierra prometida, a la que a partir
de ahora llamaremos el país de Jerusalén, el rey David comenzó (a construir) el
templo que se llama templo del señor, y que entre nosotros llamamos templo de
Jerusalén. Este mismo rey David, amaba a los masones, y los quería mucho, y les
dio un buen salario. Les dio también los deberes y costumbres que había
aprendido en Egipto, aquellos dados por Euclides, así como muchos otros deberes
de los que más adelante oiréis hablar. Tras la muerte del rey David, Salomón,
su hijo, acabó el templo que su padre había comenzado. Mandó a buscar a masones
en distintas regiones y países, y los reunió a todos cuando hubo 80.000 obreros
talladores de piedra, y todos fueron llamados masones. Escogió a 3.000 de entre
ellos, que fueron ordenados maestros y directores de esta obra.
XIII.- Además hubo un rey de
otra región a quien los hombres llamaban Hiram. Amaba bien al rey Salomón y le
dio madera de construcción para su obra. Tenía un hijo que se llamaba Aynon;
era maestro en geometría, fue el principal maestro de todos estos masones, y
también de todos los grabadores y escultores, y de todo otro género de masones
asociados al templo. Hay un testimonio de ello en la Biblia, en el cuarto libro
de los Reyes, en el capítulo tercero. Este mismo Salomón confirmó a la vez los
deberes y las costumbres que su padre había dado a los masones. Es así como
este excelente oficio de masonería fue confirmado en la región de Jerusalén y
en muchos otros reinos.
XIV.- Artesanos curiosos
recorrieron grandes distancias en diversos países, sea para aprender más
destreza en su oficio, sea para enseñar a quienes poseían poca habilidad.
Ocurrió entonces que hubo un curioso masón de nombre Naymus Grecus, que había
estado en la construcción del templo de Salomón. Llegó a Francia y allí enseñó
el arte de la masonería a los hombres de Francia. Hubo alguien del linaje real
de Francia que tenía por nombre Charles Martel. Era un hombre que amaba mucho
el oficio, se juntó con ese Naymus Grecus, aprendió de él el oficio y se
encargó de los deberes y de las costumbres. Después de esto, por la gracia de
Dios, fue elegido para ser rey de Francia.
Cuando fue investido de tal
estado, cogió a los masones y les ayudó a hacer masones de los hombres que no
lo eran, y les puso a trabajar, y les dio a la vez los deberes y las
costumbres, así como un buen salario, tal como había aprendido de otros
masones. Confirmó su carta de año en año, (les permitió) tener su asamblea
donde quisieran, y les quiso mucho. Es así como llegó a Francia el oficio.
XV.- Inglaterra, durante todo
este período, ignoró todo deber de masonería hasta el tiempo de san Albano. En
su tiempo, el rey de Inglaterra, que era un pagano, construyó la ciudad que se
llama Saint Albans. San Albano era un excelente caballero y el intendente de la
casa del rey; detentaba el gobierno del reino y los muros de la ciudad. Amaba a
los masones y les quería mucho. Hizo que se les pagara con gran justicia, según
la costumbre del reino, pues les dio 2 chelines y 6 peniques por semana, más 3
peniques para animarles. Antes de este tiempo, en todo el país, un masón no
recibía más que un penique por día y la comida, hasta que san Albano corrigió
esto. Les dio una carta real, les aconsejó tener un concilio general y que se
le diera el nombre de asamblea. Él mismo acudió a ella, y les ayudó a formar
masones, y les dio deberes de los que muy pronto oiréis hablar.
XVI.- Después de la muerte de
san Albano se produjeron guerras entre Inglaterra y otros países, así que la
buena regla de masonería se perdió hasta la época del rey Athelstan, que fue un
excelente rey de Inglaterra. En todo este país aportó reposo y paz, y construyó
muchas grandes obras: abadías, torres y muchos otros edificios. Amaba mucho a
los masones, y tuvo un hijo de nombre Edwin que amaba a los masones aún más que
su padre. Fue un gran practicante de la geometría, y se reunía y hablaba mucho
con los masones para aprender de ellos el oficio. Después, a causa del amor que
tenía por los masones y por el oficio, fue hecho masón. Obtuvo de su padre el
rey una carta y un consejo, que era el de tener cada año una asamblea allí
donde quisieran en el reino de Inglaterra, a fin de que ellos mismos
corrigieran las faltas y los abusos hechos en el oficio. Él mismo convocó una
asamblea en York; hizo allí masones, les dio deberes, les enseñó las costumbres,
les ordenó guardar siempre la regla. Les otorgó la carta y el consejo, y les
hizo una ordenanza que debía ser renovada de rey en rey.
XVII.- Cuando la asamblea
estuvo reunida al completo, hizo una proclamación según la cual todos los
masones jóvenes y viejos que poseyeran un escrito o luces sobre los deberes y
costumbres que habían estado antaño en vigor en este país o en otro debían a
partir de entonces aportarlos y mostrarlos.
Cuando esto tuvo lugar, se
encontraron testimonios en francés, otros en griego, otros en inglés cómo había
sido creado el oficio. Propuso y él mismo ordenó que se leería en silencio o en
voz alta cuando se hiciera un masón, a fin de comunicarle su deber. A partir de
este día, y hasta hoy, las costumbres de los masones han sido conservadas en la
medida en que los hombres podían imponerlas tal como eran. Además, en diversas
asambleas se concibieron y promulgaron otros deberes para el mejor consejo de
maestros y compañeros.
XVIII.- Entonces uno de los
más antiguos sostiene el libro, y aquel o aquellos (a quienes se recibe) apoya
su mano sobre el libro, y deben leerse los preceptos.
Todo hombre que es masón
observa con gran cuidado estos deberes. Si un hombre se considera a sí mismo
culpable en cuanto a uno de estos deberes, se corrige a sí mismo ante Dios. En
particular, aquellos que están encargados de responsabilidades tienen cuidado
de poder guardar estos deberes con gran exactitud, ya que es un gran peligro
para un hombre jugar sobre un libro.
XIX.- El primer deber es
éste: que seréis hombres leales a Dios y a la santa Iglesia; y que no caeréis
en el error ni en la herejía, sea por vuestro juicio, sea por vuestras
acciones, sino que seréis hombres discretos y sabios en todo.
Además, que seréis verdaderos
hombres fieles al rey de Inglaterra, sin traición ni falsedad; y que no
cometeréis traición ni trampa, y que, a menos de corregiros en privado si
podéis, advertiréis al rey o a su consejo.
Además que seguiréis todos
los consejos de vuestros compañeros con lealtad, sea en logia o en la cámara,
así como todos los demás consejos que deberían ser guardados con respecto a la
masonería.
Además, que ningún masón será
un ladrón, a partir de este día y durante tanto tiempo como pueda comprenderlo
o ser advertido.
Además, que cada uno será sincero
con el otro, así como con el señor o el maestro al que sirváis, y velaréis
lealmente por su interés y su beneficio.
Además, que llamaréis a los
masones compañeros o hermanos, y no con otras denominaciones viles.
Además, que no abusaréis de
la esposa de vuestro hermano como bribones, ni desearéis de manera impía a su
hija ni a su sirvienta, y no atraeréis hacia el la vergüenza.
Además que pagaréis lealmente
vuestra comida y vuestra bebida allá donde vayáis a comer.
Además, que no cometeréis
ninguna atrocidad en el lugar donde estéis alojados, pues el oficio podría ser
calumniado.
XX.- Éstos son los deberes
generales que toca guardar a todo masón sincero, incluidos los maestros y
compañeros. Voy a enunciar otros deberes, éstos particulares, (reservados) a
los maestros y compañeros.
En primer lugar, que ningún
maestro o compañero tomará para sí el trabajo de un señor, ni el trabajo de
otro hombre, a menos de que se sepa capaz y suficientemente hábil para
acabarlo, de manera que el oficio no sea calumniado ni deshonrado, sino que el
señor pueda ser bien y fielmente servido.
Igualmente, que ningún
maestro se encargará de un trabajo a menos de hacerlo con razón, de manera que
el señor pueda ser bien servido, conforme a lo que se le debe, y que el maestro
pueda vivir honestamente y pagar a sus compañeros el salario que les
corresponde, como es costumbre.
Igualmente, que ningún
maestro o compañero suplantará a otro en su trabajo; es decir, que si ha tomado
un trabajo, o si es el maestro de obra de un señor, no abandonará su obra salvo
en el caso de que sea incapaz de conducirla a buen fin.
Igualmente, que ningún
maestro o compañero tomará aprendiz por una duración inferior a siete años.
Además, el aprendiz debe estar en posesión de sus medios naturales, es decir
nacido libre, y físicamente íntegro, como todo hombre debiera serlo.
Igualmente, que ningún
maestro o compañero tendrá autorización para hacer masones sin el acuerdo y el
parecer de sus compañeros. Será contratado por un tiempo no inferior a seis o
siete años. Y aquel que será hecho masón debe estar en posesión de todas sus
facultades a todos los niveles, es decir, ser nacido libre, de buena familia,
honrado, y no siervo. Debe tener también los miembros íntegros, como todo
hombre debiera tenerlos.
Igualmente, que ningún masón
tomará aprendiz a menos de tener suficientes ocupaciones que darle, y de tener
trabajo para tres o al menos dos compañeros.
Igualmente, que ningún
maestro o compañero tomará parte en el trabajo de un hombre que esté ausente a
causa de un viaje.
Igualmente, que todo maestro
dará su paga a sus compañeros según lo merezcan, de manera que no sea
defraudado por los malos obreros.
Igualmente, que ningún
maestro calumniará a otro a sus espaldas, a fin de hacerle perder su buena
reputación o sus bienes temporales.
Igualmente, que ningún
compañero, sea en la logia o fuera de ella, responderá mal a otro de manera
impía o haciéndole reproches, salvo si es por una causa razonable.
Igualmente, que todo masón
saludará a su superior, y le mostrará respeto.
Igualmente, que ningún masón
se acostumbrará a los juegos de azar, o a los dados o a otros juegos desleales,
pues el oficio podría ser calumniado.
Igualmente, que ningún masón
se dará a los excesos o a la impudicia, pues el oficio podría ser calumniado.
Igualmente, que ningún
compañero llegará a la ciudad de noche cerrada para ir a una logia de
compañeros si no va acompañado por otro. Esto dará testimonio en su favor si se
le viera en lugares deshonestos.
Igualmente, que todo maestro
o compañero se llegará a la asamblea si está se celebra a 50 millas, si ha sido
avisado, o si ha cometido un abuso perjudicial al oficio, así como para recibir
lo que los maestros y compañeros deben concederle.
Igualmente, que todo maestro
o compañero que haya cometido una falta en el oficio acatará la sanción de los
maestros y compañeros, y éstos se pondrán de acuerdo si pueden; pero si no
pueden ponerse de acuerdo, se recurrirá a la justicia pública.
Igualmente, que todo maestro
fabricará molde, escuadra ni regla a fin de establecer los cimientos ; y no
deberá tampoco poner un pavimento , sea en la logia o fuera de ella, con objeto
de tallar así piedras no escuadras.
Igualmente, que todo masón
recibirá y querrá a los compañeros extranjeros que arriben a la región, y les dará
trabajo como es costumbre, es decir, que les pondrán en su sitio las piedras
talladas ; de lo contrario, le dará el suficiente dinero para que puedan
acercarse a la logia más cercana.
Igualmente, que todo masón
servirá fielmente al señor a cambio de su salario. Y todo maestro conducirá
lealmente a buen fin su obra, sea a destajo o de viaje, si tiene vuestras
órdenes y todo lo que sus (obreros) deberían tener.
Estos deberes que os acabamos
de repetir, y todo lo que pertenece además a los masones, los guardaréis, y que
Dios os ayude y os santifique por este libro que tenéis en las manos, en la
medida de vuestros medios.
Amén
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