Café
de Marco
Fue un café situado en Buenos Aires, fundado en 1801,
que funcionó hasta 1871.
En 1801, en Buenos Aires, en la esquina de las
calles Alsina y Bolívar, Pedro José Marco, inauguró su
café. El establecimiento contaba con servicio de confitería y botillería y,
según rezaba un cartel ubicado en su entrada, también contaba con villares,
con v, según se escribía en la época para referirse al billar.
Gracias a su sótano, que hacía las veces de depósito y bodega, los
parroquianos disfrutaban, en verano, de tomar bebidas “frescas”.
Las bebidas no alcohólicas habituales eran el café y leche
actualmente conocido como café con leche, el chocolate, el candial o candeal,
una bebida en base al trigo, y los refrescos de horchata y naranjada.
Curiosamente, el té, generalmente no se bebía en los cafés, fondas o pulperías de
principio de siglo XIX, sino que se adquiría en farmacias como hierba de uso
medicinal.
En una ubicación de privilegio, a un paso del Cabildo,
el Fuerte, la actual Plaza de Mayo y justo a comienzos del siglo
XIX, en el que se forjaron las independencias americanas, el café de Marco fue
lugar obligado de cita para varias generaciones de políticos. Por sus mesas
pasaron variadísimos personajes de nuestra historia como Martín de Álzaga, Juan
José Castelli, Bernardo Monteagudo, Manuel José de Lavardén, todos
los integrantes de la Sociedad Patriótica y los de la Sociedad
del Buen Gusto, Agustín Donado, French, Beruti, como así también
casi todos los hombres de la burguesía porteña.
Según el deán Gregorio Funes, parece que existía una
enemistad bastante virulenta entre los parroquianos del café de Los
Catalanes, que ocupaba la esquina nordeste de las calles San Martín y Cangallo
y los del café de Marco. Dice Funes, que era partidario de Saavedra, que
el café de los Catalanes servía como tribuna política y competía con el de
Marco, donde concurrían los partidarios de Moreno, "muchachones
perdidos y sin obligaciones" tales como Francisco Seguí, Lucio
Norberto Mansilla o Julián Álvarez.
Como consecuencia de la asonada de Álzaga de 1809,
que se había gestado en el café, el virrey Liniers mandó clausurar el
local y dio tres días a Marco para salir de la ciudad. José Antonio Gordon,
socio en otros negocios de Marco, presentó dos rogatorias a Liniers para
reabrir el local y ambas fueron denegadas. A partir del mes de agosto, ya en su
cargo el virrey Cisneros, Marco retornó a Buenos Aires y, junto con una
nueva rogatoria, presentó a las autoridades una memoria de las pérdidas
sufridas producto de la clausura que, entre productos y utensilios sumaba
30.000 pesos. El 21 de agosto de 1809, finalmente, el local volvió a las
actividades comerciales.
A partir de mediados de siglo XIX, con las sucesivas
epidemias de fiebre amarilla en Buenos Aires, el público del café,
perteneciente a la alta burguesía que había emigrado hacia los nuevos palacios
edificados en el barrio norte, dejó de frecuentar el lugar y el local
entró en decadencia hasta su cierre, en el año 1871.
Sobre el nombre que recibió el café, a lo largo de la
historia, ha habido diferentes versiones. En algunos libros de memorias de la
época, se lo nombra como Café de Marcos, otros lo recuerdan como Café
de Marcó y Miguel Cané lo evoca como Café de Mallcos. Un
ejemplar del Telégrafo Mercantil en el que se hace referencia a la
inauguración del café, nos informa acerca del apellido de su dueño, Marco, sin
tilde en la o. Y el mismo propietario, en la rogatoria que enviara a Cisneros
en 1809, no le adjudica nombre; se refiere al local como la "casa de café
en la calle que va del colegio a la Plaza Mayor" (actual calle Bolívar);
por lo cual, resulta muy probable que el local nunca haya tenido nombre alguno.
Pedro José Marco, también era socio de Antonio F. Gómez,
quien atendía otro café que ambos tenían en sociedad por la misma época. Se
trataba del establecimiento ubicado a escasos cien metros del anterior, en la
esquina de las actuales calles Perú y Alsina. Este café, del que
tampoco se conoce nombre cierto, era más modesto que el que atendía Marco y lo
frecuentaba una clientela más bohemia; cantantes, músicos y actores que se
presentaban en el Teatro de la Ranchería y comerciantes, changadores y
carreteros que trabajaban en el Mercado Viejo, también llamado Mercado del
Centro. Ese mismo Histórico Café abrió nuevamente sus puertas en Tte. Gral. J.
D. Perón 1259 entre las calles Libertad y Talcahuano (frente a la Gran Logia
Argentina de Libres y Aceptados Masones).
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